Dejábamos ayer el asunto de los honorarios de los toreros en las postrimerías de lo que fue la plaza madrileña sita en las afueras de la Puerta de Alcalá, concretamente en 1871, año del que teníamos las escrituras firmadas por Rafael Molina "Lagartijo", Salvador Sánchez "Frascuelo" y Francisco Arjona Reyes "Currito". Vayamos más adelante para comprobar como esas cifras porcentuales, con respecto a las máximas recaudaciones por taquilla, aun se mantuvieron largas décadas.
A partir de ese momento, es cierto, el proceso inflacionario se dispara, y con ello los salarios, aunque no en la misma medida los precios de las localidades. El mismo “Lagartijo”, en 1888 recibiría 22.500 reales para él y su cuadrilla, y ello sin que los precios se hayan proyectado de la misma manera. No podemos decir cuánto suponía esto sobre el aforo de la nueva plaza, la situada en el lugar que hoy ocupa el Palacio de los Deportes de la capital (desde 1874 en adelante y hasta 1934), aunque el aumento de las localidades y los dieciocho años transcurridos harían también aumentar la taquilla por festejo. Ese año toreó 18 corridas en Madrid, así que el cálculo más simple nos sitúa sus ingresos (para él y su cuadrilla) en 405.000 reales sólo en Madrid ese año. El sueldo, por ejemplo, de un profesor universitario podía estar entonces sobre las 5 a 10.000 pesetas anuales, es decir entre 20.000 y 40.000 reales; un empleado de correos cobraba como promedio unos 6.400 reales; el Presidente del Tribunal Supremo (el Carlos Dívar de entonces) unas 30.000 pesetas (120.000 reales anuales). Las cifras son claramente explícitas. Lagartijo en sus primeros años como matador de toros (Colección personal) |
Veamos algunas cifras. En 1882, año de la construcción de la plaza bilbaína de Vista Alegre, se contrató a Fernando Gómez “el Gallo”, Manuel Fuentes “Bocanegra” y José Lara “Chicorro”, porque la antigua plaza de Abando tenía escriturados a “Lagartijo” y “Frascuelo”. Son toreros, evidentemente de menor categoría que los dos más famosos espadas. Por los cuatro días el padre de Joselito cobró 11.000 pesetas, esto es, a 2.750 pesetas por festejo (11.000 reales); “Bocanegra” un poco más, 11.250 pesetas (a razón de 3.750 pesetas por corrida, pues sólo actuó en tres de ellas) y “Chicorro” por las 4 toreadas cobró 10.000 pesetas (a 2.500 pesetas cada una, o 10.000 reales por festejo). La recaudación total por venta de entradas ascendió a 99.941 pesetas, lo que promedia 24.985,25 pesetas. Ello supone, por tanto, que “Gallito” pesaba un poco más del 11% del aforo conseguido, “Bocanegra” llegaba a un 15% y José Lara sólo un 10%. Los tres juntos supusieron un 36% de las localidades vendidas, cantidad sin duda elevada para esa época pero muy lejos de las actuales.
En 1883 sí que estuvieron contratados en la nueva plaza de Bilbao Rafael Molina y Salvador Sánchez, pero junto a “Lagartijo”, sin embargo, actuaron “Cara-Ancha” y “Currito” (éste sustituyendo a “Frascuelo”, herido). El gran Rafael cobró por 4 corridas 15.700 pesetas, “Currito” lo estipulado para Salvador, 15.000, y “Cara-Ancha” 12.500 pesetas. Los ingresos de la plaza produjeron esos cuatro días de corridas 163.776 reales (incluyen entradas y varios, la carne de los toros muertos y los puestos de refrescos), por lo tanto un promedio de 40.944 pesetas por corrida. Según eso, “Lagartijo” pesó sobre la recaudación media un 9,58%, “Currito” –sustituto de “Frascuelo”- un 9,15% y “Cara-Ancha” un 7,63%. Como no hubo más espadas (“Ostión” mató los sobreros), los tres juntos pesaron un 26,36% sobre la recaudación total de esas corridas generales.
En 1898 las corridas generales bilbaínas se estructuraron en torno a “Guerrita”, Antonio Reverte y Mazzantini. El genial cordobés cobró por las cuatro corridas, 17.750 pesetas (a 4.437,50 por festejo), Reverte alcanzó las 15.250 pesetas (3.812,50 pesetas por tarde) y don Luis fue el mejor pagado, cobrando 18.750 (a razón de 4.687,50 pesetas). Sólo la venta de entradas produjo un total de 196.796 pesetas, y por ello mismo, el peso específico de Rafael Guerra fue de 9,01%, el del sevillano Reverte un 7,74% y el de Mazzantini un 9,52%, y sumados los tres su repercusión sobre la taquilla fue de un 26,28%.
