El
comentario de Ángel Arranz
Montajes
Lo del “baile” de los corrales en la primera plaza del mundo es, o
casi, de juzgado de guardia. Anuncian unos toros y salen otros. Abunda el
ganado morucho –pseudo-bravo- tanto en las ganaderías titulares como en las “reservas”.
Y si esto lo consentimos en la cátedra del toreo, en casi todos los demás
cosos es, o será, un coladero.
Los toreros y los toreos son siempre, siempre, derivados de los toros.
Es decir, con toros bravos hay toreros y toreos bravos y con toros raros hay
toreros y toreos raros. Y no hay, o hay escasa, autocrítica en los que
manejan el montaje pseudo-taurino.
O recuperamos el carácter, la bravura, el temperamento y los encastes
auténticos, o la prima de riesgo nos manda casi al olvido. Allá cada cual con
su responsabilidad y conciencia.
La única ovación unánime de la tarde fue para Florito. El quinto –ya ni el quinto sale potable- fue devuelto a
los corrales por impresentable. El sobrero idem de lo mismo.
Los toreros voluntariosos y algo… ¿equivocados? Hubo pares de
banderillas meritorios.
A los toros bravos no hace falta casi citarlos, se presentan solos y
tienen cinco embestidas seguidas. Los pseudo-toros hay que citarlos cinco
veces para media arrancada. Una cosa es emoción y otra es decepción. Hay que
volver a las lidias de dominio y aliño. Nada que ver con lo rutinario y
reiterativo. ¡Sin equívocos!
La carpa es el continente,
el coso es el
contenido,
mucho Dragó, mucho
oportunismo,
poco contraste,
poco entendido,
envoltorio y regalito escasean en
lirismo
¡Qué líos y ruidos
monta, el falso liberalismo!
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