El
comentario de Ángel Arranz
Pieles
Un asunto a tratar es la superficie de la
epidermis, y otro es tratar la profundidad de la dermis y la hipodermis. A
veces una es la continuidad de la otra, a veces no.
Hay pieles saludables en la forma pero son
incógnitas en el fondo. Y al revés.
Esas imágenes también las podemos trasladar a la
sensibilidad de cada cual. Y pueden o no pueden ser homologables, porque una
cosa es analizarse o analizarla desde fuera, y otra es penetrar en la propia
o penetrar en la ajena. Es como el idioma de algunos sentidos en el deseo:
mirar, sobar.
Solemos analizar desde nuestras contrastadas
experiencias; es decir, desde la generalidad, pero nunca hay que olvidar la
particularidad de los casos, los cosos o las casas.
La plaza de toros de Las Ventas es un ejemplo o
una terapia individual y colectiva de las venturas o desventuras a la hora de
diagnosticar el veredicto final en la actuación de los toreros.
Hay un abanico de posibilidades al respecto, y
van de los tres avisos o la bronca, hasta el éxito y el triunfo pasando por
los silencios. Creo yo, que cortar una oreja es el éxito y cortar dos es el
triunfo… al margen de otras consideraciones como emborronar una obra de arte
con los aceros, o cuestionar la decisión del presidente en no llegar o en
pasarse en el instante de sacar pañuelos para otorgar o no otorgar “castigos
o premios”. De los diagnósticos de los toros podrían hablar con autoridad las
vacas… pero no dicen ni pío. Las personas tenemos intuición de los pros y
contras de algunos toros… pero de otros solo acertamos a toro muerto o
pasado. Esa es la verdad.
Ayer ocurrió por enésima vez. Y nos metemos en la
dermis, hipodermis y sensibilidad de presidente y lidiador, y las dos partes
tienen razón. Uno por guardar el rigor de la cátedra, el otro porque hizo lo
que otros toreros de más relumbrón no hubiesen hecho con esos mansos o
desconcertantes torazos.
Alberto Aguilar se creció, estuvo hecho un
gigante dando la cara, el pecho y la femoral toda la tarde. Su actuación
estuvo en la frontera del éxito y el triunfo.
Dudas y méritos, a veces se fusionan, a veces se
confunden.
¿Qué hubiese pasado si una figura de las que
apoderan el tripartito empresarial tiene la misma petición de oreja de la que
tuvo Aguilar para salir por la Puerta Grande? ¿Misterio?
¿Y el público? Demasiadas tardes deciden los del
clavel, otras los que les regalan las entradas; desgraciadamente, en
ocasiones, los aficionados cabales somos insuficientes para nivelar la
balanza.
Capea
(hijo) conoce a la perfección la técnica de la lidia y del toreo pero…
Y a Chechu,
que confirmaba su alternativa le persiguió la mala suerte. Buenas maneras,
pero quizá verde para afrontar el compromiso.
Sin ser de las peores, demasiados “peros”, hay en
esta feria.
Los toros de Montealto tuvieron algo en común con
los de Victoriano del Río: mansos en las forma y manejables en el fondo.
Intermitentes. ¿Será la nueva tendencia en el “campo bravo”. Ya veremos y
comprobaremos.
Hay pieles ásperas
Y sensibilidades máscaras.
Hay pieles suaves
Y sensibilidades llave.
Hay pieles engañosas
Y sensibilidades sosas.
¿Unificar criterios?
Es difícil el consenso
Es más fácil el suspenso.
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