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jueves, 30 de agosto de 2012

Prólogos de ayer que parecen para hoy

Esta pasada tarde, repasando algunos libros raros de toros, me he encontrado, con enorme placer –por cierto- con un prólogo olvidado del que siempre he considerado como mi mayor y mejor maestro en estas lides taurómacas, don Luis Fernández Salcedo.  No voy a descubrirles ahora la figura del que puede ser considerado como uno de los mejores escritores taurinos de todos los tiempos, su perfecto manejo del castellano, su brillante aproximación al campo bravo de Colmenar, sus inigualables “Cuentos del Viejo Mayoral”, su amplia doctrina sobre el toro bravo como ¡esencia y elemento indispensable en la corrida!, son de todos –creo- conocidos. Y si hay alguien que no lo conoce todavía, quizá esté perdiendo tiempo para hacerlo, ¡vaya y cómprese cualquiera de sus exquisitos libros!


Sorpresa, porque no recordaba en absoluto el prologuillo de marras, en libro del abogado portugués Dr. Saraiva Lima que a la par del mundo del derecho nos dejó una ingente obra taurómaca y que hizo más que pinitos en la crítica taurina en su país. El libro, “Panorama del toreo en Portugal” es fruto de una conferencia que el autor pronunció en el Salón de Actos del Ateneo de Madrid, el día 11 de julio de 1949. Lleva un Preámbulo de Ricardo García K-Hito y un comentario, a modo de prólogo, de Luis Fernández Salcedo.
Don Luis, como cariñosamente le llamábamos aquellos jóvenes de entonces, escribe en el prólogo cosas verdaderamente admirables. Estamos en 1949 todavía, el libro vería la luz en los inicios del siguiente año. Escuchen… o lean:
Apenas estrechó mi mano, como consumado prestidigitador, sacó de la bocamanga un ejemplar de su obra “Da barreira” y abriéndolo por la página 185 me mostró un artículo titulado “A missao da critica”, al frente del cual había esos rengloncitos cortos, debajo de los cuales suele ponerse, entre paréntesis, Plinio el Viejo o La Rochefoucauld. Pero esta vez dicen solamente Fernández Salcedo.  Tuve curiosidad por leer la cita que decía así: “La crítica ha perdido totalmente su misión orientadora del público, la de contrariarle en sus gustos, que es la principal, aunque la menos grata”.
-¿Qué le parece?
-No está mal traído.
-¿Recuerda haberla escrito?
-En absoluto.
-Poes lo tomé de “Los viajeros para Diego de León”
-Me extraña que me atreviese a tanto…”.
Hasta aquí la cita. ¡Vaya frase! ¡Qué completa actualidad! Hoy que la crítica tanto acompaña a la mayoría, por no indisponerse con las empresas, con los toreros, con los ganaderos y con la masa del público, ¡cuánta falta hace que se la recuerden! Caramba, no estaría de más que la grabasen en letras de bronce en el frontispicio de las Facultades de Periodismo. Sé que es incómoda esa labor, ingrata tantas veces, pero a la vez tan necesaria… Pero claro, como dijo otro gran escritor, crítico y aficionado como Edmundo G. Acebal, para ser crítico se necesita saber, al menos, quién fue Valentín Martín… y eso hoy no lo saben más que cuatro aficionados, añado yo.
Don Luis Fernández Salcedo, tal y como le recordamos, pero sin bastón...
Sigamos… Don Luis añade que le sorprendió gratamente una comparación que a muchos puede resultar cuando menos curiosa, pero dejen que él lo explique:
Fue para mí una nota de gran originalidad, y atrayente sentido crítico de altura, la comparación de Simao da Viega y Joäo Nuncio con “Gallito y Belmonte”. A primera vista parece fuera de lugar comparar a dos rejoneadores con dos espadas y, sin embargo, desde el primer momento prendió en nosotros el impecable razonamiento de Saraiva. En efecto, la lucha entre gallistas y belmontistas no fue más que la pugna de dos ideas eternas: la del clasicismo a ultranza y la de la renovación a fondo. Se comprende perfectamente que cada cual, según su temperamento opte por una u otra manera de reaccionar ante la realidad y por eso el choque, o mejor dicho, el entrelazamiento de las ideas básicas, a pleno sol y en la imparcial y abstracta redondez del ruedo, tiene que ser siempre un espectáculo maravilloso”.
Y añado yo, ¿no se sigue produciendo todavía en nuestros días ese choque? Los que gustan del clasicismo de Morante, ¿no enfrentan su pasión a la de los que gustan del revolucionario –y para mí sin fundamento plausible- paso atrás que tanto se practica para ligar cediendo terreno al toro? Dos formas de ver el toreo…, ayer como hoy.
Pero don Luis nos recuerda que “Aquellos siete años [los del emparejamiento de José y Juan] –no nos cansaremos nunca de decirlo- fueron la edad de oro del toreo. Ni antes se llegó nunca a una síntesis tan perfecta, ni después se ha vuelto a alcanzar la meta, que cada vez se ha de ver más lejana. Por eso “Gallito” y Belmonte tienen la categoría de símbolos, y cualquier comparación, que razonadamente se proyecte sobre sus figuras, dará en el blanco y se quedará para siempre en nuestro recuerdo”.
Se queja Ferández Salcedo de algo que hoy es ley absoluta en el toro: “Aquí en España tenemos actualmente planteado el problema opuesto. Los toros son demasiado descorridos, es decir, exageradamente claros, nobles, pastueños, inocentes e ingenuos y en ese mar de dulzor se va perdiendo la emoción, que es la base de la fiesta”. Parece como si lo hubiera escrito yo mismo antes de ayer, pero está escrito en 1949, ¿qué cambio habría visto el que fuera ganadero de Martínez en los ganados de esos últimos años? Y añade: “Pues bien, el ganado bravo, que en manos de los competentísimos ganaderos españoles se moldea como barro de escultor, en la actualidad se está pasando del punto de dulce. Y como la sensación de ser el toro temible ya apenas procede de la edad, de la corpulencia, de los pitones o de la bravura auténtica, si tampoco va a dimanar del lado de una pequeña dificultad… ¡estamos perdidos! Cuando el público dice: `Eso lo hago yo´, se acabaron las ovaciones”.  
Ahonda párrafos más adelante en la idea: “Los ganaderos han logrado un toro tan bueno, tan bueno para el espada que… dentro de muy poco va a virar a malo”. Parece que sentencia el actual camino del toro en pos de la toreabilidad; recuerden no obstante, que esto se escribió en la raya de la mitad del siglo anterior, cuando los toros aunque manejables ya, tenían bastante más casta que los actuales… pero el camino es idéntico.
Comenta, a continuación, la opinión de Saraiva defendiendo que en Portugal los toros deberían correrse en puntas, lo que fue contradicho por el Embajador portugués en el almuerzo subsiguiente. Y entonces, el bueno de don Luis, nos dice dos o tres cosas también francamente interesantes: “Hay quien opina que el toro, acostumbrado a manejar un cuerno de 40 centímetros cuando éste tiene 36 [fruto del afeitado en España] se detiene 6 centímetros antes de llegar al objeto. Esto es absurdo. Suponeos que un criminal apuñala a varias personas con un cuchillo de 30 cms de largo. Si un buen día lleva uno que solamente tiene 20, es imposible admitir que levante la mano y al dejarla caer sobre su víctima la detenga 10 cm antes de herirla, porque el brazo representa una fuerza en movimiento, que no se detiene hasta que encuentra un obstáculo; en este caso el pecho de la víctima. Otros aficionados sostienen que la razón de cortar las puntas es porque, no teniéndolas, es imposible que el toro puntee en la muleta, detalle que molesta hoy casi tanto a los diestros como la presencia de banderillas en el morrillo”. Y sigue apuntando: “Hay quien cree que la razón del afeitado es de orden puramente psicológico, ya que el espada, al saber que a su enemigo le han suprimido cuatro dedos de pitón, experimenta una satisfacción equivalente a la del caballero que logra pasar un encendedor de contrabando”.

Un toro de Luciano Cobaleda de 1979... sin manicura -creo...-
Pero no, en su opinión “el verdadero motivo es que como los toreros son, afortunadamente, cada día más cultos, dominan la electrotecnia y saben, por tanto, que la electricidad se escapa por las puntas, y por eso dicen `fuera las puntas´, para evitar esas manifestaciones eléctricas, que en un tiempo se llamaron nervio y hoy se llaman `jiribilla´.” Más claro que el agua, el autor defiende, como yo lo he dicho en más de una ocasión, que lo principal es el quebranto físico y psicológico del toro, que le resta fuerzas y temperamento…
Pero no termina en ello, sino que sigue diciendo: “En esto del afeitado, lo peor es que ya se practica el de 2º y aun el de 3º grado. Cuando empezó la moda inglesa de llevar el rostro limpio de pelo, se creía que bastaba con afeitarse por la mañana. Pero después se supo que la máxima duración del rasurado para un gentleman era de seis horas, es decir, que un señor, absolutamente correcto, se podrá afeitar tres veces al día; p.e. a las 8, a la 1 ½ y a las 7. Y esto mismo es lo que, al parecer, se viene haciendo a los toros, con éxito, o sea: afeitar en el campo a principios de invierno; dar otra pasada al embarcar la corrida y apurar, si es preciso, en los propios corrales. `Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad´ como dentro de poco se cantará `por ser la Virgen de la Paloma´.”  De verdad ¿creen ustedes que en esto ha habido retroceso, o siguen adelantando las ciencias una barbaridad…? ¿No se han preguntado, como yo, cómo es que muchos ganaderos afeitadores han decidido ponerles fundas a los toros para –supuestamente- preservarles sus pitones? ¿No será para que no se los vea nadie? Ya sabemos que intentan también con ello preservar de cornadas –y de posibles bajas indeseadas- a la camada… pero ya que estamos y hay que quitarles las dichosas fundas… un repasito en el mismo mueco…
La solución de don Luis, con esa gracia serrana y severa que Dios le dio, no era otra que “el final previsto es el toro llevando en cada cuerno una bola como la que remata el pasamanos de las escaleras, pintada con los colores de la divisa, para que resulte más decorativo”… ¡Qué tarde tan grata me ha vuelto a hacer pasar Fernández Salcedo…! y entre tanto en Palencia se estarán lidiando reses de  Zalduendo...

miércoles, 29 de agosto de 2012

Dos libros fundamentales sobre la historia de la licitud taurina


Durante siglos la obra del capitán de fragata y director de la Real Academia de la Historia, don José Vargas Ponce ha pasado como modelo de erudición en el ámbito taurino y obra casi definitiva en cuanto a sus argumentos en contra de la fiesta de los toros. Su Disertación, (Disertación sobre las Corridas de Toros; Madrid, Real Academia de la Historia, 1961. Edición ordenada y revisada por D. Julio F. Guillén y Tato. Archivo Documental Español publicado por La Real Academia de la Historia, Tomo XVII. XXXVI + 489 págs., 1 hoja) escrita y leída entre finales del siglo XVIII y principios del XIX, ha sido fuente donde han bebido tanto los apasionados al mundo de los toros, como sus no menos pasionales detractores.


