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viernes, 29 de junio de 2012

Lo que "pesan" las figuras (I)

Vamos a hablar de kilos, pero no en lo físico, como pueden ustedes comprender, sino en el sentido figurado en el que nos movíamos los que, antes del euro, soñábamos con tener millones de pesetas. Y vamos, también, a tratar de entender lo que cuesta colocar una figura en un cartel –pongamos de Madrid…- con respecto a lo que costaba antaño, cuando nuestras tatarabuelas hacían cocido para comer día sí y día también. 
Hoy en día, y a la vista están los carteles de San Isidro pasado, reunir en una sola tarde a tres figuras del máximo atractivo, es poco menos que imposible. Sólo contando con las pérdidas perfectamente asumibles por la Comunidad Autónoma –corrida de la Beneficencia… de toreros, que ya no de los pobres enfermos del Hospital Provincial a quienes se destinaba hace décadas, y aun más de un siglo y de dos, los productos de la plaza de toros de la capital-, o como reclamo dentro de una feria –contrastando aquella tarde con otras mil de nulo o escaso interés- podrá un empresario hacer frente al mismo. 
La plaza de Las Ventas hace tres o cuatro décadas
Un cartel, por ejemplo, con el Juli, Morante y Manzanares, es tan caro que sólo cabe en uno de esos dos supuestos anteriores. Sabemos lo que cobra el Juli, dicho por su propio apoderado en fechas previas a la isidrada 2012, por una corrida unos 180.000 euros, es decir, unos 30 de los antiguos millones de pesetas, 30 kilos en sentido coloquial. Pongan que Morante cobre otro tanto y que Manzanares, si no está en esas cifras, se les aproxime bastante. Es decir, que una corrida así le saldría al empresario capitalino por unos 80 a 90 kilos… de pesetas. Sumen a ello el coste de la ganadería (que por tratarse de figuras ya será más cara de lo habitual y que perfectamente podría estar en el entorno de 10 a 15 millones de pesetas) y los inevitables gastos de toda corrida (sueldos de acomodadores, luz, agua, gastos generales de empresa, carteles y propaganda, los programas, dos sobreros –o quién sabe si más con ese cartel…-, parte correspondiente del canon para el pago a la Comunidad, servicio de limpieza del coso, carpinteros, torilero y chulo de banderillas, mayoral de la parada de cabestros, cuadra de caballos, piensos y agua para reses y équidos, veedor de la corrida, tiros de mulillas y otros varios que por no hacerlo más prolijo les ahorro). La plaza de Madrid recauda unos 85 kilos en tarde de lleno absoluto (que es de suponer se produjera ese día si se anuncia dentro de una de las ferias madrileñas) y de la televisión (por si fuera retransmitida) podrían obtenerse otros 15 kilos…, que estamos en crisis, es decir unos 90.000 euros. Otros ingresos atípicos, o típicos, como servicios de restauración, alquiler de almohadillas, todo tipo de puestos de venta de cosas relacionadas –más o menos- con la tauromaquia, en esa especie de zoco en que han convertido (con la aquiescencia de la Comunidad) las inmediaciones del patio de arrastre, podrían sumar a los ingresos unos 2 millones de pesetas ese día. Total, con la plaza a rebosar y cartel de no hay billetes, una recaudación total de unos 100 millones de pesetas, cien kilos. Si el lleno no es absoluto vayan disminuyendo estas cantidades, y hoy por hoy, es difícil llenar la plaza… Fuera de Madrid apenas José Tomás es capaz de lograrlo, y ni con el resto del G-10 (salvo muy contadas excepciones) se consigue. 
Como ven, si sólo los toreros se llevan unos 80-90 kilos, la ganadería unos 10-15 más, y otros gastos (incluido la parte correspondiente del canon) otros 10 kilos más como mínimo, las cuentas no salen en ese festejo aislado. Una primera figura, por tanto, viene a cobrar alrededor de un 30% del total máximo posible de ingresos de Las Ventas en la actualidad. 
