Madrid, 20 de mayo de
2014. Menos de dos tercios de entrada. 1 toro de El Ventorrillo (1º), de poca presencia,
manso, incierto, incómodo y a menos. 1 toro de Los Chospes (2º), bien presentado, manso y que desarrolla sentido
rápidamente, haciéndose peligroso. David
Mora, cogido en el primero, no mata ningún toro. Antonio Nazaré, silencio en el único que mató, el primero; se
retira a la enfermería durante la lidia del segundo. Jiménez Fortes, ovación en el único que mató, el segundo. Se retira
a la enfermería tras la muerte de éste y se suspende el festejo.
Fue la decisión más lógica, sensata y consecuente que
podría haberse adoptado. El festejo no podía continuar, por más que a alguno le
hubiese gustado que lo hiciera. Ninguno de los tres matadores podía hacerlo; todavía
quedaban cuatro reses enchiqueradas, tres de ellas cinqueños largos, como los
dos que se habían corrido previamente. ¡Qué importante es la edad como factor
influyente en la las condiciones del toro de lidia! Al primero le faltaban sólo
cinco meses para tener seis añitos cumplidos; al segundo, el remiendo de Los
Chospes, que aun llegó a aprender más deprisa, sólo tres… De ahí que los
lidiadores hayan pretendido siempre lidiar reses cuanto más jóvenes e impúberes
mejor.
La tauromaquia, a nadie se le escapa, conlleva su
riesgo; tampoco lo exageremos porque ayer se multiplicaran las desgracias por
una u otra razón. Ese riesgo existe desde que uno se pone enfrente de una
minúscula vaquilla, el caso del llorado Antonio Bienvenida es el mejor ejemplo
de ello. Todas las reses de lidia, todas, pueden darte un susto, aunque el
aficionado exija que se lidien cuatreños con cinco hierbas como mínimo, con
presencia y trapío suficientes, y que –sobre todo- tengan la casta necesaria
para que los profesionales se luzcan con las condiciones éticas precisas. Eso…
no son capaces de hacerlo la mayor parte de los espectadores. Ayer la
tauromaquia se cobró su constante tributo de sangre en tres lidiadores vestidos
de oro. Caso singular en estos últimos años, pero que no es el único que uno ha
visto –en vivo y en directo- en su condición de aficionado en Las Ventas.
El toro de Los Chospes (segundo lidiado, pero el tercero en el programa) con el que finalizó el festejo (Foto: las-ventas.com) |
Recuerdo aquella tarde de feria, del 26 de mayo de 1979,
en que Rafael de Paula estaba dando unas imborrables verónicas, inconmensurables,
eternas, cuando fue prendido por el cuarto toro y ahí se acabó el festejo. Sus
dos compañeros, Francisco Ruiz Miguel (herido en el tercero) y Manolo Cortés
(lesionado en el segundo), ya estaban en la enfermería y ahí hubo de
suspenderse el festejo…, pese a que saltó un espontáneo, el Lobo (con bastantes más ganas que el sexagenario de hace un par
de días), que fue retirado por las Fuerzas de Orden Público. Fueron entonces
dos reses de El Torero (también, como las dos de ayer, de encaste Domecq), y una
de Garzón (Atanasio-Lisardo) las causantes de los percances. Dos días después,
el 28 de mayo, hubo nueva suspensión, también en el cuarto de la tarde. Se lidiaban
toros de Victorino, con un remiendo -en tercer lugar- de El Torero, por Paco
Alcalde, Ortega Cano y el Niño de Aranjuez, que a la postre se llevó la peor
cornada. Dos albaserradas y un domecq más fueron los causantes de las desgracias.
Ayer se sucedieron los percances porque –más que
probablemente- los lidiadores no esperaban tal comportamiento en reses de
procedencia Juan Pedro, que habitualmente se producen y reproducen con otras bondades
y sin molestar a los coletudos. Quizá fue la edad; quizá el hecho de que son
desecho de desechos… ya me entienden; quizá a que sus criadores no buscan la
mejor selección; quizá -y ahí ponemos especial énfasis- que la empresa compra a
precio de ganga lo que sobra por el campo, lo que puede salirle más barato,
sobre todo porque esté llegando al límite de edad para ser lidiado y no pudo
colocarse -por sus bondades- en años precedentes, ahí donde puede apretar más y
mejor a los ganaderos… Sea como fuere, en el escalafón van quedando pocos
diestros capaces de hacer frente a toros con complicaciones , con dificultades,
mucho menos con peligro franco, y cuando salen –como alguna rara vez lo hacen-
se desbordan los problemas y las carencias lidiadoras se hacen absolutamente
manifiestas. Este “hoy se torea mejor que nunca” se deshace por todos lados: ni
hay toreros con la clase, personalidad o gusto de un Paula, Curro, Camino,
Ordóñez o el Viti -pongamos por
ejemplo de diestros de los sesenta-, ni espadas con las condiciones lidiadoras
de alguno de los mentados o de un Puerta, Ostos, Márquez, Ruiz Miguel y
tantísimos otros de aquellos o sucesivos años. Es pura filfa; engaño barato que
algunos plumíferos se empecinan en hacernos creer.
