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martes, 11 de junio de 2013

Una tienta en la ganadería de Pilar Población

El pasado 4 de mayo, entre la feria de la Comunidad de Madrid y el inicio de la feria de San Isidro un buen grupo de amigos de la Peña Cátedra Taurina (PECATA) de la Universidad Nacional de Educación a Distancia y algunos allegados, tuvimos el placer de asistir a una tienta en casa de don Julio Pérez Tabernero Población, propietario de la ganadería de los Herederos de Pilar Población del Castillo, antigua Hoyo de la Gitana.

La plaza de tientas de la finca con los hierros de Alipio y Pilar Población (Foto RCB)

Espléndidamente atendidos por el propio ganadero, esposa e hijo, tuvimos la oportunidad de hacer un recorrido por la finca, conocer sus instalaciones, los distintos hatos de ganado, contemplar las añojas y añojos, vacas, erales y utreros, antes de presenciar la tienta en la que intervendrían el espada Ángel Teruel y el novillero el Chocolate, al margen de los hijos del ganadero, que rivalizaron en colocar las vacas al caballo y en torearlas luego con la muleta.

Las añojas (Foto RCB)

Antes que nada deberíamos centrar la atención sobre la procedencia del ganado, puro encaste Graciliano, procedente del conde de Santa Coloma. La ganadería de Hoyo de la Gitana, primitiva denominación de esta vacada más que singular, fue formada en 1939, en las postrimerías de nuestra tragedia civil, por los hijos de don Alipio Pérez Tabernero Sanchón, con 48 vacas y dos sementales de don Arturo Sánchez Cobaleda, cuya procedencia no era la paterna, sino la veragüeña del conde de Trespalacios, a las que añadirían 105 vacas del propio don Alipio. Éste, a su vez, había formado su vacada, en origen -1911-, con la parte que heredó de su padre, Fernando Pérez Tabernero (que había fallecido en 1909, y pasado a través de su viuda doña Lucía Sanchón), que estaba fundamentalmente constituida por reses de Veragua y Miura y quizá algunas vacas salmantinas autóctonas. Alipio adquirió, en 1912, dos sementales a su hermano Antonio (de procedencia portuguesa de Luis de Gama, y de origen murubeño) y en 1920 volvería a comprarle toda una camada de hembras.

Más añojas en unión, amor y buena compañía (Foto RCB)

Alipio Pérez Tabernero Sanchón lidiaría por vez primera en la Villa y Corte en un festejo mayor celebrado el 18 de mayo de 1924, con Fortuna, Nacional II y el Algabeño en el cartel y un lleno en los tendidos. La corrida no fue, por desgracia, gran cosa de trapío, hubo protestas a la presencia de algunos de los corridos, y se devolvió el sexto, saliendo en su lugar un toro de los hermanos Angoso. Y, sin embargo, los tres primeros tomaron buenas varas, cumplieron cuarto y quinto y no hubo complicaciones en el último tercio.

Algunas vacas de vientre (Foto RCB)

Pero, tras haber mantenido la vacada unos años con el origen paterno y los refrescos de su hermano Antonio, Alipio decidió en 1925 modificar la procedencia del ganado. Y así, entre ese último año y 1929 fue sustituyendo las vacas por un total de 130 vacas de su hermano don Graciliano Pérez Tabernero y varios sementales, que ya tenían origen Santa Coloma, eliminando paulatinamente lo anterior. Así quedó la vacada de Alipio, en unos años, formada sólo con reses de encaste Santa Coloma a través de su hermano Graciliano. En 1933 adquiriría a éste último hermano un semental que ligó extraordinariamente, Hornero de nombre, número 17, que padreó durante 15 años más.

La camada de utreros (Foto RCB)

Sus hijos, como hemos comentado, formarían la vacada de Hoyo de la Gitana, con reses de don Arturo Sánchez Cobaleda y de don Alipio, aunque a poco fueron eliminando las reproductoras veragüeñas por las de Graciliano de su padre, y así quedó fijada la sangre de Santa Coloma en la ganadería.
Se estrenó la nueva vacada, en Madrid, en novillada picada, el 6 de agosto de 1944, cartel en el que figuraron Emilio Escudero (que sólo conseguiría ser ovacionado en el cuarto, escuchando pitos en el primero), el genial Pepín Martín Vázquez (que saludó en el segundo y le cortó las dos orejas al quinto) y Álvarez Pelayo (que fue silenciado en su lote). La plaza se llenó, fruto de la atracción tanto del nuevo ganado como de Martín Vázquez en aquel lejano verano madrileño (de los seis festejos celebrados en aquel mes de agosto hubo tres llenos, una novillada con tres cuartos de entrada y dos con media plaza…, algo que debería hacer reflexionar a nuestra empresa actual).

Alguno de los novillos (Foto RCB)
Una década después de la formación de la vacada, los hermanos Pérez Tabernero no habían aumentado, sino al contrario, el volumen de la ganadería, lo que a las claras muestra lo escrupuloso de la selección, contando por entonces, como nos cuenta Areva, con unas 100 reproductoras.
En 1968 se disolvería la sociedad de los hermanos Pérez Tabernero y la vacada pasó a ser propiedad de don Fernando Pérez-Tabernero Sánchez, que, sin embargo, siguió lidiando a nombre de Hoyo de la Gitana, hasta que en 1974, la anunció a nombre de su esposa doña Pilar Población del Castillo, figurando ya en el anuario de 1975 de la UCTL con esa denominación, divisa encarnada y verde y señal de punta de lanza en ambas orejas, que siempre se ha mantenido en la ganadería. Las últimas reses lidiadas en Madrid con la antigua denominación de la vacada lo fueron en 1971, estrenándose el nuevo nombre en Las Ventas el primero de junio de 1980 –vigésimo festejo de San Isidro- en un cartel en el que se encontraban Joaquín Bernardó, Ortega Cano y Manili, aunque el primero no llegó a estoquear toro alguno al resultar cogido en el primero. Tanto Ortega Cano como el sevillano Manili cortarían esa tarde una oreja, el primero tras resultar herido leve y salir de la enfermería para matar al quinto.