Tamaña desproporción jamás se ha producido en la historia de la primera plaza de Madrid (sea la actual, la que estuvo situada en el actual Palacio de los Deportes en la calle Felipe II, o las primitivas de la puerta de Alcalá, desde 1739 a 1874). Pongamos algún ejemplo. 
En 1769, con la plaza de la Puerta de Alcalá, el padre de Pedro Romero cobró 1.200 reales, Miguel Gálvez “el Lechero” –un torero segundón- 1.000 más, “Costillares” padre 900 y Antonio Palacios o Juan Bueno, espadas menores, 600 reales por cabeza. Un picador de primera fila (ahora sus honorarios están integrados en el precio de los toreros) podía andar entre los 1.200 y los 800 reales (en función de si actuaba sólo por la tarde o todo el día) y los menos buenos, unos 400 a 600 reales. Un banderillero cobraba en esa época entre 300 y 400 reales (por ejemplo, fueron 300 los que cobró “Costillares” hijo, a las órdenes de su padre). Los ingresos máximos de la plaza (la cuenta la hacían los propios Hospitales propietarios del coso) eran de 80.254 reales, que subieron hasta unos casi 89.000 al año siguiente, al aumentar los precios de taquilla. Suponiendo que Juan Romero llevase a sus órdenes tres banderilleros (1.200 reales más que sumar a los suyos), y con él actuaran dos picadores (2.000 reales más, aunque éstos se contrataban por libre, por los Hospitales, y no dependían de la cuadrilla), el coste total de esa primera figura de la época y su cuadrilla sería de 4.400 reales, trabajando mañana y tarde en un festejo con 18 toros (de los que él mataba entre cuatro y seis por fiesta). Y eso, con respecto a la entrada de la plaza, suponía alrededor de un 5,48% en 1769, o un 4,94% al año siguiente, pongamos un 5% de media. 
Unos años más tarde, en 1790, vemos en Madrid al famoso Joaquín Rodríguez “Costillares” (ya es el hijo) cobrando 2.000 reales, junto a “Pepe Hillo” que recibe otro tanto y Francisco Garcés (un torero interesante, pero que no llega a su nivel) que cobra 1.200 reales. Los picadores no han variado sus emolumentos (alrededor de los mil reales, más o menos) y los banderilleros ya están en 400 reales por cabeza. Una cuadrilla, tal y como la entendemos hoy (2 picadores y 3 banderilleros) cobraría unos 5.200 reales, y como las recaudaciones (y los precios de las entradas) han subido hasta unos 105.000 reales por corrida de mañana y tarde, ello supone alrededor de un 4,95% de coste por cada una de las máximas figuras. En 1796, el no menos famoso Pedro Romero cobra algo más que aquellos, 2.800 reales, por ser vos quién sois, y con varilargueros y rehileteros el total podría estar en el entorno de unos 6.000 reales (toda la hipotética cuadrilla), lo que supone sobre unos ingresos máximos de taquilla e ingresos adyacentes similares alrededor de un 5,71%. Tres toreros de primerísima fila, por tanto, en estos años, apenas supondrían un 15 a 18% del total de ingresos del festejo. 
Pedro Romero (por Manuel de la Cruz Cano y Olmedilla)
Téngase en cuenta que un oficial de primera de un gremio cualquiera podía estar cobrando unos 5 a 10 reales diarios, y que por unos 300 días de trabajo (los domingos no se trabajaba y tampoco las fiestas de guardar), suponía un salario anual de unos 1.500 a 3.000; un maestro con taller propio podría estar en el entorno de los 15 a 20 reales al día, lo que supondría 4.500 a 6.000 reales. Háganse cuenta de lo que cobra hoy un españolito medio, de esos que aun conservan el trabajo en nuestro país, que puede estar en unos 3 a 5 millones de pesetas brutos anuales incluidos los descuentos de IRPF y Seguridad Social si lo es por cuenta ajena (el Instituto Nacional de Estadística en 2009 estimaba un salario medio en España de unos 22.511 euros, esto es unos 3,74 kilos). 
