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viernes, 30 de agosto de 2013

Las Ventas... sin rentas

Por Ángel Arranz Izquierdo

En las dos últimas ferias y ¿verbenas? taurinas de San Isidro, de la Comunidad, de la Cultura, de Otoño, etc., etc., ya hubo y habrá un bajón considerable de abonados y espectadores. Y el resto de la temporada –alrededor de 30 festejos- la imagen que ofrece la audiencia de Las Ventas es tan desoladora como deprimente.
De 2.000 a 4.000 personas pasan por taquilla en un aforo para 24.000 espectadores. No, no le hacen ningún favor a la categoría de Las Ventas y de La Tauromaquia esos “informadores” de lo ocurrido en el ruedo venteño cuando sistemáticamente dicen  que la asistencia de público para presenciar la corrida o la novillada mal anunciadas ha sido de un cuarto de entrada. La mentira repetida infinidad de veces acaba pareciendo verdad, pero solo es una mentira tan agigantada como destructiva porque conlleva un arma bumerán y letal.

Imagen aérea de Las Ventas cualquier domingo de verano... ¿un cuarto de plaza?
De los 2.000 o 4.000 espectadores la mitad son turistas. De ellos, el 95% entran y salen de la plaza profanos de lo que ha visto, vivido o entendido en la grada y en el albero. No, no existe una mínima formación e información para que la mayoría de los bienintencionados forasteros conozcan, respeten o se inicien en el especial arte de torear.
A partir del cuarto o quinto novillo o toro de los seis anunciados nos quedamos los de casi siempre y algún que otro turista que desea amortizar la entrada o le han sorprendido favorablemente matices en toros y toreros. Es verdad que un sector minoritario de turistas abandona la plaza para asistir a la cena espectáculo de turno que tienen programad en el paquete vacacional desde su origen. Lo que no dicen los “informadores” de todo lo ocurrido o por ocurrir, es que la mayoría de festejos no reúnen las condiciones que puede y debe exigir la principal plaza de toros del mundo. Ni dicen que aficionados imprescindibles y de primerísimo orden como mis amigos Rafael Cabrera o Fernando Bergamín se han desapasionado o casi desentendido de la actualidad taurina. Es decir, la gravedad del asunto va mucho más allá de anécdotas de exportación o turísticas.
Una reflexión de fondo; pongamos que varios amigos o parientes vamos a un país extranjero y nos interesamos e incluso asistimos al ritual más llamativo de ese país; y nos encontramos con que solo hay una décima parte de los asistentes posibles, y además la mitad no son nativos: ¿si el asistente extranjero es cabal, está pensando o pensará que dicho ritual es falaz, es un fracaso o es un fraude?
En la última década y hasta hace dos años, Zapatero era el culpable, sin excepciones, de todos los males españoles. La plaza de toros de Las Ventas del Espíritu Santo y del pueblo de Madrid la llevan manejando los pelotas, mandados o delegados de Aznar y de Rajoy mucho más tiempo… pero no son culpables de nada…, es cosa de la crisis de crisis o de la herencia… aunque tampoco se ha analizado la raíz, consecuencias y sombrío horizonte de la crisis de crisis y haciendas. El caso es que la gestión privadísima y opaca de tres de los cuatro o cinco “genios” en directrices y negocios taurinos, se han cargado la rentabilidad de Las Ventas en todos los órdenes y desórdenes habidos y por haber.

Los Choperita (padre e hijo... pero sin Espíritu Santo), Simón Casas y Antonio Matilla; la empresa del tripartito madrileño. Todo parece que las relaciones se han ido enfriando en estos días hasta límites insospechados, todos a la greña... (Foto: La Razón)
Claro si los presidentes de presidentes –los presidentes de gobierno- son embusteros, negligentes, tergiversadores o incompetentes, están dando licencias para que excesivos presidentillos políticos, territoriales, institucionales, patronales, financieros, etc., etc., sean de la misma cuerda o peor, y hagan lo que les salga de la bragueta o de la culera.
Como hizo el presidente de la corrida celebrada el pasado domingo 25 de agosto del año 2.013 en Las Ventas. Lean la excelente crónica taurina propiamente dicha de la corrida a cargo del profesor José Campos.
Por mi parte, quiero añadir cómo puede influir directa o indirectamente en hechos taurinos concretos, las carencias o caprichos en un sector de la clase dirigente o política tan ruinosa como impresentable.
Toros de Martín Lorca correctos en presencia, justos de fuerzas y muy obedientes, más que nobles bondadosos, como hermanitas santas y serviciales de la caridad. Toros que descubren a los buenos o regulares toreros… para tres lidiadores en la cola INEM. Lo menos terrorífico de la crisis es que te pone a cavilar. Y los tres espadas estuvieron entregados, centrados y concentrados en su dificilísimo oficio y situación.
Quitas el don de Morante, la épica experimental de Tomás, o el magisterio de Ponce… y ningún otro torero del escalafón –ninguno- supera el mérito, la variedad y la torería que demostraron Iván García, Javier Solís y Paco Ureña. Como sería de interesante el festejo que algunos turistas y todos los aficionados nos quedamos hasta el final.

Iván García confirmando a Paco Ureña, en presencia de Javier Solís este pasado domingo en Las Ventas. El toreo practicado estuvo a la altura (o más en algún caso) de cualquiera de los de arriba... (Foto: las-ventas.com)
Hubo ética, pundonor y estética en los toreros, y con un punto más de fiereza en los toros para imprimir riesgo y emoción a embestidas y faenas, la tarde hubiese sido rotunda, redonda, triunfal. Paco Ureña que confirmaba la alternativa cortó la oreja del sexto y el presidente le birló otra en su primero. Los turistas al no conocer las “reglas de juego” no pedían el trofeo que si pedían la mayoría de los aficionados al ser minoritarios entre los 3.500 o 4.000 espectadores del suceso. Con Iván García, en la actuación más reposada y madura que le he visto en Las Ventas, si se cruza un poco más con la muleta para hacer el toreo más puro y bello, hubiese habido un antes y un después en su trayectoria taurina, pero viendo la apoteosis de las figuritas en algunas plazas… mereció algún trofeo. Al igual que Javier Solís en su segundo toro. El presidente estuvo tan correcto como incorrecto: ¿les suena esa ambigüedad en los politicastros? Correcto porque no había mayoría en la petición de los trofeos. Incorrecto porque dadas las circunstancias de la mitad de los espectadores la petición mayoritaria era imposible.
Cada día y cada noche entiendo menos a este híbrido que todavía llaman democracia, no entiendo como un partido político puede tener mayoría con el 25% de los votos censados y le niegan a toreros, y no toreros, premios que demandan los cabales aunque sean artificialmente minoritarios. Ni lo entiendo, ni lo asumo.
En fin, a mí me parece que estamos en uno de los periodos más simplistas, primarios, falsos, banales, hipócritas y a la vez  enrevesados, que he padecido desde mi mayoría de edad dentro y fuera de las plazas de toros hace casi 50 años.
Sí, Las Ventas, es o podría ser la metáfora de lo que estamos sufriendo y aguantando. Privatizaciones y opacidad, sin ton ni son, de bienes o servicios eficientes y públicos, decisiones sin controles auténticamente sabios y mayoritarios, ausencia de justicia social, profesional, artística y de ninguna índole… solo pueden conducir a la ruina de ruinas en que estamos inmersos. Mientras, en la televisión pública y en el horario de más audiencia televisan un partido de fútbol entre un equipo inglés -¿donde queda Gibraltar?- y uno turco: ¡cosas muy didácticas y constructivas de la marca España! Hay ventas sin rentas como hay privatizaciones reaccionarias o exportaciones sin beneficios colectivos. Coges a los tres gestores taurinos que parecen más tontos y no lo harían mejor que lo hacen los Choperitas, Simón y Matilla… pero tampoco peor. Como los toros y toreros descritos y contrastados con otros toros y toreros. Claro, las curas de humildad, decencia y naturalidad son más que urgentes. Seguimos sin resolver ese dramático dicho y hecho: ni son todos los que están, ni están todos los que son. Con la que está cayendo y queda por caer, las actitudes y aptitudes de nuestros dirigentes se limitan a esperar que escampe, o a ver por donde van las “soluciones” de Obama o la Merkel.

