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domingo, 5 de agosto de 2012

Mano a mano en la feria de la Merced


Por Santiago Orozco

Con cartel de no hay billetes y expectación inusitada en la ciudad de Huelva desde las primeras horas de la mañana, se celebró el ansiado y esperado mano a mano programado por la empresa entre José Tomás, de grosella y oro, y Morante de la Puebla, de caña y oro. Con toros de distintas ganaderías: el primero de Victoriano del Río, el segundo de Núñez del Cuvillo, tercero de Jandilla, cuarto de Juan Pedro – el de menos presencia de la tarde-, quinto del Pilar y sexto de Zalduendo. Todos justos de presentación para plazas de segunda categoría. En la mañana no hubo que hacer sorteos, debido a esta nueva moda en la que cada matador trae sus toros en el coche de cuadrillas. Será que está de moda…
José Tomás en actuación precedente

La corrida, en términos, generales no defraudó a las siete mil personas que acudieron a la plaza, sin incluir mucha juventud que se encontraba en el cerro del cabezo. José Tomás, en el de Victoriano del Río, demostró la verdad de su toreo y aunque le cortó una oreja en mi modesta opinión fue con el que estuvo más acoplado en toda la tarde, si bien es verdad que el toro fue de más a menos, demostrándose que el temple de un torero ayuda mucho a los toros. Cuando salió el tercero de Jandilla, siendo este el más bravo de  toda la tarde, demostró José Tomás por qué levanta pasiones. Después de torear con variedad con el capote, las series por ambos pitones eran de siete muletazos y el de pecho de pitón a rabo, todos por debajo de la pala del pitón; si al temple le añadimos la colocación y el valor que tiene este torero en la cara de los toros será por eso por lo que algunos sensacionalistas dicen que es de otro planeta, pero ni mucho menos, es un torero en una época distinta a la que le correspondería, por ejemplo un torero de los sesenta. Aunque la espada cayó baja no importó para que el público le pidiera las dos orejas, aunque antes de la colocación estuvo la ejecución, en la que hubo mucha verdad, cosa que echamos de menos en otras tardes.
En el que salió del Pilar, un toro que en la muleta desarrolló peligro fue la cara del uy y del ay más que del ole que fue el de Jandilla, demostró el torero de Galapagar ese valor seco y sereno que asustó a todos. La estocada quedó tendida y se ovacionó con fuerza al torero que ya había conseguido abrir la puerta grande, en su última comparecencia en la temporada española. Habrá que emigrar a Francia el dieciséis de septiembre para poder volver a verlo.
Morante de la puebla este año en Madrid (Foto: las-Ventas.com)

A José Antonio Morante de la Puebla no le acompañó la suerte con los toros que su mentor le eligió para tal evento. Su primero de Cuvillo fue un toro manso y desclasado, Morante no se dio coba y lo finiquitó con excesiva rapidez, y se silenció su labor. Cuando salió el toro de Juan Pedro que iba en cuarto lugar pudimos ver el toreo fundamental en el capote del de la Puebla, toreando extraordinariamente a la verónica y con dos medias sensacionales que quedarán en el recuerdo de los que las vimos; en la muleta la faena fue como el toro de Juan Pedro, de más a menos, y Morante le cortó una oreja. La esperanza la tuvo José Antonio en el que cerraba plaza, un toro de Zalduendo que tuvo muy pocas condiciones en la muleta, aunque empujó en el caballo y Morante consciente de que se le iba la tarde lo intentó por activa y por pasiva, por el izquierdo no tuvo un pase, solamente destacar dos series por el pitón derecho, para después de estoquearlo recibir una ovación e irse a pie de este mano a mano que, en líneas generales, falló en lo que está fallando casi siempre en la fiesta: en un toro encastado que dure y tenga fijeza.
Sin embargo, el éxito del mano a mano radicó en que hubo un concepto del toreo distinto al que estamos acostumbrados en el toreo moderno, es decir, en la verdad del toreo, que lamentablemente está faltando en muchas tardes.

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