Etiquetas

jueves, 14 de junio de 2012

Premios por doquier


No han tardado mucho, como es lógico, en salir publicados los primeros premios al paupérrimo ciclo isidril de 2012, premios al parecer obligatorios aunque no se hayan visto acciones a la altura de su supuesto prestigio.
En definitiva el premiar condiciona e induce a que uno salga en los medios, a hacerse una foto, a acudir a una cena, comida o acto donde poder comer, beber, confraternizar y volver a salir en la foto o en el reportaje consiguiente.
Siempre he intentado huir de los premios (durante dos años en la COPE firmé la encuesta en los premios de la empresa, aunque creo que casi nunca lo que yo defendí –muchas veces desierto- salió elegido o premiado…, y los dos últimos años ni siquiera rellené el papel, aunque agradecí la invitación y creo que uno de ellos lo presentó Sixto Naranjo). No he participado en premio alguno el resto de mi vida como aficionado –que yo recuerde- desde que la Asociación Juvenil Taurina Española fue invitada como parte del jurado de un concurso de novilleros sin picadores, en los que en la final intervinieron Joselito, El Fundi y el Bote… (echen la vista atrás, por favor); votamos al sin par Joselito –porque había sido objetivamente el mejor- y le dieron el premio a José Luis Bote por cuestiones de política taurina, con enorme desagrado de nuestro representante en el Jurado que abandonó ruidosamente la reunión; o que en la misma Asociación declarásemos desiertos uno tras otro, los premios al mejor encierro y la mejor lidia a lo largo de todas sus convocatorias... menos una, en la que premiamos a Esplá. Y punto final.
Ya ven que no soy muy partidario de los premios, que siempre me parecen más o menos interesados –taurina o económicamente hablando-,  políticamente correctos y a veces verdaderamente incomprensibles desde mi punto de vista de aficionado.
Este San Isidro, el más pobre de la historia, se han vuelto a repartir generosos los premios más variados; la empresa -y su jurado- a todo quisqui, el Ayuntamiento y la Comunidad, con mayor moderación, al matador triunfador, toro y ganadería más brava o completa y mejor novillero.
Repasemos éstos últimos porque creo que son mucho más sinceros y acertados que los de la empresa. Como triunfador han elegido –como en el premio de Taurodelta- a Sebastián Castella. ¡Hombre elegirlo como triunfador en una feria donde nadie ha salido en hombros, y ha habido dos matadores que también han cortado sendas orejas (triste final de la primera feria del mundo) es una cierta temeridad! Es verdad que Castella ha estado bien en sus dos actuaciones (la tercera quedó suspensa por su cogida del primero de ellas). Bravo por el notable gesto de seguir lidiando tras la cornada recibida, que obviamente debía hacerle sufrir notablemente, pero que no le permitió ni relajarse en su pundonorosa actuación, ni matar –en gesto heroico- incluso a su segundo, antes de retirarse a la enfermería. Sin embargo, y a pesar de que ahí cortó la oreja,  a mí me gustó más en su segunda actuación, más colocado que nunca, ligando y lidiando, bastante mejor que en tantas de sus actuaciones precedentes, pero como dijimos en su momento abusando del metraje de la faena, yendo a menos como el toro y fallando finalmente a espadas.  Creo que esto del triunfador habría que haberlo dejado desierto… y así aprenderíamos todos. Siete de los votos del jurado de Taurodelta así lo propusieron (se pueden imaginar quiénes sin dificultad alguna), que sumados a los seis en blanco suponían mayoría absoluta, aunque diez votos se llevaron el ascua a su sardina… y al del francés.
Sebastián Castella (Foto: abc.es)
Otra cosa es que se premiase a la mejor faena, este ya es término comparativo (para que haya una cosa mejor que otra, debe haber una peor, lógicamente) y ahí, en términos comparativos podía figurar perfectamente la faena de Castella, a mi juicio junto a las de Fandiño o Robleño, por ejemplo; la cosa va en gustos y los términos comparativos son siempre relativos (Taurodelta se la dio, en efecto, a Castella también).  Ahora que de ahí a considerar ésa una faena de premio… va un mundo lejano... al que yo –al menos- no he llegado.