Unos años adelante, cambiado el siglo y los toreros de más arriba en el escalafón, nos acercamos a las cuentas de 1905, año en el que torearon “Quinito”, Antonio Montes, Antonio Fuentes, el joven “Cocherito de Bilbao”, Minuto y Ricardo Torres “Bombita”. La estrella de la época, el mediano de los “Bomba” cobró ese año 18.250 pesetas por las cuatro corridas celebradas, saliendo a 4.562,50 pesetas por festejo; mientras que Antonio, Fuentes, recibiría 20.450 pesetas, lo que supone, por los cuatro festejos en los que intervino, un total de 5.112,50 pesetas cada uno. Como ese año se recaudaron por venta de localidades 198.330 pesetas, su peso sobre la taquilla supuso respectivamente un 9,20% y un 10,31%. Los otros espadas no torearon los cuatro festejos de ese año. Tres espadas de la categoría de “Bombita”, Fuentes y “Quinito”, por ejemplo, apenas sobrepasaban el 25% del máximo billetaje vendido.
Belmonte en los inicios de su carrera (Colección personal) |
Desde entonces, y sobre todo, desde la exclusiva de Pagés con Belmonte, a razón de 30.000 pesetas por corrida, esta partida seguirá incrementándose sin parar. Luego vendrían las 100.000 pesetas de “Manolete” o de “Dominguín”, o el famoso millón de pesetas de “El Cordobés”, por ejemplo.
Manolete en 1945 (Colección personal) |
El círculo vicioso se cierra: la empresa no puede -económicamente hablando- programar carteles de primera fila porque no son rentables para ella, y por ello anuncia carteles de segunda o tercera fila; la Comunidad –en el caso madrileño- se los permite en detrimento del espectáculo y de la calidad exigible en la primera plaza y feria del mundo; y con todo ello se consiguen entradas como las de este año en San Isidro, unos dos tercios a tres cuartos como promedio, con salvadas excepciones, todas las tardes. Esto es, con unos 60-70 millones de entrada más los derechos televisivos. Un cartel de los de abajo, con una ganadería media –que no sea de gran interés para los aficionados- le sale a la empresa madrileña por unos 8 a 15 kilos en materia de matadores y unos 4 a 8 la ganadería… más gastos generales. Como las entradas valen lo mismo para ver a Morante, Juli y Manzanares, que para ver a los espadas de segunda o tercera…, los cálculos, así, sí que salen. Es responsabilidad de todos, desde luego, menos de los sufridos y paganos aficionados, pero en las cuentas de la fiesta lo que más se ha incrementado a lo largo de su historia son los honorarios de los diestros de más arriba, hasta el punto de casi hacerlos, hoy por hoy, insostenibles en su conjunto. Y todo ello, además, teniendo en cuenta que los grandes perdedores en el tema de los ingresos son la mayor parte de los ganaderos, que porcentualmente cobran menos ahora, probablemente, que nunca en la historia. Pero eso… ya es otra historia.
Muchas gracias Rafael por introducirnos en los problemas de valoración de las corridas de toros de forma tan rigurosa.
ResponderEliminarNunca he entendido nada de lo que cobran los toreros, pues las cantidades que siempre me han dicho son fluctuantes y poco fiables. Tu artículo proporciona datos para entender el sinsentido de los carteles de tantas ferias y la evolución de los honorarios de los toreros. Además hay que tener en cuenta las triquiñuelas como la inflacción de honorarios en Madrid para rebajarlos en otras plazas o las liquidaciones por empresarios apoderados, pero eso son las trampas y lo riguroso es la evolución al alza de los honorarios en su relación con los ingresos.
Saludos. Andrés
Estimado señor don Rafael Cabrera:
ResponderEliminarSoy Jacinto Castillo, comentarista taurino del diaro LA VOZ DE ALMERÍA. Actualmente estamos preparando una publicación sobre la Plaza de Toros de Almería, en la cual estaríamos encantados de incluir la excelente imagen de Lagartijo que aparece en este blog. En este sentido, nos gustaría solicitarle su autorización, dando por entendido que la cita del origen de la foto, sería un honor para esta publicación y para su coordinador.
Muchísimas gracias de antemano, por su atención.
Jacinto Castillo Milán: jcastillo@lavozdealmeria.com
Mi abuelo era Agustin Cabrera .. Chatillo de Bilbao y ni le conoci , ni se que rostro tenia , sigo buscando en la red .....
ResponderEliminar