Madrid, 29 de mayo de
2014. Lleno completo. 6 toros de El Pilar, mal y desigualmente presentados, algunos sospechosos de pitones,
mansos, entre la invalidez, la sosería y el descaste. Sebastián Castella, silencio (aviso) y silencio (aviso). J.Mª. Manzanares, silencio y silencio. Alejandro Talavante, silencio y ovación
(aviso).
Otros cinco silencios…
y una ovación al ilusionista Talavante de remate.
Lo decíamos ayer y lo seguimos manteniendo hoy…
Corridas de tres toros harían de esta tauromaquia contemporánea algo más
agradable y atractivo para el gran público y menos insufrible para el
aficionado. ¡Qué corrida la de ayer,
señores! Las Ventas se ha transformado en la gran Peluquería Nati -“pasa al fondo, bonita, que te atiende Jessica”- donde
te cortan el pelo a medida –a la suya, claro-, te afeitan la cabeza... -y los cuernos
si es preciso-, te depilan las cejas al fuego –lo de cera ya la dan a través de
la “incondicional” prensa afín pagada a tanto la línea- y te arrancan el vello
facial –para dejártela tan tersa, dura y suave como la superficie granítica de
la encimera de tu casa-.
Así que tomadura capilar al por mayor -sin descuento
alguno- y afeitado gratuito –sin consecuencia alguna, claro-. Eso mismo fue la
corridita –por llamarla de alguna manera- de ayer en el ex primer coso del
mundo. Coso, foso, soso, que no ha podido caer tan bajo como en las manos del
Tripartito que lo gobierna y el Gobierno que lo “tripartita”.
Ganado infame, más que sospechoso de pitones, mal
presentado, inválido, descastado en su mayor parte; diestros apáticos, simplones,
trabajadores de mal chiste de funcionarios, incapaces de jugarse un alamar pero
cobrando como políticos al uso -o más, porque yo no conozco político (que igual
los hay) que por media hora de hacer como si trabaja se embolse 150.000 euritos
de nada, trescientos mil serían a la hora laboral…-. Garantía empresarial de
fracaso como nunca se ha dado en la historia de esta plaza que, desde su inauguración
efímera de 1931 lleva 83 años de funcionamiento y no recuerda una empresa más
nefasta… pese a que a don Ignacio
González le parezca -por qué será, ¿quizá porque con ella mejora
las vistas disponibles?- la mejor empresa de la historia –palabras textuales
suyas ante el que subscribe cuando andábamos por una conocida empresa radiofónica que antes era una familia
y ahora se rige por consultings internacionales-; y por eso le regalan las prórrogas al contrato de dos en dos… Así que, vayan
sumando, ganado, toreros, empresa, Comunidad y… nos falta el equipo presidencial de la nefasta tarde de ayer. Al
parecer, y según me cuentan, la mano -no negra, sino carbónica- de Curro
Vázquez anduvo agitando las turbias
aguas del reconocimiento para que fuese aprobada la boyada vespertina
enfangándolas aun más. Sea como fuere, esto o no verdad patente, el caso
es que el equipo presidencial, “veterimalos” y usía toleraron se lidiase en Las Ventas un
encierro infumable, desigual en más de cien kilos (entre 519 y 642, si mis
paupérrimas matemáticas no me fallan, hay 123 kilos de diferencia), pero lo que
es peor con animales anovillados, alguno sin cuernos y sin hechuras para plaza no ya
de primera, sino de segunda con alguna dignidad (que creo recordar que aun
puede que quede alguna). El público, eso sí, ¡a pagar…!, parafraseando como gritaba el bueno
de Joaquín Prat en “El precio justo”, que aquí sería "justamente" lo contrario,
injusto.
Y los “profesionales”… ¡a cobrar...!, eso sí, sin
dar participación a los de más abajo, no vaya a ser que se les acabe el chollo…
Si MediaMarkt se metiera en el mundillo taurino, lo de “¡No seas tonto!” sería
el lema universal.
