Un día
como hoy, pero de 1895 se celebraría en Madrid la corrida a beneficio de las
víctimas del crucero Reina Regente, perdido
en las aguas del estrecho de Gibraltar o en sus cercanías el día 10 de marzo. El
Reina Regente era uno de los buques
más modernos e interesantes de la armada española de finales del XIX, precisamente
en aquellos decisivos momentos previos a la guerra de 1898 con los Estados Unidos
en que hubimos de perder nuestras posesiones ultramarinas. Bien artillado para
la época quizá en ese detalle pudo radicar la clave de su naufragio, ya que el
peso de las piezas pudo desestabilizar al buque. El caso es que la nave, que un
9 de marzo de 1895 viajó desde Cádiz a Tánger para devolver una misión
diplomática del Sultán de Marruecos, tuvo serios problemas en aguas del
estrecho de Gibraltar por un recio temporal, perdiéndosele de vista y sin que
jamás pudiera encontrarse cadáver alguno de sus tripulantes, pereciendo en él sus
420 hombres de dotación. Pequeños restos del buque se hallaron días después en
las playas de Tarifa y Algeciras.
El crucero Reina Regente |
Para
ayudar a las familias de las víctimas, entre otros actos, homenajes y socorros,
se organizó en Madrid una corrida extraordinaria, con diez toros que fueron donados
gratuitamente por sus propietarios: D. Manuel Bañuelos, hijos de D. Vicente
Martínez, D. Manuel García Puente y López (antes Aleas), D. Eduardo Miura, D.
Joaquín Pérez de la Concha, D. Luis Mazzantini, D. Rafael Molina (Lagartijo), D. Eduardo Ibarra, D. Juan
Vázquez y D. Faustino Udaeta.
Al fin
se decidiría que fueran cinco los espadas que los lidiasen, aunque cobrando por
ello, conformando el cartel de aquella tarde Luis Mazzantini; Antonio Arana, Jarana; Antonio Reverte; Emilio Torres Bombita; y Juan Gómez de Lesaca.
En términos
generales, los toros estuvieron bien presentados y dieron el correspondiente
juego. Destacó sobre todos ellos el llamado Jitano
(sic), de la vacada de don Eduardo Miura, buen mozo y de bonita lámina que tuvo
mucha bravura y poder (tomó 8 varas, por 6 derribos y 5 caballos para el
arrastre), aunque llegó con muchas facultades al final. Como muy voluntarios y
buenos al final se destacó a los bichos de Ibarra (8 puyazos, 7 batacazos y 1
penco) y de Bañuelos. El resto de los toros cumplió sin más, siendo los peores
los de Mazzantini, Martínez y Udaeta. Fueron dignos de mención el toro de Aleas
por su belleza, y el de Udaeta por su tamaño descomunal.
El cartel del festejo de la Imprenta de Portabella (Zaragoza), obra de Marcelino Unceta (Colección personal) |
Mazzantini
mató tres de los toros por el accidente de Reverte que relataremos. Con el de
Bañuelos quedó bien y fue bastante aplaudido. Con el toro de su propia vacada,
a pesar de intentar lucirlo al máximo, no brilló a gran altura, especialmente
con su fuerte, la espada, terminando con él de estocada y descabello al sexto
intento, lo que enfrió la faena. Y con el de Ibarra, anduvo sólo regular,
escuchando algunas protestas. Sin embargo, en la brega estuvo, como solía, muy
bien, lo mismo que en banderillas y como director de lidia.
Jarana estuvo mal con el de Martínez, tanto
con la muleta como con la espada, y escuchó un aviso. Con el de Lagartijo, anduvo más lucido de muleta,
pero desgraciado al matar, pues lo descordó con el sable (hubo aplausos para el
ganadero). Sin embargo sobresalió con los rehiletes, escuchando grandes ovaciones,
pero mal en la brega.
