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jueves, 5 de julio de 2012

Las corridas benéficas en Madrid


La fiesta de los toros, a lo largo de su historia, ha estado ligada en incontables ocasiones a la labor de beneficencia pública. Sea por causa humanitaria o caritativa, sea como origen de fondos para fines públicos, las corridas, novilladas y festivales siempre han servido para soportar y fomentar las obras sociales de toda índole.
En las plazas de Madrid también, como no podía ser de otra forma, han tenido presencia festejos mayores y menores con dichos fines, desde las corridas de Beneficencia (quizá las de mayor abolengo y rango entre todas ellas), hasta las simples becerradas gremiales de la asociación profesional más modesta.
Déjenme que me centre en un repertorio que sólo habrá de referirse a las primeras plazas de la capital, obviando por el momento aquellos festejos benéficos que pudieron haberse celebrado en la Chata o en Tetuán, Palacio de Vista Alegre o plazuela de la Feria del Campo, o las del Batán, Campos Elíseos, Lid taurómaca, Jardinillo, Arturo Soria, San Blas, Vallecas o Puente de Vallecas o algunas de las plazas menores que han jalonado también la geografía madrileña.
Imagen de La Lidia
No me centro, tampoco, por el momento, más que en un muy limitado y contado número de festivales benéficos, dejándolo quizá para otra ocasión. Y tampoco hare relación, en este escrito y por no alargarlo aun más, en los innumerables festejos (mayores y menores) celebrados solidariamente para paliar las dificultades vitales de otros diestros (de a pie o a caballo) heridos o mutilados, sumidos en la pobreza o con alguna carga familiar insoportable, o aquellos motivados para socorrer a las familias de toreros caídos en el ejercicio de la profesión, que sin duda elevarían a centenares los ejemplos mostrados, ni haré repaso a las numerosísimas becerradas organizadas por asociaciones gremiales, empresas o corporaciones profesionales de toda índole para sus respectivos Montepíos o ayudas sociales.
Si tenemos en cuenta que la primera plaza de toros construida al efecto en Madrid fue en 1737 (en el paraje llamado Casa Puerta o a las afueras del Soto de Luzón) y que a ésta siguió –dos años más tarde- la primera de las construidas a las afueras de la primitiva Puerta de Alcalá, partiremos de aquel entonces, todavía a mediados del siglo XVIII. En esas plazas previas a la de la Puerta de Alcalá regalada por Fernando VI a los Hospitales (erigida en 1749 y regalada cinco años más tarde), también se celebraron festejos para éstos, o para distintas órdenes religiosas, para las obras públicas madrileñas –especialmente para reparar las conducciones de agua del Paseo del Prado-, para dotar de fondos a la Sala de Alcaldes de Casa y Corte (la plaza construida en 1743), para los pobres encarcelados en la Cárcel de Villa, o para la construcción de un pontón sobre el Manzanares –que permitiera el acceso a la ermita de San Isidro y Cementerios-.
Maqueta de la Plaza de la Puerta de Alcalá, conservada en el Museo Municipal de Madrid
En la que perduró entre 1749 y 1874 a las afueras del monumento emblemático de la Villa, al margen de repetirse estos u otros motivos, debemos hacer notar que sus recaudaciones (o las cantidades en que arrendaba la plaza) siempre fueron base fundamental para el mantenimiento de los caritativos centros asistenciales sanitarios de la Villa. Pero, junto a ello, se siguieron organizando festejos para obras públicas, para el jardín Botánico, para el Observatorio, o para diferentes obras sociales. Veamos.
Las corridas de Beneficencia se vienen organizando como tales desde 1850 (con alguna ligera interrupción), pero también y junto a ellas tienen lugar otras, asimismo de carácter benéfico. Así, entre las celebradas en esa plaza de la Puerta de Alcalá, merecen destacarse las organizadas en 1765 a beneficio de la construcción de la Iglesia de San Francisco el Grande; las numerosas campañas de novilladas desde 1785 en adelante a favor de la benéfica obra de los Padres Agonizantes de la calle Fuencarral, encargados de socorrer y atender a los moribundos pobres-; las organizadas para los presos de las cárceles, tanto de Villa como de Corte (en múltiples años, por ejemplo las dos anuales celebradas en 1796, 1798, 1799 o 1800, o la de 1801); la corrida destinada a paliar la hambruna madrileña en diciembre de 1811; las concedidas en 1817, 18, 19, 20 y 1822 para la reconstrucción del pontón sobre el Manzanares a la archicofradía de San Pedro, San Andrés y San Isidro; la organizada para la Real Casa de Niños Expósitos en 1819; la concedida para el Jardín Botánico en 1819; la que se hizo con motivo de dotar de recursos a las viudas y huérfanos de la jornada aciaga del 20 de mayo de 1823 cuando entraron los Cien mil hijos de San Luis en la capital; las dos que se organizaron en 1832 a favor de la Real Inclusa; la que tuvo lugar en socorro de los niños del Colegio de Doctrinos en 1833.
