Madrid,
8 de junio de 2013. Un tercio de plaza. 5 toros de Herederos de Baltasar Ibán, desiguales de presencia, mansos en
varas –salvo el tercero que cumplió-, dispares de genio y casta, complicaciones
y bondades. 1 toro de El Montecillo
(2º bis), bien presentado, manso y mular. Diego
Urdiales, silencio y silencio (aviso). Juan
Bautista, silencio y pitos. David
Mora, pitos y silencio.
La última –caballitos al
margen- de esta estúpida e insulsa Feria
del Arte y la Cultura –como si la ponen Feria
del Embolse y la Estulticia- fue una nueva decepción. Decepción con el
aforo: un tercio de plaza, que es, poco más o menos, la media de entrada que ha
tenido el adherido ciclo sacaperras madrileño. Un tercio de plaza con todo a su
favor… incluyendo la prensa subvencionada y a la servil al régimen. Veremos
cuántos, de los que ayer ocupaban ese tercio, vuelven el próximo domingo a la
corrida anunciada con Fernando Cruz a la cabeza y Los Recitales en los
chiqueros…
Decepción, asimismo, con los
de los Herederos de don Baltasar Ibán, de los que sin duda esperábamos mucho
más; más en trapío, del que hubo de todo; más en casta, que tampoco hizo una
aparición clara y evidente en todos los lidiados –aunque, eso sí, muy superior
a la media de las reatas mulares que han desfilado como “toros de lidia” por ésta
o su antecesora ferias madrileñas-; decepción en bravura –aunque asimismo alguno
se arrancó desde lejos y alegre a los caballos… hay que ver cómo se comportaron
bajo éste o cómo salieron del mismo-; decepción con el Bastonito lidiado, que apenas nos recordó a aquel toro corrido en
1994 -casi en la misma fecha- por el inolvidable César Rincón.
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El hermano -lejano- de Bastonito; en tipo aunque escaso por detras (Foto: las-ventas.com) |
Decepción con los de
luces... Miren ustedes que ayer era un día para lucir los toros, que la afición
deseaba que se pusieran de lejos, que se cuidara la lidia, que cundiera el
orden y concierto, que se lucieran los peones en banderillas y se picara
conforme a las reglas del arte, que los espadas dieran las distancias generosas
que el encaste requiere habitualmente… pues hicieron, precisamente lo contrario,
con la única excepción de que alguna vez pusieron al toro a distancia apropiada
para el caballo.
Decepción con la forzada figura en ciernes,
ese diestro al que el mundillo se ha empeñado en colocar entre los de cabeza –en
corridas toreadas- y cada día demuestra más su incapacidad, sus limitadas
condiciones, su espantosa forma de citar y embarcar, su estilo de
estoqueador… Un torero que el pasado año plantó su espigada figura en 59
paseíllos y que cortó muchas orejas al impulso de la cla, de la prensa
acomodaticia y pagada, y de un público incapaz de ver más allá del gin-tonic de
turno, el whisky o el cubata. Quizá tengamos que apoyarnos en el famoso verso
de Ramón de Campoamor, «En este mundo traidor / nada es verdad ni mentira / todo es
según el color / del cristal con que se mira», y si éste es el del vaso de la bebida espirituosa en
el tendido, todo es “urbbb, eeehhhh, fefnomenallll”.
Salvo de la posible quema
al arnedano Diego Urdiales, no porque estuviese bien en conjunto, sino porque a
él tocó el lote más complicado de la tarde, y porque lo intentó sin éxito en
uno y otro. Pero… ya van tantos fracasos en este coso, que la cosa empieza a
ponerse, como dicen, “de color de hormiga”.