Si todavía el pretendido “festejo” se hubiese acabado
en el tercero, cobrando los augustos representantes del G5 la mitad, y otro
tanto el admirador francés del Che Guevara… el disgusto hubiese llegado sólo
hasta la misma mitad. La deshonra del hierro de El Pilar se hubiese quedado en
su justo punto medio, y la cantidad desembolsada en whiskys y gin tonics para
olvidar el triste espectáculo que te ofrecen –y que proliferan como hongos en
otoño pluvial- se hubiese visto minimizada un tanto considerable. Por favor...,
que sólo me tomen el pelo la mitad en la Peluquería Nati de Las Ventas…
Primer corte capilar, al uno y medio, como si te
dispusieses a ingresar en la gloriosa Infantería de Marina española. El ganado,
infame, elegido por los toreros –no lo olvidemos nunca, por Dios-, supervisado
por los veedores de sus apoderados, a saber Luis Manuel Lozano (¿les suena el
nombre?), la Casa Matilla (“empresa tripartita habemus”) y el inefable Curro
Vázquez (“la mano negra”). ¡Qué bonito esto del mundillo taurino y sus
profesionales! ¿Se negaron a lidiar aquello los protagonistas áureos…? Ustedes
que creen…
La posible progenitora de alguno de los de ayer (rubia pirenáica la pobrecilla) (Foto: Tomás Romero jr) |
¿Se picó a los inválidos? Les respondo: pues no,
apenas un picotazo en cualquiera de las doce entradas, aunque se les cerró
bastante la salida; hubo dos toros a los que se les picó al lado de toriles, siete
de las doce veces no se les puso en suerte sino que entraron a su aire –corridos-
o al relance. ¿Trabajaron algo los espadas a favor del orden de lidia…? Otra
pregunta retórica; pues no, hasta el punto de que su máximo logro es hacer de
Don Tancredo cuando el toro pasa cerca de ellos (¡qué pedazo de casta y acometividad la de las reses!) y no son los dueños del pobre
cornúpeto… ¿Hubo, antes del sexto, algún toreo de capa apreciable? Otra
pregunta retórica, no tienen que contestarme. ¿Cuántos quites, por favor, se
hicieron a lo largo de una corrida de la máxima expectación y con las mal
llamadas figuritas? Cero en el primero, uno en el segundo (Talavante, unos
lances de poca enjundia), cero en el tercero, cero en el cuarto, cero en el
quinto, y otro de Talavante en el sexto, ¡albricias! ¿Cuántas veces se cayeron
los mansos inválidos del Pilar –ganadería a la que debieran cambiarle el nombre
por La Sima, porque este “pilar” no sostiene a las reses-? Nada, nada, poca cosa,
apunten: cinco el primero, cinco el segundo, cuatro el tercero, siete el
cuarto, cuatro el quinto, y sólo seis veces el último. Y eso gracias a que no
se picaron, a la labor enfermeril de los de luces –a los que les van a dar la
medalla al mérito de Salus Infirmorum-, y a que, como tampoco hacían mucho por
moverse, y menos por humillar, es difícil que se puedan venir más hacia el
subsuelo. Y así podríamos continuar.
Lo de Castella –apático trabajador funcionarial, con
esa alegría del obrero que roza el salario mínimo, pero cobrando por encima de
los 100.000 euros por tarde, por media hora de trabajo, real, madrileño…-, y lo
de Manzanares –éste cobra bastante más y se alivia infinitamente más- no
tiene nombre, como tampoco lo de Talavante en su primero, aunque algo se
redimiera con ese toreo contemporáneo en el último (toreo de timo técnico, pero
como ya nos estafan los políticos… y no nos quejamos, pues aceptable en nuestra
sociedad carente de valores contemporánea). Seguro que fueron muy “reconvenidos”
por sus mentores, si es que les dio tiempo a ello tras los insultos al público
y aficionados de Madrid…
Castella en el primero, cuando por fin se levantó (Foto: las-ventas.com) |
Sonaron clarines y timbal (anda de baja el segundo y
no hay sustituto) para anunciarnos el paseíllo de las egregias y sacro santas
figuras de la tauromaquia del siglo XXI. Y después de casi diez minutos saltó a
la arena el primer inválido, un bicho soso y descastadito de don Moisés Fraile.
Intentó saltar la barrera para ilustrarnos con la ingente capacidad de
mansedumbre que atesoraba, pero fue incapaz, como lo demostraría –con creces-
en las sucesivas caídas y derrumbes de su triste existencia. Castella no lo
torea de capa, para qué, igual eso le resta algún muletazo... Empieza el galo sentado en el estribo, obligándole a
estrellarse contra la barrera y destroncándole a conveniencia –justo lo que
necesitaba…-. Después le acompaña en paralelo, ejemplificando ese toreo moderno
de esconder la pierna y retirarse cuando viene el toro, citando desde la pala
del pitón o desde la quinta costilla verdadera… Muy bonito, pero sin respuesta
del timado público… No se cansa del título de la película -“Acompañando a Miss
Daisy”- y sigue llevándola a visitar Nimes, Arles, Bayona, Beziers, y otras
plazas de la meridional Francia, antes de convertirse en el bonito eje de un
Tío Vivo, en el que el toro gira a su alrededor pero nunca se enfrentan sus
pitones al cuerpo del espada… Soberbio ejemplo de la maxificación del riesgo. ¡Y
todo entre caídas, oiga, y con el pico…! Un metisaca muy bajo, un aviso y una
entera caída mandaron al despojo al desolladero. Todavía creo estar saboreando
la exquisitez aquesta... Lo mismo en el cuarto, otro inválido, soso y
descastado ejemplar de 604 kilos (que lo mismo podrían ser cien mil en la
báscula de la plaza…). Nada con el percal, ¿para qué?, y otras siete tandas,
las mismas que antes -debe tener la hora de trabajo regulada en función de la
productividad-, entre pérdidas de pasos porque el bicho “repone” y él más… Le
pitaron, como en el primero, para que pusiera fin a la tortura tártara, pero ya
saben que, en su soberbia, si le pitas trabajará aun más… Así que, cumplida su
labor con la plúmbea franela, le dio un pinchazo, una entera desprendida, con
pérdida del trapo, oyó un aviso y se
acabó aquello.
El primer inválido de Manzanares acabó por rajarse sin
vergüenza… Dio éste unos lances salpicados de indiferencia, por todas las partes, en el saludo. Dejó que lo picaran en el tendido uno, cerca de chiqueros, y que
allí lo encerrara el picador contra las tablas, que casi –y sin el casi-
embestía más el caballo que la pobrecita res… Y, después, otra fantástica ración
de cómo se puede destorear desde, por y para fuera con el mismísimo telón del
Teatro Español. Con enseñar el trapo, que debe andar por los cuatro metros
cuadrados de superficie, al lado del cuerpo, y utilizar el pico para despedirlo
hacia Canarias, basta y sobra; no importa que haga ademanes de colocación, y ya
no les cuento de lo del paso mecánico para atrás ni otras lindezas de la tauromaquia
contemporánea. El pobre animalín se despidió del espada en la quinta tanda,
buscando los verdes pastos salmantinos, y falleció casi de forma natural, de
una estocada caída por el lado contrario. En el quinto inválido, un monstruo de
642 kilos, sin trapío y con dos ofensivos -para el público de pago- platanitos
cefálicos, uso el muletón (no se acuerden ustedes de aquel dispositivo femenino…,
¡hombre!) para remitirlo expresamente –vía “express”- hacia la Conchinchina,
intentando la redención por el trabajo sin que la malísima gente de Las Ventas
se lo agradeciera en lo más mínimo, y aun más, le pitaran bastante… ¡qué malos
que somos! Un pinchazo, con desarme, y acosón y huída del diestro desamparado y
