Madrid, 9 de mayo de 2014. Menos de dos tercios de
plaza. 6 toros de Valdefresno, correctos
de presencia salvo el anovillado tercero (el segundo de más peso del encierro,
por cierto), con leña generosa, mansedumbre a raudales y juego entre el
descaste y lo complicado. David Mora,
silencio y silencio (aviso). Daniel
Luque, silencio y silencio (aviso). Diego
Silveti, silencio y silencio (aviso).
Seis. Al completo. Seis silencios sepulcrales
rubricaron ayer la primera corrida del San Isidro 2014. Y es que algo huele a podrido en esta
Tauromaquia contemporánea. En esta Tauromaquia en que los corifeos oficiales se
empeñan en pintarnos como gloriosa, frente a la triste realidad de tendidos
vacíos, nulas emociones creativas, enfrentamientos sectoriales y particulares y
nefasta labor tanto dentro como fuera de los ruedos. Ayer, por primera vez en
décadas, hubo apenas algo más de media plaza, quizá sin llegar a dos tercios,
en el primer festejo de una feria de San Isidro… Pero, eso sí, todos escuchamos
en casi cualquier medio de comunicación que el número de abonos es
espectacular, que está todo vendido y que la expectación es enorme, sublime.
Todo ello, mal orquestado por la propia empresa y Comunidad, sólo sirve para
mostrar sus impúdicas vergüenzas, por un lado, y desencantar a cualquier
posible aficionado sin entrada que remotamente hubiese podido imaginarse en el
coso por la tarde. Fantástico. Particularmente tuve que escucharlo en dos
emisoras distintas por la mañana… Lo malo es que aquí no pasa nada, pero nada
de nada… y tienen razón. En el espectáculo más aburrido que uno haya podido
imaginarse jamás, lo malo, precisamente, es que no pasa nada de nada, y cuando
pasa no siempre responde al arte, sino a todo lo contrario. Solución
empresarial al desastre: montemos una discoteca con bar en los bajos de la
plaza (el Tendido 11 dichoso) y asunto arreglado. Mientras nos alejábamos ayer
de la plaza el estruendo era como para dejar sordo a cualquiera… será que así
se consume más alcohol, dado que no puedes hablar de nada. O quizá eso sea lo
que busquen, que nadie hable de nada y que viva el pensamiento único de la
prensa comprada a tanto la línea.
El aviso Canturreño, el sexto buey, que cogió sendas veces a un temerario Silveti (Foto: las-ventas.com) |
Fieles a sí mismos los empresarios abrieron ciclo con
uno de los festejos –a priori- más anodinos e insulsos de la feria. Y fieles
también a sí mismos, los protagonistas cumplieron con el guión preestablecido. Los
toros de Valdefresno transitaron entre el descaste absoluto y las
complicaciones del manso boyar. David Mora, ante un lote entre inválido y
descastado, a lo suyo, empeñado en dar pases por la periferia de la capital,
aunque sea a un autobús de la EMT. Luque, otro tanto, aunque se trate de
regular el tráfico del puente del V Centenario sevillano, siempre con el
sempiterno pico, aprovechando las querencias de sus antagonistas sin el menor
atisbo de dominio o de sujeción de la res en los terrenos que el matador escoge
en un principio. ¡Hombre, no estaría de más aprovechar alguna lección de lo que
-con inteligencia- dijera Juan Belmonte sobre eso de los terrenos o del poderío
ahora que todo el mundo lo cita como si lo hubiera conocido en persona! Luque
no; hagamos lo que el toro quiere y a ver si allá le sacamos las obligadas seis
o siete u ocho tandas de este toreo stahanovista y currante –que no laboral- actual.