Como premio al novillero triunfador, el jurado de la Comunidad ha elegido a Gómez del Pilar, al que creo que en justicia puede considerarse de esta forma, aunque de nuevo no hubiera puerta grande y merezca también ser recordado Gonzalo  Caballero.
Gómez del Pilar en Las Ventas el pasado 28 de mayo (Foto: las-ventas.com)
Como “Corrida más completa” el jurado del Ayuntamiento ha escogido a la de los Hermanos Lozano bajo el hierro de Alcurrucén (lejos de nos el segundo de de sus hierros lidiados, el de El Cortijillo, ejemplo de descaste y bobaliconería absolutas). También ha resultado este encierro el mejor para los premios de la empresa, con doce votos frente a los cinco que conseguirían bien Baltasar Ibán, bien Cuadri (a que también pueden imaginar, en su jurado, quién votó a qué ganadería…). Ahora bien, a mi juicio tampoco este premio debió recaer en el hierro citado, no porque en conjunto no fuese el más manejable, sino porque uno tiene la deformación de aficionado añejo de que para considerar como mejor a un toro, o a un encierro, el criterio debe medirse en términos de bravura. Y bravo, lo que se dice bravo, he apuntado en toda la feria apenas tres o cuatro ejemplares de los lidiados (que cumplieran, por ejemplo, en los caballos he apuntado a alguno de Ibán, Escolar, Cuadri, el Ventorrillo, Victoriano del Río, o Aurelio Hernando, y poco más, así que ya se figuran lo que juzgo). Además, como corrida más completa debiera tenerse en consideración la presentación y casta del ganado corrido, y ahí Alcurrucén –siendo la que en conjunto ofreció el juego más toreable- no dio la talla. En presencia le tengo apuntados un segundo de escasa culata y un tercero de poco cuajo en general, y en cuanto a casta –que en general lucieron aunque sin excesos-, apunten el que el quinto se rajó… Una corrida en la que uno de los seis se raja… no debiera ser considerada como “Corrida más completa”, aunque volvemos a un término comparativo, donde el “más” supone que ha habido muchos “menos”… y tantos...
Pistolero de Baltasar Ibán, nº. 29, de octubre de 2006, con  554 kilos (Foto: las-ventas.com)
Y sin embargo, permítanme que alabe el premio de la Comunidad al toro más bravo, Pistolero de Baltasar Ibán, también a mi juicio el más bravo de toda la feria, casi el único que hizo pelea de bravo durante toda la lidia. Y es que para considerar a un toro como bravo, éste ha de cumplir como tal en todos los tercios, desde el capote a la muerte, y especialmente en el caballo, piedra de toque de la auténtica bravura desde hace siglos, desde que la selección de esta raza se basó precisamente en ese criterio. ¡Cuántos toros mansos, que incluso han huido del peto o se han dolido al hierro, acaban embistiendo con “toreabilidad”, cierta boyantía o condición pastueña a la muleta…! No, el toro bravo lo es en el caballo, lo ha sido en el capote, lo sigue siendo en banderillas y lo es en el último tercio y hasta su muerte. Y por eso, aunque recuerdo algún toro que también cumplió en varas… como luego su juego no se desarrolló al completo por los vericuetos y requisitos por los que debe caminar un toro bravo, se quedaron en interesantes o cumplidores en varas, quizá hasta encastados…