desarmado; un metisaca casi entero, por olvidarse de retirar la mano de la
empuñadura, y media por arriba, acabaron con el tormento del toro y del público. Ya, a esas alturas, había dos harakiris, tres ahorcados en los tendidos, y dos
precipitados voluntariamente desde las andanadas…
Sólo, y por los pelos desordenados, se salvó de la
quema Talavante en el sexto… Porque lo que fue en el tercero, otro inválido titular,
una cucaracha indigna, anovillada y sin trapío, descastado e infumable en
cualquier aspecto que ustedes analicen, siguió la tónica de sus predecesores en
el cartel. Toreo desde fuera, en paralelo, para sólo metérselo al finalizar
cada tanda, de tres y el de pecho, antes de que el bicho tardeara ¡en la tercera
serie!, acabasen ambos en el refugio de las tablas, y se lo cargara de una
entera atravesada con el brazo por delante. En el inválido sexto, ¡Alá es
justo!, falló a espadas después de una faena postmoderna en la que sólo pudimos
ver algún lance salpicado por tanda, falto de continuidad. Eso sí, echando la
pierna atrás, escondiéndola, cediendo terreno a su agónico antagonista,
acelerado en los comienzos, sin bajar mucho la mano no fuera a ser que en vez
de cinco caídas en este tercio, hubiesen sido más, y para qué les cuento con la
mano izquierda, ¡hay vídeos! A la gente, más que harta del inmundo espectáculo,
le dio por aplaudir ese toreo moderno hacia donde sea y como sea, pero con
alguna ligazón, y si mata bien le hubieran dado un despojo auricular… Nada que
ver con la rotundidad de aquella tanda y media de su actuación precedente,
desde luego. Recuerden…, lo de ayer no pasó de algún lance aislado por tanda y sólo a derechas… Un buen pinchazo por arriba, ineficaz, hubo de ser completado
con dos peores, una estocada delantera y atravesada, con desarme, y un aviso, que
dejaron la cosa en ovación de despedida…
Manzanares la vez que lo vio más cerca en toda la tarde, despidiéndole apara su viaje trans-oceánico (Foto: las-ventas.com) |
Talavante, comparen con la foto inmediata superior para ver la identidad del estilo contemporáneo, en el sexto (Foto: las-ventas.com) |
Hoy, a Dios gracias, no hay figuritas del G5 en el
cartel, pero ahora que lo pienso, ¿mejoraremos en algo?
Los inválidos pilaricos:
1º.- Resistente, jajajajajajajajaja, 519
kilos, castaño, poca cosa, delantero de armas, manso, flojo, soso y a menos.
2º.- Niñito, 567 kilos, negro, delantero de
cabeza, manso en varas, flojo, con algún movimiento en la muleta, rajándose al
final.
3º.- Brigadier, 554 kilos, jajajajajajajaja,
castaño, tocado de cornamenta para tapar lo escurrido de carnes y anovillado de
hechuras, fantástico, manso, inválido y descastado.
4º.- Potrico, 604 kilos, jajajajajajajaja,
colorado ojo de perdiz, delantero de cuerna, manso, flojo, soso y descastado.
5º.- Portillo, 642 kilos, más
jajajajajajajaja, colorado ojo de perdiz, con dos platanitos que apenas
sobrepasaban el testuz y menos “cara” que cualquiera del tripartito, con
hechuras mixtas entre la rubia gallega y el buey que arrastra de las piedras en
las antiguas provincias Vascongadas, manso, flojo, soso y descastado.
6º.- Fantasioso, no sabemos si de naranja
o de limón, 562 kilos (¿¿??), negro listón, tocado de cuerna, manso en varas, embestidor
y flojo.
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