Silveti, con notables carencias técnicas e
inteligencia lidiadora, empeñado en superarlas con un valor más que temerario,
suicida, antítesis de lo que es, en suma, el arte de torear, donde prima la
inteligencia y la técnica sobre la brutalidad, el arte y la creación sobre la
bestialidad. Y no es que no alabemos el valor, que en sí mismo es
imprescindible en este arte efímero, lo que no puede ser es que sea suicida y
sólo tenga por objeto asustar a la concurrencia frente a una cornada más que
posible. Ayer se libró de auténtico milagro… sólo le prendió el sexto dos veces
sin consecuencias, con tal providencialidad que no dudamos que la Virgen de
Guadalupe anduvo al quite; otro día no habrá tanta suerte, me temo. Se puede, a
veces incluso se debe, hacer un alarde de valor entre los pitones, pero empeñarse
en suicidarse por citar a unas manoletinas infames a un toro que no quiere
pasar, y regodearse en el antiestético y pueblerino péndulo hasta que te coja…
es completamente una aberración (lean el diccionario de la RAE). Hubiese
quedado más gallardo, más varonil, más estético, más sincero, el haberle cogido
de un pitón, rodilla en tierra, como antaño lo hiciera el gran Joselito el Gallo (muy interesante la
exposición que hay sobre el mismo y Juan Belmonte en Las Ventas estos días,
aunque breve). Pero, claro, eso hubiese
implicado poderío y sometimiento de la res a los designios del diestro, y de
aquello no hubo nada en la faena a ese sexto infumable. Una lástima. Y eso fue
todo. No se puede atropellar la razón, porque la corrida, el arte taurino, es
un arte ilustrado, racional, quizá más técnico que científico –de ahí la
variación en la primera de las grandes tauromaquias pedestres, la de Pepe-Hillo
en el siglo de las luces-, donde la inteligencia prima incluso más alto que el
valor… que se supone como en las cartillas militares de una generación atrás.
Mora en unas chicuelinas que dio al que abrió plaza y feria (Foto: las-ventas.com) |
No hubiese venido mal aquel grito de Salvita en un ciclo
isidril de hace década y media, cuando al ver que se desplomaba el primero de
los toros que pisó el coso de Las Ventas en el ferial, exclamó aprovechando un
silencio aburrido del respetable: ¡Vaya feria…! Pues idéntico ha sido el
comienzo de éste. Abrió plaza un morucho, de nombre Campano, manso, soso y descastado, con menos hálitos vitales que los homínidos de The Walking Dead. Cansino, débil, aburrido, sin la menor gracia,
sal, ni vitalidad el morucho después de un simulacro de suerte de varas (manso
en los caballos), llegó cayéndose a la muleta de David Mora, al que le deben
haber vendido su participación en la feria como la mayor de las oportunidades… Consecuencia:
cuidados enfermeriles entre emociones desbordadas –aburrimiento, tedio, hastío,
insatisfacción…-. Buen comienzo sin dudas. Rubricó su intento de toreo
periférico y abusando del pico con un pinchazo caído, sin pasar y una entera
caída y atravesada. Magnífico. Destaquemos al menos una verónica en el saludo,
triste y pobre bagaje para toda una tarde. El cuarto al menos no se caería; la dirección
de lidia fue caótica (al relance en el primer encuentro, el segundo corrido y
en toriles…), el animalito se cae al iniciar el último el tercio y Mora decide
comenzar doblándose –y lo hace con eficacia hasta que el bicho lo acusa y
mucho. Punto y final en la primera tanda. A partir de ahí sólo hubo un montón
de pases, fuerita y sin el más mínimo interés, con el bicho entrando al paso
entre bostezos del respetable. Si soso el uno, peor el otro, escojan. Luego vino un muestrario de pinchazos: el
primero sin fe, luego otro entre lo cinegético y las alegrías de D´Artagnan, otro
saliéndose de la suerte, otro sin pasar, uno pescuecero y por último un sablazo
bajo mientras oía un aviso.
Luque toreando en el sitio que quería el toro (Foto: las-ventas.com) |
No cambió mucho el panorama con Luque, que recibió a
su primero perdiendo terreno, y tras del simulacro de varas, dejó que se le
fuera a toriles de donde fue a sacarlo para el último tercio. De los medios a
las tablas, bien cerraditos ambos, fueron transcurriendo las seis tandas
anodinas, con abuso de pico (casi lo deja tuerto), mientras el animalín iba y
venía sin emoción, al paso o poco más. El toro salía distraído a cada pase (¿a
qué no saben por qué?) y entre muletazo y muletazo, sueltos todos, fue buscando
su querencia y refugiándose en ella junto con su acompañante racional. ¡Vaya
poderío! Una estocada trasera, tendida, y procesión completa a chiqueros en
camino de vuelta. Sensacional. Más de idem. hubo en el quinto morlaco palabra
odiosa pero claramente definitoria de lo que saltó al ruedo-. Un buey que
intentó saltar de salida por el 5, al que le dio unos lances salpicados, que
manseó en la simulación de la antaño gallarda suerte de varas, y al que se
cansó de tundirle a muletazos en el último tercio. Destaquemos un buen par de
banderillas de El Algabeño, antes de un revolcón sin consecuencias. El buey iba y
venía, se movía en los términos de la ansiada toreabilidad de hogaño, pero al parecer
tampoco le bastaba con ello al diestro de Gerena. Y eso que el toro fue a menos
desde el principio; pues nada: siempre un poco fuera, abusando de un pico
descomunalmente llamativo que le provocó un susto casi recién iniciada la faena
con ruptura de la taleguilla y cambio por un pantalón vaquero del tamaño de
bermuda y de la talla de su hermana o una prima lejana que no pudo abotonar. Tras
del percance más de la misma guisa entre la algarabía de buena parte del
respetable, pico, para fuera casi todo (apenas media docena de lances rematados
detrás de la cadera), ni por izquierda ni derecha, y un numerito final, ya en
toriles, de cambios de manos para aprovechar la querencia del toro a los adentros
sin necesidad de sacárselo por las
afueras en una serie en redondo… que gustó a los indoctos… muchos ayer. ¿Hubo
dominio? Nada de nada; apenas movía el trapo al paso del animal, sin más, en
todo el trasteo. ¿Hubo torería? Tampoco, ¡qué le vamos a hacer!, eso de tirar
la espada como un palo que para nada sirve es patético, disculpen. Sonó un aviso
sin entrar a matar, y en chiqueros le soltó dos pinchazos bajitos y una entera
desprendida y atravesada y la gente se olvidó, ipso facto, de todo aquello.
