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lunes, 19 de mayo de 2014

Empecinados en el error

Madrid, 18 de mayo de 2014. Media plaza en domingo. 4 toros de Couto de Fornilhos, mansos, con genio y complicaciones. 2 toros de Gerardo Ortega (1º y 6º), mal presentados, mansos, flojos y descastados. Paulita, silencio y almas.  Morenito de Aranda, silencio (aviso) y palmas (dos avisos). Sebastián Ritter, silencio y silencio.

La tauromaquia contemporánea, como hemos dicho hasta la saciedad, en lo fundamental se basa en dar cinco mil muletazos –casi exclusivamente naturales y derechazos, y a lo más alguna trinchera o firma, con las obligadas manoletinas-bernardinas finales- a un armario, cueste lo que cueste (y no son de Ikea). Lo de menos es el toro, aunque siempre sirva de excusa a los plumíferos que cobran de la publicidad de los toreros, para excusar a los coletudos, y criticar a los aficionados independientes: “¡Oiga, que hay que valorar lo que hace el diestro en función de lo que tiene delante…!”.
Pues sí, claro que lo hacemos; el buen aficionado nunca se substrae del juego del toro, y por eso exige que a cada cual se le dé la lidia que requiere, y no ese sinsentido de mil trapazos al natural por faena, salga lo que salga. Pues que no, oiga, los toreros, fieles al guión preestablecido por Julián y compañeros mártires, se empecinan en darle al buey más rajado, al mulo más infame, a la cucaracha o al marrajo más alevoso, los novecientos noventa y nueve muletazos de la  Sharía taurina post-moderna.
Ayer, tres toreros modestos, alguno modestísimo, se empecinaron  en el mismo error… para su pecado, adversidad, desgracia y las nuestras. Mil trapazos al coste que sea, pase lo que pase, aunque cunda la desilusión, el tedio o la desesperación entre los aficionados; ya habrá gente en los tendidos que aplauda -siguiendo perfectamente el guión- la concatenación inútil e inoportuna, improcedente e imprudente de muletazos. ¡Hay gente pa tóo!, que dijo el Guerra.

El tercero de Couto de Fornilhos (Foto: las-ventas.com)
Pisaron el ruedo dos solemnes bueyes de Gerardo Ortega –menos mal que no fue una corrida completa, Dios misericordioso- en primer y último lugar, que, a lo mal presentados, unieron una flojedad y un descaste insufrible. Pues vengan muletazos sin cuento. Cuatro toros complicados, mansos y problemáticos –peor el quinto, descastado a mi juicio- de la Sociedad Agrícola Couto de Fornilhos, con mal genio, broncos e inteligentes -con una sorprendente capacidad de aprendizaje para la estupidez generalizada por la LOGSE ganadera actual-, y los mismos se empeñaron en darle el mismo trato y los mismos pases que a las mismas borregas del encaste habitual… ¡qué pasión incontrolada o incontrolable!
Y en el interín, entre sustos, enganchones, coladas y vanos intentos, desesperación del aficionado y cubatas por doquier para matar el tiempo y las pocas neuronas que nos ha dejado una educación lamentable(hubo bronca gorda en la grada octava…, quizá lo más emocionante de la tarde). Y luego querrán que se llenen las plazas… Lo normal es que la gente huya a toda velocidad del marrajo de esta tauromaquia moderna, de los mulos empresariales contemporáneos anclados en un pasado centenario, de los bueyes de la pluma sostenida –y no enmendada-, de los coletudos de Sierra Morena o de los criadores de cuernos (¿?) con carne. Sálvense de la quema los que obran de buena fe, aunque errados –sin h- en su actitud o comprensión del problema.
Pues nada, cada cual a lo suyo.

Paulita en su recibo al primero, lo más notable que hizo  (Foto: las-ventas.com)
Paulita, entre la Mancha albaceteña y la Zaragoza Augusta, anduvo por un páramo de silencios, con su propia incomprensión. A su primer buey, un animalejo mal presentado, flojo, descastado, un novillo con sombrero de Gerrado Ortega, le dio unos lances capoteros sin quietud y mil intentos con la muleta. Con un viaje corto, tardeante, saliéndose de las suertes, la repugnancia aquella no tenía un pase, pero Paulita se empeñó en intentarlo hasta la extenuación, desde el encimismo en la segunda tanda, para ver cómo cabeceaba desde la proximidad. Insufrible, y eso que era el primero… De un pinchazo con desarme, media con habilidad y tres descabellos se deshizo del paradigma de la bravura moderna. En el cuarto, un toro portugués, largo pero bajo, con evocaciones al Conde de la Corte, soso y de poco gas, pero complicándose bastante, más ración de vacuidad. Nula la lidia, entrando el bicho al relance o corrido en el caballo que hacía puerta, no supo Paulita bajarle los humos, ese calamocheo invariable, ese cabeceo constante, porque todos los lances los remataba por arriba, cuando el animal requería otra cosa. Sucio todo, enganchado, tocada la muleta a cada pase, saliendo el buey distraído de los muletazos, el aragonés lo despachó, al fin, con tres cuartos de estoque, caído y tendido, por alargar el brazo.

