Por Fernando Bergamín Arniches
Cuando opinaba de algunos críticos, escribía el gran pintor y escritor
Ramón Gaya: "Lo más patético de sus críticas no es tanto que se equivoquen
y no entiendan, sino que... entienden de una cosa que no comprenden". ¡Qué
gran acierto contienen estas palabras!, aunque tal vez nos obliguen a
detenernos en nuestra carrera sin fondo cotidiana, para pensar un poco en ellas
con sosiego. Leo con frecuencia críticos que entienden de toros, pero de verdad
no comprenden el Arte del Toreo. Por supuesto los hay -pocos pero muy
buenos- que, al "entender" añaden el "comprender". Y es
entonces... cuando se produce la crítica creadora, la única valiosa. No hay
otra. Las demás resultan inventos que falsean la verdad profunda.
Viene todo esto a cuento porque sucede lo mismo con el público, sobre
todo en Madrid y en ciertos sectores de la Plaza, "sabios entendidos de
toros" pero carentes de comprensión del toreo como arte de creación.
Carentes, en una palabra, de sensibilidad.
Quisiera ser muy conciso en mis siguientes comentarios. Feria de San
Isidro 2012, días 15 y 16 de Mayo: se "lidian" en esas fechas doce
indecorosos bueyes de El Ventorrillo y El Montecillo respectivamente. Bueyes
con más de cinco años y más de 600 Kg varios de ellos. No me importa su origen,
pienso que sus divisas deberían ser simbólicamente quemadas sin pérdida de
tiempo. No entiendo que corridas así pasen el reconocimiento de los
veterinarios.
No quiero ahora comentar a fondo lo acontecido con los toreros de turno
en esos días, y menos hacer más sangre sobre la actuación de Julio Aparicio,
que fue un gran torero y no sé si podrá seguir siéndolo. Los demás no pudieron
dar un solo pase a los bueyes de pelea. Sólo Fandiño salvó -sin gustarme ese
día- el bochornoso espectáculo, cortando una benévola oreja. Pocas o ningunas
"palmitas de tango" se escucharon para los patéticos y fieros bueyes
de las dos corridas mencionadas.
Y llega así, en mi opinión, la primera corrida de la Feria, el día 17 de
Mayo. Una corrida de toros bien presentada y en general encastada de Victoriano
del Rio. En el cartel: Castella, Manzanares y Talavante. Castella dejó su pundonor
y vergüenza torera llevándose una fea cornada, sin retirarse a la enfermería
hasta matar sus dos toros. Sin ser un torero de mi predilección, creo que su
actuación no fue suficientemente valorada ese día por el público, y algunos sabios
hasta le pitaron en su segundo toro. Por mi parte, "chapeau" para
el francés en esta muy meritoria tarde madrileña.
Manzanares, espléndido con el capote a la verónica en sus dos toros, y
brillante en la forma y el fondo con la muleta. Matando, soberbio en su segundo
toro, tocando el cielo de lo imposible como mata este torero. Pero ya ha
comenzado su rechazo en Las Ventas... En este país es muy difícil perdonar lo
grande y hermoso, las consagraciones y el triunfo. Toreó Manzanares a la
perfección entre ciertas protestas y casi constantes pititos... Ya le han
cargado el mochuelo de que "descarga la suerte". En mi opinión es
falso este juicio: es su forma estética de torear, y nunca una ventaja.
¡Adelante Manzanares! "Lo excelente es tan raro como lo difícil",
escribió Espinoza en su Ética, y no
todos lo entienden.
De Talavante quisiera decir que me gustó en general toda su actuación.
Más que nunca nos hacen falta toreros con la variedad, la imaginación, la
inspiración y genialidad como la suya. Desde luego, lo he visto mejor y hasta
grandioso en otras actuaciones en Madrid, Zaragoza, México... Pero siempre
distinto. Su línea torera actual ha encontrado su centro, y su valor es también
primordial en su hacer artístico.
Magnífica
tarde de toros la de este ya pasado 17 de Mayo. A pesar del patetismo de
ciertos críticos de los tendidos y también de algunos de los que escriben:
entendidos de lo que no comprenden. No pueden comprender el fondo del toreo
aunque sepan de toros más que el mismísimo Cossío. La cosa va por otro lado...
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