Espanto es lo que nos causó la salida de la cabeza del
primero de los remiendos de Valdefresno: una cabeza de las de disecar… y un
cuerpo del torillo de poner sobre el televisor, junto a la flamenca. Bueno, con
esto de los televisores planos, se habrá perdido ya ese buen negocio…, así que al matadero.
VEINTICUATRO toros han reconocido los veterinarios para
esto; veinticuatro, 24, dos docenas, casi dos decenas y media, para que
tragásemos con esta ignominia, con esta birria, con esta excremencia ganadera. Cuatro ratas con sombrero, que es como se las
ha llamado de toda la vida, del hierro salmantino de Valdefresno y un becerrote
agigantado del “Vellosino de hojalata”. El público, el paciente público, ese
que va a estos festejos con la entrada del abono regalada, tragó y tragó, hasta
que terminó por soliviantarse un poquito ante la indecencia de alguno de los
que nos sacaron. Y aparecieron unos -poco más que tímidos- gritos, pitos y
palmas de las de tango. Y aquí no pasó nada más. Si no fuera porque aun queda
algún que otro aficionado irredento, esto colaría y… ancha es Castilla.
Enhorabuena al mejor tripartito del mundo… taurino.
Este es Dudosillo, el que salió en quinto lugar (Foto: las-ventas.com) |
Ancha, llana y bastante grande es Castilla, por cierto –al margen
de un pasado glorioso que ya quisieran para sí los americanos- para que también
quepa el toreo que hoy se estila; sí, ese de Tejela, Tendero o del Álamo, ellos
por aquí y el bicho por allaaaaaaaaaá. Apenas lo ven y lo oyen pasar,
imagínense si entrambos caben fincas, predios, pagos, parcelas, montes y
llanuras. Ahora bien, como liguen, ahí tienen ustedes a los ocasionales de la
entrada de favor, aplaudiendo a rabiar lo que sea. Tauromaquia moderna en la
que se ha sustituido la ética por la peripatética, donde vale más un gesto a
deshora que el pasarse el toro por las femorales, desviándole de su recta
acometida y mandándole ir por donde no gusta. ¡Uf!, para eso hay que haber
visto algo de toros, quizá mucho… En la sociedad que nos toca vivir, la del
placer inmediato, la del mínimo esfuerzo, la del pelotazo del momento y a
vivir, eso… ya no se estila.
Como no se estila tampoco, que un ganadero, viendo cómo te
echan dos tercios de los toros que traes a la plaza atrás, por falta de trapío –veinticuatro,
24 toros reconocidos para esto-, se lleve los dos restantes. Quita, quita, al
menos me pagan dos y con eso amortizo los camiones… La honra ganadera ha
quedado para los libros de historia en gran parte de la cabaña brava –que siempre,
a Dios gracias, habrá excepciones honrosísimas-. Vaya afición, vaya honor de la divisa –como se
decía antaño-, vaya tomadura de pelo al aficionado (que al menos hoy ha podido
devolver un cuento de entradas).
Y nos quejábamos de las dos corridas precedentes…, vaya lujo
de ganado y de emoción. Lo de hoy ha sido de auténtico horror, superado el
espanto de los dos pitones con cuerpo de Liliput esmirriado por detrás. Cuatro
ratas con sombrero de remiendo de una corrida fallida, tras 24 reses
reconocidas a las que sumamos el becerrote con dos platanitos lidiado en
segundo lugar, del hierro titular. ¡Qué lujo asiático!
Y por si fuera poco, la terna, cual Gulliver toricida, por
las Batuecas, los Montes de Toledo o la Sierra de Alcaraz, pongo por caso,
pasándose los bichos por la faja… de los billetes que habrán cobrado –si es que
la empresa se decide a pagar, en vez de entregar pagarés para Dios sabe
cuándo-. Bonito y edificante espectáculo.
Tejela, situado en el más allá, con un pico clamoroso,
echándose las embestidas para la gran muralla China; en pegapases absurdo, y al
que sólo le vimos tirar en un muletazo en su primero, y eso colocado por ahí; el bicho, flojo, apenas presentó problemas. Finiquitó éste desde fuera –como no-, de media un poco atravesada y caída alargando
el brazo y un descabello. El cuarto…, ni lo quiso ver, cuatro trapazos por
donde pudo, a media altura, siempre desde allá; pensando más en acabar,
marcharse y cobrar que en torear o lidiar a su algo descompuesto antagonista. Y
todo, para una nueva media atravesada y caída, con extensión braquial. ¿Les
suena?
Tejela en una de sus pavorosas fieras... que pierde las manos (Foto: las-ventas.com) |
Tendero, desde la Sierra de Alcaraz, despegadísimo, haciendo
tres cuartos de lo mismo, y sin el temple necesario en buena parte de su primer
trasteo. Y eso que el bicho era de los que embisten sin problemas, aunque
tampoco entregado, sino a media altura. Desde lejísimos dejó una casi entera
desprendida y con desarme, que bastó. En el quinto, otro tanto, aunque ahora,
al menos, tenía enfrente un bicho que movía la cabeza como una batidora,
tirando cornadas, tarascadas y tornillazos, y al que no supo o no quiso lidiar
en ningún momento, empecinándose en los manidos y archisabidos naturales y
derechazos (¡que más hubiéramos querido!), bueno en eso que dio. Tras espantar
todas las moscas conocidas, y ya rajado el bichejo, lo despenó –o que más hubiera
querido el pobre animal- de tres feos pinchazos cuarteando y en los bajos, y ya
en chiqueros -en amor y compañía- un descabello.
A del Álamo le aplaudieron bastante en su primero porque…
ligó. Sí, ligó, ligó, como se suele hacer hogaño, es decir sin rematar un solo pase,
desde la oreja del animal y dejándole la muleta en la cara en una rueda sin
fin, a la par que siempre se echa la pierna atrás. Lean lo que decía el maestro
Antoñete –a los que la terna sumada y superpuesta de hoy no llega a la altura
de la media bordada- sobre el natural, que preside -bajo el título- este blog.
Pues ligó, es cierto, dos o tres tandas, pasándose al bicho tan lejos que su
inmaculado terno blanco y plata -de peón-, no resultó siquiera ni con un atisbo
de mancha o suciedad alguna –lo que no quiere decir que a mí me guste que se
rebocen como croquetas con el sangrante lomo del animal-. Siempre situado en la oreja –cuidadito con las
otitis, que son luego dolorosas-, hizo ese anti-toreo que tanto gusta; en vez
de dominar y obligar, manda el toro que es quien decide el camino a seguir y
que yo le cedo cortésmente con mi paso atrás. Fenomenal. Sublime. Sólo hubo, al final, unas bernardinas ceñidísimas, justamente aplaudidas. Una entera
que hizo un palmo de guardia, esto es, que salió por el costillar izquierdo del
bicho, fue también muy aplaudida… y después de un aviso, cinco descabellos… y
se atrevió a saludar unas palmas con la subsiguiente división de opiniones. El
último fue un mulo genuino, para arrear para la trilla y poco más. Pero se
empeñan en darle pases y pases… en vez de llevarle del ronzal, o tirar de ellos
tras doblarse, como antiguamente mandaban los cánones. Desagrado popular en
esta ocasión. Veleidoso que es el respetable... Cuatro pinchazos al cuarteo,
los más bajos, y una casi entera atravesada y con nuevo desplazamiento del
diestro… para nada.
Lo dicho una corrida horrorosa.
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