Y como aquí nadie dimite por atropellos a la dignidad y la razón taurinas o genéricas, no es de extrañar que ciudadanos honrados e inteligentes de todos los colores y calores vayan perdiendo pasiones, ilusiones, iniciativas o participaciones para salir o contribuir a salir de la ruina, de la rutina, de la crisis, y de credos… decadentes o fracasados. Ahora mismo, en la media tarde del 29 de agosto de 2.013 estoy tan acatarrado como horrorizado. No se si es por las supuestas armas químicas de Bachar el Asad o quien sea; o es por las armas económicas de los mercaderes de la muerte y de la explotación.  Quizá sea por las dos. La sangre inocente y humana se derrama innecesariamente todos los días; habrá que “estar preparados y mentalizados” para la que vayan a derramar y aumentar centenares o miles de sirios en nombre de “nuestra democracia y libertad”. Pero en mi nombre: ¡NO! Estamos descabezados, desalmados, desorientados, desequilibrados, desmoralizados, desmemoriados. La ínfima “tortura” de limitados toreros con los toros, o al revés, es una broma comparada con la tortura a la que someten a infinidad de seres humanos algunos mandamases y sus cómplices con sus decisiones. Los hay, hasta con el premio nobel de la paz. Por supuesto premios con letras y credibilidad minúsculas. ¡QUE TERROR!

jueves, 29 de agosto de 2013

"Una fiesta campera en Córdoba la Vieja" de don Antonio Casero

Hace apenas un par de días hablábamos sobre un libro más que interesante para conocer buena parte de la historia ganadera cordobesa del primer tercio del siglo XX, narrada en forma de escenas camperas y relato viajero. Hoy, por una de esas casualidades de la vida, nos encontramos con un nuevo reportaje sobre la ganadería de don Florentino Sotomayor, publicada apenas un año después. 
Se trata de un artículo firmado por el cronista, dramaturgo y novelista Antonio Casero -padre del pintor y también cronista taurino- que nos cuenta una tienta en la vacada cordobesa en 1923 (cuatro años antes de la fecha de "Camperas"), pero que básicamente recrea lo mismo que en su día nos narrara Luis Ruiz de Castañeda y Aguiar, relato más breve pero en el que se entrevén los mismos nombres, protagonistas y sucesos. 
Por eso hemos creído que será de mucho interés para los amantes de la ganadería brava y para los curiosos en general, ver cómo se desarrollaba una tienta en casa de los miuras cordobeses, reproduciendo el artículo que se publicó en el Heraldo de Madrid el 5 de mayo de 1923. No se pierdan la sabrosa descripción de lo que se hacía en la ganadería de la A con la O, o dicho de otro modo, en la vacada cuyo hierro hoy lucen los veragüeños de Prieto de la Cal, y lo que después refleja del ambiente taurino que se respiraba en la Córdoba califal. Todo ello de la mano, repetimos, de Antonio Casero (El Heraldo de Madrid. 5-5-1923).


"POR LA SERRANÍA DE CÓRDOBA
UNA FIESTA CAMPERA EN “CÓRDOBA LA VIEJA”

Al pie de las ermitas cordobesas, cantadas por el poeta Antonio Grilo, se yergue, sobre un campo de esmeralda, la típica alquería andaluza «Córdoba la Vieja-, hoy propiedad del rico hacendado don Florentino Sotomayor, escrupuloso ganadero de reses bravas, y de la que fue en su día dueño y señor el gran «califa» del toreo cordobés, Rafael Molina, Lagartijo.
A la que el día clareaba, y el sol iba dorando los campos andaluces, esmaltados de aromáticas florecillas tempraneras, camino del cortijo, y en animosa romería, caminaba, a presenciar la fiesta campera, el mocerío de las próximas alquerías, saludando a la mañana con coplas de alegre cadencia popular. Algún que otro torero de categoría, jinete, sobre su jaca de cola rizosa, enjaezada a la andaluza, que iba con su trote bordando los campos, como aquella otra de «obediencia» y «brío» cantada por el duque de Rivas:
«La jaca torda.,
la que, cual dices tú, los campos borda.»
Los .torerillos, que a pie caminaban por la carretera, con los capotes de torear al hombro y con un bagaje de fantásticas ilusiones, contemplaban al jinete torero vencedor, que, como ellos, anduvo en su tiempo, a pie y sin dinero, camino de los cortijos.
Mientras la aristocracia y el pueblo en simpática camaradería conversaban esperando que principiase el festejo, yo curioseaba por el caserío cordobés, y al pasar por la grandiosa cocina de chimenea de campana, donde las cortijeras preparaban el condumio para los invitados, y unos pachones y galgos hallábanse en espera de las piltrafas, vi a dos torerillos que deletreaban la inscripción de la chapa de metal de una bandolera allí colgada, y que decía así: «Guarda jurado de Córdoba la Vieja, propiedad de don, Rafael Molina».
—Oye, tú—-le decía el uno al otro—: Este Rafaé Molina fue Lagartijo er grande.
—Miá que si arguna ve atuviera uno una finca como esta, ganá con er toreo, i mi mare y qué bandolera iba yo a manda jasé!: «Guarda jurao de la finca der Pimienta Chico». Azín, ni una palabra meno ni má, y en cuanto tropesara er guarda tanto azín a un afisionaiyo que entrase a atoreá al sercao, ajuera der cortijo er guarda, y jamón par torerillo.
—¡Mi mare qué finca tenía er zeñó Rafael...
—Pues esto se gana arrimándose a los toros—les repuse—-. Ahí tenéis a Machaquito, dueño también de aquel cortijo
medianero a éste. Lo ganó con arte y vergüenza torera, y él se llevó la llave del abolengo taurino cordobés. ¿Verdad, Machaco? —les decía yo a estos chavales...
—Sí señó, ya le estoy a usté oyendo, amigo Antonio —contestó Machaquito—. Hay que brega mucho pa llegar a esto de tené una finca. Ya verá usté luego, cuando estos chaveas se pongan delante de las novillas, cómo no se acuerdan de la chapa que dise: «Propiedad de don Rafaé Molina».