Escrita en tono censurador, desaprobatorio del más popular de cuantos festejos públicos se celebraban entre ambos siglos -junto al teatro-, se nos ha mostrado siempre como ejemplo del antitaurinismo del siglo de las luces, aquél que recopilando noticias, argumentos, autores y fuentes, ofrecía un caudal inagotable de recursos y sentencias contra la fiesta de los toros.
He de reconocerles, yo también, que hasta cierto punto me abrumaba –y supongo que otro tanto le ocurriría a otro buen puñado de aficionados sinceros- la ingente recopilación de citas y autores conocidos en defensa de la abolición del espectáculo, a la par que, achicando su auténtico valor, minimizaba a los tolerantes o apologistas del espectáculo más nacional –por más que le pesara a otro ilustrado insigne, don Gaspar Melchor de Jovellanos-. Y, sin embargo, me parecía que algo no quedaba meridianamente claro en la exposición del marino gaditano. Un espectáculo tan mal defendido –al parecer- durante siglos, tan eficaz y contundentemente atacado sobre su misma línea de flotación, no hubiera podido navegar a través de dos siglos más, aumentando en frecuencia, popularidad y pasión. Algo debía esconderse en el trasfondo de la obra de Vargas Ponce que motivara que, en su día no viera la luz pública, por una parte, y que no hubiera, por otra, conseguido sus muy perseguidos fines.
Vargas Ponce, a pesar de su ilustración, no pudo hundir la nave enemiga. Sus arrebatadas e indignadas palabras quedaron mudas de imprenta durante casi dos siglos. Y cuando por fin estuvieron al alcance de todos, publicadas en la colección del Archivo Documental Español de la Academia de la Historia, a pesar de su agobiante y aplastante discurso, se nos antojaron, si no baladíes que nunca lo fueron, sí sesgadas y falaces. Siempre tuve la honda convicción de que tras ellas había, debía haber algo –gato- escondido. Bien es verdad que, fundamentalmente por el acopio de citas latinas -para los que pasamos por el estudio de la universal lengua clásica casi de puntillas-, se nos hacía harto difícil llegar a entender todo el significado y alcance de muchos de los autores citados, especialmente de los siglos XVI y XVII, y ello suponía un lastre de demasiado peso.

Fue el feliz descubrimiento de nuestro autor, de Jesús María García Añoveros, el que definitivamente puso a mi alcance al maestro que podría llevar a cabo la dura lid con el texto de Vargas Ponce. Horas de conversación, de intercambio de noticias, datos y pareceres fueron pergeñando la idea que hoy se plasma en forma de libro: era preciso desmitificar a Vargas Ponce, era preciso analizar con detalle su texto y encontrar sus flaquezas, sus errores, su tergiversación de la historia o sus aciertos plenos.
Y nadie mejor cualificado que mi buen amigo García Añoveros para llevarlo a cabo. Lo hizo, además, en dos obras magníficas, torrente de erudición y recopilación, ciencia y paciencia, en las que aborda el tema de la licitud de las fiestas de toros, primero en las controversias de los siglos XVI y XVII, y más tarde, entre los ilustrados, que en España alcanza entre mediados del siglo XVIII y el siguiente.
En la primera de ellas, verdadero ejemplo de historia bien hecha, aborda el tema de la licitud del espectáculo entre los moralistas, canonistas y escritores de la época de los Austrias. El título, es cautivador: El hechizo de los españolesLa lidia de los toros en los siglos XVI y XVII en España e Hispanoamérica. Historia, sociedad, cultura, religión, derecho ética (Madrid, Unión de Bibliófilos Taurinos, 2007). En ella analiza textos, traduce obras latinas, recopila cuantos materiales han sido abordados por autores precedentes (como Vargas Ponce, por ejemplo) como otros que le ha brindado su dilatada experiencia e investigación durante décadas. Junto a ello abordará los textos y Bulas Papales y las que se derivan de Concilios, Sínodos y Constituciones eclesiásticas para conocer también el alcance que pudieron tener las disposiciones de la Iglesia Católica en la materia.  Y de todo ello se desprende, como no podía ser de otra forma, la aceptación general –por más que siguiese habiendo sus detractores particulares- de la licitud moral de las corridas de toros, si éstas observaban las medidas mínimas de precaución y de conservación de la importante vida humana.
 Pero no podía quedar ahí la cosa, y fruto de su interés por el tema, y animado por el que subscribe, tras dictar sendas conferencias magistrales en el Aula de Tauromaquia de la Universidad CEU San Pablo sobre el particular, fue el momento de abordar la obra de Vargas Ponce y a la par de otro buen conjunto de pensadores e ilustrados de los siglos XVIII y XIX. Paso a paso, con método implacable, serio, riguroso, brillante, García Añoveros irá analizando los textos y pareceres de apologistas y detractores del espectáculo a lo largo del siglo y pico que, poco más o menos, pudo durar ese impulso ilustrado en nuestra nación.
Textos para recapacitar; textos para entender cómo, en los siglos XVI y XVII se discutía sobre la licitud moral del espectáculo, porque interesaba, sobre todo y ante todo, el propio ser humano creado a imagen y semejanza de Dios, dotado de un alma inmortal cuyo destino –así planeado por el Creador desde el inicio de los tiempos- era la salvación eterna y el goce del nuevo paraíso –no el efímero terrestre, sino el definitivo y eterno celestial- en su compañía. Así, los moralistas y canonistas de ambos siglos se empeñaron en una ardua y denodada batalla sobre si la fiesta era moralmente lícita, porque el hombre debía salvarse para el mundo venidero y no podía morir en pecado –por un azar- en corrida de toros, privándole así del goce eterno. El hombre era su principal centro de atención; y más que él mismo, su alma y su salvación eterna. Visión humanista que hoy ha desaparecido en tantas y tantas expresiones abolicionistas, donde a la par que se defiende la “humanización” del animal, se ataca al propio diestro que arriesga su vida ante las astas de la fiera, al que se le llega a desear mala muerte en la lid.
Sin perder esa amplia visión humanista, una vez derrotados los detractores del festejo en aquella primera pírrica victoria de los legitimistas, hubieron de pasar, en el siglo de las luces, la mira de sus embates a la propia circunstancia vital de sus contemporáneos. Seguía siendo el hombre su centro de interés, su misma vida terrenal la que importaba, su calidad de vida –tal y como hoy lo expresaríamos-, sus necesidades de educación y culturización, alimento, industria y desarrollo. Pero en definitiva, seguía siendo el ser humano el que les movía a intentar desterrar el por ellos llamado “bárbaro y cruel espectáculo sangriento”, porque en ellos el diestro –ya profesionalizado, y con ello desterrada esa objeción moral tan frecuente en los dos siglos precedentes- podía encontrar triste fin –salvárase o no su alma-, y los que acudían a él como espectadores –de pago, ya que se desarrolla el festejo en recintos aislados y se comercializa el mismo, creándose la figura del empresario particular- podían perder jornales, riqueza material, riqueza moral –en forma de malas costumbres y compañías, o en los tan denostados en aquel momento mezcla de sexos y de clases, actitudes explosivas o expresiones malsonantes- y es tal pérdida de productividad y jornales, o la matanza de toros y caballos y los perjuicios que con ello se pueden generar a la agricultura, transporte, alimentación y economía, los que priman en el espíritu ilustrado.