Ayer la incapacidad lidiadora se manifestó de forma
evidente en dos de ellos; al tercero -el que abría cartel- le ganó la
inconsciencia de un lance desatinado, previsto frente a un supuestamente noble,
bondadoso y bobalicón domecq que no salió como se esperaba, como confiaba que
se comportara un toro de tan “augusto” linaje.
David Mora retirado a la enfermería después de su intento de larga afarolada de rodillas en los medios (Foto: las-ventas.com) |
A David Mora le perdió el absurdo de una de esas largas
afaroladas genuflexas que ya no se dan a “porta
gayola” (a la puerta de chiqueros, en portugués), sino en los medios, algo
alejado de la segunda raya. Lance absolutamente improcedente, y más en el toro
que abre plaza, que no demuestra nada pero que la gente jalea como si fuera el non plus ultra. Lance en el que el toro
suele salir a su aire, que no tiene continuidad en el capoteo, que requiere de la
persecución habitual de la res, lance que tiene más de casualidad que de
causalidad. Una tontería, que le vamos a hacer. Puede tener disculpa si se hace
en los tres últimos toros de un encierro, porque antes se ha estado mal, porque
se requiere la disculpa del público, porque se ha visto y comprobado cómo han
salido los toros precedentes… Pero así, como sucedió ayer, es una estupidez. El
toro, ese primero de El Ventorrillo, salió parado, al paso, enterándose, y en
vez de levantarse el espada, y replantear cómo pararlo, corrigió levemente la
posición y prácticamente se echó el toro encima. La paliza fue considerable, el
toro le buscó con saña en el suelo, varetazos, pisotones y cornadas se
sucedieron entre el espanto de ese público que jaleó el lance antes de que se
produjera, esos mismos que lo aplauden sin cabeza o los que de buena fe
ovacionaron ”el gesto” aunque no tenga mucho sentido. Espanto que nos alcanzó a
todos por las consecuencias y brutalidad del percance.
La cogida de Nazaré al rematar el quite en el segundo (Foto: las-ventas.com) |
Se hizo cargo del toro Antonio Nazaré, un diestro que
viene agradando con su toreo al natural al público madrileño en los dos últimos
años. Ayer volvió a intentarlo, pero sin resultado. El toro ya mostró
complicaciones por el pitón zurdo de salida y aunque mejoró en la muleta por
ese lado, terminó por complicarse por ambos, quedándose corto y revolviéndose
con problemas y por falta de casta. No le cogió el temple necesario el
sevillano, ni siquiera con los ayudados en las dos o tres tandas en las que
hubo oportunidad. Cuando acortó el viaje, toda expectativa se agotó, despachándolo
Nazaré de una estocada casi entera y caída. Mientras quitaba al segundo, sufrió
un volteretón en el remate de las chicuelinas, y tuvo que retirarse a la
enfermería con una lesión de ligamentos en la rodilla (se hablaba de una
posible rotura de ligamentos cruzados). Cierto es que la media que daba estaba, en buena medida, ya
hecha, pero apuntemos que también el toro se quedó en la suerte. Segunda baja.