El hierro y la divisa en el libro de José Emilio Pinar, “Indicador de hierros, divisas y señales de ganaderías asociadas, por... Con cartas del Excmo. Sr. Duque de Veragua y de D. Ángel Caamaño (El Barquero)”. Madrid, Hijos de E. Minuesa, (1914).
En esto estábamos, cuando se oyeron gritos de: ¡Ya vienen! ¡Ya vienen!... ¡Serrar las puertas de los corrales, y que se quiten tóos d'ahí, no s'asuste er ganao!... Y detrás del cabestraje, y acosadas por los vaqueros, entraron en el corralón cincuenta y tantas novillas, que habían de ser sometidas a la prueba de servir o no para ser dignas, madres de toros bravos y nobles que sigan dando prestigio a la famosa ganadería cordobesa de D. Florentino Sotomayor, que, en unión de sus hijos Eduardo y Francisco, asesorados por «el Rubio», conocedor de la ganadería, fueron escogiendo y desechando escrupulosamente las novillas que se iban probando.
La tienta de las reses la efectuaron los picadores Mazzantini y Sevillanito, auxiliados por Cámara, Algabeño, Zurito, Guerrilla, Baquero de Lora y otros aspirantes a diestros.
Pepito (Algabeño) hizo un verdadero derroche de toreo fino y elegante, ejecutando magníficos pases naturales; Cámara, toreó con buen estilo; Zurito, con valentía; Emilio Torres, que lleva en su cara los rasgos de simpatía, de su padre Emilio (Bombita), dio unos cuantos lances buenos; el hijo del ganadero Natera demostró arte y valor, del que tan necesitados están algunos profesionales; Guerrilla estuvo muy trabajador, y un aficionadillo apodado Saltamontes hizo el Tancredo, con gran aplauso de la concurrencia.
Una dama le preguntó si se atrevería a repetir la suerte, y Saltamontes la contestó con gracia:
—Zí, zeñorita; por ezá cara tan precioza zoy yo capá d'haserle er Tancxeo a la máquina del expré...
Cuando se terminó la faena de tienta pregunté al conocedor de la ganadería:
—¿Está usted satisfecho?
Y el Rubio me contestó:
—¡No está mal la cosa. S'han tentao sincuenta y cuatro novillas, que cuasi toa son de media sangre: Miura y Parladé, y argunas pura Parladé. Las que más se han destacao, a mi corto juisio, han sío «Olivita», hermana d'un toro puro de Miura; «Maravilla», «Judía», «Curtidora», «Vivorita», hermana d'er toro que se inutilisó en los corrales de la plasa de Madrid el año pasao, y que aluego se jugó en septiembre, resultando superió; la «Bilbaína» y la «Buscavidas». De las demás hay argunas que, con nota de regula, se quedarán en la piara, y las demás irán p'ar mataero, que D. Florentino Sotomayor, mi amo, es afisionao pundonoroso, y no quié que los mansos luscan su divisa.
Concurrieron a la fiesta, entre otras muchas personas: Doña Soledad Cabrera de Hoces, señora marquesa de Santurce, doña Enriqueta de la Coba Moreno, doña Ángeles Clemensón de González, doña Rosario Rodríguez de Valenzuela, doña Cecilia Mac-Pherson de Sotomayor, la marquesa de la Vega de Sera, y doña Emilia Sánchez Guerra de Vega Seoane, y señoritas María Luna Olivares, Maruja Machimbarrena-, Pilar Mendizábal, Consuelito Mendizábal, Pilarita
Sotomayor. Rosarito Padilla, Angelita. Clemensón y Maruja Fernández de Mesa.

La vacada descrita en el "Consultor Indicador Taurino Universal", de Ángel Carmona González (Camisero), en su 1.ª edición. Madrid, s.i., 1923. 
Entre los caballeros, además de los de la casa, se hallaban el conde de Artaza, don Bartolomé Valenzuela. D. Antonio Natera y su hijo D. Mariano, D. Félix Moreno Ardanuy, D. Miguel Rodríguez Gutiérrez, D. Santiago Jimena de Castro, D. Rafael Espinosa de los Monteros, D. Lope de Hoces y Olalla, D. Manuel de la Torre, el diestro José García «Algabeño», D. Antonio Herruzo Martos, D. Antonio de Hoces y Losada, D. Francisco Cano, D. Eduardo, D. Juan Miguel y D. José Padilla, don Evaristo Peñalver, D. Emilio Torres Navarro, D, Diego León, D. Antonio Cámara Meléndez, D. Rafael Pérez Herrera, D. José Osuna Cruz, D. Antonio Ramírez González, el marqués de Murrieta, don Joaquín Gómez de Velasco, D. Juan Barasona Santaló, D. José Escobar, el Marqués de Santurce, D. Rafael González Madrid y D. Francisco Gavilán Bravo, y los aficionados madrileños: el senador del Reino D. Carlos Prast, el director del International Bank D. Manuel Aleixandre, el concejal del Ayuntamiento de Madrid señor Regúlez, el rico industrial Sr. Naón, el ex diputado provincial D. Bernardo Martín, el notable artista D. Carlos del Pozo, el famoso arquitecto D. Antonio Palacios y otros.
El rumboso ganadero, auxiliado por su encantadora hija Pilar Sotomayor, hermosa cordobesita, que no se sabe qué admirar más en ella, si su hermosura o su modestia, colmaron a sus invitados de atenciones y agasajos.
A poco de atardecer, llegamos a Córdoba, la Sultana. El famoso Guerrita, en el Club que lleva su nombre, les dirigía
a sus fervorosos creyentes la palabra.. Estos le escuchaban como al oráculo. Hablaba de toros, y me pareció oírle decir: «Tenéis ostedes que desengañarse. Joselito sostenía con su arte a la afisión. Parmó José, y hoy no dan unos y otros más que mítines en la plasa y ajuera de la plasa».
Conejito asentía a las palabras del maestro, mientras un hombre gordo, muy gordo, profundamente dormido sobre un sillón, roncaba. Aquel hombre de irrisoria figura fue en sus tiempos juveniles un guapo mozo, banderillero del señor Salvador Sánchez (Frascuelo); se apodaba Bebé, y un toro lo dejó inútil para el toreo.

El Club Guerrita, que el padre de un servidor visitaba, de niño, cuando podía, en contra de la opinión materna. El califa a la izquierda de la imagen (Foto: cordobapedia.wikanda.es)
Más allá, y sentado junto a la, mesa de un café del paseo del Gran Capitán, hallábase un viejo curtido por el sol y agobiado por los años, pero sin dejarse aún vencer por ellos. Oía con displicencia hablar de toros a los amigos, y apuraba la colilla de un cigarro puro, que llevaba, nerviosamente de un lado a otro de la boca. La cara de aquel interesante viejo no me fue desconocida, y acercándome a él le dije:
—Usted perdone esta libertad que me tomo. ¿Se llama usted Juan Molina?
—Juan Molina me llamo, pa zervirle.
Estreché la mano de aquel gran torero, hermano de Lagartijo, y me preguntó:
—¿A quién tengo el honó de saluá?
Y le contesté:
—A un aficionado madrileño que fue admirador suyo..
—Grasia, muchas grasia; s'estima er piropo.
—Salud, señor Juan.
—Váyaste con Dio, amigo...
En la cara del famoso torero se dibujó una sonrisa, y de sus ojos se escaparon unas lágrimas. A poco, se levantó, y se echó calle abajo. La pianola de un «tupi» tocaba un pasodoble torero, y por la calleja obscura, con el cuerpo erguido y marchando airosamente al compás de la música flamenca, iba el señor Juan Molina, más joven que nunca, llevando el compás como cuando hacía el paseo de las cuadrillas.
Buscando filigranería cordobesa, un guardia me contestó:
— Aquí ya no quea más filigrana que la Mezquita; er toreo es vurgá: las costumbres, vurgares; en vé de montilla, se beben «coiteles». Los toreros viejos le daban carté a la tierra; los jóvenes, ni ná, ni ná.
—Pero no me negará usted, señor guardia, que aún quedan en Córdoba flores y caras más bellas que las flores en la serranía.
—¡Eso, hasta morí!
A la luz de la luna las ermitas de la sierra de Córdoba parecían de plata; a mi llegaron, en la noche plácida, los ecos de una canción de cadencia mora, y mirando hacia la serranía, lugar de misteriosas leyendas de moros y cristianos, fui recordando aquella famosa oriental del poeta Zorrilla:
«Ven a Córdoba, cristiana;
sultana serás allí,
y el sultán será, ¡oh, sultana!,
un esclavo para ti.
Te dará tanta riqueza,
tanta gala tunecina,
que has de juzgar t u belleza
para pagarle mezquina,
Dueña de la negra toca,
por un beso de tu boca
diera un reino Boabdil;
y yo por ello, cristiana,
te diera de buena gana
mil cielos si fueran mil».

