Y yo creía que la verbena de La
Paloma, de la Virgen de la Paloma, era el día quince de agosto en Madrid... Se
ve que este año, por mor de los calores primaverales, la han adelantado para
uso, disfrute y solaz de los madrileños o de los postreros isidros del coso de
la capital. Ayer en Las Ventas tuvo lugar su primer acto, y hubo tómbola,
además, con premio gordo. Así nos vamos animando para la Feria del Arte y de la
Cultura. ¡Viva Madrid, que es mi pueblo! (como el título de la película que
protagonizó y realizó el gran Marcial Lalanda).
Dos orejas de tómbola para David
Mora en tarde inexplicable, así que arrellánense en sus butacas y sin necesidad
de estupefaciente alguno, droga psicotrópica u hongo alucinógeno, intenten
entender lo sucedido. Seremos breves, prometido.
El único toreo de la tarde,
pásmense, saldría de la muleta de Curro Díaz, en un par de series a derechas a un toro manso,
de escasa culata, que lo mismo embestía soso a la muleta, que metía la cara
entre las manos, que iba a media altura o que le daba por no embestir: el primero.
Un par de series muy en su estilo, desmayadas, con clase y gusto, llevando en
corto a su oponente, no siempre en perfecta colocación, pero con torería
indudable. A medida que el bicho se fue rajando, fue decayendo la faena, para
acabar sin ligazón, de uno en uno, antes de un pinchazo y una entera, ambos
bajos. Pero lo más torero de toda la corrida fueron esos lances… En el cuarto
hubo un amago de eso mismo, en la serie que duró el animalito, astillado del
zurdo de salida…, antes de que tardeara, se cayera, fuera con la cara a media
altura o protestara. En esta ocasión hubo una entera delantera y desprendida
para acompañarle en el sentimiento.
Curro Díaz toreando con naturalidad, la parte más torera del festejo de ayer (Foto: las-ventas.com) |
A César Jiménez ni eso le vimos.
Muy desconfiado en su primero –que se coló un par de veces por el derecho-, lo
pasó por la izquierda siempre despegado y en paralelo, sin decir ni esta boca
es mía. El descastado animal terminó por entrar al paso y arrancarse sólo
cuando creía que tenía el tiro hecho. Un adornitos precedieron a un metisaca
bastante bajo, y, desde fuera, un cuarteo para una entera por las costillas. Otro
animal algo anovillado de hechuras…, y van dos. El quinto, Mariposero, fue un zambombo de 606 kilos de carnes magras, manso y
de condición boyar. Inexplicablemente se dio el diestro unas antiestéticas carreras
iniciales, cuando sabemos que el equipo olímpico de atletismo ya está
perfectamente designado…, no hay opción. Hay que andar con torería siempre por
la plaza, hombre. El mulo no tuvo ni la virtud de no molestar: entraba al paso,
cabeceó sobre el trapo, tardeó cuando quiso y, cuando no, entró bruscote al
engaño. Entre suciedades muleteriles y la excesiva longitud de la nada, aquello
se hizo verdaderamente pesado, siempre en corto y descolocado. Media tendida con
desarme nos deshizo de aquello.
Y vamos con la parte folclórica
del festejo y de la puerta grande más demencial de ésta y algunas temporadas…
El primero de David Mora fue un toro que debió volver a los chiqueros por
inválido; tras casi cumplir en varas, apenas pudo dar un paso sin caerse. En
alguna serie, incluso, se cayó tantas veces como lances le diera el madrileño. Y
eso que todo comenzó bien, porque tras dar un par de verónicas con cierto
gusto, el diestro resbaló en la cara del
toro, cayó al suelo y se hizo un precioso quite desde allí con una larga
afarolada y luego un par de capotazos a una mano, con una justísima y soberbia
ovación del público. Pero en la faena le dio por pegar tironcillos constantes
que darían con el bicho… constantemente
en el suelo, por los mismos y por su flojedad supina, prona y absoluta. Le dio
algunas distancias en los pases que abrían las series, pero luego lo pasaba –desde
fuera- en paralelo y sin mandar nada, desaprovechando un buen toro que rematando
los lances a media altura no se hubiera caído lo que lo hizo. Las pérdidas de
manos fueron abundantes…, caídas en la faena le apuntamos –antes de aburrirnos-
unas nueve… Siempre aliviándose, a veces sin quietud ni limpieza, no sabemos
cómo el público de isidros verbeneros llegó a conectar con aquello (bueno
también todos compramos en las tiendas de “todo a cien”, ¿o acaso es “toro a
cien”?), pero el caso es que sacaron a pasear los moqueros después de una
estocada algo caidita. No hubo petición suficiente y necesaria, pero el
benevolente don Julio, transigió con el premio en la tómbola venteña. ¡Qué más
da!
Lo del último sólo podría
narrarlo cinematográficamente Buñuel, o quizá teatralmente los grandes autores
del absurdo, Jardiel, Tono, Mihura, Álvaro de la Iglesia… o ser dibujado en
lienzo por Dalí. Anduvimos entre el surrealismo y el absurdo, que no lleva “ismo”…
El buey que le tocó en suerte, ya se iría para chiqueros tras astillarse el
pitón izquierdo en el durísimo peto… Allí volvería en banderillas, siempre con
querencia a tablas. En el 1 –allí al lado- le cogería al iniciar el trasteo
Mora. Se lo llevó a terrenos del tercio–medios del 7, casi a sus antípodas... Y
el toro se lo llevó a él a chiqueros en unas pocas series. Eso es dominio, ¡qué
caramba! O tener las ideas claras de dónde realizar la faena. A cada pase que
daba –siempre con bastante salida- el bicho se le rajaba y quería irse para su
querencia natural… y la falta de sujeción y el aprovechar que pasaba por allí
para darle algún pase, conseguirían que visitasen todos los terrenos de la plaza
y acabasen en su destino natural. En toriles, unos medios pases, dejándole la
muleta en la cara, sin rematar lance alguno, pero enjaretándoselos seguidos… y
delirio del personal. ¡Qué malos son los calores primaverales!
David Mora entrando a matar al sexto en terrenos de chiqueros, sin vaciar (Foto: las-ventas.com) |
Todo andaba preparado
para la verbena, y la tómbola de los Cachichi sólo necesitó de una estocada
entera caída y trasera, en la que por no vaciar resultó cogido –sin consecuencias, por segunda vez de la tarde-, un arreón del toro con desarme a un peón, que sonara
un clarinetazo presidencial y un descabello en dos tiempos para abrir la
primera puerta grande de esta temporada. La petición fue menor que la
precedente, pero la aritmética no es el fuerte del palco… Tampoco lo debe ser
el mantenimiento del prestigio de la plaza, así que, bienvenidos todos a la
Monumental de Villaconejos. Increíble pero cierto.
Cualquier día tomo la alternativa
y que me regalen otra…
En efecto, el primero de Mora pese a la pérdida de manos estuvo por encima de él, que ya es decir, pues se lo hecho fuera todo el tiempo tirando trallazos con velocidad, en paralelo. Pero lo peor fue en su segundo, qué vergüenza de palco presidencial, en el que ví que manda mucho Joselito Calderón pues hasta que no asintió no sacó el presidente el pañuelo en ambas ocasiones. Mucha culpa de las orejas verbeneras de Las Ventas es de Joselito Calderón. Que conste por escrito. Y del público, cada vez más ignorante, que pide las orejas, claro. Éste el mayor mal que tiene el toreo hoy, el desconocimiento del público.
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