En tales asuntos anduvieron unos y otros enfrascados hasta mediado el siglo XIX, en que una nueva hornada de abolicionistas toma el relevo para ampararse ahora en la sociedad, más que en el hombre mismo. Las nuevas corrientes sociales, las influencias europeas en dicha materia social y económica, hacen que, una vez más, el abolicionismo cambie de perspectiva, desviando su mira desde el hombre a la sociedad. Ya no es, propiamente, el ser humano en su individualidad el que puede verse amenazado por la fiesta y sus consecuencias, es la propia sociedad; y si antes eran más o menos tímidos o irrisorios los argumentos económicos, cobran ahora inusitada fuerza, y a su vez se multiplican argumentos en torno a la decencia, la educación o el civismo. Se llega a decir que la fiesta es escuela de delincuencia, y que en ella se vician las costumbres de los concurrentes, especialmente de los más jóvenes, hasta conseguir seres asociales con marcada tendencia al delito. Pero, así y todo, seguía el ser humano –ahora desdibujado en la sociedad- siendo el principal objeto de la supuesta protección de quienes se empeñan en protegernos con sus prohibiciones al espectáculo.
Esta visión general de las principales corrientes a favor o en contra del festejo, durante siglo y pico, son las que García Añoveros nos trae a colación, en su segunda obra Los ilustrados y los toros (Madrid, Unión de Bibliófilos Taurinos, 2011) sin necesidad de agotar el tema. Y fiel a su método de historiador concienzudo, ajeno a las divagaciones ensayísticas –como las que ahora estamos realizando-, nos va desgranando el contenido de unas y otras obras. Lenta, pero inexorablemente va avanzando por sus textos, fijándose en autores y en citas, en argumentos, diatribas y alabanzas a la fiesta. Y así, como ya imaginábamos, nos descubre a un nuevo Vargas Ponce que, ajeno a su pretendida función de historiador, faltando a la norma que debía ser guía para quien ocupó el sillón de la presidencia de la docta Academia de la Historia, falsea comentarios, recorta textos y utiliza frases fuera de contexto para sumar a su propio bando a quienes en lo pretérito no lo habían hecho. Es ahí donde la labor de historiador sincero y meticuloso de García Añoveros, nos muestra los textos en su propio ser, donde las citas se completan, donde frente al pretendido acopio de autores contrarios a los toros, acaba por demostrarnos que de los 47 citados por Vargas, sólo 20 están manifiestamente enfrentados a la licitud del festejo taurino, mientras que 15 son favorables al mismo y otros 12 son neutrales o no se les puede encuadrar en el bando antitaurino, ya que, aunque contrarios al espectáculo, admiten su licitud. Otro tanto hará, como ya hizo en el Hechizo, o en alguna otra previa publicación (dos de ellas de la Universidad CEU San Pablo), con las Bulas papales, desmenuzando su complicado texto, explicando –más brevemente que en ocasiones precedentes- su argumentación y alcance, dejando bien sentado, al fin, que desde la silla de san Pedro acabarían por admitir el festejo desde el punto de vista moral, si bien persistiría la limitación de asistencia a  los clérigos regulares y la enérgica recomendación de que no se celebraran éstos en días festivos. También repasará la interesada y manipuladora versión que ofrece Vargas Ponce de los textos sinodales y conciliares que hablaron de la fiesta, limitándola a sus estrictos términos: la prohibición de asistencia a los clérigos regulares y la negativa a que se autorizaran en días festivos en términos generales. Vargas había manipulado aquellos, hasta hacernos creer que unos y otros atacaban directamente la licitud moral del festejo, en lo que falsea con absoluto descaro la realidad.

Gracias a Jesús María García Añoveros volvemos a recrear tales pasiones, tales polémicas, comprendemos mejor su alcance y contenido, y si hace unos años nos deleitaba con el enfoque sobre el pasado remoto de la fiesta, con las controversias sobre la licitud moral del espectáculo taurino, ahora en esta nueva obra, nos muestra en conjunto el enfrentamiento nacido en el seno de la Ilustración. Y cómo, pese a ataques desesperados, la corrida ilustrada sigue hoy vigente como antaño, transformada, lógicamente, con el paso de los años, pero reciamente afianzada en un festejo que tuvo la suerte de nacer en el siglo de las luces tal y como hoy lo vemos desarrollarse. García Añoveros acabará por decir: “Para el historiador que escribe estas líneas, que desea quedarse al margen de estas actitudes, pues su propósito únicamente ha sido el realizar un examen de la obra de Vargas Ponce desde el punto de la crítica histórica, la Disertación no es una obra científica”. Por el contrario, finalizará su obra, precisamente, con una frase apologética sacada del propio Salazar: “los españoles apasionados a las fiestas taurinas deben esperar, y esperan en efecto, que triunfará la justicia de su causa y que serán mantenidos en el goce e inmemorial posesión de este espectáculo eminentemente nacional en que tanto se complacen”. 

Texto extraido parcialmente del Prólogo a "Los ilustrados y los toros"

martes, 28 de agosto de 2012

¿La fiesta nacional amenazada en San Sebastián?


Las pasadas palabras del alcalde de San Sebastián, de Bildu, no por esperadas han dejado de causar el consiguiente revuelo. Pero ni es oro todo lo que reluce, ni la situación dista de ser tan clara y explícita como parece dar a entenderse desde diferentes puntos, algunos, incluso, afectados por esa posible decisión.
La fiesta, convengamos en ello, no ha terminado de arraigar en la capital donostiarra. El loable intento de Manolo Chopera –el mejor empresario que uno ha tenido el gusto de conocer… y eso que tuvimos muchos desencuentros en su día-, no ha fructificado en el ánimo de los habitantes de la Bella Easo, ni en los de localidades próximas. El abono por 15 años que se subscribió en su día y que este año finalizaba, tampoco ha conseguido fidelizar a muchos aficionados que, visto lo visto, pretenden no renovarlo en años próximos.
No diré, aunque lo escriba, que los actuales hijos de don Manuel Martínez Flamarique están encantados con la solución; confío en que no sea así…, pero lo que se les puede venir en forma de indemnización u otras causas no deja de ser francamente goloso.
Vista aérea de San Sebastián. La A marca el lugar aproximado de su ayuntamiento, a su derecha el casco viejo. La flecha azul el lugar -sólo aproximado- donde se levantaba el Chofre. La flecha roja marca el sitio donde se levanta Illumbe
El problema es que el coso de San Sebastián, su desubicada plaza de Illumbe (lejos del centro, de difícil acceso, antipática de ubicación y construcción, cubierta para convertirla en local multiusos, pero que la inhabilita el resto de la temporada, incómoda –aunque sea moderna, los asientos de plástico sobre el graderío de hormigón obligaron a colocar unas barras a modo de reposapiés, que no hay quién las aguante… ¡vaya diseño!- y que cuando cubre su cielo se convierte las más veces en horno insufrible), no ha logrado arraigar como antaño en el ánimo de los aficionados. Ya en 1973, cuando moría el viejo y añorado Chofre, nadie levantó una voz potente o redentora para aquella añeja y gloriosa plaza. Hubieron de transcurrir 25 años para ver levantarse otra, la de Illumbe, en paraje de inóspita belleza, pero que no ayudaría a conseguir la nutrida concurrencia que se pretendía.
A lo largo de estos 15 años de “abonos cautivos” podría haberse remediado en buena medida la situación. Pero no. La presencia de los toros en San Sebastián ha sido un hecho francamente residual. Podía uno pasearse por sus bellísimas calles, por el ensanche, por la Concha –con el mítico Hotel Londres a su cabeza-, sin ver un solo cartel de toros. Tan sólo en el Club Náutico y pocos lugares muy concretos más, alguien podía enterarse de que la Semana Grande, la Aste Nagusia, también se celebraba con festejos taurinos. Y desde allí, pasando por bajo de la monumental bandera de España en la soberbia Capitanía de Marina, accediendo al casco viejo, nuevo desierto a pesar del ingente número de bares, tabernas y lugares de ocio presentes. No se hablaba de toros en la vieja Donosti; no se veía un cartel, era –además- impensable en aquellos reductos del independentismo por los que cuando uno pasaba, la gente se callaba por si eras un guardia civil emboscado... Y si, ni en el casco viejo, ni en la bellísima zona del ensanche, se veía mención alguna a la fiesta, imagínense en aquellos barrios de más moderna creación…, más dispersos en su entramado, periféricos o con construcciones a la moderna urbanización, en los que uno tiene que coger el coche para comprar el pan o buscar un carrete de hilo en la mercería más próxima.
Así como en Bilbao, aunque la afluencia de público no haya ayudado en los últimos años, uno puede pasearse e ir contemplando carteles u oyendo hablar de toros (siempre y cuando uno no frecuente determinadas zonas, claro), en San Sebastián, no.
Illumbe desde el suelo... en medio casi de la nada
El alcalde bildutarra de la Bella Easo, ha decidido –ya veremos si le dejan- que no apuesta por los toros en 2013. Y yo me pregunto, ¿para qué, si la gente no va? ¿Si la afluencia, abandonado ese abono de tres lustros, será indudablemente menor que este paupérrimo año de tercios de entrada? ¿Si la afición no ha resurgido de los escombros del Chofre? A San Sebastián, como a Barcelona, se la ha dejado morir en buena medida. La culpa no es de la afición, sino de los rectores de la fiesta, de la oligarquía en el poder. En vez de apostar en firme por la continuidad de la plaza, de buscar nuevos aficionados, de perseguir la efervescencia popular en torno a los festejos taurinos que (como decía mi buen amigo Bergamín hace unos días) no sufre la misma presión que los independentistas catalanes ejercieron sobre las plazas catalanas, se han hecho ferias a la medida de las figuras y poca cosa más. Sí, es verdad que en San Sebastián se veían también corridas duras, de hierros considerados como complicados, pero sin que ello trascendiera en ningún momento. No recuerdo –quizá en alguna de rejones pudo rozarse- un lleno absoluto en los últimos años, y eso que se trata de una plaza con cabida para casi once mil personas y a tres pasos de la frontera francesa. Tampoco allí ha sabido congregarse a la afición para que acuda… y eso que el mundo taurino francés, ese sí, hierve de afición…
La actitud bildutarra, sin embargo, no sorprende, como tampoco lo hacía el apoyo más o menos descarado de sus antecesores batasunos (el difunto novillero Idígoras, al margen) hacia el movimiento abolicionista. En 2007, escribíamos el siguiente editorial, que, a mi juicio, sigue teniendo bastantes puntos de actualidad:
“Hemos llegado a la bella San Sebastián, ciudad impar donde las haya para encontrarnos con la plaza de Illumbe, uno de los centros neurálgicos de la tauromaquia en Vascongadas. Plaza de primera, que este año cumple su décimo aniversario, y que ha venido a sustituir al viejo Chofre, derribado por la especulación urbanística en el Gros, que privó a los donostiarras de ver toros por más de una generación. Acierto grande fue el reedificar nuevo coso, aunque a trasmano y en el único lugar en que podía construirse ya que el espacio es un verdadero problema para una ciudad que como San Sebastián podría crecer mucho más si la orografía no se lo impidiese.
“Ambiente festivo, el de esta Aste Nagusia, una invitación cordial y sincera a disfrutar del ocio, del verano, de un buen puñado de actividades culturales y de divertimento, que esperemos no se vean ensombrecidas por los de siempre, aquellos para los cuales la Cultura, con K, supone iniciar actos de barbarie callejera, y para los que la tolerancia radica en la amenaza personal o el tiro en la nuca si se tercia. San Sebastián, en su gran mayoría ajena en apetencias y votantes a esos nuevos y tolerados vándalos [entonces], se ha visto cubierta estos días por carteles antitaurinos. Carteles amparados por los salvajes y pegados por asociaciones defensoras de la animalidad.
Los carteles de ese año en Donosti recogían esta "bella" imagen, repetida en tantos otros, como en Vitoria ¿Quién paga todo este despliegue? Se asombrarían...
“Una imagen dominando el cartel: un ser humano a cuatro patas, vomitando sangre, con dos banderillas en lo alto e innumerables restos de sangre y chorretones por el cuerpo, parece agonizar. Una imagen que les espanta, al parecer, a los que no les tiembla el pulso a la hora de asesinar a verdaderos seres humanos, aplaudir y regocijarse de los mismos o cometer actos de terrorismo callejero que pueden provocar pérdidas humanas. ¡Ah, pero el pobre toro! Contemplen su perversidad. El toro, ahí representado por una persona, es digno de aprecio, de emotivo cariño, de humana lástima, pero no así los semejantes sean guardias civiles, policías, concejales socialistas o populares, intelectuales o profesores, empleados públicos o simples simpatizantes de otras ideas.
“Oiga, oiga, que no todos los batasunos son contrarios a la fiesta nacional. Hay algunos, en efecto, a los que le gusta la fiesta de los toros; sí, pero con tal de estigmatizar a la fiesta más universal y española, se apuntan a cualquier cosa en su contra. Tampoco los convocantes de la manifestación son batasunos o de su nueva tapadera política, pero da lo mismo: los mismos perros con diferentes collares. Al igual que en Barcelona ésta se nutre de esquerristas, aquí lo hace de abertzales. La gente sensata, incluso aquellos a los que no gusta el espectáculo, se quedan en casa, no vaya a ser que esto acabe como el rosario de la aurora, que por estos pagos puede terminar más que mal.
“Por otra parte, permítanme dos comentarios. El primero sobre el lugar de pegado de los carteles: principal y mayoritariamente en contenedores de basura, por fuera eso sí, sin duda porque por dentro no cabría. Es más que significativo.