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Urdiales empeñándose -francamente- en sacar agua del pozo semi-seco del cuarto (Foto: las-ventas.com) |
Precisamente el riojano
abrió plaza con un toro Agradecido
(532 kilos, negro listón, bien puesto de cabeza), manso pero espectacular,
complicado y geniudo. El animal repitió sin codicia en el capote de Urdiales, pudo
ser tan sólo que salió frío, pero no, era parte de su condición. Hasta cuatro
veces acudió alegre a los caballos, derribando en dos de ellas, para salir a la
misma velocidad de entrada, sin querer saber nada de la puya. Por cierto, se
les fue suelto, en el primer encuentro, al caballo que estaba entrando, tomando
una vara en toriles… que no fue la única ni la última vez en la tarde; ¡qué
dirección de lidia! Aunque peor sería lo de Mora…, ya verán. El de Ibán llegó a
la muleta con la cara descolgada, calamocheando, moviéndola cual batidora,
bronco… Diego se equivocó de faena, y tras unos oportunos y agraciados pases de
tanteo –la rodilla doblada-, intentó darle los habituales derechazos y
naturales y, ¡claro!, no lo consiguió. Bien colocado, insistió una y otra vez…
si lo hubiera metido en la muleta y si lo hubiese llevado y sometido al final,
me habría puesto los pelos como escarpias… pero de éstas sólo vimos ayer las
posturas de Mora tantas veces. NO, Urdiales no lo consiguió, fue un vano y
equivocado esfuerzo. Así que, después de esa labor pretendidamente
justificadora, se dobló como hubiera requerido la res, y la despachó de media
caída y atravesada y cuatro descabellos. Otro tanto le ocurriría con Asustado, el cuarto, un toro de 528
kilos, castaño bocidorado, muy tocado de pitones, manso y también complicado. Éste,
sin embargo, comenzó parándose en el percal, incapacitando al riojano para
ligar oportunamente los lances; fue alegre a los de caballería para cabecear,
con la cara alta, y salir suelto de ambos encuentros, se dolió en garapullos –sobre
todo por una banderilla que penetró en un puyazo trasero y allí quedó enhiesta-,
y llegó a la franela tirando constantes tornillazos, frenándose a veces y
bronco casi siempre. La faena de Diego fue un nuevo sinsentido. Hubo bastante
suciedad en general, algún desarme, demasiada insistencia en lo de siempre, sin
continuidad –además- por la imposible condición del toro, y terminó peor de lo
esperado, con muchas dudas y mucho paso atrás (en el lance y no entre ellos,
pues la colocación casi siempre era aceptable), y una imagen de incapacidad.
Dos pinchazos por arriba, un aviso, y un descabello mandaron al espantado
animal con sus ancestros.
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Juan Bautista en un lance desmayado al quinto, clase sin mayor exposición (Foto: las-ventas.com) |
Esto no fue nada si lo
comparamos con lo de Juan Bautista. El francés, de buenas formas, educado y
cortés en lo personal y en lo taurino, anduvo por la plaza con su semi-desgana
habitual, incapaz de colocarse, echar la muleta adelante o jugársela de veras.
Su primer toro, Camarito, del hierro
titular fue inoportuna y anti reglamentariamente devuelto, por romperse un
pitón –no un cuerno por la cepa- en la segunda vara. Una pena, porque hasta ese
momento iba largo y metía la cabeza en los lances capoteros… En su lugar la
empresa tripartita nos largó un mulo de El Montecillo, de nombre Olvidado –se lo dejaron por allá, en los
toriles, y nadie se acordó de ello hasta ayer-, un bicho negro salpicado de 580
kilos, manso, sin clase y de condición mular. Distraído y sin emplearse
acometió al galo en sus primeros envites, pasó por varas sin ganas y saliendo
suelto, y llegó a banderillas como el mulo que era. Por cierto, ¡bien corrido por
Curro Robles a una mano para llevarlo a tendidos de sol! Tras la obligada toma
de contacto, el burdégano (híbrido de caballo y burra) saldría a su aire, pero
luego sacó cierto genio y repuso codicioso alguna que otra vez. Nada hizo Juan
Bautista de interés, a veces apurado, cambiando de mano una y otra vez sin
resultados, en pases de escasa longitud, media altura y poca profundidad, y algo
fuera siempre. El toro concluyó en ese embestir geniudo en la tercera tanda, y
por fin se dobló el espada francés antes de dejarle un pinchazo bajo,
cuarteando, una entera trasera y perpendicular y liquidarlo de dos descabellos.
Silencio. Nada o, peor aún, nada bueno, hizo Juan Bautista en el quinto, Peletero, un toro de 575 kilos y poco
remate (especialmente de cuartos traseros), negro, tocado, un manso con poca
clase o casta pero que se movió sin importunar demasiado, ni complicarle la
vida. En ese alarde de mala dirección de lidia que ayer contemplamos en Las
Ventas, el toro entró suelto al primer caballo en el tendido 1, antes de tomar
la segunda en su sitio… saliendo suelto o fácilmente de ambas. Se dolería en
banderillas y llegó dócil a la muleta aunque fue creciéndose algo a medida que
el francés iba empequeñeciéndose. Sin mando, desde fuera, a media altura el
muleteo no tuvo interés alguno, siempre con la muleta retrasada y algún paso atrás
–o escondida de pierna- para ligar, ponerse bonito y alargar el pase –según declaman
los panegiristas del toreo mentiroso de la prensa habitual-. Ni con recursos
populistas llegó, no obstante, más allá de la fila de amistades y conocidos de los
tendidos. Y así, tras la sexta tanda, cogió la tizona y fue dándole un pinchazo
caído –luego con desarme-, otro sesgando de igual colocación, y una entera
caída (¡ovacionada, porque en esta plaza ya se aplauden estas cosas sin
excepción alguna!), todo ello perfilado siempre fuera de la rectitud.
