Sería sustituida, al fin, por la que se había levantado en las afueras (por entonces) del barrio de Salamanca de la capital, y cuyo lugar hoy ocupa el Palacio de los Deportes madrileño, entre las calles Goya, Jorge Juan y Felipe II.
Maqueta de la plaza de la Puerta de Alcalá existente en el Museo Municipal de Madrid |
En ese postrer festejo mayor, como venían haciéndolo a lo largo de toda la temporada en la Villa y Corte, torearon los dos colosos Lagartijo y Frascuelo, que venían siendo complementados por Currito, Villaverde, José Machío o Cirineo. En éste, sin embargo, mataron en mano a mano los seis toros de D. Manuel García Puente López (Aleas) que esperaban en los corrales.
Como suele suceder en tales ocasiones, la corrida no fue ni buena ni mala, los toros fueron abantos –según la crónica del Boletín de Loterías y Toros-, la tarde gris marengo –el cielo pareció entristecerse con el cierre-, y la concurrencia numerosa, animada al final por la venta a precio reducido de localidades que valían más por parte del empresario Casiano Hernández. Esto de la rebaja, que al público de última hora le vendría de perlas, fue criticado por la prensa, que no entendía el evangélico ejemplo.
La presidencia del espectáculo recayó en el señor teniente de Alcalde, D. Luis Carvajal, marqués de Puerto Seguro, que aunque correcto en general, debió apurar más a los picadores para que lucieran de mejor manera los toros, especialmente al último, que -para postre- fue condenado a banderillas de fuego (clavadas por Regaterín y Ángel Pastor, a la sazón ambos todavía peones de Frascuelo y no matadores de toros).
Toro de Aleas lidiado en Madrid en 1854, veinte años antes, dibujado por Manuel Castellano |
El único de los de Aleas que cumplió en el festejo fue el primero, que en seis varas mató dos jacos y dio cuatro revolcones a los picadores (Antonio Benítez “el Grapo”, Domingo Granda “el Francés” y Antonio Calderón como reserva). Lagartijo anduvo bastante bien en este bicho, matándolo con acierto de un “volapié hasta la mano”, tras torear con gusto pero movido. En los restantes su labor, al margen del constante baile y del abuso de pases de muleta (¡¡27 en tercero y 29 en el quinto!!), fue deficiente con el acero. Frascuelo, tampoco tuvo una tarde brillante, también algo movido, pero más entonado con la espada que su rival.
No faltó de nada en el espectáculo, y así antes de comenzar el mismo “hubo palomaquia de quitasoles entre dos jembras en el palco núm. 76, por si debía una u otra ocupar la delantera, puesto que el palco estaba tomado entre dos familias” según nos cuenta la revista citada. El sexto toro, además, saltó tres veces la barrera, demostrando un poder del que hoy carecen los bichos, aunque también una notable mansedumbre.
La corrida, en definitiva fue mediana, pereciendo en el festejo nueve caballos y sin que dejase mejor ni mayor recuerdo en la afición, triste fin para una plaza que tantas hazañas y tantas -también- desgracias había contemplado...; recuerdo que hoy revivimos en esta efeméride.
El Boletín de Loterías y Toros (continuación de El Enano) (Colección personal) |
La corrida, en definitiva fue mediana, pereciendo en el festejo nueve caballos y sin que dejase mejor ni mayor recuerdo en la afición, triste fin para una plaza que tantas hazañas y tantas -también- desgracias había contemplado...; recuerdo que hoy revivimos en esta efeméride.
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