Un novillo guapo de hechuras (Foto RCB)

Desde 1988 esta ganadería pasa a ser propiedad de sus hijos don Julio y don José Juan Pérez-Tabernero Población, que se esmeran en mantener en pureza el origen “graciliano” de la vacada. Desde 1992, y al extinguirse la copropiedad de la ganadería al amparo del artículo 6º. de los estatutos de la Unión de Criadores de Toros de Lidia, pasa a ser su único propietario don Julio Pérez-Tabernero Población.
Aun recuerdo grandes toros de esta vacada en Las Ventas hace unos años, cuando desde adolescente acudíamos a la misma atraídos por una ganadería siempre encastada con juego y posibilidades más que notables. Si mis datos no fallan, su última comparecencia en Madrid, en corrida de toros, anunciada en los carteles, fue en 1990, en festejo incompleto en el que saldrían dos remiendos, uno de Martínez Benavides y otro del Conde de Ruiseñada. No fue tarde triunfal, por desgracia, y con algo menos de media entrada ni Jorge Manrique, ni José Luis Seseña ni Juan Carlos Vera tocaron pelo esa tarde, aunque los dos primeros fueron ovacionados en uno de sus toros.

Novillos punteros en la vacada (Foto RCB)

La visita a la finca de El Fresno (situada en el término de Fresno de Alhándiga –Salamanca-), fue toda una satisfacción. La tarde primaveral salmantina acompañaba, tarde luminosa, exuberante y rica en flores y colores, cálida e íntima, pausada y tranquila. Las reses pastaban en los diferentes cerrados ajenas al mundanal ruido, y sólo interrumpidas por el del tractor que arrastraba el remolque en que íbamos contemplando la dehesa, uno de los ecosistemas más ricos y variados sobre la faz terrestre.

Otro de los más serios de la camada (Foto RCB)
Así pudimos ir recorriendo las cercas en las que se encontraban las añojas, siempre moviéndose como un banco de peces, todas juntas en unión; sus hermanas mayores, las vacas que madrean, algunas con la rastra y otras a punto de parir, acompañadas por uno de los sementales en activo (alguno había causado baja, desgraciadamente, días previos a nuestra visita). Un poco más allá se encontraban, junto a alguna vaca mansa, las recientemente condenadas a muerte, tras una tienta –siempre rigurosa- en la que no cumplieron con los siempre exigentes criterios del ganadero. Y más allá aun, en cercados más despejados de encinas y fresnos, los machos, erales y utreros en vías de crecimiento y desarrollo. La ganadería, en estos últimos años, ha lidiado utreros en novilladas y sobre todo en festejos de rejones… ya no hay lidiadores que, como hace unas décadas, se los rifen por su casta, acometividad y notable nobleza.

La finca en estado esplendoroso (Foto RCB)
La tienta fue una agradable sorpresa. A mi juicio hubo una primera vaca, de las seis que se probaron, que sin cumplir con suficiencia en varas –aunque tampoco huyó de éstas-, tuvo un son y una embestida noble, boyante, dulce, como pudiera desearla cualquier torero; y dos más, cuarta y sexta, que siendo más exigentes en la muleta, con más casta y acometividad, cumplieron con el picador,  acudiendo alegres y largas al caballo y haciendo una pelea suficiente. El criterio del ganadero, sin embargo, fue estricto y riguroso, ninguna resultó aprobada, aunque meditaba sobre el indulto a la que se corrió en cuarto lugar por aquello de que, en conjunto, fue la más completa de ellas. Ángel Teruel hijo y el novillero el Chocolate llevaron el peso de la lidia, ayudando en la tarea los hijos del ganadero, al margen de la intervención puntual de un par de acompañantes, una gran aficionada foránea y nuestro buen amigo Arsenio Enrique.

Las eralas a la espera en los corrales (Foto RCB)
Así acudiría la primera a una de las varas recibidas, como cualquiera de sus hermanas, salvo la tercera (Foto RCB)
Ángel Teruel (Foto RCB)
Trincherazo a media altura de Teruel (Foto RCB)
Chocolate toreando a la verónica y cargando la suerte (Foto RCB)
Otra de las vacas acudiendo al caballo (Foto RCB)
Chocolate toreando con la derecha (Foto RCB)
El hijo del ganadero en acción, con clase y cargando la suerte (Foto RCB)
Otro lance con la derecha (Foto RCB)
Una día, en resumen, en el que nos reencontramos con una ganadería que nos ofreció tardes muy interesantes, en la plaza de Las Ventas, hace unos años; que fue parte de nuestro aprendizaje como aficionados; que nos ilusionaba cada vez que la veíamos en los carteles… Un día, en suma, que nos acercó no sólo a la crianza del toro de lidia, sino a un encaste que –como el de Graciliano- cada vez es menos apetecido por los de luces y más añorado por los aficionados. 

El ganadero, Beatriz Badorrey y los dos valientes del grupo (Foto RCB)

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