ANTONIO CASERO

Córdoba, mayo 1923".


miércoles, 28 de agosto de 2013

Reivindicarse

Segunda corrida de verano en Las Ventas

Por José Campos Cañizares

Hemos defendido a lo largo de las crónicas realizadas este verano, alrededor de los festejos celebrados en Las Ventas, la necesidad de que se celebren corridas de toros los domingos, y no novilladas como las empresas de Madrid llevan ya varios años programando. Las novilladas están bien para los viernes por la noche, pero no para los domingos, un lugar central que ha sido de reivindicación de matadores de toros, que tenían en Las Ventas el propicio trampolín para mostrar su torería y volver a la lucha. A día de hoy podemos decir que los triunfos obtenidos por Juan del Álamo y por Paco Ureña, principalmente, nos dan la razón, pues hay toreros, como los señalados, que no entran en las ferias pero tienen mucho que decir, e incluso pueden meterse en el circuito tras un triunfo de tal categoría. Aparte, a otro nivel, en las dos corridas celebradas en Madrid este verano, también hemos podido ver la sorprendente novedad de Alberto Lamelas, y, por qué no decirlo, si comparamos con lo que ocurre por esos mundos taurinos, las dignas actuaciones, en distinto tono, y a pesar de tantos matices, de López Simón, Iván García y Javier Solís. Y todo realizado ante corridas de toros a las que las figuras no se enfrentan, salvo cuando les toca aparecer por Madrid, y por aquello de que las corridas en esta plaza, todavía, tienen que estar bien presentadas y aparecer en puntas.

Imagen de la ceremonia de confirmación de Ureña. Tres toreros talluditos en búsqueda de su oportunidad (Foto: las-ventas.com)
Hubo un momento en la tarde del domingo que nos pareció una reivindicación de lo que estamos comentando, cuando el célebre aficionado del tendido bajo del 7, El Rosco, pidió a los empresarios que dieran en verano corridas de toros para ver a los toreros que no entran en San Isidro, porque es una cuestión de equidad y de darle a la plaza de Las Ventas, durante la temporada, un nivel competitivo, y no caer en la atmósfera de liquidación, en la que está ahora. Esto relaciona lo explicado con los intereses que puedan existir para eliminar los toros en Madrid fuera de las Ferias de San Isidro y de Otoño. Un asunto que nos parece beneficia al taurinismo, y en ello están, porque todo lo que sea quitarle poder a Madrid es validar sus propuestas: por ejemplo, vender como figuras del toreo a toreros de su entorno que sin el corte que supone Las Ventas, lo serían; y no como le ha pasado recientemente a alguno de ellos, que sin dejar de anunciarse en los carteles de las ferias, no se pueden cotizar como si fueran realmente figuras, porque Madrid les ha frenado. Esta es la cuestión principal que se mueve entre bastidores, además de que los presidentes regalen orejas -algo fundamental para el taurinismo y que molesta muchísimo que no ocurra, como en el caso de Las Ventas-, que también se extienda la plaga de las fundas -para esconder acciones-, que al toro se le masacre en una única vara, que picas y banderillas vayan traseras, y que se toree al revés, con la pierna de salida en los pases retrasada -descargar la suerte- para ligar mucho y torear poco, etc. Aspectos que antes se discutían en los tendidos y en las gradas cuando había aficionados, y había temporada, y que ahora para conocerlos sólo queda leerlos -¡maldita actividad la lectura, como la taurina!- en obras de autores que desde aquí reivindicamos para saber cómo hay que torear, como  F. Bleu, Federico M. Alcázar, Domingo Ortega, Guillermo Sureda, Rafael Ortega o Joaquín Vidal.

Un ajustadísimo y obligado pase de pecho de Ureña en el primero (nada que ver con recientes fotos mostradas en este blog de alguna figura astral) (Foto: las-ventas.com)
Madrid, 25 de agosto. Casi un cuarto de entrada. 4 toros de Martín Lorca y 2 de Escribano Martín (1º y 4º). Distintos hierros pero pertenecientes al mismo ganadero, y por lo tanto con la misma procedencia, mixta de Domecq. Bien presentados, mansos, algo escasos de fuerzas, nobles. Dieron juego. Los de Escribano Martín, el 1º, bajo y con exceso de peso, y 4º, flojo y escurrido, noble, fue aplaudido en el arrastre. De Martín Lorca, los 2º y 5º, cinqueños, con demasiados kilos; todos nobles, destacando el 6º por meter con claridad la cara, mientras el 3º dio menos juego. Pesos: 528, 560, 541, 536, 582 y 532. En el caballo, menos la primera vara al 6º, se les picó muy trasero, y en algún caso, al 4º, de manera indecente. En banderillas, también predominaron las traseras. En la lidia, se mostraron con mayor ajuste, lo que benefició al juego de los toros, tanto J. A. Aponte Candelas, en el 4º, como Rafael Viotti, en el 6º.
Iván García (lila y oro con cabos blancos). 29 años. De Madrid. 2 paseíllos en 2012. 2º) pinchazo, pinchazo soltando y estocada delantera caída, más tres descabellos. Recibió un aviso antes de entrar a matar. Silencio. 4º) Estocada. Aviso. Tardó en doblar el toro, levantado por el puntillero, segundo aviso. Vuelta al ruedo tras petición.
Javier Solís (grosella y azabache). 32 años. De Badajoz. 1 paseíllo en 2012. 3º) Estocada atravesada, trasera y contraria. Aviso y dos descabellos. Silencio. 5º) Estocada delantera. Vuelta al ruedo tras petición.
Paco Ureña (caña y oro con cabos blancos). De 30 años. De Lorca (Murcia). Confirmó la alternativa. 12 corridas de toros en 2012. 1º) Estocada baja. Vuelta tras ligera petición. 6º) Pinchazo y estocada trasera caída, eficaz. Oreja.

Ureña toreando al natural en el sexto (Foto: las-ventas.com)
Los últimos muletazos al sexto toro interpretados por Paco Ureña, en la tarde que confirmaba alternativa, fueron de largo lo mejor de lo ocurrido en una corrida que fue entretenida y acabó en lo más alto. Algunos de esos muletazos finales del torero de Lorca fueron extraordinarios, sobre todo los expresados al natural, cruzándose con el toro y llevándole atrás, en curva, con temple y mando. Es decir, ahí, hizo el toreo. La faena fue iniciada con pases por alto ante un toro que estaba crecido. Así la primera tanda por la derecha le salió algo desigual pues el toro no estaba ahormado; si bien, a continuación, y a base de exponer, la faena fue ganando en contenido -en algún momento, en esa fase, descargó la suerte- para alcanzar un toreo de altos vuelos, cuando se pasó la muleta a la izquierda, y en corto toreó con sabor, aroma y verdad. Algo difícil de ver en estos momentos que atraviesa la tauromaquia, con una forma de hacer el toreo, la de Paco Ureña, el curvo hacia adentro, que se valora en Madrid, ante un toro bien armado y en edad. La intensidad y la torería alcanzada en la segunda parte de la faena a este toro de Martín Lorca, Quimero, ha sido lo mejor de este verano. Ya en su primer toro, con el que confirmó la alternativa, Paco Ureña, se puso a torear sin probaturas, algo que demostraba las ganas de triunfo. Muy decidido. El toro no fue el mismo porque pesaba mucho y le faltaba movilidad. Destacó menos aquí Paco Ureña, tal vez, porque le acortó muy pronto la distancia al toro, y le ahogó. Le dio pases meritorios, y otros enganchados. Se lo pasó por delante, lo que tuvo mérito, expuso y acabó con arrimón, y manoletinas.

Iván García con la derecha y tras descargar la suerte (Foto: las-ventas.com) 
Iván García, se ajustó al toreo moderno al uso, es decir, dio muchos pases, dentro de un concepto del toreo que gira en esconder la pierna de salida en los muletazos para ligar más dentro de las tandas. Es decir, ligó pero no toreó. Es cierto que templó. Pero dio la impresión que llevaba todo lo que hizo pensado desde el hotel. Mucho automatismo, mucha labor, mucho toreo por las afueras. Buena técnica ajustada a los patrones de la neotauromaquia que nos rodea, y nos quiere ligar. Las faenas fueron de largo metraje, y abundó el toreo tumbado, en la postura del torero, un toreo que por ahí se defiende porque se dice que humilla más al toro, cuando en realidad el que se pone a los pies del toro es quien debería erguirse y torear natural. Son los tiempos que corren. En el haber de Iván García digamos que toreó muy bien a la verónica en su primer toro, de inicio y en un quite, con una excelente media en las de recibo.

