Hace un par de semanas
publicábamos un artículo sobre las plazas en las que coincidieron, en la edad
áurea del toreo, los dos colosos de la historia, José y Juan, Juan y José. Hoy
intentaremos, Dios mediante, referirnos a las ganaderías que ambos lidiaron en
común, a las que de una u otra forma se enfrentaron en esos cinco años y medio
de competencia real y verdadera en los ruedos españoles.
Y ya de paso, no estará de más,
precisar en qué plazas se produjeron tales enfrentamientos con el ganado
reseñado, o al menos esbozarlas en algún caso, en aquellas corridas en que se
enfrentaron a ganado que hoy consideramos –con la vista puesta en la historia-
encastes más duros o complicados, más exigentes o fieros.
Cartel con Juan Belmonte de novillero en Valencia: ya en sus inicios era el reclamo de la fiesta |
Todo ello lo haremos sobre la
base de lo que Juan lidió en unión a José, probablemente un número similar al
de toros que Gallito pudo matar,
aunque siempre habrá alguna pequeña diferencia, porque entonces, en cosos de
importancia como los que ellos frecuentaron, cuando salía una cucaracha –que
también salían- se devolvía ante la indignación popular, y a veces ésta degeneraba
en altercado y uso de la fuerza pública para su contención.
Juan Belmonte, lo que más toreó
en unión con Joselito, fueron toros de Murube, uno de los encastes preferidos
de José, ganadería que atravesaba entonces –junto a notables problemas
económicos que hicieron a sus propietarios vender la vacada a doña Carmen de
Federico- un momento extraordinario. Las reses, sin tener un volumen exagerado
–para lo que entonces se estilaba en plazas de responsabilidad-, salían
frecuentemente bravas y con movilidad en el último tercio, dando un juego
mayoritariamente interesante. Hasta 60
toros murubeños lidiaría Juan, con Joselito
en el cartel, en esos cinco años y medio de competencia real –seis y medio
desde la alternativa del trianero hasta la muerte de José-, comenzando por una
corrida en la plaza de Granada el 11 de junio de 1914. Y aun lidiaría 80 más a lo largo de esos años y los siguientes… En el cartel de aquella
tarde granadina –que llenó la plaza- figuró también Lagartijillo chico. Joselito estuvo
fantástico; el cronista de ABC nos dirá que los tres matadores anduvieron
soberbios en quites en el segundo de la tarde, que Gallito pareó superiormente
y que éste, en el último tercio, “Con la muleta
hace una gran faena, de arte y dominio. Cita a recibir y da media estocada alta.
Coge al toro de un cuerno y lo lleva desde el centro de la plaza a la barrera
como si fuese un borrego. Allí dobla el toro, y la ovación es delirante y se le
concede la oreja”. En el quinto, pese a una buena faena “adornada y valiente” la defectuosa estocada
le priva de mayores premios (palmas tibias, dirá el cronista). Juan no tuvo su
tarde, pese a la “monumental faena”
que le hace al tercero, al que mata de una estocada atravesada que hace
guardia; mientras que al último lo liquida, tras una faena “larga e incolora”, de dos pinchazos
hondos y descabello.
Cartel de las presentaciones de Belmonte y Posada en Madrid como novilleros, con reses de Santa Coloma (Colección personal) |
El último enfrentamiento de
ambos, con ganado de la célebre e histórica ganadería sevillana –ya en manos
desde 1917 de doña Carmen de Federico- se produciría la víspera de la tragedia
talaverana, en Madrid, el 15 de mayo de 1920. Esa tarde, además, hubo bronca
para José por el cambio de ganado, éste incluso fue agredido con una
almohadilla en la cara, y a él se le achacaron todos los males del festejo. Ya
saben que, en principio, andaba anunciada una corrida de Albaserrada –ya en
manos de José Bueno- y que la misma no se lidió porque los veterinarios la rechazaron, aunque sí lo haría un mes más tarde, el 20 de junio,
saliendo un encierro bravo e interesante, desigual de presencia, en el que
destacó el quinto en trapío. La desgraciada corrida sustituta de Murube fue
terciada, anovillada –joven se decía entonces para dar esa impresión de res que
no alcanzaba la edad- e inválida, lo que motivó que, además, fuera remendada
con dos de Medina Garvey y otro más de los hermanos Gallardo (antes viuda de
Salas). El escándalo fue mayúsculo durante toda la tarde, los toros llegaron
sin fuerza alguna al último tercio (quizá enfermos), y las caídas frecuentes.
