Valencia, 25 de julio de 2012. Primer
festejo mayor de la feria de San Jaime. Un cuarto de plaza. 6 novillos de Fuente
Ymbro, desiguales de presencia y escasos en general, mansos, y en general más
complicados que otra cosa. Destacaron el tercero y cuarto en la muleta.
Fernando Adrián, silencio y palmas (aviso). Román, oreja y ovación. Gonzalo
Caballero, vuelta (con alguna protesta y tras aviso) y silencio.
No fue, ni mucho menos, la
novillada de Fuente Ymbro que nos hiciera recordar a las que hace casi una
década encumbraron al ganadero. Aquéllas embestían con nobleza, con codicia,
con bravura muchas veces, con casta incesante; ésta, sin embargo, ha sacado la
peor cara que recordamos en los últimos años, complicaciones, incertidumbres,
descaste en alguno (como el primero o sexto), y sólo la nobleza del tercero y
la repetitividad del cuarto –aun sin aquella entrega y generosidad de antaño-
nos han hecho atisbar lejanamente lo que fueron aquellas importantes novilladas
de años atrás.
Y eso que el bueno de Ricardo Gallardo lleva una buena temporada en general… y que uno de sus toros acaba de ser indultado en Mont de Marsan por Tejela, Jazmín, hijo, por cierto de otro buen toro, Harinero, también indultado en Valencia en 2006, que según nos contó ayer sigue padreando y dando buenos resultados entre los machos. Pero ayer no tuvo la tarde de cara. Bien es verdad que la presentación fue deficiente en varios casos, con dos o tres bichos abecerrados y sin cuajo para un coso de la pretendida categoría del de la calle Játiva, y que la multiplicación de festejos a los que acude el ganadero gaditano puede conducir a que deje para los festejos menores animales sin buena reata o pertenecientes a nuevas líneas que intenta probar. El caso es que, en definitiva, ni por presencia –trapío-, ni por juego, la novillada del hierro de Fuente Ymbro pasará ni mucho menos a la historia.
Fernando Adrián, que abrió plaza, en encontró con un primero (Mestizo, 450 kilos, negro, sin remate por detrás) que manseó en varas para complicarse y lucir un descaste verdaderamente inesperado después. Un novillo que cabeceaba, miraba en exceso al diestro y se quedaba a medio viaje muchas veces. Sin las ideas demasiado claras, abusando algo del pico en ocasiones, recibió más de una colada, fue desarmado en dos ocasiones, y terminó por pegarse el arrimón antes de que el bicho se echara en tablas, donde había conducido al espada. Levantado, lo remató de una trasera y baja al hilo de las tablas. En el cuarto (Historiador, 435 kilos, negro y abecerrado), tampoco encontró la clave y eso que el bicho, aunque un poco reservón, repetía en las tandas, pese a un comienzo sin entrega y con escaso viaje en el percal. Lo único que ofreció el diestro fue un derechazo en la serie consecutiva al tanteo, en la que de verdad arrastró al novillo y dominó la situación; lo demás fueron muletazos sin cuento, intentando justificar por la cantidad la ausencia de dicción del toreo, de poderío y de mando sobre la situación. El novillo se fue cerrando, poco a poco, sobre tablas, se fue haciendo cada vez más reservón, desarmó en una ocasión con achuchón añadido y se complicó al fin, ciñéndose en exceso. Un pinchazo desde fuera, una entera levemente atravesada –por salirse- y con nuevo desarme, un aviso y dos descabellos pusieron fin a una actuación en tono casi marengo. En definitiva, poca clase en ambos oponentes.Toros de Fuente Ymbro para la pasada feria del toro pamplonica (Foto: Koldo Larrea) |
Dejemos para el fin a Román, que fue lo más interesante del festejo. A Gonzalo Caballero, sin embargo, le hemos visto retroceder en expectativas con respecto a sus iniciasles festejos sevillano o madrileño. En su primer novillo, el tercero vespertino (de 440 kilos, negro listón, más hecho aunque también más corto y bajo que sus hermanos precedentes) desperdició una buena ocasión. El noble animal, que por cierto cumplió en varas, pese a llevar la cara alta y salir con facilidad del encuentro, tuvo recorrido y cierta entrega en capote y muleta; Caballero que ganó terreno en los lances de recibo, se limitó luego a pasarlo en paralelo, sin apostar por el toreo de mando, de dominio, en redondo, sin terminar de emplearse a fondo en plaza de primera categoría, simplemente tirando líneas a la espera de que el benevolente público levantino le aplaudiera como a cualquier otro. Fue perdiendo continuidad en las series, a la par que limpieza, para terminar arrojando muleta y estoque ante la cara de la res, en feo y antinatural desplante… la muleta, ¡qué caramba!, está para torear no para ser arrojada cual trapo de mecánico. Después de unas bernardinas finales, y siempre desde fuera, dejó una entera desprendida sin darle la oportuna salida, siendo enganchado sin consecuencias por el bicho, que se echó para levantarse, debiendo descabellarlo en dos ocasiones después de escuchar un recado. Dio una vuelta al ruedo, no sin algunas protestas iniciales (¡¡¡en Valencia!!!) que desde luego sobraba. El sexto (Volante, 445 kilos, tostado listón), fue otro animal sin casta, manso y rajado a tablas casi desde el inicio del trasteo. Un bicho que no quería saber de peleas, que comenzó colándose, y con el que Gonzalo intentó torear como a su primero, desde allá y para allá. El bicho le mostró que quería irse desde el principio y luego, refugiado en tablas, siguió sin querer saber nada del asunto. Con finiquitarlo tuvo el diestro bastante para escuchar silencio, que en esta plaza es verdaderamente tremendo…
El triunfador del festejo Román Collado |
Echamos de menos, ¡ay dolor!, el espectáculo integral ceretano... que sin embargo esperemos tarde en borrarse de la memoria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario