El pasado martes de esta semana se
entregaba en el Colegio Mayor San Pablo, el XII Premio Joaquín Vidal al genial
torero jerezano Rafael Soto Vargas, Rafael de Paula. El acto, brillantemente organizado
desde el Círculo Taurino Universitario Luis Mazzantini y con el apoyo y colaboración
imprescindibles de la Fundación San Pablo CEU y el Colegio Mayor San Pablo,
reunió a varias decenas de aficionados, tanto del ámbito académico como ajenas
al mismo, para rendir ese merecido homenaje a quien puede se r considerado como
uno de los más geniales intérpretes del toreo eterno.
El prestigioso premio, que en palabras del
presidente del Círculo, Javier López Galiacho, es “el más importante que se
concede en la universidad española, con el que se distingue a personalidades o
instituciones comprometidas en la defensa de los toros”, fue creado en 1995 y
otorgado en aquella edición al ex - senador y grandísimo aficionado don Juan
Antonio Arévalo, uno de los padres de la Ley Taurina de 1991. Desde entonces ha
recaído en personalidades como los toreros Pepe Luis Vázquez, el llorado
Antoñete, Curro Romero, César Rincón o Luis Francisco Esplá, en ganaderos como
Jaime de Pablo Romero o Victorino Martín, en el presidente de la plaza de
toros de Las Ventas don Luis Espada, en un crítico de la talla intelectual y
literaria de Joaquín Vidal, cuyo nombre ahora recibe el premio desde 2002, o en
el conjunto de la afición madrileña por ser la cátedra del toreo.
Esta duodécima edición del premio, coincide con el X aniversario de la muerte del periodista que le da nombre (antes se le conocía como Premio Luis Mazzantini), y en ella se reconoce la trayectoria del genial Rafael de Paula, que tantas tardes de gloria y tantas cumbres estéticas ha regalado al arte. Paula cumplirá el próximo septiembre sus 52 años como matador de toros.
Raul Mayoral, Javier López Galiacho, Rafael de Paula, Antonio Rendón y Joaquín Vidal (hijo) |
Esta duodécima edición del premio, coincide con el X aniversario de la muerte del periodista que le da nombre (antes se le conocía como Premio Luis Mazzantini), y en ella se reconoce la trayectoria del genial Rafael de Paula, que tantas tardes de gloria y tantas cumbres estéticas ha regalado al arte. Paula cumplirá el próximo septiembre sus 52 años como matador de toros.
Foto: Sala de Prensa CEU |
El brillante acto se inició con una cálida
y cerrada ovación al maestro jerezano, que hizo un emotivo paseíllo con la torería
y garbo que le caracteriza, con esos andares de torero que la naturaleza ha
sabido regalarle.
Como maestro de ceremonias ejerció el
Patrono de la Fundación y director del Colegio Mayor Universitario San Pablo,
don Antonio Rendón Luna.
Foto: Sala de Prensa CEU |
Tomó la palabra en el mismo, en primera instancia, el
presidente del Círculo Taurino Universitario Luis Mazzantini, profesor
universitario y gran jurista, Javier López Galiacho, quien resaltó el verdadero
compromiso de Joaquín Vidal con la tauromaquia a la vez que recordaba las
aportaciones del maestro de Jerez al arte y la simbiosis existente entre el
toreo del diestro y las crónicas del gran periodista, a quien sirvió de
inspiración en tantas ocasiones y con quien
trabó buena amistad. López Galiacho, refiriéndose al crítico de El País,
Joaquín Vidal, refirió que el Círculo ha querido siempre reconocer “la
fidelidad del premio al concepto que él tenía de la tauromaquia. Nadie como él
ha escrito en el siglo XX con más arrebatadora independencia”. Subrayó, ahora
refiriéndose al gran torero jerezano, la frase belmontina de “Se torea como se
es” que Paula ha asumido a lo largo de toda su carrera como consustancial a sí
mismo, probablemente desde que se acercara a la finca del maestro trianero a
torear algunas de sus primeras vaquillas frente al mismísimo Juan Belmonte. El
diestro, en palabras de López galiacho, “nunca ha traicionado ese concepto,
sintiéndose, no torero artista, sino torero de arte, que conserva el rito y el
mito”, de ahí que se le reconociera como acreedor al premio “por su concepto
puro e íntegro a la hora de interpretar los cánones de la tauromaquia que le
han hecho ser considerado una leyenda viva del toreo”. Y añadiría que el
premiado es una de esas personas a las que “Dios pone el arte encima de los
hombros”.