Hoy no hubiese pasado nada, pero en tales épocas, y con las figuras de por
medio, los públicos se soliviantaban y exigían como nunca. Hubo reparto de
críticas y si a José le pitaron desde el paseíllo (pitos en su primero y pitos
en el cuarto), tampoco le fue mucho mejor a Juan (pitos en el segundo, aunque
hubo incondicionales que le aplaudieron, división, por tanto; y silencio con
algún pito en el quinto), mientras que Sánchez Mejías también recibió su
cosecha de pitos. Por cierto, la prevista corrida de Albaserrada, lidiada un
mes más tarde, estuvo bien presentada en general (cayó el sexto en trapío) y
salió brava en varas, boyante y con juego en el último tercio… ¡ay si lo
hubieran sabido los ases!
José y Juan, en las Arenas de Barcelona, con toros de Santa Coloma |
Tras de Murube se situará Santa Coloma, de la que Juan mata 47 toros en unión con Joselito.
Santacolomas del conde, entiendan, reses que como contará algún cronista unos
años más tarde, no gustaban a las figuras de años después por su trapío, casta y
bravura (lo mismo que ahora… excepto en trapío). Toros encastados, bravos y con
juego casi siempre, exigentes y que el conde se esmerará en criar hasta
equipararlos en presencia, y en sus últimos años, a los miuras o pablorromeros.
Será en Madrid, el 3 de mayo de 1914 cuando ambos coincidan por primera vez
frente a reses del cuatro veces Grande de España, en un cartel de ocho toros y
con el Gallo y Vicente Pastor compartiendo el paseo. Los toros fueron desiguales en presencia y juego
aquella tarde, destacando por trapío primero, quinto y séptimo, mientras que
los restantes anduvieron menos que "así, así". Sin embargo demostraron voluntad
en varas (35 tomó la corrida, por 20 derribos y 11 caballos arrastrados), notable
por su poder el quinto y bastante bravos los dos últimos. Lucieron buenas
condiciones en los demás tercios, salvo el quinto y séptimo que fueron
difíciles. José fue ovacionado en el tercero, pero en el bravo séptimo no terminó de confiarse y escuchó pitos. Juan, por su parte, salió peor librado. No pasó de voluntarioso en el cuarto
y, además, fue cogido al entrar a matar, sufriendo una cornada en el muslo, que
le impidió continuar la lidia. También sería Madrid la plaza que les vería
lidiar en unión la última corrida de toros del conde. Fue el 5 de mayo de 1920,
en corrida extraordinaria a beneficio de la Cruz Roja. En el cartel, además de
ambos diestros, estaba Sánchez Mejías. Los toros tuvieron una buena
presencia y fueron bravos en varas el tercero, cuarto y sexto, los restantes
cumplieron; no presentaron complicaciones en general en la muleta, salvo quizá el
segundo y quinto, más castigados en el primer tercio. con buenas condiciones
los restantes. No mostró su mejor cara José en el primero (pitos), pero mejoró –y
mucho- en el cuarto, con una brillante faena de muleta que le consiguió
abundantes ovaciones, petición y vuelta. Muy breve anduvo Juan en el segundo,
cosechando palmas, pero mal en el quinto, sin ninguna confianza, lo que le
granjeó pitos. Ignacio bailó mucho en sus dos toros y, sobre ello, anduvo muy
mediano con la espada, pitos en ambos. A la corrida asistió S.M. la reina y se
puso el deseado cartel de “no hay billetes”.
