El
comentario de Ángel Arranz
Opinión
El brutal y bellísimo melodrama que se presenta y representa en el
ruedo a la hora de la siesta, se justifica fundamentalmente por dos aptitudes
y actitudes: el don y la épica. Es una metáfora realista de la vida y la
muerte, con sus luces y sus sombras. La polémica de los toros sí, los toros
no, se calienta cuando el don o la épica están ausentes.
Los antitaurinos demagógicos o profesionales no nos tienen que dar
ninguna lección de ética ni de sensibilidad. Que se informen del malestar con
Julio Aparicio. Ayer en Las Ventas la épica la puso Castella, que después de
un terrorífico volteretón hizo una faena de mérito por el pitón izquierdo, y
con su muslo a la altura de la ingle, ensangrentado. Sólo los chuflas no
entienden o no saben respetar la libertad del hombre para jugarse la vida,
con un toro que la entrega en la arena con más grandeza y posibilidades que
muriendo en el siniestro matadero.
Manzanares tuvo varios momentos más bonitos que puros y buenos. El
día que toree cargando más las suertes…
Talavante tiene un punto de “locura” que combina los dos conceptos
expuestos.
No tienen ni don ni épica los encefalogramas planos.
Bien en general las cuadrillas con una corrida estándar.
Un joven “líder socialista”
Descalifica a los
taurinos
¿Lorca, Tierno y
Picasso eran borregos merinos?
Con ciencia y
experiencia se opina
Sin vivencias y
sin trayectoria se patina.
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