Javier Solís suplió a base de valor sus carencias en experiencia (Foto: las-ventas.com)
Javier Solís, en su primer toro demostró que torea poco, pues no pudo acoplarse a él, y ni siquiera plantearle faena. Luego, en su segundo, toreó templado, en muletazos sacados uno a uno. En el arrimón final, cuando el toro ya no tenía recorrido, dio lo mejor de sí mismo, sacando muletazos de verdadero mérito y valor.

martes, 27 de agosto de 2013

"Camperas" de Ruiz de Castañeda y Aguiar, un libro evocador

Con el sugerente título de Camperas publicó en Córdoba –allá por 1927- Luis Ruiz de Castañeda y Aguiar, un precioso libro de experiencias tanto cinegéticas como taurinas.
El libro, editado en Córdoba por la Tipografía Artística (de la calle San Álvaro, 17), y que resulta ya bastante raro en el comercio, está dividido en dos partes, la primera dedicada a la caza, con capítulos tan evocadores como “Una montería”, “La caza menor” o “De liebres”, y la segunda a la tauromaquia campera.
Es a ésta a la que habremos de referirnos, porque en su cuatro capítulos se nos hace extensa relación de faenas de campo con el ganado bravo en los interesantísimos capítulos que recogen los principales hitos del manejo y cuidados de las reses bravas en el ámbito ganadero: “Destete y herradero”, “Las tientas”, “Encajonamiento” o “Enchiquerado”. Sabor a campo andaluz que rezuma costumbrismo sano y épocas en las que el ganadero era amo y señor en muy buena medida de la fiesta nacional.


Se apoyará el autor cordobés en ganaderos de la “tierra”, de la capital califal, de los que criaban por entonces ganado serio, encastado, de raza, casi al pie de la misma mezquita y catedral cristiana. Nombres de todo punto evocadores, Florentino Sotomayor, Félix Moreno Ardanuy, García Pedrajas, Antonio Natera aparecen como eje conductor de cada capítulo, cada cual con su propia idiosincrasia, todos con personalidad, y en el trasfondo un común hacer en pro de la bravura y la casta.
Aun hace unos meses mandaba yo el capítulo dedicado al continuador del encaste Saltillo a mi amigo José Joaquín Moreno Silva, y sabía él reconocer en las frases de Ruiz de Castañeda lo que en casa de su abuelo se hacía, incluso el nombre de algún caballo o jaca y el de machos aprobados que han dejado huella en la vacada. Todo ello da prueba de la veracidad con que se narran los quehaceres –extraordinarios- pero habituales de cada una de esas experiencias camperas.
Pero antes de entrar en materia, el autor nos evoca la figura del conocedor de Sotomayor, “El Rubio”, con palabras que nos llevan a tiempos en que la afición primaba sobre lo comercial, en que el campo centraba el gusto y el interés de cualquier vaquero, a tiempos de vocación y de abnegado sacrificio, siempre recompensado por los cuidados bien realizados. Permítanme recrearles lo que el autor canta en alabanza de un oficio cada día más olvidado:

Es “el Rubio”, conocedor de la vacada de Sotomayor, uno de los hombres que, nacidos para el desempeño de tan delicado cargo, acertó con el camino que a él pudiera conducirlo.
Muy niño, con trece años, entró de cabestrero en la antigua ganadería del marqués de los Castellones, que pastaba en las dehesas de “La Rinconada” y de “Los Cansinos”.
Su afición, siempre desmedida, y su comportamiento, de constante ejemplaridad, pronto lo llevaron a ocupar cargos y desempeñar oficios, cuya responsabilidad contrastaba con la exigible a un chavalillo.
Ascendido a garrochista apenas pudiera con el palo, su voluntad de hierro y su habilidosa compenetración con el ganado bravo, hicieron de él uno de los más afamados jinetes de la región, al que su seriedad, sereno valor y prudente gallardía, le depararon, inmediatas, halagüeñas proposiciones, que desoyó.
Encariñado con sus toros, siguió su suerte, y durante la permanencia del ganado en la marisma, su constante roce con inteligentísimos conocedores y su deseo de aprender más, completaron sus conocimientos, que al volver la vacada por tierras cordobesas eran absolutos.
Por entonces, el opulento labrador y ganadero don Florentino Sotomayor compró las reses bravas, y  desde el primer día, al frente de ellas se colocó “El Rubio”.
Dotado de un memorión verdaderamente extraordinario, huelgan para él apuntes y registros.
En las gavetas de su privilegiada inteligencia, se archivan los nombres de todas sus reses: vacas y toros, becerros y novillas.
Con exactitud recuerda la descendencia de ellas, nota que obtuvieron en la tienta y calificación que alcanzaron en la lidia.
Sin recurrir a nada ni a nadie, afirma con probadísima certeza el año en que nacieron, número que se les concedió y cruza de que provienen.
Su libro de consulta queda reducido a un indescifrable manuscrito, mugriento y muy resudado, en que, a su modo y con rudimentaria taquigrafía de exclusiva invención, anota unos signos que quieren ser números y traza unas irregulares rayas, que, quirománticas, lo ilustran con firmeza tal, que al registro oficial de la ganadería cuidadosamente llevado, no cabe concederle mayor autoridad.
Hombre de pocas palabras, muy parco en ellas, habla sentencioso, con gravedad ocurrentísima.
Por imperio de su oficio ha recorrido España, visitando frecuentemente las plazas del mediodía francés.
Y es de ver a su regreso de Burdeos, de Nimes o de Beziers, mimadillo por las caprichosas francesitas, que lo encuentran muy interesante con su ceñida y vistosa indumentaria, por su gracejo y flamenca apostura, los vividos chascarrillos, que siempre muy serio y muy lacónico refiere entre los suyos, que curiosos le interrogan, durante las cortas veladas de la canícula cordobesa.
De por vida vistiendo el traje corto, siempre a caballo, diríase que a pie pierde la línea.
De robustas piernas, un poco arqueadas, de cuerpo cenceño y agilidad pasmosa, con proporcionada talla y recta musculatura, es el tipo clavado del garrochista andaluz, al que un capricho de la naturaleza, para distinguirlo más, dotó de rubia cabellera, que le da nombre, ya que los propios José Baena y Puntas, a fuerza de callarse, quedaron olvidados.
Para atender y vigilarlo todo, vive en “El Higuerón”, alegre cortijo ribereño, a que rodean las feraces fincas en que pasta la ganadería.
Cuando amanece, y antes, jinete sobre su poderosa jaca, pedazo del alma, todo lo recorre diligente.
Con verdadero arrobamiento llega al “sercao” “Las Pitas” en busca de las vacas, pasa a “Córdoba la vieja” para ver los novillos, baja al “Castillo” en pos de las becerras y vuelve al “Jiguerón”, en cuyos cerrados, bien delimitados, componiendo corridas, se cuida y se da pienso a los lustrosos toros que han de jugarse luego.
En el verano, cuando las vacas, en busca de agostadero, se van a la campiña, sin parar, cabalgando de noche, porque están lejos, las visita constante, aprovechando fechas que libres, le dejaran el continuado ajetreo acompañando corridas y la asidua atención que reclaman las que en el cerrado esperan. (…)