Detalle del cartel de José y Juan, frente a toros del conde de Santa Coloma, en las Arenas de la Ciudad Condal, en 1916 (Colección personal) |
Tras murubes y santacolomas, Juan lidió hasta 42 toros de Miura en unión
a José. ¡Cuarenta y dos!, no sólo
dos… Y ello con José, ya que en su carrera Belmonte estoqueó un total de 78 reses
del hierro de Zahariche, mientras que Gallito despachaba un total de 90 en sus siete años y medio de
alternativa. La primera vez que ambos vieron juntos el hierro de la A con asas,
fue en Sevilla, el 21 de abril de 1914. Figuraba, al lado de ambos, el
fantástico diestro mejicano Rodolfo Gaona. La corrida generó enorme expectación
y no defraudó a los seguidores de Juan. El segundo es un torazo berrendo en
negro, frente al que se luce el picador Camero y Joselito al quite; cuatro
varas tomó, por cuatro derribos y dos caballos para el arrastre; José le toma
de muleta valiente y decidido, pero pincha tres veces y la cosa queda en
palmas. Juan, al tercero, lo recibe con verónicas perdiendo terreno, pero lo pasa
muy cerca y con valor de muleta, “hace una
magnífica faena, en la que sobresalen varios pases ayudados, de pecho, de
molinete, dados a un palmo de los pitones”; da una primera estocada que el
durísimo toro escupe, y sigue valiente antes de un nuevo pinchazo, más lances
muy aplaudidos y media estocada, dando la vuelta para agradecer la enorme ovación
que le brinda el público, que continúa tras la salida del enorme cuarto.
Rodolfo está superior en éste y da una vuelta al ruedo. José no tiene suerte en
el quinto, Tumbaguito de nombre,
negro y grande como el cuarto, pese a poner dos pares superiores y que rematen
el tercio los subalternos Cantimplas y Chiquilín (cosa que se estilaba
entonces); sólo obtiene palmas tras una estocada corta y atravesada precedida
de un trasteo valiente e inteligente. El definitivo triunfo de Belmonte vino en
el sexto, frente a otro toro enorme y negro que ya relatamos en el artículo
anterior, al que remitimos al curioso.
Junto a esta primera tarde
sevillana, José y Juan torearon miuras al alimón otras 4 veces más en Sevilla (5 en
total), las mismas que en Madrid (4), tres veces lo hicieron en Bilbao (3), o Valencia
(3), dos en Córdoba (2), y una en Granada, San Sebastián, Zaragoza o Algeciras.
Plazas, como puede verse, de la mayor responsabilidad…
Por cierto, que la última tarde
sevillana con miuras, la postrera en que ambos los vieron juntos, fue en la
plaza monumental, no en la de la Maestranza, un 23 de abril de 1920. La crónica
de ABC nos relata interesantes particularidades de la corrida, empezando por la
expectación previa al festejo: “Desde que
la corrida de Miura llegó a Tabladilla, la gente se fijó en un toro que estaba
marcado con el número 25. Yo no sé qué tienen los toros de Miura, que, bravos o
mansos, todos tienen un aspecto que impresionan, que intranquilizan. Este toro
a que hago referencia era, en efecto, un precioso ejemplar, largo, fino,
bonito; tenía el tipo que debe tener el toro de lidia. Era un toro que escuchó
piropos hasta de las mujeres. A los toreros también les gustaba; pero su
admiración por el toro no creo que les llevase a apetecer que les tocase en el
sorteo. Y una vez más, este toro ha venido a demostrar que de toros no entiende
nadie. Ha sido el único que se ha quemado en la corrida… ¡Cualquiera se fía de
las apariencias!”. José anduvo superior en su plaza: “La nota de valentía corrió, como en las tardes anteriores, a cargo de
Gallito. Su temporada en Lima le ha servido, además de sus éxitos para él y
para su cuenta en los Bancos, para empezar entrenado y no extrañar la cara del
toro como la extrañan todos a principio de temporada, porque una cosa es torear
becerras y otra encontrarse en la plaza con el toro. Además me complazco en
señalar que es la temporada que le veo más valiente, exponiendo más.” La labor
de José es impecable; en el primero, “Joselito se hace con el toro pasándole
por bajo y en cuanto le domina se arrodilla y se harta de hacer cosas. Entre
esas cosas debe figurar un buen pase de pecho con la mano derecha. Pincha en
buen sitio. Sigue de rodillas y da una estocada hasta la mano, entrando con
ganas de matar, y haciendo mucho el toro por él. Salió rozando el costillar.