Esto es, en aquel entonces, a finales del siglo XVIII Pepe-Hillo podía recibir por corrida el sueldo anual de un oficial carpintero, sombrerero o guarnicionero, Pedro Romero algo más y así también “Costillares”. En una sola corrida de las celebradas en Madrid el sueldo anual de un trabajador cualificado, sumen la temporada entera (unas 20 corridas poco más o menos en esos años) más las que toreaban fuera de la Corte (que podían sumar otro tanto y a veces más). El 70% de los habitantes de la capital tenían entonces menos de 2.000 reales de ingresos anuales (un peón podía andar entre los 700 y 1.000 reales cada año). Los más prósperos comerciantes de los Cinco Gremios madrileños obtenían entonces unos ingresos de entre 17.500 y 37.500 reales, algo que superaban con creces los tres diestros citados a lo largo de la temporada madrileña. Y lo mismo sucedía con la media de ingresos del Cuerpo de la Nobleza madrileña, que se situaba en unos 44.000 reales en ingresos derivados de la Villa. 
Francisco Montes "Paquiro"
Paso al frente y vayamos a la época de Montes. Es preciso subrayar que ya no se celebran corridas de mañana y tarde, sino que éstas han quedado como medias corridas, organizadas sólo por la tarde y dejando las mañanas libres. Ya los matadores no matan cuatro o seis toros por corrida, sino dos o tres y rara vez alguno más (y cuando lo hacen suelen cobrar cantidades mayores). Cuando “Paquiro” se presenta en Madrid, en 1831, cobraba 1.200 reales por corrida, a fin de cuentas era un neófito, y no alcanzaba la cifra de Juan León o “el Morenillo” (alrededor de 2.600 reales por festejo) o de Manuel Romero Carreto (unos 2.000 por corrida). Como ya sólo hay festejos vespertinos (no existe ya la corrida matutina) la recaudación ha bajado bastante (fruto de esa reducción en el número de toros lidiados), hasta unos 66.000 reales como promedio máximo. “El Morenillo” o Juan León junto con sus cuadrillas (ya los picadores empiezan a integrarse en ellas, aunque en Madrid se les siga contratando por separado, y siguen cobrando lo mismo que a fines del siglo XVIII -no hubo apenas inflación en la primera mitad del XIX-) supondrían un gasto para la empresa o para los Hospitales de poco más de 6.000 reales, unos 6.100 a 6.500; esto es, un 9,24 a 9,84 de la recaudación por fiesta de seis toros. 
A medida que Montes triunfa, y con ello sus honorarios ascienden, llegará a percibir hasta 3000 reales (por ejemplo en 1838) o 4.000 reales en la década siguiente hasta 1850. Pues bien, “Paquiro” con tres banderilleros (cada uno a 600 reales, y dos picadores, a 1.200 reales, porque todos eran de primera línea) suponía un coste de unos 8.200 reales y la recaudación máxima en 1850 se sitúa en 92.216 reales en una de las corridas de Madrid. Esto, por ende, es un 8,89% del total posible de ingresos por festejo. Montes y dos toreros de su supuesta altura, en conjunto, apenas sumarían un 27% poco más o menos de los posibles ingresos máximos por taquilla.
Cinco años más tarde, “Cúchares” cobrará 4.500 reales por corrida (en 1847 sólo cobraba 3.800 los mismos que “el Chiclanero”), lo que unido a dos picadores de primera y tres rehileteros sumaría unos 8.700 reales, que sobre unos ingresos posibles de un máximo de 95.000 reales era un 9,15%. El portero del Banco de Isabel II (precursor con el de San Fernando del Banco de España) cobraba 2.000 reales al año... aunque no se jugara la vida, como dirían hoy en día. “Lagartijo”, en 1871 a los seis años de su alternativa (tengo las escrituras en mi poder), cobró 8.275 reales por festejo; ese mismo año, el famoso “Frascuelo” recibiría 8.000 reales por festejo y “Currito” hijo de “Cúchares”, sólo 5.600 reales. En estas cantidades van incluidas ya sus respectivas cuadrillas de tres peones y dos varilargueros. Como la plaza ingresaba ya algo más de 100.000 reales por corrida con el aforo al completo, eso supondría casi un 9% de la cantidad total recaudada. (Continuará)

1 comentario:

  1. Enhorabuena por la documentación! Se agradecen estas cosas, más que nada porque no se sabe de donde sacarlas, ni de donde las sacas Vd.

    Lo dicho, enhorabuena!

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