El
comentario de Ángel Arranz
Cabezas
La cabeza del quinto toro de la tarde es de las
que dan miedo, peor aún dan pavor... hasta disecadas.
Entras por primera vez en una taberna de esas con
saber y sabor añejo, y mientras preparan el cocido vas recorriendo con la
mirada fotografías taurinas históricas, y allí al fondo, a la derecha, casi
en la penumbra, ves una cabeza disecada como la del quinto toro y tiemblan la
cabeza, el tronco y las extremidades del tío o la tía más audaz.
El cabezón de marras se llamaba: PUCHERO.
Sugiero al presidente del gobierno actual o
venidero que, a poder ser, hagan las negociaciones X con la Merkel, Obama,
F.M.I., Trilateral o el B.C.E., o las que le echen, en esa posible taberna.
Por si acaso, no les quedaría más remedio que
escuchar o tragar.
No sé si en el mundo mundial quedan cabezas con
cerebro, pero con pitones exagerados, hay para asustar y exportar a medio
mundo. O más.
La corrida de Samuel Flores fue destartalada,
desequilibrada y aparatosa solo por delante. En vez de toros bravos parecían
distantes animales vacunos con caretas de carnaval. Y los que no eran de
Samuel… también. Sí, pitones para exponer pero nada más, sin raza, sin
identidad, sin casta, sin buenas, regulares o malas intenciones. Toros
desbravados de trote cochinero, en las pocas veces que obedecían a las
llamadas de los toreros apenas tenían fijeza, nobleza picante o codicia.
Iban, venían o pasaban por allí sin embestidas verdaderas.
Claro que tenían peligro, pero eran amenazas sin
futuro porque no dejaron satisfechos al público, lidiadores o ganadero.
Qué mal está lo de Samuel, nos acordamos mucho de
sus anteriores toros premiados.
A pesar del pesadísimo tostón que ofrecieron los
bueyes con aspecto de bravo, el confirmante de alternativa Pérez Mota estuvo
con tanta entrega y responsabilidad que casi corta una oreja al más cornudo
de la tarde. Un respeto.
Respeto para Antón Cortés que nada o casi nada
pudo hacer con animales a contraestilo.
Y respeto a Rubén Pinar que lo intentó con el
valor y las ganas de sus mejores actuaciones, su segundo toro, último de la
tarde, batió casi todas las marcas de mansedumbre. Un regalito envenenado
para estrellarse. Hizo aire y frío siberiano.
La ganadería está a años luz de cuando cosechaba
éxitos en ferias de postín, y con toreros que torean poco, es una certera y
fatídica crónica más que anunciada.
A la misma hora, en el mismo escenario, seis
toros y tres toreros, anteayer nos elevaron a los cielos, pero ayer… nos
devolvieron al limbo o a los infiernos.
MANICOMIO, se llamaba el toro que cerró plaza.
Con eso está todo dicho.
Qué incertidumbre en la vida
Las lógicas van en caída
Su reflejo en los alberos
Es como el de los chusqueros
Dan chicharros por meros
¿Es desgana de casi todos?
¡Se han perdido los modos!
¿Culpables? Hay dirigentes
De opacas o nulas mentes.
P.D. Por un error de interpretación o
comunicación, no se público esta crónica hace dos días, pido disculpas, y la
pongo a disposición de los amables lectores. Muchas gracias.
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