Una vista de principios del XIX del coso de la Puerta de Alcalá (a la derecha)
Ya en el reinado de Isabel II, y en el mismo coso, las concedidas para la real y Suprema Junta de caridad en 1835; las que se dieron ese mismo año a favor de la Real Inclusa o las que sirvieron para socorro y armamento de la Milicias nacional recién iniciada la primera guerra carlista (otra más con el mismo fin se celebró en 1837); la que sirvió para aliviar a los militares mutilados recogidos en el convento de Atocha en 1840; la que se organizó para la construcción de la parroquia del nuevo barrio de Chamberí en 1843; en 1852 una para el Hospital de la Princesa; en 1853 otra a beneficio de las devastadas provincias de Galicia; en 1854 se celebraron para los heridos, viudas y huérfanos de las gloriosas jornadas del alzamiento del 17, 18 y 19 de Julio; la celebrada en 1856 para la Real Asociación de Beneficencia Domiciliaría de Señoras; en 1859 hubo una a beneficio de seis soldados del Ejército Español; en 1860 las tres que tuvieron lugar para los heridos del ejército de África y por la toma de Tetuán; en 1863 otra a beneficio de los damnificados en el terremoto de Manila; en 1865 se organizó una para los pobres coléricos de Madrid y otra para los huérfanos dejados por esa epidemia; en 1867 se celebró una a beneficio del Hospital de Cigarreras -junto a otro festejo en 1868 y otro más en 1869- y del Real Hospital de Ntra. Sra. de Atocha, o la organizada a favor de las tropas de guarnición en Madrid; en 1868 se organizó en obsequio de los forasteros que acudieron a la romería de san Isidro; una hubo en 1869 para el Batallón de Voluntarios de la Libertad del distrito del Hospital -otra corrida para los del distrito de la Audiencia-, o Guías de la Patria; en 1870 se organizó una a beneficio de todos los Establecimiento Provinciales de Beneficencia; también hubo otra en 1870 a beneficio del 23.º Batallón de Voluntarios de la Libertad del Distrito de Palacio; en 1871 le tocó el turno al Hospicio madrileño; o la celebrada en 1874 a beneficio de los heridos en campaña en la guerra carlista, ese mismo año a beneficio de la Cruz Roja.
A vista de pájaro, Madrid en los últimos años de vida del coso de la Puerta de Alcalá
Ese año se abandonó y derruyó la plaza para dejar paso al nuevo barrio proyectado por Salamanca que ya se había iniciado a poblar. En su lugar se trasladó el coso a la calle de Felipe II, ocupando el solar donde hoy se asienta el Palacio de los Deportes madrileño. Entre las corridas benéficas celebradas en esta plaza de Felipe II, y al margen de las destinadas a la Beneficencia u Hospitales, podemos destacar las organizadas en 1876 a favor del ejército español; la de 1879 a beneficio de los perjudicados por las inundaciones en las provincias de Murcia, Alicante y Almería, celebrada el domingo 16 de noviembre; en 1881 otra para los hospitales que sostienen los caballeros hospitalarios españoles; la que tuvo lugar en 1882 para el socorro de las familias de las víctimas causadas por los ciclones de Cuba y Filipinas; en 1884 una a beneficio de los inundados de Murcia, y ese mismo año para la instalación de un Circulo de Instrucción Popular; en 1885 se organizó un festejo a beneficio de los perjudicados por los terremotos en las provincias de Granada y Málaga, y también otra para la ciudad de Aranjuez, azotada por el cólera; en 1886 una a beneficio de la Sociedad Benéfica y Filantrópica “El Gran Pensamiento” (otra más en 1887); en 1887 una novillada extraordinaria a beneficio de los Asilos de la noche; en 1891 la taquilla de una de las corridas se destinó a los damnificados por