Seguirá el autor metiéndose en faena. No habremos de detenernos mucho más en su interesantísima relación, aportando infinidad de datos, de toros, de reatas, de caballistas y de caballos, del discurrir de las faenas camperas y de los agasajos a invitados y amigos, sin embargo déjenme sólo insistir en que todo ello se hace en torno a ganaderías cordobesas que en su día fueron señeras, a veces soñadas por los aficionados, siempre encastadas y con personalidad propia, alguna pastando en míticas dehesas como la de “Córdoba la vieja”, antaño del califa Lagartijo, donde se enseñoreaba esa vacada cruzada de Miura y Parladé de don Florentino Sotomayor, que asustaba a los coletudos…
En el primero de los capítulos, “Destete y herradero”, se detendrá el autor en esa precisa finca, antiguo Real Sitio y Coto de caza de los monarcas, para mostrarnos las operaciones que se practicaban en la ganadería de Sotomayor.
En “Las tientas” volverá el autor a los mismos pagos, para narrarnos, como si de agenda de viaje se tratara, una tienta en plaza a la que acuden el célebre Guerrita –todo un califa cordobés con su misma autoridad-, los ganaderos Natera, García Pedrajas o Félix Moreno, una “trouppe” de toreros encabezados por un califa más, Machaquito, y conformada por Camará, Algabeño –hijo- o Zurito, el caballista Antonio Cañero, los novilleros Canela, Serranito, Cantimplas y Parejito, o los bravos peones Guerrilla y Bejarano, Cerrajillas, el Gallo y Viruta, todos acompañados del picador de toros Rafael Márquez (Mazzantini) –al que sustituirá el hermano menor de Zurito y luego el Sevillano- y un sinfín de “aficionados” que hacen tapia por ver si tienen una oportunidad de dar dos capotazos. Al que los da con valor y gracia le premian los “señoritos” con unas pesetas que le arrojan al capote…  Apasiona leer la pelea de una becerra, cárdena salpicada, “Escandalosa” por nombre, que toma decenas de puyazos, se parte un pitón en la pelea, es acosada y derribada para curarle el sangrante muñón, y aun después de lanceada para que abandone la plaza, volverá –al contemplar de lejos el caballo del tentador- a acudir a la pelea con bravura inigualable… desde fuera del coso. “El Rubio, emocionado, con lágrimas en los ojos, no cabe en el pellejo”, nos cuenta el cronista. Allá irán pasando las que obtendrán máxima puntuación en el cuaderno del escrupuloso ganadero, “Alondrita”, “Portera”, “Bilbaína”, “Curtidora”, “Cubana”, “Palmera”, “Olivita”, “Guerrillera”, “Morisca”…


Una “Tienta de novillos” nos lleva al “Aguijano”, finca del criador Antonio Natera. Faena más seria, selecta, silenciosa, donde no caben más que una docena de invitados y donde se apuran los machos en la búsqueda del semental ideal. Por eso se hace casi en secreto, huyendo de masivas afluencias que nos describe el autor de años atrás. Dieciséis años ha la vacada pertenecía al marqués de los Castellones, a quién se la compró Julio Laffite “para aumentar la suya, de reses navarras” que fueron de los hermanos Lizaso. De aquel pasó la ganadería a los hermanos Páez –vecinos de Almodóvar- y la parte de Francisco –nueve años atrás- la adquirió Natera, sumándole reses de Patricio Medina Garvey; en la redoma del alquimista hay tres sangres diferentes: la de las reses navarras de Lizaso, las vazqueñas –con mezcla de Núñez de Prado- de los Castellones y la sangre mulata de los de Garvey –con aportaciones vazqueñas, de Hidalgo Barquero y alguna más-. La tienta se hace, una vez más, en la cerrada y discreta plaza de tentar, dirigida por Zurito al que ayudan el ganadero, su hijo y Manolo Barrera. Destaca la pelea de “Alfiletero”, “Comisario”, “Cristalino”, “Chiclanero”, “Tortolillo”, “Melonero”, “Gargantillo” y “Perdicero”, dos de ellos de notable reata y con antecedentes sobresalientes, “Cristalino” y “Melonero”. Tras del almuerzo, nueva sesión con vacas y con nuevos invitados, entre los cuales destaca Juan Belmonte, “que pasa el invierno en la suntuosa “Huerta de las Antas”, preciosa posesión en la sierra cordobesa”. Pero no es fiesta de trámite, “A petición de Belmonte, se encierran con las inocentes utreras, unas cuantas vacas viejas, muy chaqueteadas, que saben latín”, y con las que el trianero se prueba. Ruiz de Castañeda nos narra al detalle la intervención de Juan y la compara –sin parangón posible- con la de otros aficionados o profesionales; no hay color.
Otra “Tienta de novillas” nos lleva ahora hacia “La Torre”, la finca de Antonio García Pedrajas, a dos kilómetros de Almodóvar del Río. Pedrajas “decidido a comprar bueno, buscó entre lo mejor, pasando a su poder una crecida punta de vacas procedentes de Parladé, que traslada a pastar en las hermosas fincas de “Cortijo nuevo”, “Los Majadales” y “Mesas Altas”, cercanas a Almodóvar”. La tienta ahora es campera, por el sistema de acoso y derribo, a campo abierto, y para ello se forman colleras, con nombres famosos y no menos afamados caballos. “Las novillas, en bien de la divisa, como justificado premio al esmerado celo y lógica consecuencia de tan rigurosa selección, van comportándose con sin igual bravura”. Luego vendrá el refrigerio y la comida, y por la tarde, tras la picardía de unos chicos que sueltan una becerra durante el festín, más faena. Destacan por su bravura "Campanita", "Jabata", "Caballera", "Corcita", "Resbalosa", "Hornera", "Confitera", "Amapola" y "Horquillera", que darán lustre y fama a la vacada del famoso criador cordobés.


Volvemos a los machos en una “Tienta de novillos” de la ganadería de don Félix Moreno Ardanuy, presidido el capítulo por el hierro de Saltillo. Camino de la tarea, ven desde “el tren las vacas de los Cívico, que pastan en “La Jurada”, “Los Cabezos” y la “Isla de San Pedro”, soberbias dehesas de enorme extensión, que nos llevan hasta la estación de Palma en que esperan los caballos”. Es allá en Palma del Río donde se encuentra “La Mallena” y donde están los saltillos que esperan la prueba de sangre… procedentes de otro cerrado, “Vega de las Dueñas” en el término de Peñaflor. Al frente de la ganadería está el conocedor Manuel Avilés, de familiar saga de vaqueros y mayorales. Como picadores actuarán el Sevillano y Chaves, que sustituyen al no menos famoso Martín Toro. Todo aguarda el comienzo, y sobre todo “los lustrosísimos y poderosos becerros, cada año, cada vez más bravos y codiciosos ganan para su amo los honores del aplauso, palmas nacidas al calor de un sentimiento de estricta justicia”. Tras del almuerzo comienza la faena, a campo abierto una vez más; de los 57 novillos probados, “treinta descollaron por su bravura indómita, por su depurado estilo y por su ingénita nobleza”. Y apunta los nombres –muchos de los cuales son viejos conocidos de reatas con linaje- de "Lisonjero", "Charpito", "Botonero", "Viudito", "Cocinero", "Jazminito", "Leznero", "Granadino", "Cantinero", "Jimenito", "Gitano", "Bravío" y "Campasolo", cualquiera de los cuales podría quedarse como semental, pero de los cuales sólo "Jazminito" y "Lisonjero" acabarían siéndolo “por la perfección de su trapío, su inmejorable tipo, la distinción de su familia y la lucidísima actuación de sus hermanos”.
Sigue a este reportaje el del “Encajonamiento”, con un Cañero como figura indiscutible en la finca de Sotomayor, sobre el que se detendrá el autor con prolijo detalle, nombrándonos la cuadra al completo; y cierra el precioso libro, bien ilustrado de fotografías, el “Enchiquerado”, para el cual sirve de ejemplo la corrida del hierro de la Viuda (de Concha y Sierra, siempre) que tuvo lugar en córdoba el 25 de mayo previo.
Precioso ejemplar, en suma, que en sus 255 páginas y alguna hoja, nos acerca a la campiña cordobesa de aquel primer tercio del siglo XX, y con ella a sus cacerías y labores con el toro bravo. 

