El
comentario de Ángel Arranz
Creatividad
Hay artesanos en ciernes que se creen artistas.
Suelen ser candidatillos pedantes o prefabricados, mal asesorados, que casi
siempre confunden Arte con Marte.
No es lo mismo fajarse y forjarse en la
diversidad y adversidad prácticas que formarse en la teoría de cursos a
distancia, o formarse a través de operaciones mercantiles triunfalistas que
disgustan, más que gustan a eruditos pensantes de todas las Artes, Ciencias,
Oficios, Inventos y Eventos habidos y por haber.
Resulta grosero o grotesco que demasiados
candidatillos-candidatillas que pisan un escenario o actúan en público se
autocalifiquen como artistas.
Pegan cuatro berridos en un micrófono, pegan
cuatro trapazos en un albero, maltratan al personaje que interpretan, pegan
cuatro pelotazos, pegan cuatro letras o cuatro colores y… se creen o les
hacen creer artistas. Alguno llegará porque casi todo se aprende; mientras…,
humildad, aprendizaje y respeto ante los verdaderos artistas.
No es lo mismo cortar una oreja en el límite de
la vuelta al ruedo que cortar una oreja con insistente petición de la
segunda. Lo mismo pasa con los demás artesanos, unos están el límite por
abajo, y otros pueden subir al exigente escalafón superior.
Ojo, tiene mérito ser artesano correcto se trate
de lo que se trate.
Los artistas, son los oficiantes que sobresalen
de los artesanos. Es decir, sus propios compañeros le señalan como un colega
deslumbrante.
En el caso de los toreros, los hay, en principio,
perfeccionistas como Ponce; fundamentales como Morante; esenciales como
Tomás. Son excepción los que llegan a esas cumbres, y, es a base de tesón y pundonor como El Juli o Castella.
Hay figurillas “mediáticas” tan puntuales como
pasajeras que son más populistas que artistas.
Dos observaciones:
1ª) Reconozco y admito que haya preferencias
dentro de esas posturas y composturas en el arte de torear. A mi me
satisfacen las cuatro.
2ª) Mi opinión ni es la única, ni es la mejor.
Este comentario solo pretende diferenciar
quincallas de medallas.
En oro y luces estaba pensando en la calurosa pseudosiesta
–estoy jubilado- que me producen los telediarios.
Esta tarde cartel de carteles en la corrida de la
“Beneficencia”.
Y pienso en una metáfora con un recital de música
y canciones excelsas de tres estilos.
Plácido Domingo, voz de voces, es, por ejemplo:
Morante.
Raphael, voz de voces para baladas, y con profesionalidad solemne: Manzanares.
Sabina, voz ecléctica, de fusiones y letras
picantes o bravas: Talavante.
¡Que gozada!...pero del dicho al hecho hay
trochas y trechos.
En telegrama les explico que pasó ayer Las
Ventas.
Morante solo dejó dos muletazos y tres
chicuelinas con cierto sabor; como si Plácido tuviese afonía. Manzanares en
pega pases, casi competitivo, lo mejor fue su coro, su cuadrilla para
entendernos; como si Raphael cantase con letra y música enlatadas y altavoces
averiados. ¿Talavante?, salió a hombros, ¿por qué? Estuvo decidido con la
muleta, fusionó el rock tremendista, el seductor bolero y la alegre
rancherita que gustó a un público más
consumido y consumidor que consumado… pero su participación en el recital
estuvo lejos de la inventiva de Sabina y de la Puerta Grande. Su lote fue
para orejas superiores. Los otros cuatro toros no los vimos porque sus
lidiadores no los quisieron ver o mostrar de verdad. Ayer el doctor y los dos
maestros parecían bachilleres.
Por cierto, mañana me paso por la Plaza de Colón
a comprobar si sigue la bandera. Ayer hubo capotes y muletas con mucha tela.
Casi tanta como tiene la bandera.
Por cada diez derechazos repetitivos
Un natural regular
Los consumidores lo ven normal
Inspiración e improvisación es colosal
Los toreos han de ser perfeccionistas, creativos
Experimentales… por muchos motivos
Poco que ver… con los simplistas competitivos
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