Madrid,
18 de mayo de 2013. Lleno completo. 6 toros de Victorino Martín, mal presentados, justos de casta y alguno sin
ella, mansos, de juego desigual, destacando el boyante y noble tercero. Alejandro Talavante, que actuaba como
único espada, silencio, silencio, ovación (aviso), silencio, silencio y bronca.
La corrida estrella de esta feria de San Isidro 2013
acabó estrellada. En su desarrollo también se estrellaron las ilusiones de quienes
pretendíamos contemplar una gesta como aquella del Cid en Bilbao en 2007. El
gesto de Talavante –que a priori lo era, no les quepa duda- se quedó en rictus,
una mueca traducida en una cara de estupefacción desde que salió el primer
bicho –pretendidamente toro- de la antigua, brava y encastada ganadería de don
Victorino Martín Andrés y que hoy gobierna con mano trémula su primogénito.
Y ese rictus fue haciéndose patente a lo largo de todo el festejo en una cara
de ausente ante la adversidad que nada bueno predecía y que acabó con las esperanzas
de cualquiera. No cabe, como ha declarado el espada, decir que “ninguno embistió
por derecho”, porque sí que los hubo que lo hicieron y parece que nos toma a
todos por tontos; no caben excusas ante su nula voluntad de agradar, no caben
disculpas ante su nulidad capotera (un solo quite por chicuelinas en toda la
tarde), por su menos que limitado repertorio con el percal, por su vulgaridad
en la muleta, por su mínima capacidad de concentración, por su ramplona actitud
lidiadora con la franela, con su pésima actuación con el estoque.
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Premonitoria imagen del Programa de mano de ayer (Foto: las-ventas.com; ilustración de Miguel Ángel Hervás) |
Se está o no se está preparado para este gesto, y ayer
Talavante demostró que no lo estaba. ¡Qué no le embistió ninguno por derecho…!
Vaya tomadura de pelo, vaya excusa de muy mal pagador. Pues que no le den los
360.000 euros de los que se comenta recibiría por el “gesto”; eso sí que sería
un gesto auténtico, eso... o destinarlos a Caritas… Lo que resulta inconcebible es que
se apunte a una corrida en solitario y no intente, cuando menos, mostrar todo
un repertorio artístico a la altura de la circunstancia: variedad y diversidad
en quites –y es que no lo intentó más que una única vez en las 13 míseras varas
que la corrida recibió, tras el primer puyazo al cuarto-; que no muestre tener más
variedad con la muleta, que no intente, frente al toro complicado –que ayer no
lo hubo en general-, doblarse y lidiar…, que se tire a matar saliéndose de la
suerte –hubo varias cuchilladas, pero las dos estocadas que hicieron un palmo
de guardia, apareciendo la punta por el costillar izquierdo son irrefutable
muestra del aserto mentado-.
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El segundo... ¡vaya pintoncillos!, un animal sin trapío para Madrid de 505 kilos (Foto: las-ventas.com) |
Y si no estaba dispuesto a todo ello, o no tiene
capacidad para tal, ¿por qué se apunta
frente a seis toros de Victorino o de cualquier vacada que no sea la de los
borreguitos de Norit? Si su actitud se centraba tan sólo en acompañar las
embestidas del toro “que embistiera por derecho”, ¿por qué se anuncia frente a
una ganadería pretendidamente encastada? Que lo hubiera hecho, una vez más,
frente a los de Núñez del Cuvillo, ejemplo de degeneración en los últimos años
del toro de lidia, aunque, claro, ya lo hizo en 2009, en este mismo coso –un 12
de abril-, y aquello se saldó con ovación, silencio, silencio, pitos,
silencio y bronca, exactamente igual que ayer. ¿Qué es, pues, lo que falla,
lo que no cuadra en este asunto? Ganado diferente, entre la pretendida casta y
la borreguez absoluta, tardes distintas, diversas condiciones meteorológicas,
público cariñosísimo que te aplaude en el paseiíllo, tras el mismo, que da
ánimos constantes, y ni entonces, ni ahora un solo triunfo en un solo y aislado
toro…
¡Vaya timo! Y los corifeos de turno, seguro que justificando
todo ello… Esta es la fiesta que defienden, la del fracaso con excusas, la de
la justificación a ultranza, nunca la de la responsabilidad máxima, el
sacrificio o el esfuerzo. Defienden la fiesta del paso atrás, del quitarse
cuando viene el toro cediéndole tu terreno, la de la estocada entera por donde
entre (o salga, como ayer), la de las figuritas de mazapán incapaces de hacer
frente a compromisos francos, acostumbrados al torito de cartón o de nubes de
algodón, mientras juzgan severos a tantos esforzados diestros que a diario se
enfrentan a las ganaderías duras y encastadas, que demanda la afición y frente a
las que el riesgo es máximo. Cuando aparece una figura por el portón de
cuadrillas, ya tienen preparadas las excusas; me cuentan –no lo he leído- que
ayer un famoso portal taurino ya andaba diciendo en el tercero que la corrida
era durísima y sin posibilidades; pero ¡qué memez! ¡Vaya un modo de falsear la
verdad! El periodismo taurino convertido exclusivamente en medio de propaganda
comprado; sí, comprado por equis miles de euros en publicidad anual del
diestro, de su apoderado o de la empresa de turno. Libertad, ecuanimidad y ética,
sí señor.
