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viernes, 31 de mayo de 2013

Toros, toreros y toreos

El comentario de Ángel Arranz
  

Emociones
¿Hay o no hay alternativas al artificio y monotonía de casi todas las tardes de toros?
Estoy hasta la coleta de justificaciones injustificables por parte de los taurinos correctos sean o no sean profesionales, y de imitadores o palmeros al estilo del falso bipartidismo político.
Estoy hasta la montera de expresiones fuera de lugar, como: divertir o disfrutar, refiriéndose al melodrama del ruedo. Basta ya de sandeces o cursilerías que confunden o tergiversan las profundas sensibilidades y emociones que origina una auténtica corrida de toros, toreros y toreos.
Yo, como mis cabales amigos, y supongo que muchísima ciudadanía, nos divertimos, entre otros casos, con Cantinflas o Chiquito de la Calzada; y disfrutamos, entre otros disfrutes, con los nietos, los amigos, las amigas, o en una buena merienda con inteligente tertulia, a ser posible, en la bodeguita del pueblo.
Pero a los toros, he ido, voy y seguiré yendo por dos motivos esenciales: uno, para comprobar si de verdad la razón humana sigue dominando a la fuerza bruta o fiera con lógica, vistosidad y solvencia… pese a tanta mentira en el ruedo y en la vida misma; dos, para emocionarme cuando el mérito, riesgo, gesta y gesto por sus excelsas interpretaciones de ética, épica y sentimientos se elevan a la categoría de arte.
Las medias tintas, medias verdades, medias medianías, o medias y malas medidas a las que nos quieren acostumbrar las minoritarias elites y sus voceros para fortalecer y potenciar sus propios intereses en detrimento de las ilusiones y necesidades muy mayoritarias… son tan equivocadas como impresentables y descerebradas. Son la gran estafa de un sistema bajo sospecha y en decadencia irreversible.
Cuando aparece y resplandece la naturalidad y autenticidad en cualquier invento o evento, como ayer en Las Ventas, ponen de manifiesto la casi absoluta falsedad de lo establecido y establecidos.
Seis toros con sus virtudes y sus defectos –solo el segundo, pequeño y matón, desentonó del resto- pero fieles y puros a su denominación de origen. Tres toreros de oro, ninguno de los que los cursis o tontitos entienden por figuras, nos brindaron una representación de las que hacen afición y consiguen el respeto de propios y extraños.
Los toros de Adolfo Martín, son de los que piensan y hacen pensar, y ayer, captaron la atención del público y sin tener un comportamiento ejemplar para el toreo bonito, colaboraron con sentido y peligro al toreo clásico en su versión más épica.
Antonio Ferrera tuvo la actuación más completa en lo que va de feria, solo le faltó picar a los toros; sí, quizá tuvo la actuación más completa de su dilatada trayectoria profesional. Un torero del que casi se hicieron chistes  por su aceleración o velocidad ante la cara de los toros, ha ido evolucionando a base de ilusión, vocación y templanza hasta convertirse en un torero de pasos, poses, pases y posos de evidente calidad y peso.
Alberto Aguilar, estuvo valiente y más que correcto con el peor lote, estuvo, como sus compañeros, por encima de los toros.
Javier Castaño, un torero casi olvidado por el sistema hasta hace poco, se va consolidando como uno de los lidiadores más fáciles y sólidos con los toros más difíciles y adversos.
Sí, tres toreros de máximo mérito que descalifican las puntuaciones de las falsas o cursis figuras que pululan por todos los sectores de La Tauromaquia y sus aledaños.
¿Y eso es todo?
Hubo mucho más. Hubo un mano a mano entre lo clásico y lo moderno con las banderillas que también descalifica a los que optan solo por una de las dos opciones. