Fernando Bergamín Arniches
Escribo el miércoles 30 de Mayo.
Ayer día 29, en la Plaza Monumental de Las Ventas, se cortó la coleta al
término de la corrida un torero irrepetible: Julio Aparicio, para mí -aunque sé
que a él le gusta poco que así se le llame- Julito.
Se cortó la coleta en el único acto de verdadera dignidad y torería de
toda esta lamentable Feria del 2012. Y se nos va uno de los toreros
privilegiados en arte, gracia, luminosidad y "pellizco" que ha dado
el toreo en las últimas décadas. Tocado por esas "gotitas" sublimes
que según el siempre recordado y único Rafael de Paula, "Dios...deja caer
sobre muy pocos, pero grandes creadores".
De cualquier arte.
La emoción que hoy siento, no me permite extenderme demasiado en esta
nota. Ni quiero hacerlo. Sólo señalar algunas pequeñas o grandes cosas.
Fue Aparicio un novillero absolutamente excepcional, el mejor que yo he
visto nunca, en finura, estilo, y gracia pura sevillana. En alegría de cante
chico y hondura de cante grande. Recordaremos siempre aquella mañana en la
Maestranza sevillana del casi niño Julito. Pura gracia angelical, sublimes
maneras. Hasta llegar a su época de matador de toros -gran matador por cierto-
y comienzan sus grandes tardes... y sus ciertas desigualdades, pero siempre en
gran torero. Después de tardes cumbres en casi todas las primeras Plazas de
España, llega a Madrid un 18 de Mayo de 1994, tarde que resulta inevitable
señalar por su faena única al toro Cañeco
de Alcurrucén. Este día significó su consagración definitiva, sobre todo para
el gran público: los visionarios del toreo, ya lo sabíamos desde aquella
transparente mañana sevillana.
Prefiero casi pasar por alto un hecho trágico, pienso que muy definitivo
en su vida: la horrible y diabólica cornada que le atravesó el cuello un 21 de
Mayo del 2010 en Madrid, cornada proporcionada por un toro de Juan Pedro
Domecq, ¡asesino de poca casta, y peor sangre! Me hubiera gustado que ayer a
Julio Aparicio le hubiera cortado la coleta un torero, un torero de verdad. No
podré olvidar nunca la frívola y estúpida sonrisa disimulada del Fandi cuando
realizaba este mítico acto. Recuerdo que su alternativa en Sevilla la recibió
de las manos mágicas de Curro Romero, por ello me da tanta tristeza haberlo
visto terminar en esas otras manos sin ninguna significación, ni en el toreo,
ni en su vida personal.
Julio Aparicio en Valencia (Foto: artetoreo.com) |
Recuerdo siempre a su padre el gran Julio Aparicio, primerísima figura
del toreo y uno de los más poderosos y completos entre los más grandes de su
época.
Recuerdo a su Malena, madre del torero, desaparecida hace pocos meses.
Grandiosa Malena, tan querida y eje vital de todos los suyos, además también de
gran artista.
Y quiero terminar -aunque me salga de mi estilo, porque el hecho lo
merece- dándome el gran gusto de hacer un gigantesco "corte de manga",
digno de Fellini por su enormidad, a todos aquellos que ayer 29 de Mayo de 2012
tiraron almohadillas a Julio Aparicio en la primera Plaza del mundo: Monumental
de Las Ventas. Almohadillas tiradas durante el acto y después del corte de
coleta. ¡Va por ellos...!
Y para el torero grande, Julio Aparicio, Julito, mi admiración de
siempre, mi solidaridad, y mucha suerte en la vida... haga lo que haga. Fue un
torero, un torero de los más grandes, es un torero. No dejará de serlo nunca.
Tiene alas... "para volar sobre las nubes, y contar las estrellas de una
en una". Y esas alas no se las ha cortado nadie. Gracias torero.
Madrid 30 de Mayo de 2012
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