      



No sé si les recuerda a algo los dos fragmentos de banderilla del cartel de la derecha... ¿quizá dos cartuchos de dinamita? Nada se deja al azar... Otros carteles de estos años en el País Vasco

“El segundo, bromas aparte, es el de la pretendida, por estos irreflexivos ciudadanos, comparación entre el hombre y el animal. Y no volveremos a hablar de a qué tipo de hombre nos referimos, si votante afín a sus ideas o a otro. El simple hecho de representar a un hombre en lugar de un toro es ya de por sí denigrante. Pero aun más, no se crean que con ello pretenden, definitivamente, elevar al animal a la condición o a los derechos del ser humano, no, sino al contrario, mediante la imposición de sus absurdas ideas lo que pretenden es rebajar la condición del hombre hasta niveles animalísticos, porque una vez conseguido sus propósito sectario y esclavista, todos seremos masa aquiescente a sus deseos. A ver, por qué no permiten a quienes gusten de ello, disfrutar de un espectáculo público legalmente constituido y aceptado en nuestro país, sin más...
“El toro es un animal, no es un ser humano, el del cartel es una persona, a la que en un mal diseño no sabemos si lo que han hecho es torearle o simplemente administrarle o administrarse una cantidad excesiva de alcohol o de cocaína, con “un par en todo lo alto”… El toro vive en un paisaje único, en un ecosistema extraordinario, a pleno regalo durante cuatro o más años, y su fin, como casi todo en la naturaleza, viene en buena medida impuesto por el ser humano, que en vez de estabularlo para la matanza, lo destina a un espectáculo público donde el hombre demuestra su valor, genialidad, técnica y dominio de la misma, y en el que el animal demuestra, a su vez, sus condiciones peculiares que lo elevan a la máxima categoría del reino animal, proyectando al espectador valores como nobleza, estirpe, valor y bravura a un animal y disfrutando éste, no con su sangre o el daño infringido, sino con valores más elevados y espirituales: el arte, la gracia, la autenticidad, el valor y el sacrificio. Hay gente que no lo sabe ver, ¡lástima!; y hay otros que pretenden que en ello veamos la tortura de un ser humano, cuando en poco les importa el que ellos pueden infringir a otros, ¡hipócritas!”
Ojo, página web del Col. Antitaurino y animalista de Vizcaya. Las similitudes con páginas abertzales son evidentes..., fíjense en los puños levantados de abajo a la derecha...
Es cierto, han cambiado las cosas desde 2007… pero si en aquellas fechas la ciudad se veía cubierta, por donde quisieras, de carteles antitaurinos, los que anuncian la fiesta jamás se dejaron ver en lugar alguno. ¿Miedo, precaución, discreción…? Llámenlo como quieran, pero lo cierto es que la afición no se ha recuperado en Donosti y que no ha vuelto a arraigar como en aquellos pasados y gloriosos tiempos del Chofre, cuando competía en calidad e intensidad con la mismísima Bilbao. No es sólo culpa de los abertzales, aunque estos apoyaran –y mucho- estas manifestaciones antitaurinas. También las ha habido en Sevilla o en Madrid, en Salamanca o Colmenar, sin que allí se ponga en duda la continuidad del espectáculo. Simplemente es que no se ha sabido conectar con el posible espectador, con el antiguo aficionado, con el público que llenara el coso. El mundillo, mientras veía esas medias entradas aun rentables y otras formas marginales de negocio, nunca se preocupó por otra cosa… para qué esforzarse. La fiesta no morirá, se decían, y así les ha ido, casi como en Barcelona.
Sólo en la confianza en que el resto de los grupos políticos del ayuntamiento reaccione en contra, tendrán los toros solución en San Sebastián. Reacción, no en lo político ni en el ámbito de las libertades -¡hasta ahí podíamos llegar, Dios santo!-, sino en lo económico, cuando valoren  el posible quebranto que ello pudiera acarrear a comercios y hostelería, dos de los grandes pilares que han soportado la fiesta –y lo siguen haciendo- en tantos lugares.
Bildu, Batasuna y otras marcas del mismo jaez ya lo pregonaban hace años… 

domingo, 26 de agosto de 2012

Birlibirloqueando 9






Por Fernando Bergamín Arniches


En estos momentos tan difíciles para el toreo, no creo que sea conveniente dejarnos llevar por una mayor confusión. En cada hecho y cada palabra sobre lo que va sucediendo en los ruedos y fuera de los mismos, en este infernal agosto cuando “en los días de bochorno hierve la frenética sangre…”, es necesario buscar la claridad.
Sin la presencia de José Tomás, las Plazas -con las pocas figuras que nos quedan, no más de cinco o seis- no se llenan en las principales Ferias, ni pasan en muchos casos de la media entrada, como sucedió en Donosti con su mejor cartel: Morante, El Juli, Talavante, con toros de El Cuvillo. Lo de Bilbao parece que va por el mismo camino, ¡Ojala me equivoque! Continúan los grandes males, el peor, el absoluto ninguneo mediático en TV y prensa, salvo las pocas excepciones conocidas de revistas especializadas como 6TOROS6, de las páginas taurinas del diario EL MUNDO, aunque desiguales según el humor…de sus protagonistas; y hay que salvar siempre la crítica y calidad de algunos blogs y medios digitales. Lo demás es casi todo desconcierto y falso taurinismo politizado:  así es el caso de CANAL PLUS, o la desconcertante actitud del diario EL PAÍS que además de críticos y gacetilleros lamentables, nos sale ahora con un último Ferlosio antitaurino ó, aún peor, un Vargas Llosa defendiendo el toreo… que resulta todavía más grotesco por su ignorancia total del mismo. Que me perdone el Nobel. Dentro, muy dentro del mundo del toro, también hay lo suyo: empresarios, ganaderos, apoderados y toreros de poca monta. En la actual situación del “caso San Sebastián” y su provincia, en estos momentos precisamente conviene no confundir lo esencial. Lo que puede suceder es la ruptura o no renovación con un determinado “local” y una empresa taurina, cuya gestión por cierto ha sido pésima en los últimos años. La coalición Bildu aprovecha una coyuntura que sin duda le favorece, pero en ningún caso se puede hablar de prohibición de las Corridas de Toros. A pocos metros del horrendo Illunbe actual, si alguien pusiera una Plaza portátil, podríamos ver este mismo otoño un mano a mano de Juli y Morante por ejemplo… Nada que ver pues con la prohibición catalana, aprobada por mayoría en su Parlamento. Se ha pretendido comparar la situación, pero por ahora al menos no es posible hacerlo. A pesar de todo, no se puede con la verdad de los grandes toreros que nos quedan, aunque sean pocos, me consta que pelean dentro y fuera de la Plazas.
Hoy 22 de agosto, mantengo en la retina una magistral y valerosísima faena de El Juli de ayer en Bilbao a un toro de El Cuvillo con mucho que torear. Leo en El País un titular de un tal Álvaro Suso que dice: “los achuchones de El Juli”, y que por supuesto no reconoce la enorme voluntad de un decidido y muy torero Morante, y de un sacrificado Talavante que cerraban el cartel con El Juli; no señala tampoco cómo un Señor Presidente de Plaza, muy sonado en Bilbao, robó la segunda oreja al Juli en su segundo toro. Lo hizo por ignorancia y pedantería, así como por los dudosos intereses taurinos actuales. Este señor parece que guarda las orejas para toreros locales… y ya es sabido que para su predilecto Enrique Ponce. Pero los toreros de verdad terminarán por arrancarlas a pares, como sucederá con el amor propio y torero de El Juli, por ejemplo… Respecto a la transmisión de CANAL PLUS se pudieron escuchar las pobres y parcas palabras de su comentarista y su acompañante, torero por cierto, poco caballeresco y demasiado medido en este caso.
Pero en realidad, y aunque parezca muy paradójico, estas cosas tan lamentables aumentan para bien nuestro sentir apasionado del toreo. Nos hacen pensar y soñar que el arte taurino seguirá adelante y ahí quedará (que me perdone Ferlosio).
Estamos en muy malos tiempos también para el toreo. Pero podremos con el miserable silencio y la traición de los pobres de espíritu.

sábado, 25 de agosto de 2012

Seis años después, de nuevo los toros en TVE (! ó ?)


Tal es el título del comunicado emitido por el “Ente”. Creo que todos nos felicitamos por la iniciativa de Televisión Española de volver a afrontar una realidad como las de las corridas de toros. Realidad tangible, indiscutible, que sólo la obcecación de algunos se negó a contemplar. Realidad, por cierto, negada durante no sólo los seis últimos años de ausencia de retransmisiones de corridas, sino la de muchos años más de ausencia en los espacios de noticias, salvo cuando ello podía arrojar una imagen negativa, cruel o rechazable de este espectáculo público, de hondo arraigo en nuestra cultura milenaria.
Televisión Española, la de todos, la que todos –absolutamente- pagamos a través de nuestros impuestos –los que los pagamos-, ha decidido -¡¡por fin!!- volver a mostrarnos lo que tantos anhelaban (vean, que yo me excluyo voluntariamente de esta última aseveración). En un comunicado que es preciso leer despacio, nos desgrana sus nuevas intenciones, analicémoslo.
El comunicado del Ente público
1.-Nos dice el mismo que “Televisión Española retransmitirá la corrida de la Feria de Valladolid del miércoles 5 de septiembre, a las seis de la tarde, con un cartel de lujo: Julián López ‘El Juli’, José María Manzanares y Talavante, con toros de Victoriano del Río”. Y en juicio de valor insólito se reafirma diciendo que “Televisión Española considera que un festejo de esta categoría debe ponerse a disposición de todos los aficionados españoles”. ¡Toma ya! Es decir, que hasta ahora, en los seis años de negativas, o los muchos años anteriores de retransmisiones de escaso o pobre interés, nunca se había producido la “conjunción estelar universal” que ahora se produce… Y yo que los he visto juntos algunas veces… ¿No les suena a ustedes a publicidad pura y dura?

2.-Fíjense en el acuerdo a que han llegado los responsables televisivos: “Por eso ha llegado a un acuerdo con los toreros, sus apoderados,  el ganadero, Victoriano del Río, y el empresario vallisoletano, Antonio Matilla, por el que todos ceden sus derechos”. Todos ceden ahora sus derechos…, justo en horas bajas, en tiempos de vacas flacas. ¿Por qué no lo hicieron antes, cuándo sus emolumentos crecían, cuando el número de festejos se multiplicaba, cuándo lo que querían era más y a ser posible de la ubre de “mamá estado” para sus propios bolsillos? ¿Por qué, me pregunto cándidamente, sólo ahora que las plazas se despueblan por sus altos honorarios –que no son los de la mayor parte de los que se visten de luces-, se acuerdan de la gente que antaño les llenaba los bolsillos y las cuentas corrientes?

3.-En ese mismo sentido habrá que ir poniendo las iniciativas –de todo el punto loables, pero sospechosas de intereses más allá del puro altruismo- de rebajar los precios de las entradas de los jóvenes que está llevando a cabo el Juli, o que recientemente van a aplicar Perera y Morante. Rebajas de las que, por cierto, tenía ganas yo de hablar, y que trataré al final. ¿Por qué no pensaron en ello cuando la fiesta superaba records de presencia y número de espectadores…? Porque entonces les convenía apretar a los mismos, había demanda y fruto de ello aumentaban los “precios”, léase sus honorarios, en contra de la creación de nuevos posibles aficionados. La juventud, entonces, no les interesaba…, al parecer.

4.- Sigue el comunicado de RTVE diciendo que “por lo tanto la Corporación sólo tendrá que abonar el coste del despliegue técnico necesario para la retransmisión de la corrida de toros”, algo que, al parecer, hacía inviable hace años (recuerden comunicados) las mismas retransmisiones. Ven como todo es un apaño político...

5.-Ha sido la actitud de tres de los espadas del infame G-10 los que –reconsiderando su actitud y ante la catastrófica situación creada por ellos mismos- ahora no sólo no quieren que se les aumenten sus honorarios por ser retransmitidos, sino que se ofrecen gratuitamente para ello… ¡¡Qué vueltas da la vida!! ¿Se acuerdan del inicio de la temporada, donde estos mismos espadas hacían piña en torno al aumento de sus honorarios televisivos, y que incluso cobraban corporativamente, de manera que si uno de ellos no estaba presente en un festejo o en una feria, cobraría una parte proporcional a la de sus compañeros presentes? ¡Vaya giro radical! ¿Se hallará en el trasfondo de la cuestión el abandono masivo de los espectadores ante los precios de cualquier plaza y la situación de crisis económica? ¿Estará detrás de ello, el que con carteles semejantes no se llene una sola plaza que no sea la de Las Ventas? En Bilbao, tres de los que llevo citados, Morante, Juli y Talavante, no pusieron el cartel de “No hay billetes” en plena Semana Grande…; el mismo cartel, en San Sebastián no llevó sino a algo más de un tercio de plaza (menos de media plaza, rezaba la ficha del Diario Vasco); en Madrid, la semana del “Arte y la Cultura” tampoco vio llenos todos los días…; en cualquier plaza este verano ha habido cemento como para reconsiderar la nueva colonización de la Costa del Sol. Sólo la presencia de José Tomás en Badajoz, en Huelva, o algún espectáculo muy concreto en plazas de tradición, ha conseguido reunir aforos como para que hablemos de “Llenos”. En la feria de Julio valenciana, por ejemplo, les hablo en primera persona, sólo hubo unos dos tercios el día de Morante y Ponce…, sólo uno de los cinco festejos en plaza de primera categoría (un cuarto, más de media, media y dos tercios de plaza entre los festejos mayores). Ahora parece que esos mismos que se negaban a ser televisados si no era a cambio de más dinero, han plegado velas y se dejarán televisar..¡¡¡GRATIS!!!

Imágenes como ésta cada día son más caras. En San Isidro 2012, la media estuvo en dos tercios a lo más de plaza
6.-Pero no están ellos solos… Por fin la “Desaparecida en combate 3”, Mesa del Toro, ha hecho triunfal reaparición. El coronel Braddock (que interpretaba Chuck Norris) que comanda la operación se ha dado cuenta, por fin repito, de que es imprescindible acercar el espectáculo a todos, no sólo a los que pagan una barbaridad por una entrada… porque pueden. La ineficaz –hasta ahora- Mesa del Toro, por fin, parece que ha sido consciente de que es preciso reconducir la situación o se quedan todos en el paro y sin perspectivas de futuro. No sé si el renovado Gerente de la misma se seguirá llevando el “pastizal” de anteriores campañas, pero al menos parece que quiera ganárselo… (por cierto, publiqué en la página web de COPE y lo dije en un editorial de entonces, lo que me parecía de aquellos sueldos y lo que cabía esperar del asunto, haga memoria el que la tenga a mano). Ahora, por fin repito por enésima vez, la Mesa del Toro, en vez de mirarse el ombligo y ver de qué manera puede favorecer, no a los propios intereses de los profesionales del sector, sino a la fiesta en sí misma, ha decidido que “quieren facilitar que  la Corporación RTVE retome su atención hacia la Fiesta Nacional”. Les ha costado una barbaridad, desde luego; sé –soy muy consciente de ello- que la cuestión no dependía exclusivamente de su voluntad, sé que incluso habían intentado tener conversaciones al máximo nivel en RTVE; sé que querían la vuelta a la normalidad desterrada en tiempos del absolutismo del PSOE y sus socios independentistas… que hay que ver lo que mandan.  

7.-Y el comunicado nos recuerda que “Seis años después de que se retransmitiera la última corrida por parte de la televisión pública española, TVE estima que la audiencia potencial que puede congregar en torno a este cartel justifica por sí misma su retransmisión”. ¡¡Anda, toma, y yo que creía que era por vocación de servicio público!! Pues no, resulta que es por recuperar audiencias en horario de media tarde, que al parecer se las llevan todas Tele-5 o Antena-3… ¡¡Qué declaración de sinceridad descarnada!! ¡¡Es sólo por las audiencias!! Al diablo con el arte, al infierno con el interés de millones de españoles, a la laguna estigia con la promoción cultural de una tradición de primer orden, al Tártaro con la sensibilidad…, ¡¡es porque creen que la audiencia puede justificarlo!! Bueno, pues aunque no tenga el loable fin que esperábamos, al menos por una vía secundaria hemos llegado a idéntico destino, que esperemos no sea el mismísimo que citábamos en líneas precedentes.

