El
comentario de Ángel Arranz
A su modo y maneras triunfa
Perera en Las Ventas. Ya es figura en su concepto –abundante hoy en día- del
arte de torear.
Lo que más me gustó, fue el
inicio –clásico, doblando varias veces las rodillas, poniendo a prueba las
idas y venidas de las embestidas- de capote al segundo de su lote.
Las dos orejas que cortó al
primero, le dieron serenidad para hacer y decir una tauromaquia más completa de la que “conocemos” y le
conocemos. Y tuvo más mérito en el toro de la oreja porque se inventó una
faena donde no parecía que la hubiera.
Por una vez –ojalá sirva de
ejemplo- no recibió al toro andándole para atrás, a distancia, sin que el
animal se entere para que sirven esos movimientos en colores que exhiben y repiten
hasta la saciedad y suciedad la casi generalidad de la torería.
Cuando aparece el toro en el
ruedo, lo ortodoxo, cabal y sabio es llamarlo desde los burladeros. Observándole
en dos o tres galopes o carreras, se empiezan a conocer sus características;
a los pocos segundos, hay que tantear su movilidad, fijeza, intenciones y
ritmo… con las apropiadas solturas y medidas del capote.
Sí, el arte de torear empieza
en la brega, continua con la lidia, y si se puede, se torea bonito o bello.
Normalmente, la brega es labor
de los toreros de plata, la lidia la dirige el “matador”… para intentar o
para hacer el toreo. Todo es efímero, todo va muy rápido, y… todo tiene su
tiempo y compás.
Los primeros pases y compases
en la lidia de un toro los puede hacer directamente el “matador”; pero, en
muchas ocasiones es recomendable que las experiencias de los hombres de plata
sean las que fijen, paren, templen, manden y pongan a prueba las primeras
embestidas de los toros. Resulta monótono, exiguo y cansino que casi todos los
“matadores” reciban a casi todos los toros con la misma táctica y técnica… con
la misma mecánica en una palabra.
Si cada toro tiene su lidia hay
que estudiarlas, hay que darlas variedad… eso es la artesanía y el posible
arte… nada que ver con la mecánica y las máquinas.
Ayer Perera, con la decisión
más firme y convencida de toda la terna, y a su respetable manera de ver y
entender el toreo… estuvo en figura, estuvo sensacional.
No son las maneras que suelen
inspirar a músicos, pintores y poetas; pero, para hacer lo que hizo, hay que
tener valor de ley sin trampa ni cartón y… además controlarlo.
No inspira, porque a partir del
segundo muletazo esconde –lo hacen casi todas las figuras y los que aspiran a
serlo- la pierna contraria, se queda o va hacia atrás en vez de echarla hacia
adelante; porque “empapa” la cara del toro con excesivas dimensiones en las
telas de torear; porque acaba en un cuerpo a cuerpo con el toro venga o no
venga a “cuento”. Si´, esos “defectos” son corregibles… y sigue teniendo
mucho mérito la insistencia y ligazón
rotundas de los pases y series que forman y conforman su tauromaquia y
expresividad en el ruedo.
La evolución de Perera es
evidente. Tiene atributos para ir a más y mejor.
Ayer, a “El Juli”, ni le acompañaron los toros… ni los acompañó. Manzanares hace un toreo “clásico”… modernizado;
es decir, más estético que ético, más bonito que bello, más por las afueras
que por los adentros. Lo toros de Victoriano del Río de juego diverso y con
menos trapío que muchos novillos para novilleros principiantes.
En 24 horas han pasado las
figuras del G5 –ausentes de la feria de Sevilla- por Las Ventas… mañana
seguiré escribiendo de ellas y de otras figuras.
Figura no se es por figurar
Figura no se es por aparentar
Figura no se es por propagar
Figura se es por demostrar
Que lo hecho tiene autenticidad
Con naturalidad y para la
eternidad
Hay figuras que son de publicidad
Hay figuras que parecen caraduras
También… también hay figuras de
verdad
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