Finalmente se impuso el sentido común, y fueron pitos al espada tras el
arrastre del toro. La ignorancia general no debiera estar reñida ni con los
órganos de los sentidos, ni con el muy escaso “sentido común”.
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La verónica de David Mora que destaca la empresa en su web... y el toro por allá (Foto: las-ventas.com) |
La parte más desgraciada
de la tarde vino de la mano del lamentable ayer David Mora. A él le tocó el
prometedor Bastonito, un toro de
genuina y añorada estirpe, que no terminó de hacer honor a sus ancestros. Toro
de 530 kilos, castaño oscuro y listón, delantero de cuerna, que llegó a cumplir
en el primer tercio (empujó irregularmente en el primer envite, fue alegre al
segundo y metió la cara abajo, siempre bien picado por Mario Herrero, excepción
que confirma la regla), que sacó castita y que por ello fue tapado, ocultado y
ahogado por el espada madrileño, hasta venirse abajo. Nada hizo éste con el percal, se desentendió
en la dirección de lidia tras esos lances, permitiendo que el toro se fuera a
los caballos que salían por la puerta del 4, mirando descaradamente hacia otro
lado, componiendo ficticiamente el capote, ¡menos mal que salió un peón a la
veloz carrera, para cortar su viaje! ¡Muy bien, Mora, muy bien, ejerciendo en
torero! El toro salió alegre y pronto del segundo tercio –aunque se doliera-,
después de que Mora le diera unas gaoneras sucias, atropelladas, enganchadas y
con desarme, fatales en concepción y ejecución, en su quite. Y desde entonces
todo fueron trallazos, brusquedades, pases eléctricos y violentos, totalmente
destemplados por parte del diestro. Y todo desde Pekín y sin mandar o tirar del
toro, aprovechando el generoso esfuerzo de éste en las primeras tandas, antes
de ahogarlo de manera irremisible en la tercera serie viendo que no podían con
él en la distancia. La única distancia que le concedería sería la que existía
entre toro y diestro en cualquiera de los pases instrumentados, pero no en lo
longitudinal, sino en lo trasversal… ya me entienden; un trolebús cabía entre
ambos a medio pase. Un desastre sin paliativos. Tampoco en las cercanías se
aclaró el panorama; siempre colocado en la oreja del bicho, con la muleta retrasada,
citando como una alcayata para alejarse, cuanto más mejor, al bicho, la
suciedad se adueñó del trasteo, y comenzaron los pitos… respondidos por unos aplausos
de los que ven la corrida a través del cristal de la botella de whisky o del de
color de rosa del buenismo simplón y gazmoño –como decíamos ayer…-. ¡Qué manicomio
de plaza! Menos mal que aún quedan aficionados que supieron ver las bondades de
uno y otro, y así, después de una aceptable estocada desprendida, desde fuera, con pérdida de muleta, aplaudieron
al toro en el arrastre y pitaron al toricida.
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La estocada a Bastonito antes de perder la muleta (Foto: las-ventas.com) |
Tampoco con Barberito hizo Mora cosa alguna de
mención. Barberito era un torito de
505 kilos, capa colorada, algo escaso de presencia pero bien armado, manso,
complicado por el pitón zurdo, aunque más claro a derechas… Salió el bicho
sueltito del capote, pasó por varas con más pena que gloria –el picador tuvo
que acosarlo porque no había forma de que volviera a entrar, incitándolo en el
tendido del cinco-, se dolió en banderillas y llegó con algunas –pocas- ganas a
la muleta. Comenzó por bajo, y bien, David Mora, pero cuando se levantó –o eso
creímos- se dobló sobre mismo en algo que al intentar explicarlo a un amigo, me
causó un lacerante dolor de espalda. El toro, sin duda estupefacto por la forma
de citar, se paró a pensar de qué iba aquello. Y al espada… esto le descompuso.
