Ya estamos aquí. La Feria de la Comunidad 2012 se inicia con una gran novillada de Nazario Ibáñez (cuatro, al menos, novillos muy toreables) en un petardo novilleril de casi tres horas de duración. Dos de los bichos debieron volver vivitos -aunque no coleando- al corral; don Julio -que presidía- les perdonó a Mario Alcalde y Rafael Cerro, sendos terceros avisos.
Se puede matar mal... pero tanto es una auténtica barbaridad. Una cosa es no querer usar el estoque de descabellar y otra el permitir la agonía del animal sin hacer nada, prolongando innecesariamente la misma; los pinchazos malos, caídos, atravesados, tendidos que hemos visto esta tarde sumarían una auténtica antología de la tortura animal. Sumen a ello la decena de veces que se intentó descabellar a dos de los bichos o las incontables (creo que pasaron de ocho) de los cachetazos infames -al cuarto- de un mal puntillero.
De toreo, apenas lo que apuntó Rafael Cerro, que abusó de una pésima colocación y del sempiterno paso atrás, sacrificando la ética y la autenticidad del pase, del remate a la espalda del muletazo y la profundidad, en la comodidad del toro y la ligazón de cuatro pases. Sólo al final de la faena al sexto, y puntualmente, se decidiría a colocarse en el sitio de la verdad y los dineros. Sus compañeros, junto a los mismos defectos, se mostraron más bisoños y sin sus recursos. Los avisos llegaron a pares muchas veces: dos para Mario Alcalde en cada uno de sus novillos; uno en cada uno de los suyos para Antonio Puerta, y uno y dos para Cerro, pero con más de diecisiete minutos de faena en el cuarto y sexto vespetinos.
Eso de las faenas de veinte muletazos ha debido quedar en el baúl de los recuerdos de sus apoderados, y eso que Ortega Cano no fue de los que más se prodigaban...
En resumen, una novillada con muchísimas más posibilidades de lo que vimos, reses de desigual presentación -primero sin culata y segundo algo abecerrado-, nobles, con movilidad, sin un mal gesto, con dos orejas por cabeza -el segundo, pese a su pequeñez llegó a cumplir en varas-, de las que sólo se separaron cuarto -más complicado- y sexto -que pese a sus defectos iniciales, se templó más en las tres únicas tandas que duró-. Dios quiera, al menos, que se mantenga esa línea en el ganado, aunque con la brevedad que una buena corrida necesita.
Con la "reaparición" de R.Cabrera por medio de este blog,los que somos rafaelistas,y los que amam la Fiesta y lo que esta proyecta:historia,amor al toro,al arte etc....tratado todo esto con rigor y erudición,debemos felicitarnos y felicitarlo.
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