el incendio que devastó unas casas en la calle Ribera de Curtidores el 30 de junio; también en 1891 otra a beneficio de los necesitados de Consuegra y Almería por el temporal que azotó en esas zonas durante el mes de septiembre; en 1892 una corrida estuvo organizada por la colonia cordobesa en Madrid a beneficio de los perjudicados en las inundaciones de Córdoba; ese mismo año hubo una Corrida Hispano-Portuguesa a beneficio de los pobres de Madrid y Lisboa, y también una corrida histórica a beneficio del Dispensario nacional de Alfonso XIII; en 1895 se organizó una a beneficio de las familias de la tripulación del crucero Reina Regente, perdido en las aguas del Estrecho el día 10 de marzo; también en 1895 hubo una para los Sanatorios que establecerá la asociación de la Cruz Roja, en diferentes puntos, para los soldados que peleen en Cuba y vuelvan enfermos; en 1896 y por iniciativa de El Imparcial otra para el socorro de los heridos y enfermos que llegan a la península procedentes de Cuba y Filipinas; en 1900 se inauguraría la serie de corridas a beneficio de la Asociación de la Prensa de Madrid que prácticamente sin interrupción se mantienen en la actualidad.
La plaza de Madrid, sita en Felipe II, recién construida, en grabado de la época
Inaugurado el siglo XX, en 1903 se celebra una novillada a favor del Montepío de la Asociación General de dependientes de Comercio de Madrid; en 1905 otra novillada a beneficio de los pobres recogidos por el Ayuntamiento de la capital; en 1907 se organiza un Festival por el Centro Bético a beneficio de los damnificados de Málaga; en 1908 también se inaugura el ciclo de corridas de toros a favor del Montepío de la Asociación de Toreros (que se celebra anualmente hasta 1934 y aun varios después de la guerra civil); en 1914 una a beneficio de la Cruz Roja (y otra en 1917 y una más en 1918, todas ellas durante la I Guerra mundial y otras, después, en 1919, 20, 21, 22, 23, 24, 25, 27, 28, 30); en 1921 se recaudó en un festejo a favor de los heridos en Melilla y la guerra de África; en 1922 se organiza una corrida de toros a beneficio del Montepío de Empleados de la Excelentísima Diputación Provincial (que también inaugurará un gran ciclo con nuevos festejos en 1923, 24, 25, 26, 27, 28, 29, 30, 31, 32, 33 y 34); en 1924 hubo un festejo para recaudar fondos para restaurar y conservar los frescos de Goya en la ermita de San Antonio de la Florida; en 1926 se celebra un espectáculo a beneficio de la Caja de Socorros de Funcionarios de Hacienda; también en 1926 un festival de la casa Domecq organizado a beneficio del Montepío de Comisionistas y Viajantes; en 1927 una corrida patrocinada por S. M. el Rey y organizada por el presidente de la Diputación a beneficio de la nueva Ciudad Universitaria; asimismo en 1927 otra a favor del Montepío de Empleados Provinciales (otra más en 1928, diferentes de los de la Diputación); en 1928 un festejo a beneficio de los damnificados de las catástrofes del teatro Novedades y de Melilla y un nuevo festival a favor de la Ciudad Universitaria madrileña; en 1931 se celebra un festival a beneficio de los comedores de asistencia social; y en 1933 otro festival nocturno a beneficio del Sanatorio de los Toreros organizado por los subalternos del toreo.
Una nueva plaza, la de Las Ventas vino a sustituir a la de la Fuente del Berro o Felipe II, aumentando notablemente el aforo de aquella –duplicándolo en la práctica- y aunque siempre hubo quien habló de especulación urbanística, la verdad es que el solar de la vieja plaza tardó décadas en ser construido y al fin se destinó a esparcimiento público también.