Morenito en el quinto, mientras ambos viajaban a las tablas del 4 (Foto: las-ventas.com)
El lote de Morenito fue luso al completo. E iluso fue el diestro si pensaba que con la lidia universal sacaría partido de aquello. Su primer Fornilhos fue otro toro largo y bajo, tocado de armas, manso, brusco y con genio que le trajo casi de cabeza. Y eso que le acompañó con verónicas a los medios de salutación. Pero con la franela no hubo lucimiento, ante el calamocheo incómodo, ante las brusquedades y bronquedad mostradas, tarascada va y viene; ni lo supo lidiar como necesitaba, ni lo toreó, ni lo sometió en forma alguna. Faena llena de enganches, de trasteo eléctrico, aunque cargara la suerte ocasionalmente, antes de que el bicho iniciase unas miradas hacia la salida constantes… Oyó un aviso sin entrar a matar, y habiéndose pasado de faena y costándole un mundo cuadrarlo, al fin le dejó una casi entera, caída, rematada con un certero descabello. El quinto, fue otro buey manso, complicado, reculante en la muleta, buscando su querencia natural (sobre tablas del tendido cuatro), que fue, cuando lo hizo, con la cara alta, para rajarse en cuanto podía. Más lidia contemporánea a base de naturales y derechazos…, no se preocupen. Bien porque el toro reculaba, bien porque salía suelto y rajado de las suertes, lo que comenzó en los medios, terminó donde el mulo quería… y entre tanto sólo valor y enganchones. Un pinchazo sin pasar, un aviso, otros dos pinchazos bajitos más, media con estilo francamente cinegético, segundo aviso y hasta tres descabellos, fue la labor del burgalés para acabar con el marrajo… y aun hubo quien quería sacarlo a saludar…

Uno de los muchísimos sustos que nos dejó Ritter (Foto: las-ventas.com)
El colombiano Ritter sucumbió, también, a la lidia obligatoria de este lado del Atlántico. Su primer antagonista portugués fue otro animal largo y bajo, bronco y complicado, con una soberana capacidad de aprendizaje. Manso en varas, con genio, ya argumentaba a favor de una lidia capaz, dominadora, pero el diestro americano se empeñó en darle el tratamiento habitual. Ante los constantes tornillazos, tarascadas, derrotes y cabezazos…, naturales y derechazos, rematados -brillante idea- siempre por arriba. Susto tras susto, colada tras colada, fruto de esa ignorancia supina de cómo tratar a este tipo de animales, sudó tinta china para salir por su pie de la lid, entre doscientos mil enganchones. Por fin, después de cinco infructuosos intentos de tanda, se dobló brevemente con el astado, y como el bicho se tapaba tuvo que darle tres pinchazos sin pasar, cuarteando, y una estocada delanterilla a toda velocidad. Menos aun le vimos en el sexto buey, otro mulo genuino de tierras onubenses, de la ganadería de Gerardo Ortega. Ante el tornillazo y poco gas del bicho, procedió a ese encimismo que tanto asusta al público de aluvión desde la primera serie tras el tanteo. Todo sucio, sin gran respuesta popular, haciendo alardes de valor pero ahogando la mínima embestida de la res, aquello ni conducía a nada –bueno, claro- ni tenía mayor objeto que llegar al respetable a través de la angustia de verle cogido a cada lance. Después de quince mil trapazos, y ante el reclamo popular de que cogiera la tizona, lo despachó de un pinchazo sin pasar y un bajonazo -¡aclamado…!- y punto y final a Dios gracias.
El sábado acabábamos la crónica del día precedente diciendo que si hubiese más como aquella, la afición se agotaría… No, rectificamos, las puede haber peores…, y a la vista está.

Camino del descaste, transitaron entre la bronquedad y lo mular las siguientes reses:
1º.- Apacible, de Ortega, 492 kilos, negro bragado, meano y axiblanco, una rata con sombrero, manso, flojo, descastado y cabeceante mulo.
2º.- Pastoso, 517 kilos, negro bragado, tocado, largo y bajo, muy manso con genio, que desarrolló bronquedad y movilidad cefálica sin par. Complicaciones que no fueron resueltas oportunamente.
3º.- Indolente, 532 kilos, negro bragado y meano, tocado de púas, otro toro largo y bajo, manso, bronco y complicado, con desarrollado instinto de aprendizaje.
4º.- Embaixador, 565 kilos, negro bragado y girón, meano corrido, tocado de cuerna, manso, complicado y a menos en su descaste.
5º.- Manhoso, 610 kilos, cárdeno lucero, bragado y meano corrido, delantero de armas, manso y de condición boyar, reculante y complicado.

6º.-Frutero, de Gerardo Ortega, 532 kilos, negro bragado y meano, axiblanco, con dos velas y nada por detrás, manso y mular animalejo, paradigma del descaste. 

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