El primer percance de Silveti en que cerró plaza (Foto: las-ventas.com) |
El primero de Silveti fue otro bicho descastado que
entraba al paso y se quedaba en las suertes en el último tercio. La lidia se convertiría
en un herradero al más puro estilo de Villamelonares del Trabuco, yendo de oca
a oca en los caballos. Mal banderilleado después, la fiera llegó protestona a
la muleta, desarmando al poco de iniciarse lo único que parece interesar a más
de la mitad de la plaza. Sucio, sin emoción, pegando pases sin ton ni son, el
bodrio al menos fue breve. Dos pinchazos bajos y otro hondo, y la culminación
de la obra al segundo descabello. Visto lo visto el azteca decidió apostar por
el tremendismo en el último, por ver si con eso levantaba la tarde…, pero no.
Ejecutó unas gaoneras al viento, eléctricas y algo violentas, no supo nunca
cómo colocarlo en suerte para el caballo, y no supo ni doblarse ni encauzar sus
violentas embestidas en el comienzo del trasteo. El fruto, madurito ya en los
comienzos, cayó rápidamente del árbol: primer revolcón serio, después de varios
muletazos enganchados y descubierto de posición. Ya saben que eso anima mucho
al público impresionable que a partir de ahí todo lo aplaude… pues ni con esas.
La faena siguió lánguidamente, desde fuera, con medios pases sin remate alguno,
aunque apuntásemos al mexicano una porfía notable en el intento de agradar.
Sigue el toro brusco, derrotando, y entonces busca el diestro la emoción por el
tremendismo. División de opiniones en los tendidos, y más cuando intenta dar
unas manoletinas finales que no venían a cuento y eran una auténtica temeridad,
en la búsqueda suicida del aplauso fácil. Nuevo y serió revolcón. Los ánimos
exaltados del impresionable público podrían haberle concedido mayor recompensa
si no fuera porque la afición protestaba aquello y porque el diestro dio dos pinchazos,
tras de los cuales se oyó un aviso, y se remató la obra con un sablazo
atravesado y un descabello. Silencio elocuente al fin… ni con cogida, ¡oiga!
Buen comienzo del ciclo ferial de San Isidro. ¡El
Altísimo nos coja confesados y no dormidos!
Los bueyes o eso que salió de chiqueros ayer tarde:
1º.- Campano, 532 kilos, negro, delantero
y tocado de armas, el típico ejemplar manso, flojo y descastado de la casa.
2º. Pitito, 526 kilos, negro salpicado
por detrás, bragado y meano corrido; con leña abundante, pero poquito ánimo:
manso, constantemente rajándose en la muleta y ráfagas a lo más de movilidad.
3º.- Rabanillo, 542 kilos, negro, poca
cosa por detrás, anovillado de hechuras,. Sin trapío para la primera plaza del
mundo a pesar de su cabeza algo avacada; manso, soso y descastado en la línea
de la ganadería.
4º.- Mariposero, ya estamos…, 535 kilos, negro,
tocado y ancho de generosa cuna; manso, soso y descastado; más de lo mismo.
5º.- Buscatodo, 551 kilos, negro, tocado
de púas, feo como casi todo el encierro, manso, soso y en la línea de
toreabilidad soñada por los coletudos aunque con querencia a tablas siempre.
6º.-Canturreño, 527 kilos, negro, tocado
de defensas, manso, descastado y complicado por cambiar algo el guión
previsible.
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