lunes, 26 de agosto de 2013

Birlibirloqueando 18




Por Fernando Bergamín Arniches

                                      Esto se acaba
No puedo estar más de acuerdo con una nota larga del director de este blog "Recortes y Galleos", mi amigo y admirado Rafael Cabrera Bonet. He conocido este escrito días después de su publicación, por lo que justifico este retraso. Su título: "TEMPORADA ¿DE GESTOS?", aparecido el 8 de Agosto. Comienza Cabrera comentando su "desencanto general hacia la actualidad taurina", que le hace seguir la misma con otro apasionamiento mucho menor que el que sentía apenas hace unos años... (cito de memoria). Tan de acuerdo estoy con toda su reflexión sobre lo que está pasando sobre el Arte del Toreo, que incluso he pensado enviar estas letras como un simple admirativo comentario a lo suyo, pero ya que aquí estoy... quisiera además agregar alguna otra impresión propia, casi siempre en el mismo sentido que las suyas. Yo llamo a mi desencanto... profunda desilusión. Y ya sabemos que sin ilusión, para todo en la vida, es como si nos desapareciera la tierra que pisamos, o si el cielo que tantas veces contemplamos con fijeza se difuminara en tenebrosa negrura cósmica. En un "ser sin ser", como nos diría nuestro admirado Lope. Estos días precisamente he pensado mucho en unas primeras palabras admirables de Luis Cernuda que, en su lúcido y profundo poemario "DONDE HABITE EL OLVIDO" (1932-1933), comienza un poema memorable con estos versos: "No es el amor quien muere, somos nosotros mismos." Y cierra el poema "No, no es el amor quien muere." Pero con anterioridad nos ha dicho una gran verdad dentro de este mismo poema: "Solo vive quien mira siempre ante sí los ojos de su aurora".
Volviendo a nuestra actualidad taurina, y tomando ésta como siempre lo hemos hecho, como un "Arte de creación", ¿dónde se nos va quedando en el toreo - como en tantas cosas - esa aurora que de una forma o de otra, siempre nos ha mantenido vivas una inefable ilusión y una pasión sin las cuales ya nada puede verse, ni mirarse, ni sentirse de la misma manera. He pensado con Cernuda - que me perdone el genial poeta este giro - que en nuestro caso, si todo sigue así, es el toreo el que muere, muere irremediablemente. Porque aunque muchas puedan ser las interpretaciones de algo tan complejo como las tauromaquias, no puede faltar lo que pareciera lo más sencillo, el motivo para el que este arte tenga razón de ser, razones para serlo y seguir vivo EL TORO Y EL TORERO, o si se prefiere EL TORERO Y EL TORO, pero siempre desde una verdad inamovible: la de sus valores ciertos y únicos de la creación torera. Nada tiene que ver lo que digo, con estúpidas evoluciones casi siempre interesadas y comerciales.


"El algodón no engaña": Imágenes de El Juli en su reciente "apoteosis" en Bilbao (Fotos de Juan Pasmo en el magnífico reportaje gráfico del blog elrincondeordonez.blogspot.com.es)
Un toro, que no podrá ser jamás ni "escuchimizado" y "birrioso", ni "esmirriado" o "inválido", como nos dice Cabrera en su nota, ni "borrachuzo" como los llamaba a casi todos los de su épocas, el inolvidable Joaquín Vidal. En cuanto al torero - dentro de las muchas evoluciones pasadas y presentes - tendrá que actuar siempre con la verdad por delante, discutible verdad si es mentirosa en el fondo, pero solo una aunque pueda ser de mil formas interpretada, a condición de no hacer trampas ni en la forma ni en su fondo, la que en la ortodoxia o heterodoxia no miente nunca, porque solo debe expresar las muchas formas y maneras de "decir y hacer" el toreo. Aquí llego a un extremo que, al menos para mí, es el más esencial en este arte efímero, único y milagroso, o portentoso si se prefiere. Me refiero al decir y a la personalidad única del torero que lo sea de verdad. Sin ese decir no hay toreo, no hay torero. Ese decir variará mucho según su intérprete, pero tendrá que estar dentro de unas formas que no podrán nunca - jamás - dejar de ser toreras, sin ser tramposas. Creo que el visionario y buen aficionado al toreo, me entiende.
Hoy por hoy, se está atentando de la manera más grave que se puede hacer a este ritual del toreo, desde dentro, desde el mismo toreo o destoreo. La comercialización globalizada, sumada a la fatídica crisis, está convirtiendo esta temporada del año 2013 en una gran falsedad, mantenida con la colaboración de casi todos los medios de comunicación y de los propios toreros que aún cuentan. Se pregonan espectáculos vulgares como "apoteosis" generalizada a la que se refiere precisamente Rafael Cabrera. Y es que sin esas "apoteosis" inventadas ¿cómo podrían vivir tantos y tantos vividores justamente de eso, de las "apoteosis”? Naturalmente, quedan algunas, muy pocas excepciones y voces críticas verdaderas, generalmente las que no viven del toro. Pero por desgracia, del toro, viven casi todos, de ese mundillo degenerado y corrupto - como tantos otros - del toreo.
Se inventan "manos a manos" (de este tema habría que hablar mucho más largo) absurdos y rebuscados, corridas de seis toros con un solo diestro sin posibilidades ni sentido, se suprimen en muchos casos los sorteos para que cada torero se lleve sus toritos a la plaza. Y ni así, consiguen llenar más de tres cuartos de plaza, en el mejor de los casos. El público no acepta, ni le interesa, este monótono planteamiento. Con Manzanares, que está dejando de ser el torero que tanto nos ilusionó. Con Talavante, cada día más creído de sí mismo y repitiendo casi tarde a tarde sus propias genialidades, que ya lo van siendo menos. Con un Juli que mucho hemos defendido últimamente pero que ha vuelto, después de su percance, a "quitarse" y a torear distanciado como en sus más flojos momentos. Nos queda Morante, todo un torero, que acaba de caer gravemente herido en Huesca... toreando "mano a mano" nada menos que con Ponce... Desde aquí le deseamos su pronta mejoría, porque es torero puro y grande, pero modestamente pensamos que no lo es de 70 o más corridas toreadas por temporadas, aquí y allí... en Plazas y Plazuelas... Pero solo él está en conocimiento y pleno derecho de plantearse su "carrera" como le dé la gana. Le respetamos, es cosa suya. Mientras, la más sonada crítica madrileña afirma que sus medias verónicas "son del copón". ¿Es ése el lenguaje adecuado para definir el gran toreo de Morante, o más bien la modernidad del nuevo lenguaje crítico?


"El algodón no engaña": Imágenes de El Juli en su reciente "apoteosis" en Bilbao (Fotos de Juan Pasmo en el magnífico reportaje gráfico del blog elrincondeordonez.blogspot.com.es)
Se habla ahora mucho de Iván Fandiño, y se hablará más. Yo reconozco que tiene ganas de ser torero, sin trampa ni cartón, al menos por ahora: formas firmes, quietud, valor y voluntad. Tengo que afirmar sin embargo - y siento hacerlo - que a mí personalmente su toreo no me dice nada, o muy poco. Es torero corto, muy corto y repetitivo, como se ha visto en su absurda insistencia en matar corridas de seis toros. En su última tarde en Bayona, con una descastadísima y mal presentada corrida de Fuente Ymbro, no hizo nada con un mínimo contenido, evidenció su cortedad y monotonía toda la tarde. Así no se matan seis toros, aunque sean malos. Es fundamental una variedad de la que Fandiño carece en absoluto, al menos por ahora.
Yo tengo mi decisión tomada: no vuelvo a las Plazas hasta que no lo haga, ¡a torear!, José Tomás. Así de rotundo. ¿Y volverá? Creo que algo tendría que decirnos el propio torero. Aunque me lo imagino asqueado de todo el mundillo del toro que, por su ética tan personal, supongo que no podrá aceptar.
Gracias por tu nota, querido Cabrera y aquí te dejo esta coplilla que creo muy sentida:
"Me estoy quedando tan solo / como se queda el torero / después de matar al toro." (José Bergamín)
Al terminar estas líneas me entero de la lamentable cogida de Jiménez Fortes en Bilbao, por desgracia todos los toros cogen. Le deseo una pronta recuperación, pero no voy a quitar ni una sola línea de lo aquí escrito, ni voy a caer en ningún sentimiento de "verano sangriento" cuando el arte del toreo está pasando por una casi irremediable decadencia en la que están participando, desde dentro, ganaderos, empresarios, críticos, y muchos toreros.
  