Sin duda debió meditar que quien tenía que pensar era él y no el toro… y
desconfiado ante tamaño desafío a la naturaleza, se puso a pasarlo desde fuera,
con alguna corrección de planta, retorcido siempre –para alejarse al pensante
animal- y con espacio galáctico entrambos. El animal miró y pensó algún que
otra vez, especialmente por el zurdo, pero no se le apreciaron iguales
condiciones a derechas, más claras, sinceras y firmes… Como no se colocó jamás en
el sitio del mérito, viendo que no sacaba partido y que los tendidos se
impacientaban con el naufragio, se dobló por la cara y lo mató de un soberbio
bajonazo con honores de ovación… ¡Qué publiquito, Dios santo! Para que los de
siempre se quejen de la gente que llena (¿?)… la plaza de Madrid.
A seguir por ese camino.
La empresa tripartita, la Comunidad y el taurinismo rampante, pueden tirar las
campanas al vuelo. ¡Acaban con la afición de Madrid! Y en dos días la
temporada, el resto de la temporada, desaparece de Las Ventas. ¡Qué vivan la
cubierta, los Juegos Olímpicos del 20, Canal Plus y Eurovegas!
Tiene usted toda la razón. Yo la conclusión que saco es que, hoy en día, y tal y como están las cosas, con lo que la empresa ofrece, es absurdo tener un abono para la feria de San Isidro y para la que la sigue. Tardes de toros en realidad hay cuatro o cinco, tal vez cinco o seis. Quiero decir tardes con toros de verdad y con toreros que quieran serlo y que quieran meterse con esos toros, que quieran torear. Lo demás es un espectáculo rutinario cada día más devaluado. Suelo ir a los toros con mis hijos, la mayor de catorce y el segundo de diez. El pequeño se aburrió tanto la primera vez que no ha querido volver. Pues bien, asustado una tarde, como modesto aficionado, por los bostezos de mis acompañantes, decidí hace dos años cortar por lo sano: hemos estado en la corrida del dos de mayo y luego en la de José Escolar, Adolfo Martí y Cuadri. Sentimos la falta de Fandiño en la de Alcurrucen. Resultado, sobre todo con las tres ganaderías comentadas y con Javier Castaño y su cuadrilla (y con la seriedad de Ferrera como director de lidia por ejemplo) están deseando volver. A la de ayer de Ibán no pudimos acercarnos por un viaje. Hoy, fisgando los carteles para los meses de junio, junio y agosto, me decía el chico (diez años): “Papá, para ver una buena corrida dónde tenemos que ir es a Francia”. Se le iban los ojos detrás de los programas de las plazas francesas. Así estamos. Como sigan así los toros se acabarán pero no por los antitaurinos de fuera, sino por los de dentro.
ResponderEliminarEnhorabuena por su blog.
Alcides Bergamota
http://cepogordo.blogspot.com.es/
Don Rafael, da gusto leerle por aquí y escuchar sus conferencias. Me encantaron sus palabras en el acto del sábado de la Asociación El Toro de Madrid.
ResponderEliminarLos jóvenes "aprendices de aficionado" -descontentos con la situación actual y nostálgicos de una Fiesta que no tuvimos el gusto de vivir- necesitamos voces como la suya para seguir haciendo camino con la que está cayendo...
Parece que la Fiesta -la íntegra, la emocionante, la nuestra- solo tienen cabida en Francia. Aquí nos quedamos con los toretes del "todo a cien" y con el pegapasismo perpetuo y globalizado.
Muy interesante su crónica. Aún siendo mansa creo que hubo cierta casta,salió floja, muy por debajo de lo esperado y salió muy endeble de fuerzas. Creo que hubo tres toros con faena que metían la cara con nobleza (3º, 4º y 5º), el quinto de forma ejemplar entraba humillado al caballo y a la franela pero Bautista.... En mi opinión creo que esos tres toros, sobre todo el quinto, estuvieron por encima de su matadores, el quinto era una perita en dulce por ambos pitones...
Bueno, felicidades por su trabajo bloguero y gracias.
Un saludo.
Don Rafael, quería felicitarle por su charla junto a Carlos Ilián del pasado sábado. Actos como este son los que fomentan la fiesta entre los jóvenes aficionados y no la programación de festejos de la plaza de las Ventas.
ResponderEliminarEn mi opinión el tercero y sobre todo el quinto de Ibán tuvieron condiciones para una mejor lidia, jugársela y orejas para cortar. Fueron claramente desaprovechados.
Un saludo y enhorabuena por su blog.