La tercera y definitiva cogida de Fortes en el segundo de la tarde (Foto: las-ventas.com) |
Corrió turno tras el percance de Mora, y en segundo
lugar -para Jiménez Fortes- salió el previsto en tercero, un animal con el
hierro de Los Chospes, manso y que terminó peligroso, y de muchísimo sentido, por
el mal trato recibido. Es verdad que ya cogió al espada al tercer lance con el
percal, dándole un soberano revolcón. Quizá al matador le faltó soltura de
brazos, porque dio la impresión de que se lo echaba casi encima… El toro, que
cogió a Nazaré en el quite, siguió complicándose y recortando en banderillas,
doliéndose mucho, y llegó algo descompuesto a la muleta, brusco, con genio. Y, sin
embargo, apuntemos que en el capote de José Antonio Carretero apuntó muy
distinta condición, quizá porque bien llevado, mimado y tratado, metía la
cabeza de forma más bonancible. Fortes se dobló brevemente con él, y en vez de
hacerle una faena lidiadora y de sometimiento, procedió a los sempiternos
derechazos que, al parecer, sirven para cualquier toro en esta tauromaquia contemporánea.
Y, claro es, se equivocó. Al tercer muletazo con la diestra volvió a ser cogido
y el toro le dio una primera cornada en el muslo. Con valor, voluntad y abnegación, siguió
intentándolo, obcecándose en el error, en seguir pasándolo a base de naturales
y derechazos, sin mayor lucimiento, estando a merced del bicho varias veces,
entre sustos casi constantes, aguantando los tornillazos finales del animal,
con el mérito derivado de su impasibilidad ante el peligro, pero sin la cabeza -o
inteligencia, léase capacidad de ver y analizar las condiciones de cada res-
necesaria en el arte taurino. El problema residía en que habitualmente llevaba
casi medio pase hecho, con lo que la exposición era casi constante y
los sustos se repetían con frecuencia en el último tramo de la muleta, a medida
que el bicharraco aprendía sanscrito. Fortes terminó por darse cuenta, aunque
tarde, volvió a doblarse un poquito con movimiento, y desde muy lejos entró a
matar, dejándose ver tanto, y sin vaciar con la mano izquierda, que el toro le
esperó, le prendió y volvió a darle otra soberana paliza, con cornada inclusa.
Murió el bicho de la estocada, contraria y con derrame, y Fortes fue a recoger
el brindis al Cordobés -padre- sin
poder siquiera agacharse para recoger la montera devuelta por el mito de los
sesenta. Por su pie, y mientras recibía una ovación sincera, se retiró a manos
de los médicos y ahí se acabaría la tarde.
Dos toros cinqueños, cinco cogidas, cuatro cornadas,
una rodilla destrozada… cabe replantearse y preguntarse qué tipo de tauromaquia
está propugnando el mundillo, desde luego.
Partes facultativos de los diestros heridos:
Parte de David Mora
“Durante la lidia del 1º toro ha ingresado en
esta enfermería el matador David Mora con dos heridas por asta de toro, una en
tercio medio cara anterior de muslo izquierdo con una trayectoria ascendente de
30 cm que produce arrancamiento de la vena femoral y colaterales, con destrozos
en el músculo cuádriceps. Contusión de la arteria femoral superficial. Otra en
axila izquierda con una trayectoria ascendente de 10 cm que contusiona el
paquete vásculo-nervioso y alcanza el húmero. Contusiones y erosiones
múltiples. Se trasfunden dos unidades de concentrado de hematíes y gelafundina.
Se exploran pulsos distales siendo estos normales. A cargo de La
Fraternidad se traslada a la U.C.I. del Hospital Virgen del Mar. Pronóstico
MUY GRAVE”.
Parte de Antonio Nazaré
“Durante la lidia del 2º toro ha ingresado en
esta enfermería Antonio Nazaré con traumatismo en la rodilla derecha con
probable lesión de ligamentos. Se traslada a centro hospitalario para su
estudio radiológico. Pronóstico reservado que le impide continuar la lidia”.
Parte de Jiménez Fortes
“Durante la lidia del 2º toro ha ingresado en
esta enfermería el matador Saúl Jiménez Fortes con dos heridas por asta de
toro, una en cara externa del tercio superior del muslo derecho con dos
trayectorias, la primera hacia arriba y adentro de 10 cm que alcanza el fémur.
La otra de 10 cm hacia abajo que causa destrozos en el músculo vasto externo. La
otra cornada, de 10 cm alcanza la pala ilíaca. Pronóstico menos grave, que le
impide continuar la lidia”.
Los dos cinqueños que salieron ayer:
1º.- Deslío, de El Ventorrillo, 532
kilos, negro listón, delantero de cuerna, manso, algo incómodo e incierto, a
menos en la muleta.
2º.- Fetén, de Los Chospes, 537 kilos, castaño
salpicado, bragado corrido, gargantillo, delantero de pitones, manso con sentido,
que acabó peligroso.
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