8.-No se asusten demasiado, los toros no volverán con la normalidad deseada, ni mucho menos con asiduidad “Será la primera de una breve pero simbólica serie de festejos taurinos, todavía por determinar”, dice el comunicado. Breve, simbólica, pocos, pero eso sí, escogidos… … …¿escogidos por quién y con qué criterio, por cierto? Tampoco aclara mucho el comentario subsiguiente: “todos ellos de gran tradición o con carteles con figuras indiscutibles del toreo”. Gran tradición tienen los festejos taurinos en Villalpando, en Arévalo, en Cuéllar, en Lerma, por ejemplo, por citar sólo localidades castellanas dignas de todo reconocimiento, pero que a lo mejor no son las que deberían retransmitirse. Lo de las “figuras indiscutibles del toreo” no sé si me suena mejor o peor… Como se preguntaba Ángel Arranz en  una conferencia en la Universidad San Pablo CEU, ¿y quién es figura del toreo? ¿El que más torea? ¿El que más gana? ¿Los diez primeros del escalafón? ¿Los quince, los veinte? ¿El más popular?, y no lo entiendan por la vía política, por favor. A ustedes, por ejemplo, ¿les interesaría ver en televisión, con las alabanzas consiguientes, consecuentes y por desgracia habituales a toda retransmisión, al Fandi, Rivera y el Cordobés…? A mí no, pero yo me excluyo, porque huyo de los festejos retransmitidos, precisamente por la falta de imparcialidad de los comentarios…, universales en cualquier cadena, estatal, local o autonómica, privada o pública. Por eso hace años que no los veo… excepto en alguna muy contada ocasión y sin sonido ambiente.

9.-Nos recuerda RTVE que ellos no son tan malos, y que, ¡oiga usted!, mantenían en antena “Tendido Cero” y el programa “Clarín” en Radio Nacional. ¡Mira que buenos que son! Teledeporte dedica al tenis, deporte “mayoritario” que acoge a mil millones de audiencia todas las semanas, chiquicientas mil horas de información y retransmisión diarias… Eso, cuando no es el “refrescante” Voley playa femenino, la natación sincronizada (uno de los deportes de masa más practicados en nuestro país y que, a Dios gracias, nos consiguen más medallas olímpicas últimamente), o el campeonato mundial de patinaje artístico, que por cierto, es muy bonito. La televisión pública de Cantabria retransmitía interminables campeonatos de Bolos, que llegaron a engancharme cuando pasaba los veranos por allá, y no digamos de las vascas y sus frontones… Todo muy loable, pero evidentemente minoritario. Y los toros, con muchos más espectadores potenciales en todo el territorio nacional, apenas la hora de “Tendido Cero” (cuando no la suprimían por imposiciones informativas) y “Clarín”, que dejó de ser diario hace un par o tres de años…, ¡¡qué defensa tan espectacular!! Hipócritas, sepulcros blanqueados…
Imagen actual de la página web de la Mesa del Toro. Por cierto "el futuro de la fiesta" según se autocatalogan... sobramos los paganos espectadores
10.-Y, pásmense, Televisión española nos recuerda que “Todos los acuerdos se realizarán a través de la "Mesa del Toro", que reúne a diestros, apoderados, empresarios y ganaderos”... ¡¡¡Atiza, y yo que creía que también reunía a otros sectores!!! Para que se fíen de la memoria. Sólo, al parecer, a profesionales que sacan rendimiento de su actividad; no están los Veterinarios, ni los Presidentes…, ni los aficionados. ¡Bueno, pensándolo mejor, tienen razón, en realidad no están! Y, entiendan la cortedad de alcances en mi tímida pregunta, ¿por qué tiene que ser la Mesa del Toro la canalizadora de los acuerdos? ¿No le basta a Televisión su propia voluntad? ¿No tiene capacidad negociadora, por sí misma, para llegar a acuerdos con empresas, ganaderos o toreros o con quien desee? ¿Con qué Mesa del Tenis acuerda la retransmisión del Open de Sprinfield en Teledeporte? ¿Cómo lo hacía desde que muchos de ustedes no habían nacido? Yo me aficioné, al parecer y según me recuerdan mis mayores, a los dos o tres años, viendo las corridas televisadas en una sillita detrás de mi abuelo… ¿cómo eran capaces de retransmitirlas si no existía la Mesa del Toro? Y eh ahí el quid de la cuestión, ¿no será que la Mesa del Toro pretende monopolizar la cuestión y llevarla hacia sus intereses…?
Soy malo, lo sé perfectamente, pero los comunicados de salvación universal, salvo el de los Evangelios, me causan cierta alergia no sé por qué... Comprendo que lo de RTVE es una buena noticia, magnífica, especialmente para tantos y tantos que no pueden disfrutar en vivo y en directo –por las razones que fueran- del espectáculo en directo, y que no están decididos a pagar a Canal Plus o ver una de las cientos de corridas de ínfima categoría que llenan espacios de Canales autonómicos.
Como yo no veo las retransmisiones televisivas porque me parece que no adecúan a mi afición, a mis sentimientos, a mis apetencias, a mi forma de entender y estudiar la fiesta, lo de RTVE me parece plausible y a la vez indiferente. Que haya quienes me vayan a contar –no a través de canal autonómico, sino nacional- que todo está fenomenal, que el ganado sale en puntas, que los diestros de hoy no tienen parangón con ninguno de la historia, que todo es arte, lujo y valor, que cuando las cosas no salen es que es culpa del toro, que los ganaderos presentan irreprochablemente las reses, que eso del trapío es concepto –como dijo, un débil mental, de España- “discutido y discutible”, que en la toreabilidad y aborregamiento está la virtud, que la casta es despreciable y la acometividad un defecto, que las estocadas están perfectamente ejecutadas siempre y que no importa donde caigan porque eso es un “accidente” y mil sandeces más, todo ello, resumo, me sobra. Por eso no veo las retransmisiones, ya tengo bastante con algunos vecinos de localidad.
Que la salvación del mundo consista en que ahora, por fin, RTVE dé corridas en abierto y para todos, cuando llevamos años y años tragándonos centenares de corridas en canales autonómicos –unas mejores y otras deplorables-  y que a través de Internet se puede ver cualquier festejo que gusten… ¡hombre, es un tanto sorprendente!
Hasta ahora, y libre de pago, se podía ver casi cualquier festejo que uno quisiera, excepto las señoras de 80 años en Villamelonares del Calvete que no saben de la red ni pun, y no tienen un nieto a mano… No sé si su vida o su afición ganarán con ello, porque así no tendrán necesidad de tener al nieto a mano… Recibo, antes de cada feria importante, como seguro que ustedes también, decenas de enlaces donde seguir el festejo en directo –o casi- a través de la red; y es posible ver resúmenes del mismo apenas unos minutos después de haber finalizado aquel… y sin tener que soportar comentarios ni gracietas… ¡Fantástico! Y ahora vienen a salvarme la vida y la afición con la retransmisión del Juli, Manzanares –que no sabemos si estará restablecido o lo sustituirán por Luque o Ponce…- y Talavante en Valladolid, con reses del muy respetable don Victoriano. Y Matilla como telón de fondo, probablemente para distanciarse de su nefasta labor en el “tripartito” madrileño… ¡madre mía, no se puede pedir más!
Enhorabuena a RTVE en la reconsideración, pero no me vendan burras de desecho, limítense al anuncio y déjense de comentarios, que bastante tienen a sus espaldas y sin decir esta boca es mía.

Apéndice innecesario

Comentaba en párrafo inicial -¡dónde quedará ya!- lo del asunto de las rebajas de entradas para jóvenes que, a iniciativa del Juli, acaban de adoptar también otros diestros como Morante… Fenomenal, loable, plausible y meritorio.
Pero déjenme expresar alguna tibia duda en torno a la iniciativa. Por ejemplo, ¿por qué sólo se refieren a un tipo concreto de localidad, y no a la mayor parte o la totalidad de ellas? Comprendo que no quieran subvencionar barreras ni contrabarreras, pero, hombre, unas andanaditas… Sólo tendidos altos en el caso de Sanse, a las afueras de Madrid…(?). Tendido alto de sombra, por ejemplo, que ya estaba bastante caro por cierto, 42 euros; 7000 de las antiguas pesetas por ver la corrida desde un tendido alto de sombra, ¡caramba! Supongo, espero y confío, que haya suficiente número de localidades disponibles, y que no sean sólo unas cuantas, pocas, porque es localidad mayoritariamente abonada… no vaya a ser que sólo son cincuenta las disponibles o un par de centenares.
El Juli en reciente actuación en Bilbao... donde tampoco se llenó la plaza
Claro que, a 3500 pesetas, 21 euritos de nada, no sé cuántos niños van a acudir, jóvenes quizá alguno más, pero con los tiempos que corren… Y si llega un señor mayor, con esa capacidad adquisitiva y reserva o compra la entrada la semana antes, o ahora mismo, ¿la empresa se la negará, pensando en que pudiera ocuparla un joven menor de 30 años? Me temo que no…
Así que, como desconozco la realidad de la oferta, sólo sugiero al gabinete de Prensa del Juli que ofrezca un comunicado conjunto con la empresa –o con alguna de las anteriores- en la que detalle las existencias reales de entradas, y el número de acogidos a la oferta en situaciones anteriores…
De nuevo es una oferta con varias caras, como lo de RTVE. El Juli, cuyo apoderado reconoció públicamente que cobraba en Madrid 180.000 euros por un festejo y que no quería rebajar ni un céntimo el pasado San Isidro –por eso no estuvo presente-, decide subvencionar esas entradas, fantástico. Veamos. No sé lo que cobrará en Sanse, pero digamos que, al ser el aforo la mitad que en la capital, se quede en unos 70 a 90.000 euritos. Suponiendo que haya mil jóvenes que se acojan a la oferta (que es como el milagro de la multiplicación de los panes y los peces), y dado que unos irían al sol y otros a la sombra, el precio medio ahorrado sería el equivalente a un tendido alto de “sol y sombra”, esto es 18 euros, que por las mil localidades hacen 18.000 euros, que a dividir entre los tres espadas del cartel (que se han sumado a la iniciativa), suponen seis mil euros per cápita. Es decir, que en vez de ganar –el Juli- entre 70 y 90 mil euros como aproximación, ganaría “sólo” 64.000 a 84.000 en la misma aproximación; ¡bueno está! A nadie le gusta ganar menos, desde luego, y yo no llego a ello todos los días en dos horas –sólo algunos…-, pero es perfectamente asumible con la que está cayendo.
No sé, tampoco, si en el contrato del Juli con la plaza, porque esto estará firmado, requetefirmado y figurará en el contrato, claro, se condicionan los emolumentos del espada en función del aforo; es decir que si llena algo más la plaza, gana más dinero; lo que sería lógico, y con ello a lo mejor hasta compensaba la posible subvención de entradas a los jóvenes. Me explico. Si metemos a 1000 jóvenes en la plaza, la empresa se embolsa 18.000 euritos como promedio y con ello, yo ganaría 6.000 euros más, o bueno, sólo 5.000 ó 4.000, con lo que el esfuerzo se minimiza, no sé... Si no lo consigo, el mínimo que yo me llevo por torear es de –pongamos- 70.000, y de ahí no bajamos; y si llevamos a mil jóvenes (¡¡!!) ganaré por contrato, 75.000 o más, quién sabe. Contratos hay para lo que gusten. Quedo como un abnegado altruista en los medios de comunicación, facilitamos que la plaza tenga mejor aforo ese día, y si entra más gente en el coso… yo gano sólo un pelín menos o a lo mejor un pelín más, quién sabe. Como campaña publicitaria es excelente, enhorabuena a los mentores.
Lo que no termino de ver es el rol del Foro de la Juventud Taurina en todo ello. Cuando uno era joven y pertenecía a una Asociación Juvenil, en todas nuestras conversaciones con empresas siempre defendíamos que las posibles mejoras se aplicaran a cualquier joven sin distinción, y que nunca fuéramos nosotros los canalizadores de las mismas, ni ¡¡¡mucho menos!!! los exclusivos receptores (y eso que nos lo ofrecieron…) de aquellas. No sé por qué, para conseguir esas entradas, los posibles reclamantes tienen que pasar a través de esa asociación, ¿no les bastaría con acudir a la taquilla, conseguirla a través de Pertaurus –la empresa- o el propio Juli –entiéndase su equipo o Fundación-? ¿Por qué figura como intermediario una asociación al margen? Cuando nosotros conseguimos que las entradas para jóvenes de la plaza de Las Ventas se ampliaran a los universitarios hasta 25 años (primero, luego se llegó a los 30 y luego desaparecieron ante nuevas empresas), bastaba con el joven se presentara en taquilla y exhibiese su DNI o carnet universitario o de estudiante… y asunto arreglado. No sé…, no huele a independencia, sino a lo contrario, mezclarse en tales intrincados asuntos económicos ni con empresas ni con toreros.
Denle una vuelta, por favor, y mediten sobre todo el particular. Por lo demás, lo dicho, fenomenal, loable, plausible y meritorio.