Descabelló”. Al quinto –la corrida fue de ocho toros-, “le estuvo toreando superiormente de capa, y no sé si por un extraño del
toro o porque perdió pie, se encontró encunado y tuvo que poner las manos en el
testuz para librarse de una cornada. Blanquet acudió muy oportunamente. El
toro, que estaba bravo, varió, al parecer, porque perdió la vista. Joselito se
resistió a banderillear, pero por complacer al público salió y demostró que el
toro no estaba para lo que el público pedía. Con la muleta se dedicó a bajarle
la cabeza. Dio un pinchazo y una estocada hasta la mano con habilidad. Las dos
veces dio la vuelta al ruedo.” A Belmonte le tocó el precioso 25. El propio
Corrochano nos dirá que tuvo demasiada prisa en quitárselo de en medio, “lo cual prueba que no estaba muy tranquilo”;
al sexto “lo muleteó para salir del
compromiso” y no hubo premio alguno. Varelito
dio sendas vueltas en el tercero y séptimo, mientras que Mejías no tuvo la de
cara en el cuarto, pero anduvo muy valiente en el que cerró plaza, aunque no
lo matase bien. Don Gregorio finaliza su crónica afirmando que “Así acabó la corrida de Miura, que sigue
despertando tanta curiosidad en Sevilla que hoy llenó la plaza Monumental. Fue
la mejor presentada, y salieron algunos toros bravos”.
Cartel valenciano con toros de Gamero Cívico, antes de la compra de lo de Parladé; Ricardo Torres y José Gómez Ortega en la plaza (Colección personal) |
Punto y seguido. Tras los toros
de Miura, ambos colosos se las vieron con toros de Luis Gamero Cívico –antes Parladé- con más frecuencia que
ningunos otros. Hasta 41 de este hierro mató Juan en los años en que compartió
cartel con José en corridas con el mismo (88 fueron los de este hierro o sus
sucesores que estoqueó el de Triana en su vida taurina). No eran entonces los
de Parladé toros como hoy son al uso; eran toros de impecable –por la general-
presencia, bravos y encastados, que daban trabajo a los espadas aunque fueran
boyantes y nobles al final. La primera vez que ambos diestros compartieron
cartel con los de Gamero Cívico anunciados, fue en Barcelona, junto a Limeño, un 5 de abril de 1914. A José
le tocó un primero berrendo en cárdeno y grande, al que torea pero no mata
bien, escuchando división de opiniones. El cuarto es negro bragado y pequeño,
hay protestas, almohadillas, insultos a la presidencia, y además ¡mansea!: fuego.
“Joselito sale a matar en medio de una
gran bronca, y como no está aquí la ocasión de lucirse, abrevia, aliña sin
salsa, pincha y remata de un golletazo”. A Juan le toca un primero también
berrendo en cárdeno, “pasa de cuantas
formas conocidas y por conocer existen: de rodillas, de pecho, al natural y de
molinete, todo ello valiente, cerca y adornado. Entra recto y deja una gran estocada
(ovación y oreja)”. En el último vespertino, veroniquea bien y pese a una
brava faena en la que aguanta muchas coladas, recibe pitos por el mal uso del
acero.
La segunda corrida con Gameros y
ambos en los carteles, fue también en Sevilla, en un mano a mano celebrado el
18 de abril de 1915, al poco de adquirida la vacada por Gamero Cívico.
Tarde triunfal en tiempos en que José
aun no había cortado la primera oreja en la historia de la Maestranza, y en la
que ambos diestros salieron a hombros, Gallito
tras dos vueltas al ruedo y una ovación; Juan, tras una vuelta y dos sonoras
ovaciones.
Saltillo (luego Félix Moreno
Ardanuy) es la quinta ganadería en orden al número de toros que ambos lidiaron
juntos. Hasta 28 saltillos mató Juan
Belmonte en presencia de Joselito.
La primera vez que ambos compartieron tan interesantes reses fue en una fecha relativamente
tardía, el primero de agosto de 1915, en Santander. Ambos torean junto al
Gallo. A la plaza acude la Reina y los Infantes D. Carlos y Dª. Luisa. José
está superior; en el segundo de la tarde, “Gallito
empieza con tres magníficos naturales; sigue, rodilla en tierra, cogiendo los
pitones (ovación). Una estocada hasta la mano, atacando con el brazo alto. Se
lleva al toro cogido de un pitón; intenta el descabello con la puntilla,
acierta con el estoque y le dan una ovación entusiasta y las dos orejas”. Belmonte
derrocha valentía en el tercero, “da pases
de todas las marcas, resultando una faena laboriosa, porque el toro desparrama
mucho”, pero no mata bien. En el cuarto toro entra Alfonso XIII en el
palco. Hay bronca para Rafael… Y viene de nuevo José: “Gallito coge los palos, juguetea y coloca superiormente tres pares de
banderillas (ovación). Brinda a los Reyes, empieza con cuatro pases de
rodillas; sigue adornándose con molinetes; da un pinchazo; dos más, el último
muy hondo y una magnífica estocada; descabella con la puntilla al segundo
golpe. El Rey le regala una pitillera de plata con las armas grabadas en oro”.
Belmonte toca pelo en el sexto, tras pasarlo por bajo y torearle entre los
pitones. “Entrando bien, da un pinchazo,
saliendo cogido. Pinturas al hacer el quite, cae bajo la cabeza del toro. Joselito,
oportunísimo, al quite. Belmonte acaba con media estocada (ovación y oreja).”
Belmonte como reclamo para el público valenciano. Son años en los que ya no está José, 1926. |
Siguen a los saltillos los de Pablo Romero, en número
casi idéntico. Juan estoquea 27
pablorromeros en presencia de Joselito.
Y lo hace en plazas como Madrid (en 3 ocasiones), Valencia (otras 3), Santander,
San Sebastián o Bilbao (2 tardes en cada plaza), Málaga (1 corrida) o Algeciras
(otra). La última vez que ambos compartieron cartel, con toros del hierro de la
herradura, fue en la Malagueta, el 1 de septiembre de 1919. Se lidió la corrida
con un lleno rebosante, nos contará el corresponsal de ABC, siendo las cuadrillas
de José, Juan y Paco Madrid ovacionadas en el paseo. El diestro malagueño, que
abre plaza, corta la oreja al primer pablorromero, berrendo en negro. El
segundo es berrendo en colorado, gordo pero con poca cara. “Gallito empieza la labor de muleta sentado
en el estribo. Da tres pases por dentro que entusiasman. Se lleva al toro a los
medios (olés). Media bien señalada. Más pases. Otra media. Muletazos de aliño.
Estocada entera (ovación prolongada, oreja y vuelta al ruedo)”. No tiene
suerte Belmonte con el tercero, negro entrepelado y pequeño, que está incierto,
y con el que está nervioso. El cuarto es castaño albardado y Paco Madrid escucha
palmas. El quinto es berrendo en castaño, manso, pero José quiere estar
superior y parea con Madrid; “Con la muleta hace una labor admirable. Destacan
del alegre y artístico conjunto varios pases de pecho y otros naturales.
Intercala un molinete y hay también pases redondos dibujados (ovaciones y olés).
Pone una gran estocada, de la que rueda el toro. El público, en pie, aclama al
lidiador (larga ovación, la oreja y vuelta al ruedo)". Con el sexto, un toro
berrendo en negro y listón, grande y gordo, hay verónicas de Belmonte que llevan
su inequívoco sello. Pero Juan no está por la labor con la muleta, abrevia,
pincha y deja media, siendo arrollado y silenciándose su labor.