Madrid, Agosto de 2013

martes, 20 de agosto de 2013

De vuelta a la realidad

Ciclo de novilladas de verano en Las Ventas.

Por José Campos Cañizares

El jueves en la tradicional corrida de la festividad de la Virgen de la Paloma, la afición de Madrid vivió un paréntesis en la mediocridad programada para este verano. Ayer, con la vuelta de las novilladas retornó la cruda realidad, la mediocridad en ganado y en novilleros. Esta opinión no es caer en una crítica fácil por tratarse de novilleros modestos los que toreaban en el festejo que se celebró en Las Ventas, sino el más sincero juicio nacido de la realidad y de la verdad. Y manifestarlo es una obligación. En este sentido, y en torno al desarrollo y resultado por el que discurría el alicorto evento pensado para Madrid, llamó la atención la desaforada reacción de parte del escaso público presente, cuando a la muerte del sexto novillo de manera ruidosa y chabacana se pidió el trofeo para el novillero que cerraba la actuación. Ante tamaño dislate, ya que no había existido toreo ni de mediana calidad, la decisión del presidente, D. Julio Martínez, de no sacar el pañuelo que facilitaba el corte de una oreja, nos pareció de lo más firme y sensato, ya que hubiera sido tirar por tierra el criterio que debe existir en Madrid para obtener un triunfo a ley y con repercusión. No entendemos que a este intento de mantener el listón en su sitio en la concesión de trofeos se le pueda llamar robo, como muchos han señalado. Por el contrario, pensamos que una parte de la sección orejera, sector mayoritario en el mundo taurino de hoy, se había dado cita en Las Ventas para abaratar y regalar triunfos, como si se tratara de concesión de becas con menos de aprobado. Una tendencia esta que parece abrirse paso en la sociedad de la excelencia, y que en el mundo taurino tiene desde hace tiempo una marcada avanzadilla. ¿Qué razón de ser tiene dar orejas cuando realmente no ha ocurrido casi nada durante las dilatadas faenas que se nos receta? Aquí entramos en otra cuestión. Y es que el festejo duró más de dos horas y media, sin que hubiera suerte de varas, ni de banderillas. Cierto es que los novilleros intentaron algunos quites y, sobre todo, que se devolvieron dos novillos. Pero no deja de ser notable que el tiempo se alargue cuando ocurre muy poco. Un concepto del tiempo que aparece aplicado desde las leyes de la física.

El cuarto de la tarde, del hierro titular. Un torillo que no ven la mayor parte de las figuras en todo el año pero que fue para los corrales por invalidez. En su lugar salió un más interesante y desconocido novillo de Toros de Mallalta (Foto: las-ventas.com)
Domingo 18 de agosto. Menos de un cuarto de entrada. Tarde muy calurosa. 4 novillos de Julio de la Puerta, procedencia Domecq, discretos de presentación, de endeble cuerna, 1º y 3º se astillaron los pitones, flojos y mansos. 1 novillo de Mallalta, lidiado como cuarto, colorado chorreado, terciado, con más nervio. Y 1 novillo de El Montecillo, procedencia Domecq, colorado, corrido como sexto, que remató en los burladeros, fue noble, y dio juego. Pesos: 454, 512, 498, 458, 527 y 528 Kilogramos. En las dos varas reglamentadas, se les picó trasero, menos al tercero, picado por Juan Pablo Molina. Las banderillas, salvo alguna excepción, cayeron traseras. Destacó en la brega del tercero y en el primer par al sexto Rafael Figuerola. Y en la brega del sexto Jorge Fuentes.
Manuel Fernández “Mazzantini” (Azul marino y oro con cabos blancos). De Córdoba. 25 años. 11 paseíllos en 2012. 1º) Media baja atravesada y desprendida, dos pinchazos, y media estocada, más dos descabellos con aviso. Silencio. 4º) Estocada delantera caída. Palmas y protestas.
José Ignacio Rodríguez (Azul celeste y oro). Debutaba en Las Ventas. De Albacete. 25 años. 4 novilladas en 2012. 2º) Pinchazo, pinchazo hondo, y tres descabellos con aviso. Silencio. 5º) Dos pinchazos, y media estocada baja y trasera. Palmas.
Juan Ortega (Blanco y azabache). De Sevilla. 22 años. 22 festejos en 2012. 3º) Pinchazo bajo, y media caída, más dos descabellos con aviso. Silencio. 6º) Estocada delantera tendida y caída. Vuelta al ruedo tras petición.

Juan Ortega en su faena en el sexto. Impresentable actitud de los hooligans del torero en el acoso al presidente don Julio Martínez... (Foto: las-ventas.com)
De los tres novilleros el más rodado, y se notaba, era Juan Ortega. Le tocó el lote más potable, dos novillos nobles. A pesar de ello no redondeó una buena actuación. A su primer novillo le realizó un quite por chicuelinas en el que sobresalió, en el cierre, una buena media. En el inicio de la faena de muleta dio pases por alto de tanteo. A un novillo que metía la cara le planteó una faena de corte moderno, con pierna retrasada, despegado en los pases y empleo de pico. Abundaron los enganchones. Los pases llevaban poco mando, y por eso el novillo incluso llegó a subírsele un poco a las barbas. Al sexto de la tarde le recibió con verónicas de cierto estilo. Luego lució en la media verónica de un quite por delantales. En la faena de muleta se preocupó más de la postura que del meollo de los pases. Quiso dar distancia al novillo, y acabó acortándosela. Dos tandas por la mano derecha salieron templadas. Destacó en un buen cambio de manos. Por la izquierda no se acopló. Mejor en los remates y en las trincheras, respecto a lo que sólo quedó esbozado en lo fundamental. Sufrió una voltereta al final de la faena, que puede que, junto a lo fulminante de la espada, animara al cotarro a pedir el trofeo.  

El nuevo Mazzantini reviviendo la suerte de torear en silla, aunque sin aguantar la serie hasta el final (Foto: las-ventas.com)
Mazzantini, dejó una actuación de más a menos. De figura espigada utilizó una muleta de gran envergadura. En su primer novillo comenzó con verónicas a pies juntos, para más tarde, en segunda fase, ganarle terreno. El novillo no transmitía ninguna emoción. En el comienzo de la faena de muleta toreó sentado en una silla, en pases por alto, rematados ya con la silla en la mano. En la faena estuvo vertical y con un toreo algo ligero. Subió el tono en la cuarta tanda por la derecha. Todo quedó en una labor aseada. En el cuarto, un novillo de Mallalta, con nervio, inició la faena con estatuarios en los medios, y luego las tandas de muletazos se sucedieron con muchos enganchones. Toreó por fuera y sin cruzarse.

José Ignacio Rodríguez dijo muy poco en ambas faenas el día de su debut en Las Ventas (Foto: las-ventas.com)

José Ignacio Rodríguez, que debutaba, no llegó a encontrarse en toda la tarde. En el segundo de la tarde, toreó algo despegado, con la suerte descargada, sin mando, con muchos muletazos enganchados. En el quinto, se le vio falto de ideas. Toreó despegado con la pierna atrás. Cuando toreaba al natural sufrió una cogida. A continuación subió el tono de la faena pero dentro del mismo concepto.