Reverte
hizo la faena de la tarde al toro de Aleas, al que mató de una muy buena
estocada, pero todo a costa de dos revolcones tremendos, tras de los cuales pasó
a la enfermería. Allí se le apreció un fuerte varetazo que le produjo un cierto
colapso respiratorio y cardíaco, apuntándose que el pronóstico era grave por
las complicaciones que pudieran sobrevenir. Se lució, en lo que anduvo por el
ruedo, con recortes capote al brazo que fueron muy aplaudidos.
Emilio Bombita
(no confundir con su hermano menor Ricardo) estuvo bien con el toro de Miura
y escuchó palmas. Con el de Juan Vázquez, aunque no se lució con la muleta
terminaría dándole una buena estocada volviendo a oír algunas palmas. Muy bien se
portó en banderillas, en la brega y en unos cambios de rodillas con el capote.
Lesaca anduvo
bien, aunque muy frío, con la muleta y mal, aunque decidido, con el sable. Hubo
división; le aplaudieron sus partidarios, y le pitaron sus detractores, aunque la
mayoría guardó silencio. Al último, lo despachó cómo y cuándo pudo, con escaso
lucimiento.
Los
organizadores y con ellos buena parte de la prensa solicitaron la presencia
para esta corrida del número uno de la torería del momento, Rafael Guerra Guerrita, pero éste y algunos de sus
mentores y amigos (como el gran bibliófilo y crítico musical y taurino don Luis
Carmena y Millán) se negaron a ello, fundamentalmente por saber que la mitad de
los beneficios irían a parar a la empresa, en concepto de alquiler de la plaza,
algo que consideraron vergonzoso.
El gran perjudicado, sin torear, del festejo: Guerrita. Raro folleto de 1962 editado en Córdoba por el centenario de su nacimiento (Colección personal) |
La
campaña contra el Guerra fue feroz en
esa buena parte de la prensa diaria y de las revistas especializadas, sin darle
opción a explicar su postura de forma clara y general. Guerrita, no obstante, hizo un donativo de 5.000 pesetas, que -pese
a todo- no consiguió acallar todas las críticas. Las cuentas del festejo reflejaron
unos ingresos por cargo de taquilla, apartado, restaurante, venta de naranjas y
carne de los toros, de 75.200,80 pesetas. Como gastos se apuntaron 6.000
pesetas a Mazzantini; 4.000 para Reverte, a Bombita le adjudicaron 2.500, a
Jarana 2.000, y a Lesaca sólo 1.500. El servicio de caballos costó 3.542, los programas
y carteles 5.000 y así hasta un total de 30.096,23 pesetas, lo que dejó un
beneficio líquido de 45.104,57, eso sí a repartir a partes iguales entre la organización
y la empresa.
Hubo
también, y al margen del muy generoso de Guerrita,
otros donativos a considerar como los de 2.000 pesetas del ganadero D.
Esteban Hernández, las 500 de Reverte, otras 500 de Bombita, 125 pesetas de
Jarana, 250 de D. Antonio Bonilla y 50 de D. Regino Velasco, el famoso impresor
madrileño que entonces tiraba casi toda la cartelería de la plaza de Madrid. Al fin, y tras
pagar algunos gastos no justificados, el beneficio final para las familias de
las víctimas fue de 30.073,59 pesetas. Estos datos, bastante exiguos para lo
que se esperaba, dejaron mal sabor de boca a mucha gente, y desde algunas
revistas se arremetió con fuerza contra la empresa a la par que se alababa la
actitud de Guerrita en contraposición
con otros toreros; algunos revisteros, como ocurre hogaño, corrieron tupidos
velos sobre el espinoso tema para no indisponerse con empresa o diestros...
Ayer como hoy.
Estimado señor Cabrera: entiendo que a usted, como médico y aficionado, le interesará este curioso caso clínico.
ResponderEliminarhttp://festivalesdespa.blogspot.com.es/2012/06/el-toro-cirujano-un-milagro-en-leganes.html
Un cordial saludo.