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Talavante en el segundo: el bicho sigue la muleta sin rechistar... (Foto: las-ventas.com) |
Lo de ayer de Talavante fue un FRACASO, un auténtico,
genuino, verdadero, completo y rotundo fracaso. Le hemos visto tardes buenas, nos ha gustado
en muchas ocasiones, pero lo de ayer tarde fue un auténtico desengaño, un
chasco, una decepción absoluta. ¡Esperar a que un toro le embistiera por
derecho…! ¿Y al público quién le devuelve el importe de los que no quisieron –a
su juicio- embestir por derecho para que se estirara en tres muletazos
seguidos? ¿Cuándo pudimos ver verdadero compromiso, interés por solventar
dificultades o contrariedades en la lidia, sufrimiento o afán de superación,
poner en juego toda suerte de recursos y técnicas para hacerse con los toros?
La corrida fue un auténtico fiasco de principio a fin, y el aserto de que “ni
uno embistió por derecho” más falso que el beso de Judas, aun cuando no saliera
la corrida encastada que todos confiábamos saldría de chiqueros.
Y vayamos con el otro protagonista del evento, el ganadero. Otra
estafa. ¿dónde ha quedado el trapío para una plaza como la de Madrid? ¿En qué
se parecen estos bichos, lidiados ayer, con los que el Cid triunfó en Bilbao en
2007? ¿Tienen alguna semejanza en trapío, en cornamenta, en comportamiento?
Aquellos fueron toros, toros. Éstos, entre novillos y borregos del día. ¿Dónde
ha ido a parar la casta, la bravura, el poder? ¿Se dieron cuenta de cuántos volvieron
la cara en la suerte de varas, ante el segundo cite? ¿Cuáles fueron las aviesas
intenciones de alguno, con la única excepción del sexto con todo el pescado vendido
y que el diestro no quiso ni ver, ni lidiar? Si éste es el futuro de la vacada,
Dios nos ampare, hemos perdido un mito; una ganadería que ha entrado en la
senda del “juanopedrismo” absoluto.
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El impresentable tercero de la tarde... por mucho que tuviera (eso decía la tablilla) 576 kilos (Foto: las-ventas.com) |
Pero detengámonos, aunque sea brevemente, en cada uno
de ellos, para ver la falacia de los argumentos de los justificadores a
ultranza, de las plumas pagadas.
Un primero, Boticario,
saltó a la arena con 534 kilos, cárdeno, veleto, manso en varas, con un buen
pitón derecho, embistiendo. El toro se come crudo a Talavante en los lances de
recibo; sale suelto de ambos puyazos, dejándose pegar y con la cara alta; pero
llega a la muleta aparentemente sin problemas, sólo necesitaba que le bajaran la
mano y tirar de él en series cortas rematándolo más largo. Talavante, al hilo
al principio –luego fuera-, lo pasa en paralelo, superficial, abusando del
pico. No lo toca apenas con la zurda, salvo en dos amagos, ayudados, donde el
toro se revuelve y desiste el espada. Por fin, en la quinta serie, se decide a bajar la
mano y llevarlo toreado, y el bicho responde como era de esperar, mete la cara
y sigue el engaño sin problemas, sin revolverse como cuando lo ha llevado a
media altura. Un pase y poco más, porque al siguiente muletazo vuelve a subir
la mano y tiene que agarrarse al lomo para salir de aquello… Fantástica labor.
Primera puñalada de la tarde, por arriba pero muy atravesada, sale una cuarta
por el costado del toro; repite y deja otra entera desprendida. El público
aguarda expectante tras un silencio más que respetuoso.
El segundo pasa por Murallón, otro cárdeno–como toda la corrida en diferentes
tonalidades- de 505 kilos, veleto pero una raspa escurrida por detrás que no
cumple con el trapío mínimo de la plaza, aunque hubiera pasado en Ajalvir,
pongamos por ejemplo. Manso en los caballos, embiste aun más claro que el
primero. Nada de nada con el percal, unos lances perdiendo terreno hacia los
medios para quitarse al bicho de en medio. Suelto saldrá de los tres encuentros
con la caballería, en los que empuja un poco sobre un pitón o se deja dar; el
matador pierde el capote lo mismo que un peón en un achuchón. Fenomenal. El
toro repite en los lances de tanteo, y Talavante se decide a tirar por bajo en
un derechazo en la siguiente tanda, respondiendo el bicho sin complicaciones.
Se descubre bastante en el de pecho y el toro sólo le mira, no hace por él. Al
hilo, la labor no dice nada, insulsa: un muletazo, parón, otros dos sueltos y
el de pecho. Poco compromiso. No se encuentra a gusto el espada; el bicho
escarba, pero no tiene malas intenciones, nada con la diestra. Coge la zurda y
desde fuera se ayuda con el estoque desplazando el toro por las afueras, como
remata los lances –no por bajo- a media altura el toro se le revuelve y tiene
que corregir terrenos. Uf, demasiado. A por la espada. Una estocada por arriba,
con pérdida de muleta, algo atravesada necesita de un descabello. Nuevo
silencio ante el nulo compromiso.
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Lo mejor de la tarde vino al natural en el tercero (Foto: las-ventas.com) |
El tercero, Matacanas,
será el más claro y boyante del encierro. 576 kilos para unos platanitos como
de juguete, ¡qué manera de presentar una corrida en Madrid, exactamente como en
Bilbao! Manso pero encastado, ¡por fin uno que tiene bríos y juego prometedor!,
meterá la cara por el pitón izquierdo con clase y largura. Nada con el capote,
se cae dos veces en el primer tercio. En los caballos parece que empuja algo –con
un pitón- en el primer encuentro, pero rehúsa volver a entrar en el segundo y lo
meten debajo, cabeceando y saliendo a la primera invitación. El toro acude a la
muleta generoso, se remata lejos y baja el hocico. Bueno por la zurda,
Talavante tira de él en dos muletazos al natural, en series cortas –cuando el toro
podía más-, colocado al hilo. La gente está con él, le aplaude con mayor
entrega aun que la del toro, parece que la corrida remonta, pero es una
faena llena de altibajos –en calidad en colocación, en el uso del engaño y en
los remates-, y sólo le vemos decidirse a tirar del toro en contadas ocasiones,
llevándolo por bajo y rematándolo atrás como requiere éste. Al menos ha
habido transmisión, y el toro ha mostrado algunas bondades. Se tira a matar con
ganas y cobra… una nueva estocada por arriba pero atravesada. Suena un aviso
tras el primer intento de descabello –estas estocadas cruzadas no hacen efecto-,
un nuevo descabello y desarme del espada, se pierde la opción a un magnánimo
trofeo, tres golpes más y el toro decide echarse por su pie, desesperado.
Ovación y nuevos ánimos al espada que ve como se difumina el triunfo.
El cuarto, Majito,
es un dije de 508 kilos, propio para la plaza de Sanlúcar, cortito, bajito,
justo de hechuras, sin trapío para la Monumental de Las Ventas. Manso, éste sin
clase alguna, embistiendo siempre con la cara alta y peor por el derecho. Nada
con el capote, pero nada de nada en el saludo, aunque luego quita el pacense
por chicuelinas, ¡qué variedad! ¡Vaya sorpresa! ¡Qué capotazo tan original! ¿Se
acuerdan de cuántos quites diferentes hizo José Miguel Arroyo, Joselito, el dos de mayo de 1996? ¿O vivimos
de cuentos de la prehistoria? Otro toro que rehúsa en el segundo encuentro y
que sale suelto de ambas varas, quitándose el palo en la segundo, ¡qué bravura,
Dios mío! ¿Quién te ha visto y quién te ve, Victorino? Buen par de Miguel
Martín, como bueno será también uno de Carretero y la lidia de éste toda la
santa tarde, qué paupérrimo panorama. El tanteo con la franela no promete, se
lo saca a medios, justo donde más puede molestar el aire, como hará en los
restantes… ¿buscando acaso nuevas excusas? Los papeles están en el 10 y en el
1, y el diestro busca terrenos entre las dos puertas –grande y de cuadrillas-
que es donde más viento hay –de siempre- en la plaza de Madrid. Muy bien,
camarada… Embiste el bichejo con la cara más alta que sus hermanos, no tira derrotes
al principio, pero pronto muestra un cabeceo defensivo. ¿Lo puede, se dobla, lo
lidia de alguna manera? Nada de nada, lo abandona a su suerte, luego retoma
otra serie con la zurda y acaba por quitar unas tres o cuatro moscas
despistadas por la cara, sin ganas y sin capacidad. Una entera desprendida y
silencio decepcionado.
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Una verónica en el quinto... por fin torea de capa en el saludo (Foto: las-ventas.com) |
En el quinto más jarabe de palo. Plazajero se llama el novillo con sombrero que pisa el albero
madrileño, 503 exagerados kilos en la tablilla, manso pero con posibilidades
por el pitón zurdo, el bueno del torillo. Le vemos, por fin, algún toreo de
capa, ¡en el quinto de la tarde!, sólo ha necesitado cinco toros para torear
algo de salida… Unas verónicas rematadas con media, vuelven a animar al
público, al bondadosísimo público madrileño. El toro mete la cara con clase y
se remata lejos, sin problemas… pero cambia en banderillas, tras mansear en
varas. Mira, espera y no termina de
pasar por el derecho en garapullos, y llega a la muleta con complicaciones por
ese lado. Pero por la izquierda se deja; Talavante, al hilo, se ciñe el toro en
un par de naturales, cuando el bicho acude con casta y recorrido, pero lo hace sin
continuidad y con menos fe aún, la faena se disuelve cual azucarillo. Como
alguno de sus hermanos, necesita de mano baja y que tiren largo de él, y el
diestro está a otra cosa, retoma la derecha para mostrarnos las complicaciones
-¡oiga, que el pitón bueno es el otro!-, y ni se dobla, ni lo lidia, ni lo
castiga, ni “na”. Un pinchazo en el cuello, una entera caída que vuelve a hacer
clamorosa guardia, otro pinchazo caído saliéndose, como antes, de la suerte,
media desprendida y un descabello. El malísimo y muy severo público de Madrid
guarda silencio…
Sale el último, una nueva ovación intenta motivar al
ausente Talavante. Jaquita se llama,
530 kilos, veleto, manso y complicado, éste sí. El toro se come crudo al espada
en el recibimiento, casi lo desborda, lances perdiendo terreno hacia los medios
para quitarse de en medio a la fiera. De la primera vara, donde no aprieta más
que con un pitón y cabecea, sale el toro con la cara alta y al paso. Le cuento
a mi vecino de localidad que habrá bronca segura, ¡hay testigos de ello! Sin
colocar en el segundo encuentro, el animal va con la cara alta y sale suelto.
No se emplea en el capote en el segundo tercio y Talavante sale con la espada
de verdad a vérselas con el bicho. Cortito, de poco viaje, con la cara mirando
las nubes, el pacense ni se centra ni quiere hacerlo, mucho movimiento en unos
amagos –ni ese nombre merecen- de naturales; hace un intento en una segunda
serie, más quieto, pero en cuanto el toro le aprieta algo, lo cuadra y entre la
bronca prometida le arrea un sartenazo chalequero que no acabará con él. Un
descabello y llueven las almohadillas. La empresa, tuerta, ciega, sorda u obnubilada,
nos remite un “silencio” en el SMS
tras el festejo. Pero claro… son sus
apoderados. Así ha de escribirse la historia. ¡Qué decepción! ¡Vaya
tomadura de pelo!
Es la crónica más dura que he leído sobre "la gesta",como se ha vendido algo que debería ser obligación de verdaderas figuras del toreo.Pero ni mucho menos la más injusta.Diría más:Justísima.
ResponderEliminarLlamar a las cosas por su nombre es lo mínimo que se debería exigir a los que se dedican a informar a los demás,cobren en sobre,especie, con un digno jornal sujeto al IRPF......e incluso a los que lo hacen gratis.
La verdad, yo no hubiera descrito mejor lo acontecido ayer en las Ventas.
ResponderEliminarEnhorabuena por su excelentísima y acertadísima crónica, Maestro Cabrera.
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