Foto: Sala de Prensa CEU |
A continuación hizo uso de la palabra el actual
crítico del diario El País, Antonio Lorca, que resaltó algunas de las
cualidades de Joaquín Vidal,
resaltándole como “hombre de humor inteligente y cáustico”, y añadiendo que, “por
encima de todo, fue periodista y enamorado del toreo auténtico”. Comentó que
Vidal “ha dejado huella, como ocurre con Paula”, y en referencia al diestro
jerezano dijo que, en cierta ocasión , la fotógrafa de El País, Marisa Flores,
le advirtió que Rafael de Paula había sido “el mejor modelo que tuvo nunca”. En
sus brillantes palabras Lorca comentó que “Joaquín se emocionaba con el toreo
de Paula, y lo prueban esas crónicas cuyos títulos inspiró su genial
tauromaquia: La media, de mayo del
85, y Nunca el toreo fue tan bello,
de septiembre del 87”. Y es que “jamás un torero tan magistral encontró un
crítico tan deslumbrante”.
Otro de los oradores que se sumaron al
homenaje fue el primer premiado por el Círculo Universitario, el ex – senador por
Valladolid don Juan Antonio Arévalo, que en un recuerdo espontáneo y emocionado
nos contó que “Paula faltaba en la lista de este premio, pero se ha llegado a
tiempo de solucionarlo. Lo que ya no será posible es que Joaquín esté en la
RAE, pues así lo merecía la belleza de su literatura”.
Foto: Sala de Prensa CEU |
A continuación tomó la palabra el
periodista y escritor, y compañero de Joaquín Vidal en El País, Juan Cruz, que
recordó como Vidal “escribía con parsimonia, como si estuviera toreando en
serio, sin tachaduras y ajustándose al espacio que se le daba. El mismo veía
las fotos que iban a ilustrar la crónica y, hasta que el periódico no había
salido del taller, no consideraba terminado su trabajo”. Y es que, como nos
recordó, “Hasta el gran Julio Cortázar alabó su capacidad metafórica”. Para
concluir su intervención Juan Cruz resaltó que “si hay dos seres en el mundo de
las letras y del toreo que han sido dotados de la maestría de hacer metáfora de
su trabajo, esas personas son los maestros Joaquín Vidal y Rafael de Paula”.
Se sumó al homenaje el hijo de Joaquín
Vidal, periodista homónimo de amplia y también reconocida carrera, agradeciendo
el recuerdo siempre cariñoso que el Círculo y muy buena parte de la afición guarda
de su padre, y que la familia nota “que no hay olvido”. Rememoró buenos recuerdos
de la vida íntima familiar de su padre en relación con el mundo de los toros,
los momentos en que se acercó a Rafael de Paula, y que su padre siempre tuvo
tres toreros predilectos: “Antonio Bienvenida, Curro Romero y Rafael de Paula.
Por eso es tan bonito este acto con el maestro presente”.
Acto seguido se proyectó un audiovisual con
recuerdos del maestro jerezano e imágenes de su inconmensurable arte
(estuvieron presentes corridas en Jerez, la mítica faena de 1974 en la plaza de
Vista Alegre madrileña, la célebre “chata”, el día de la despedida de Antonio
Bienvenida en que se calló la música –y que generó el notable ensayo de José
Bergamín-, la gran faena al toro de Martínez Benavides en Las Ventas, un otoño
de 1987, y otros pasajes de su gran trayectoria taurina).
Y por fin llegó el momento de la entrega
del Premio, realizado por el gran aficionado y Director General del CEU, Raul
Mayoral –organizador en su talavera de la Reina de unas Jornadas dedicadas a la
Tauromaquia de indiscutible éxito-.
Rafael de Paula, en concisas y sentidas
palabras, agradeció el homenaje y premio, recordándonos que estaba “emocionado,
porque soy humano y el recuerdo de Vidal me conmueve. Fue un ser excepcional”.
El maestro jerezano comentó del maestro en periodismo que “era un escritor
consumado. Conocía el escenario y el transcurrir de la lidia. No se le escapaba
nada, pero, sobre todo, era una buena persona a quien llevaré siempre en el
recuerdo”.
Por último se sirvió un vino español que
sirvió para estrechar lazos entre los presentes y poder tener la oportunidad,
quien estas líneas subscribe, de conversar sobre el arte eterno de la
tauromaquia con uno de sus más grandes intérpretes. Paula nos habló del toreo
de Antonio Bienvenida, de su extraña forma de coger el capote, de cómo sabía
andar y estar siempre en torero por el ruedo. Habló de la falta de torería de
muchos de los que hoy pisan el albero de las plazas de toros, de la falta de
afición de muchos de ellos, de no llevar dentro la profesión sino un oficio
mecánico que les hace lidiar como casi autómatas. Todo ello ilustrado con un
movimiento de manos, de brazos y de su ya escasa cintura que nos hacía
reverdecer recuerdos imperecederos, que nos volvía a acercar a las mismas esencias estéticas del
arte, que nos hacía latir con fuerza el corazón impresionado por la gracia
sutil de un aleteo creador de sus dedos. ¡Qué grande, Paula!
Foto: Sala de Prensa CEU |
Apenas han transcurrido dos años desde el
cincuenta aniversario de su alternativa, y en aquella ocasión, aun en lides
radiofónicas, escribíamos -permítanme- las siguientes frases:
“Se
cumplen cincuenta años de la alternativa de uno de los últimos mitos del toreo
contemporáneo, del toreo eterno: Rafael Soto Moreno, Rafael de Paula. El
jerezano que ha toreado con el alma, ha sido capaz de arrancar los sones del
espíritu y de alcanzar el cielo con sus palmas.
Porque,
como él mismo afirma, se torea con el alma, y siguiendo a su maestro Juan
Belmonte, se torea como quien se es.
Rafael
de Paula cumple este año cincuenta años de una alternativa que le dio en Ronda
Julio Aparicio padre, con Antonio Ordóñez como testigo, y con un toro de
Atanasio Fernández. Fue un 9 de septiembre de 1960, y fue también una de sus
tardes de gloria, abriendo la puerta grande de la Maestranza rondeña, al cortar
una oreja a cada uno de sus oponentes.
Cumple
también el maestro este año su septuagésimo aniversario, pues vendría al mundo
en su Jerez natal un 11 de febrero de 1940.
Torero
profundo, torero de clase, torero de esencia única, como su propio toreo,
torero que consiguió plasmar las más auténticas verdades del arte en un puñado
de tardes, torero sin mentiras. El día bueno, el mejor; el día aciago, ese en
que las cosas no salen como deben, o el valor te impide conseguir lo soñado, el
más patético y trágico que imaginarse pueda. Pero entiendan ese patetismo sin
el componente de sorna o burla que muchas veces le imprimimos, sino como el
dolor, la angustia, el sentimiento que ello provoca, por más que la bronca
arreciara. Paula no engañaba a nadie; sus tardes de gloria lo encumbraron a un
nivel que muy pocos han podido apenas imaginar; sus fracasos, que también los
hubo con frecuencia, no lograron ensombrecer, sin embargo, su toreo áureo.
La
verdad siempre presente, en su persona, frágil, impotente en lo físico, en sus
hablares siempre pausados, reposados –como su toreo-, barrocos –con mil
circunloquios que le alejan del fin lógico para acercarle a la genialidad-. La
verdad también presente en su más estricta ortodoxia, en su citar de frente
tantas tardes, en el cargar la suerte, en el sutil movimiento de manos –¡como
las sigue moviendo, cómo se sigue expresando con ellas y con el cuerpo, más que
con la palabra!-, con esa cabeza baja, reflexiva, profundamente –como su arte
excelso- hundida en el pecho, en la expresión del alma mística del verdadero
creador.
Paula ha sido, y sigue siéndolo, un genio. A veces incomprendido,
siempre desigual; Paula es Paula: uno de los toreros más grandes a los que he
aplaudido, a los que he pitado, uno de los pocos que me ha tocado de veras el corazón.”
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