Y sólo detallando algunos festejos mayores (y levemente alguno de los muchísimos festivales que se han celebrado en el coso) destacaríamos que desde 1931 se han celebrado en la plaza de Las Ventas corridas o novilladas benéficas sin cuento. Merece recordarse el que el 17 de junio de 1931 se inaugura la plaza con una corrida organizada por el Ayuntamiento de Madrid para remediar la crisis motivada por el paro obrero; en 1933 se celebra una corrida en honor de las misses europeas que participaban en la elección de Miss Europa y también ese mismo año se inaugura en este coso la serie de corridas de la Asociación de la Prensa (que continúa en la actualidad); en 1934 se organiza una corrida a beneficio de la Asociación de Escritores y Artistas; en 1935 se celebran la primera corrida de Beneficencia (que todavía continúa sin interrupción en nuestros días), y la primera corrida del Montepío de Funcionarios de la Diputación Provincial en la nueva plaza (que luego volvería a celebrarse, al menos, los años 1970, 71, 72, 74, 75, 76, 79, 80 o 1982); también en 1935 se organiza una novillada a beneficio del Instituto Cervantes.
La plaza de toros de Las Ventas en un día de invierno
Después de la Guerra Civil, en 1939 una corrida de Homenaje al Ejército, recién finalizada la contienda; en 1941 una corrida de toros a beneficio de los damnificados del incendio del 15 de febrero en Santander, y otra a beneficio de los Huérfanos de la Legión; en 1942 la corrida del Sindicato Nacional de Espectáculos a beneficio de obras asistenciales; en 1943 la primera de otra larga serie de corridas a beneficio del Montepío del Cuerpo General de Policía (repetida –cuando menos- los años 45, 46, 47, 48, 49, 52, 55, 56, 57, 58, 59 o 1960) y otra corrida para el Sindicato Nacional de Espectáculos a beneficio de la Caja del Servicio de Obras Asistenciales; en 1944 una corrida de toros a beneficio también del Montepío de Huérfanos de la Policía Armada y otra organizada por el Sindicato Nacional del Espectáculo a beneficio de las Obras Asistenciales; en 1945 una a beneficio de los Campamentos de Verano del Frente Juventudes, y otra corrida a beneficio de Huérfanos del Magisterio; en 1946 se repetiría la corrida a beneficio del Montepío de Huérfanos del Magisterio; en 1948 otro festejo en honor de los asistentes al II Congreso Internacional de Hostelería; en 1950 se organizó una novillada a beneficio del Patronato de Huérfanos del Ejército del Aire, y otra novillada más con motivo del XVI Congreso Internacional de Autores y Compositores; desde 1951 o 52 los famosos festivales que organizaba Dª. Carmen Polo de Franco (esposa del generalísimo) a beneficio de la Campaña de Navidad (tengo varios recogidos con lo más granado de la torería, pero sin continuidad anual, que poco a poco se fueron transformando en festivales pro-vivienda del necesitado y que dejaron de organizarse de cara a la Navidad –en 1963, por ejemplo, se celebró el 18 de abril-); en 1953 para ayudar a los costes de la Feria del Campo (dos festejos); en 1958 tiene lugar la primera corrida del Montepío de la Asociación Nacional de Veterinarios Titulares de Plazas de Toros (repitiéndose los años 1972, 73, 75 y 75, cuando menos); en 1961 una corrida Goyesca con motivo del IV Centenario de la Capitalidad de Madrid (la duquesa de Alba hizo el despeje de plaza); en 1967 se celebró una novillada a beneficio de los niños sin familia con la colaboración de la Federación Regional Centro de Entidades Taurinas, y una corrida a beneficio de la Asociación contra el Cáncer; en 1974 se organizó una corrida patrocinada por la Comisión de Festejos del Distrito Municipal de Salamanca; en 1977 una corrida homenaje pro-monumento a Antonio Bienvenida; en 1981 otra corrida a beneficio de los Huérfanos de la Policía Municipal (sería festival en 1982 y alguno posterior como en 1985, 86, 87, 88, etc.), junto con la organizada por la Junta Municipal del Distrito de Salamanca y Madrid Toros a beneficio de la Tercera Edad; los festivales a favor de la Escuela de Tauromaquia de Madrid desde al menos 1985 (no sé si antes quizá alguno también); el que se organizó para los damnificados de Colombia en 1986 y el llamado “Una oportunidad a la esperanza” también de ese año; el que destinó sus fondos a la erección del monumento al Yiyo en 1987; la corrida de Beneficencia que en 1994 destinó los beneficios a la población civil de Mostar, en Bosnia; o el festival para las personas mayores de la Comunidad de 1999, por no traspasar la barrera del año 2000.
Como dijo Ortega y Gasset, no podría entenderse la historia de España sin conocer a fondo la historia de su fiesta más nacional.

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