jueves, 23 de agosto de 2012

Morante no se llevó la bronca de la tarde


Bilbao, 21 de agosto de 2012. Tres cuartos de plaza. 6 toros de Núñez del Cuvillo, correctos de presentación, sin exageraciones aunque un par de ellos menos que justos para esta plaza, mansos pero con algún juego en el último tercio en general. El tercero, inválido. Morante de la Puebla, ovación (dos avisos) y división. El Juli, ovación y oreja. Alejandro Talavante, silencio y ovación (aviso).

Se repetía el cartel triunfal de la semana anterior en San Sebastián, en esa plaza de Illumbe herida, no sé si de muerte, pero seriamente amenazada. Y si en Donosti se había abierto la Puerta Grande, aquí, casi por narices, debía suceder otro tanto. ¿No es Bilbao lo más grande del Universo? Pero no pudo ser, la afición, mejor dicho, el público bilbaíno y los forasteros –mucho más abundantes que en San Sebastián- se quedaron con un palmo de narices ante la férrea actitud del presidente del festejo, don Matías González, que negó un primer trofeo al Juli ante una petición abundante pero incompleta, y una segunda en el quinto de la tarde porque es de su potestad otorgarla, o no, a su criterio, ante una petición, ahora sí, abrumadora. Las broncas al palco… también bilbaínas. Pero…, ¡ay qué pero! Don Matías llevaba toda la razón del mundo. Dicho así puede que alguno de ustedes me señale para una próxima crucifixión, pero las cosas, los hechos, justifican de sobra la actitud del Presidente bilbaíno, que intenta mantener a toda costa –incluso a la de sus oídos o su muy castigada familia- el “prestigio” de Bilbao. Si Bilbao sigue siendo la segunda plaza de España, o la tercera, según gusten poner a Sevilla por delante o por detrás, es en buena medida por el “bueno” de don Matías. Si no fuese porque él intenta moderar premios y recompensas de casquería, en la capital de Vizcaya se darían tantas o más orejas que en Valencia, Córdoba o Málaga, más que en Santander, Albacete, Valladolid o Burgos, más, casi, que en Benidorm. Porque el corazón grande, generoso, abierto del bilbaíno (no lo habrá más grande, seguro), tiende a recompensar los detalles con oro de 24 quilates, los gestos con diamantes y las pinceladas como si fueran obras de arte excelsas. Ahí entra en juego don Matías y pone el freno, Macareno, para que la plaza no se desmadre, para que Bilbao no se convierta en una plaza más, para que cuando hablemos de Vista Alegre se nos siga llenando la boca de orgullo; para que un triunfo en Bilbao siga teniendo ecos y repercusión como sólo pueda tenerlos Madrid o Sevilla.
Seguro que, pasado el enfado monumental, al aficionado local, o al que acudió ex profeso a la plaza, le sigue gustando que su plaza o la segunda o tercera del orbe taurómaco, siga teniendo esa categoría, ese estatus especial, porque en Bilbao los triunfos no se regalan y “echamos” el toro mejor presentado de España…
Una verónica del de la Puebla desviando la acometida del toro
Toro que, por desgracia, anteayer no salió como en corridas precedentes o consecuentes. Toro que, sin haber muchos peros que poner en cuanto a trapío, podía haber pasado como tal en plazas de primera más facilonas. Núñez de Cuvillo, don Álvaro Núñez Benjumea, sin caer en las indignidades de otras tardes –incluida Madrid- tampoco ha presentado un corridón. Ha sido un encierro correcto, como comentábamos a la salida del coso, seis toros sin excesos y alguno de ellos quizá con algún pequeño defecto. Y, sin embargo, tan mal como llevaba el año –al menos en las cuatro corridas que le hemos visto en plazas de primera- ha mejorado algo en cuanto a comportamiento se refiere, lidiando por vez primera esta temporada –entre lo que le hemos visto en primera persona Sevilla, Madrid, Valencia- una corrida con posibilidades, que se ha movido más que otras y con un toro final –el sexto- a cuya madre (y no sé si al padre) le espera aciago fin, tal ha sido su acometividad y… por qué no decirlo, casta, hasta casi el final. ¡Dios mío, casta! Siete iguales y pasa a ser lidiada por Urdiales, Moreno y Serafín, y de ahí a poco que se repita, a Rafaelillo, Castaño y Robleño, ¡qué peligro! Pero para los aficionados, qué gusto de toro…, cuántos deseamos que salgan de la misma manera…
El mejor toreo de la tarde –vayan preparando los clavos para la crucifixión- vino de la mano y la muleta de Morante. Amén. Sí, del denostado Morante, del “rechifleado” Morante, de José Antonio el de la Puebla del Río, una vez más. Por cierto, anteayer se demostró por quién había ido el público al coso, porque el sevillano se ganó una ovación colosal después del paseíllo, sin que nadie reclamase a ningún otro, y eso que al Juli aquí se le han dado bien las cosas y el público le está agradecido. Pero la ovación fue para Morante, ¿por qué será? Y de sus manos, como digo, salió el toreo soñado, aunque, de nuevo, como en Valencia, no fuese la faena maciza y completa que todos deseamos. Fue ante Pegajoso, un toro de 520 kilos, algo justito de trapío para esta plaza, castaño claro, listón y ojo de perdiz, que fue manso en varas e incómodo en los comienzos, pero embestidor al final, quizá porque José Antonio le hizo mejorar con paciencia. Un toro que pudo ir a más… Y eso que no nos gustó de Morante –por más que le aplaudieran- la pérdida de terreno, reculando hacia los medios, con el capote. Pronto se vio compensada, más que con creces, con unas chicuelinas de las suyas, tan personales como únicas, quizá más despegadas que en otras ocasiones, pero envolviéndose en el percal y rematadas soberbiamente con una gran media abelmontada. El toro ya andaba, a esas alturas con los dos abundantes pitones reducidos a fosfatina…, a masa incorpórea que ondulaba al viento… ¡qué duros son los burladeros bilbaínos y los petos equinos! La faena no comenzó con buenos augurios, hubo un tanteo por alto que sólo serviría para enseñar al toro a cabecear y a enganchar el trapo, cuestión que hubo de repetirse en la siguiente tanda a derechas, calamocheo y suciedad, remendado con un trincherazo magistral como florón. Siguió sin centrar al toro, con nuevos derechazos sucios, de abajo a arriba, a pesar de la voluntad y la colocación… Lo bueno comenzaría en la serie con la zurda, más colocado, ¡cargando la suerte, señores!, llevando más cosido al toro en la franela y sin tanto enganchón. Dos derechazos, después, pusieron en vilo a la plaza, con naturalidad, exquisitos, mandones, profundos, bien colocado el diestro, y en la siguiente tanda uno más que superior, cósmico, inabarcable, larguísimo y todo ello con esa sencillez y naturalidad del arte eterno. Y como fin de fiesta una serie completa de derechas… ¡ay madre, si se enteran los de Bildu! Con buenos ayudados por bajo preparó al toro a la muerte, pero escuchó dos avisos mientras le salpicaba de una media tendida, sufría un desarme, otra media ahora mejor, por arriba, y un descabello. ¡Habíamos visto torear, no sólo dominar o poder al toro, sino crear! Una obra a más en intensidad y calidad, en la que el toro también fue mejorando en cuanto Morante dejó de que le enganchara el trapo y le fue obligando a meter la cabeza con mayor limpieza. ¿Qué le falta técnica al de la Puebla? ¿Quién es el insensato? La obra no se remató, como tampoco la tarde, es cierto, pero quédense con los momentos de arte superlativo de la tarde.