El premio de la empresa en este campo, sin embargo, ha recaído en Fiscal, de Alcurrucén, lidiado por el Cid en cuarto lugar de aquella corrida, con otros doce votos (que suenan a los mismos que antes, por cierto…), seguido por Pistolero (ocho votos), y Corredor de José Escolar (dos votos). Pero, apunten, el famoso Fiscal fue un toro que en la primera vara entró corrido, sin ser fijado en la suerte, empujó sobre un pitón, con la cara alta, cabeceó algo y salió sueltecillo, y en el segundo encuentro, ya bien fijado, entró y cabeceó en el peto para volver a salir suelto. Nada que destacar en cuanto a bravura. No le apuntamos nada de particular en banderillas y en la muleta dio un juego fenomenal, con clase y boyantía, sin duda. El otro toro reseñado por el jurado de Taurodelta, Corredor, de José Escolar, cuarto de los lidiados ese día, que repetía y metía la cara en el capote, más largo que sus hermanos, empujó bastante pero sobre un pitón en el primer encuentro, donde le pegaron en forma, y, sin fijar, tomó una segunda vara cabeceando algo y saliendo más suelto. También volvería a ser un toro importante en la muleta, aunque el bajonazo cinegético nos privara de una muerte encastada. Para mí, el toro más bravo de la feria, como he dicho, fue el de Ibán, lidiado en segundo lugar por Serafín Marín, con mucho el más completo de la feria. Tomó el capote con cierta codicia aunque derrotando un poco, llegó a la primera vara donde empujó con fijeza, la cara baja y costó sacarlo del peto una enormidad, saliendo enfadado, con genio. Volvería a un segundo encuentro donde entró de lejos, y volvió a empujar fijo, y aunque sin emplearse tanto como en la primera no se puede decir que fuese a menos. Persiguió algo en banderillas, y llegó a la muleta con casta, codicia, recorrido y cierto picante que fue complicándose a medida que Serafín fue perdiendo el mando en el trasteo, y hasta que casi consiguió ahogarlo. El toro siguió pidiendo guerra hasta la muerte, especialmente a la hora de descabellar; en conjunto: un toro bravo. Hubo también algún otro que apuntar para este premio, ya lo hemos dicho, pero sin llegar –creo que ni de lejos- al nivel de éste.  
Nacho Meléndez citando al cuarto de Bañuelos, "Lana-Virgen"
En cuanto a  otros premios de Taurodelta, como el de la mejor estocada (Uceda Leal), el mejor picador (Nacho Meléndez), mejor par de banderillas (Curro Javier), quizá hay muy poco que objetar. Es verdad que han lucido bastante banderilleros como David Adalid, Curro Robles, Joselito Gutiérrez, El Chano o Luis Carlos Aranda, bien por todos ellos, y que también con la vara larga se lucieron Tito Sandoval (al que inexplicablemente no vimos en su segunda actuación, tras la cogida de Castaño), Briceño o José Ney; y que en la brega hubo muchos que destacaron.
Pero, en lo fundamental…, repetimos, ¡vaya desastre de feria! Los muchos premios no disimulan un conjunto absolutamente insufrible, con descaste generalizado y muy bajo nivel de los espadas en términos asimismo generales. Hay que replantearse la feria desde las exigencias de la Comunidad. Volver a los 16 o 18 festejos, obligar a que las figuras repitan –como Castella a priori- tres o cuatro tardes, y buscar mayor diversidad de encastes con los que apreciar los valores de cada cual (Castella, por ejemplo, se anunció con Victoriano del Río, Alcurrucén y Núñez del Cuvillo, poca variedad dentro de los dos encastes mayoritarios).
¡Cuánto nos gustaría haberlo visto con el bravo toro de Ibán, o con alguno de los Cuadri, perfectamente toreables! En esas ferias que les traía a colación días atrás, de los años 60, Paco Camino toreó las ganaderías de Galache, Bohórquez o María Teresa Oliveira en 1965; alipios, juampedros o galaches en 1966; y en 1967 APs, atanasios, juampedros y reses de Benítez Cubero. ¿Qué les parecería sortear los puestos, una vez elegidas las ganaderías actuantes… si es que al final pasan el reconocimiento veterinario? 

1 comentario:

  1. Me encantaría que eligieran las ganaderías y luego sortearan las ganaderías. Todo ello en un bonito acto de promoción de la Tauromaquia.

    Esos sorteos de campeonatos de fútbol palidecerían, emocionante sería ver cómo la bolita de los figurones de tronío, cae en la copa de José Escolar, en la de Miura y para no ser tan malote con ellos, en la de Baltasar Ibán. Me conformo con verles con Bastonito o Pistolero.

    Enhorabuena por el blog, hondo y con fundamento. Como un Cuadri.

    ResponderEliminar