Luego vendrán ganaderías más
cómodas, menos duras, como Guadalest (de los que Juan, toreando con José,
matará otros 27), Herederos de Vicente Martínez (26 reses), Concha y Sierra (22
toros), los inevitables Contreras (hasta 21 astados estoqueará Belmonte de una
de las ganaderías preferidas de Joselito),
unos medianos Pérez de la Concha (18 reses) y así en lo sucesivo. Pero,
apunten, también lidiarán ambos toros de Aleas, Veragua, Esteban Hernández,
Albaserradas (en poder de José Bueno los últimos), de Urcola o del marqués de
los Castellones. Sin duda toda una galería de encastes, de toros, que ya quisieran
los aficionados ver a cualquiera de las figuritas de mazapán actuales, dulces
pero empalagosas con el medio –o menos aun- toro habitual.
Toros lidiados por Juan Belmonte toreando junto a Joselito
Ganadería (sucesor en el hierro y/o
encaste)
|
Toros lidiados por Juan
|
Toros lidiados junto a Joselito
|
Murube (Carmen de Federico)
|
140
|
60
|
Conde de Santa Coloma
|
82
|
47
|
Miura
|
78
|
42
|
Gamero Cívico (Hermanos, José y Luis por separado)
|
88
|
41
|
Saltillo (Félix Moreno Ardanuy)
|
70
|
28
|
Pablo Romero
|
69
|
27
|
Marqués de Guadalest
|
44
|
27
|
Herederos Vicente Martínez
|
57
|
26
|
Concha y Sierra
|
82
|
22
|
Juan Contreras (Juan Sánchez de Terrones y Hnos. Sánchez
Rico)
|
39
|
21
|
Pérez de la Concha
|
49
|
18
|
Benjumea
|
30
|
15
|
Felipe Salas (Vda. de Salas y luego Gallardo Hermanos)
|
22
|
15
|
Gregorio Campos (Narciso Darnaude)
|
17
|
12
|
Antonio Flores Iñiguez
|
25
|
11
|
Campos Varela (Campos Fuentes)
|
30
|
10
|
Antonio Pérez Tabernero
|
21
|
10
|
Marquesa de Tamarón (Conde de la Corte)
|
15
|
9
|
Duque de Veragua
|
22
|
9
|
González Nandín
|
45
|
8
|
Anastasio Martín (y José Anastasio Martín)
|
20
|
8
|
Matías Sánchez (procedencia Trespalacios y Tabernero)
|
25
|
6
|
Urcola (Francisco Molina)
|
19
|
6
|
Esteban Hernández
|
11
|
6
|
Alipio Pérez Tabernero
|
8
|
6
|
José y Manuel García Aleas (por separado)
|
16
|
5
|
Medina Garvey
|
11
|
5
|
Manuel Albarrán
|
16
|
4
|
Duque de Tovar
|
11
|
4
|
Vda. de Soler
|
4
|
4
|
Marqués de Albaserrada (José Bueno y Escudero Bueno)
|
37
|
4
|
Graciliano Pérez Tabernero
|
13
|
3
|
Conradi
|
10
|
3
|
Moreno Santamaría
|
8
|
3
|
José Carvajal
|
6
|
3
|
Antonio Campos
|
5
|
3
|
Marqués de los Castellones (Francisco Páez y luego Antonio
Natera)
|
5
|
3
|
Marqués de Villamarta
|
14
|
2
|
Surga (Felipe Bartolomé)
|
11
|
2
|
Samuel Hermanos
|
9
|
2
|
Trespalacios
|
6
|
2
|
Cándido Díaz
|
3
|
2
|
Fernando Villalón
|
2
|
2
|
Vda. de Romualdo Jiménez
|
2
|
2
|
García de Lama
|
15
|
1
|
Hermanos Villar
|
7
|
1
|
Juan Manuel García
|
1
|
1
|
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