En el cuarto cambiaron las tornas. Cacareo se llamaba el bicho, 525 kilos, capa colorada, condición mansa, desigual en sus embestidas y escaso de eso que llamamos casta. No hubo toreo de percal apreciable de recibo, el animalito se dejó pegar en varas y se dolió bastante en banderillas. Morante lo tanteó con la franela –y nunca mejor dicho- para ver cómo iba, y tan poco en claro le sacó como nosotros vimos. El toro protestaba y enganchaba lo mismo que metía la cabeza en un par de derechazos. Alternante, la faena iba diciendo poco, cuando parecía tomar vuelo, decaía en sendos enganchones mal templados y todo a media luz, como en el tango. Media luz que no brillaba en la estela del arte, y media altura en lo físico. Con el toro a menos, tardeando y sin limpieza terminó la obra, más de albañil que de arquitecto, rematada con media baja y atravesada. Hubo división previa al arrastre de la res.
Y vayamos con la consecuente crucifixión…, cárguenme ya ustedes con el travesaño, y caminito del Calvario (sólo espero que me coloquen a la derecha del Señor). El primero que le correspondió a don Julián López se llamó Ricardito (mira que niño tan mono…, me decían a mí de pequeño), un toro de 528 kilos, justito, colorado ojo de perdiz, que casi cumplió en varas y que embistió en la muleta mejor por el derecho… El Juli lo lanceó sin mayor historia, perdiendo terreno, mientras el bicho repetía. Mal puesto en la primera vara, empujó sobre un pitón, con la cara alta, para cabecear después y algo más le vimos en la segunda, pese a salir con facilidad del encuentro. Hubo unas chicuelinas de Julián… que no tienen comparación con las de Morante, ¡qué le vamos a hacer! Luego, llegado ya el último tercio, tras dolerse en banderillas, el toro iba y venía por la diestra, pero parándose y sin viaje en la zurda. Julián anduvo siempre fuera, sin demasiada limpieza, llevándolo mucho en paralelo en los comienzos, y escondiendo la pierna en ese toreo moderno que nos quieren vender como el non plus ultra, pero que comparado con el de Morante, es pura engañifa. Puede que se ligue más, pero si lo es a base de perder terreno y cedérselo al toro… ¡vaya poderío, vaya mérito, vaya riesgo! El caso es que Juli tiró del bicho y consiguió darle algún derechazo largo de verdad… porque al ceder terreno y echarte atrás escondiendo la pierna, puedes hacerlo sin retorcerte la columna vertebral. Faena más de cara a la galería que de cara a la afición, que espero conservara en la retina (me temo que muchos son tremendamente olvidadizos) lo que había practicado Morante… Y así, desde fuera de la rectitud siempre, y cada vez más en corto, fue sacando pases, dos de ellos, por cierto, en la antepenúltima tanda, buenos de veras, más en redondo y largos. Para terminar, una buena estocada con salto y un poco trasera, junto con un descabello, le generarían una petición insuficiente pero abundante y bronca al palco por no conceder lo que la mayoría no pedía… Léanse el Reglamento, al menos en extracto, por favor… El premio quedó en ovación, no hubiera pasado nada si se hubiese dado una vuelta… pero no sé si pretendía ahorrar fuerzas para el quinto, ¿quién sabe?.

Julián en su primero, pasándolo en paralelo, comparen con la cargazón de Morante en la anterior
Pues en el quinto fue Troya, vayan amarrándome al madero y preparen los útiles de carpintería. Barrilero se llamaba el toro, un castaño de 534 kilos, manso, algo soso, sin casta y a menos… un lujo oriental. Buenas verónicas –no por la estética, sino por el castigo que suponían- le recibieron de salida. Pasó por varas sin fijar (primer detalle), entrando a su aire y saliendo casi igual. Hubo un quite por delantales aseado y un segundo por lopecinas de mucho fuego de artificio… (el lance es muy vistoso, con una revolera previa, por la cara, pero el toro sólo pasa a su aire, como en una chicuelina más, medio lance con una preparación barroca en definitiva… donde esté una verónica que se quite lo demás, aunque siempre deseemos variedad con el percal). El animalito se dolió, con razón, en banderillas y comenzó la faena. Julián lo probó con estatuarios, a pies juntos, destroncadores, de mucho castigo, como los capotazos iniciales. Y siguió con la derecha, escondiendo la pierna, desde fuera, descolocado, ligando por la periferia, dominando y pudiendo al toro, incluso estando por encima de él a ojos vista, claramente, sin duda alguna… pero diciéndome poca cosa. Toreo superficial, con algún detalle de calidad –un cambio de manos, un ayudado colosal, un derechazo largo-, pero sin que me hiciera vibrar en ningún momento. Técnicamente, además, discutible, en tanto en cuanto abusaba de la descolocación, del pasito atrás escondedor y del pico… ¡Pero hombre, si tiene capacidad para muchísimo más! A medida que el toro se apagaba, fue acortando distancias para colocarse en la pala del pitón, muy efectista, es cierto, pero asimismo discutible en cuanto al riesgo real que se genera en dicha posición. No importaba, el público iba en pos de la consecución del triunfo y la Puerta Grande y las aclamaciones subían de tono. La faena hacía tiempo que debería haberse acabado, pero Julián seguía porfiando en las proximidades, sobando al toro en muletazos mínimos, cortos, casi sin inicios ni finales, en lances tan escuetos como los treinta centímetros de recorrido del bicho en alguno. A mí esto me aburre, qué le voy a hacer. Comprendo que haya de justificarse, comprendo que haya a quién le guste –imagínense el arte abstracto…-, comprendo que superficialmente parezca que expone una barbaridad. Pero en cuanto lo medito y razono, no encuentro justificación. Ver venir a la carrera al toro, desde la distancia, aguantarlo, templarlo, mandarlo y rematarlo a la espalda, es de infinito más mérito, lo siento; y si no, ¿por qué creen que eso lo han hecho sólo unos pocos escogidos, y el encimismo es patrón universal? Uno de esos lances nos mantuvo en vilo veinte segundos… ¿pasará el toro o golpeará con la pala al diestro que tiene a su lado? Al final, después de media docena de toques… pasó lo justo como para justificar la espera. Pues qué bonito. Un nuevo “julipié” o volapié con salto, algo desprendido y trasero, y petición, ahora sí inconmensurable. Oreja. 

El natural de la espera... y yo que veo que los pitones ya han pasado el cuerpo del espada... La lengua del bicho muestra su estado... "cianótico"
Oreja inapelable, porque la pidió la mayoría y don Matías accedió. La segunda es otra cosa, esa es de su potestad atendiendo a la petición (que la había), la lidia (en el primer tercio más que mejorable), la estocada (con salto, trasera y desprendida), las condiciones de la res (que se acabó a mitad de la faena) y la faena (algo ventajista en general, aunque estuvo muy por encima del toro, sin duda). El Reglamento vasco dice que “La segunda oreja de una misma res será de la ex­clusiva competencia de la Presidencia, que tendrá en cuenta la petición del público, las condiciones de la res, la buena dirección de la lidia en todos sus tercios y en especial en la suerte de varas, cuidando que se dosifique el castigo y que los picadores lo apliquen en el lugar correcto, y la faena realizada tanto con el capote como con la muleta y, fundamentalmente, la estocada”. Así que, ¡bravo, don Matías!
Un marmolillo le tocó en primera instancia a Talavante, de nombre –el burel- Madamito, con 542 kilos, negro chorreado en morcillo y listón, manso, inválido e incierto. ¡Ea, para que vean que no sólo le doro la píldora al palco!, don Matías, ese toro se devuelve y asunto concluido. Sin picarlo en absoluto, llegó cayéndose al último tercio (hasta seis caídas le apuntamos, quizá alguna más, dos de ellas antes de cambiar el primer tercio). Nada pudo hacer el extremeño ante las defensivas y exiguas arrancadas de la res por falta de fuerzas, que iba, además incierto y a media altura. Lo pasaportó de un pinchazo con desarme y otro hondo y tendido (antes se gritaba, “¡¡con la zapatillaaaa, con la zapatillaaaa!!). Pero, eso sí,  muchísimo más pudo hacer con el sexto, el mejor de la corrida, Gastador de mote, de 569 kilos (miren por dónde, el más grande), de capa negra listón, que casi cumplió en varas (desigual, empujando algo, aunque sin picarlo en lo más mínimo) y llegó noble y boyante a la muleta. Se rajó al final, es cierto, pero lo hizo porque Talavante, a base de enseñarle siempre las afueras, le enseñó que es allí por donde debía irse. ¡Qué desastre! Alejandro no estuvo, ni con mucho, a la altura, siempre despegadísimo, con un pico descomunal, muy fuera de la rectitud, escondiendo la pierna que debiera cargarse, ganar terreno y demostrar quién es el que tiene poderío y mando. Yo calculo que, entre toro y torero, cabía al menos una gabarra antigua, de las que trajinaban en la Ría. No hubo, tampoco mucha limpieza, pero… ligó para quien le guste (no ligar, ya me entienden, sino aquello). Después de rajarse, le daría todavía dos tandas… mientras seguía el toro diciéndose “si me has dicho que me vaya por ahí…”, y se iba. Una estocada entera, por arriba pero un pelín trasera, un aviso y una ovación remataron el festejo. Hubo, como colofón, nueva pitada al palco. Desde aquí, y mirando desde el duro madero en que algunos me han colocado ya sin duda, ovación… ¿han visto “La vida de Brian” de Monty Python? Eso mismo.