Por Fernando Bergamín Arniches
Muchas veces he pensado en el placer que me supondría escribir, en estos
tiempos que corren..., que vuelan, que se precipitan hacia el vacío de la
desilusión, por ejemplo del tema taurino, del arte de torear, sin tener que
buscar prácticamente contenido ni esencia, porque no ha existido. Creo que al
pensar en lo que fueron casi mes y medio de "festejos taurinos" en
la Monumental de la Ventas, durante esta falsa primavera del 2013, me ha
llegado en cierto modo esta oportunidad, y como ya es frecuente en mí, prefiero
hacerlo pasado un cierto tiempo fuera de todo contexto puntual del que cada día
me siento más lejano. Y hacerlo con rotundidad y sin muchas explicaciones, con
perdón de mis lectores - si los tengo - tal vez cinco o seis amigos que nos van
quedando, y algo posiblemente de esa "inmensa minoría" juanramoniana
silenciosa y que vive en la "Belleza encerrada", título de una
espléndida exposición última en el museo del Prado que, con su acertadísima y
hermosa prosa, nos comenta Francisco Calvo Serraller en uno de sus
"EXTRAVIOS" publicado en el suplemento literario Babelia del diario
El País (8-6-13). Nos dice Serraller: "Desde luego, hay un trecho entre el
simple ver y el mirar, y otro todavía más grande entre el mirar y el admirar,
porque sólo mediante este último paso nos involucramos con todo nuestro ser en
lo que nos es dado contemplar..." Y dice más adelante: "esta ruta
interminable en pos de la belleza." Esta ruta que para mí ha sido la
"piedra" esencial del gusto por el ARTE DE TOREAR, esta y no otra...
ni otras... Aquella que, como explicó la excepcional pensadora mística francesa
Simone Weil (1909 - 1943), al afirmar que Dios - o para el caso, la Belleza o
el Arte - se "esconde" para que podamos existir; es decir: para
darnos la libertad de encontrarlo. Siguiendo nuestra similitud con el arte
taurino, pensamos con Weil "Quizá la admiración sea esa EMOCIÓN que nos
produce descubrir el escondite de lo bello, tan próximo y tan lejano; tan, en
suma, infinitamente recomenzado." En el toreo, en la vida, en el amor y
desamor... Como en todo arte creador, nos vale la memoria pasada, que hoy ya
sólo se hace presente.
En un magnífico artículo de José Carlos Arévalo (¡cuánto lo echamos de
menos!), publicado en la que fue su revista 6 TOROS 6, el mes de Octubre del
2012, titulado "Los Jugadores muestran sus Cartas", y después de
reflexionar lo que fue la mañana de José Tomás en Nimes, solo con 6 toros,
"una fecha clave para el toreo", nos dice Arévalo de aquel 16 de
Septiembre del 2012, como si quisiera darnos una esperanza de futuro: "El
principio de incertidumbre que es la esencia dinamizadora de la lidia, será el
fiel que mida al toro y al torero, la parte de mérito o culpa que a cada uno
corresponde. No habrá por tanto en el coro toristas ni
toreristas: todos habrán ido a identificarse con el peligro y a valorar cómo la
bravura propone dicho peligro." La bravura en el toro y la creación en el
torero, añado yo.
Una verónica de Morante en la pasada corrida de Beneficencia (Foto: las-ventas.com) |
A estas alturas y en "estas alturas" de pensamiento, ¿qué nos
queda para recordar de esta infinitamente larga e inútil Feria de San Isidro, Arte y
Cultura del 2013? Yo creo que nada o casi nada. Sentimos una triste melancolía
y añoranza del toreo y su belleza en el sentido más profundo: aquello que
solamente lo justifica como Arte y Creación. Y si entramos en el ruedo buscando
algo... recordamos cuatro inolvidables pases por bajo de Morante de la Puebla
en la Beneficencia, en los medios y al terminar su intento de faena. Nos quedan
también algunas brisas lejanas, apuntes esenciales de su toreo de capa y
muleta, pero pocos (desde luego no tuvo toros, ni uno solo, para su toreo
grande, en sus tres corridas). Nos llegan también a la memoria cuatro o cinco
verónicas desmayadas y ganando terreno con sentido, belleza y naturalidad, de
Juan del Alamo, la tarde del 19 de Mayo. Como anécdota, una "vuelta al
ruedo" un tanto folclórica para Castaño y su cuadrilla, en la corrida de Cuadri.
Hago excepción de un gran par de Fernando Sánchez para no olvidar, en ese mismo
toro.
El libro de José Carlos Arévalo sobre el -probablemente- mejor torero mexicano de la historia |
No puedo dejar de mencionar el montaje descarado - pienso que por
razones comerciales - de los toreros mexicanos que actuaron en la Feria, sin
dejar de justificar el valor y voluntad torera de todos ellos, lo digo con el
respeto preciso. Siento, más que nadie, tener que hacer esta afirmación. He
vivido largos años en mi queridísimo México, allí de niño (el mejor momento
para empezar a ver toros) pude ver la gran época del toreo mexicano, aquella
que Manolete compartió con Armillita, Lorenzo Garza, Luis Procuna, Silverio
Pérez, El Soldado, los hermanos Solórzano, Luis Briones y tantos y tantos
más... Todos distintos en su grandeza de figura del toreo, pero mexicanos en
su expresión y sentimiento, tan únicos y especiales, lo que no he visto en
Madrid este año del 2013 en ninguno. Porque son toreros hechos "a la
española", en el peor sentido actual del posmodernismo torero. Y para
"pegapases" - se ha visto - sobran en nuestro actual escalafón de
toreros locales.
Para terminar, sólo comentar que en el día de hoy, lunes 17 de Junio,
cuando escribo este artículo, he visto en el cotidiano chiste de El Roto en su
periódico habitual (ya sé que este dibujante no es taurino, no me importa, es
un genio) lo que me ha decidido a escribir este comentario: tres hombres
seguramente obreros, sentados sobre unos viejos bultos, comentan: "¡Qué
desilusión!" dice uno de ellos. "Cuál?" pregunta el segundo.
"Da igual, cualquiera", añade el tercero. Pues, eso. Para el toreo...
y para el resto. Que es mucho resto.
Posdata : ¡Qué vuelva pronto José Tomás! De los demás - políticos, claro
- que no vuelva nadie. Que se vayan todos, o casi todos.
Si hablamos de "folklore" ,dejemos en paz a la cuadrilla de Castaño y analicemos al Gordito de la Puebla.
ResponderEliminarLo único folklórico que hay en el toreo es lo que se le hace a un remedo de toro ,que es lo que impone el susodicho ,con los contínuos escándalos en las Plazas donde va a dar su media verónica "eterna".
Que ya va siendo hora de llamar a las cosas por su nombre y dejar la poesía y las alferecías emocionales, para otras artes que necesiten menos de lo rudo,de lo macho y de lo testicular del toreo.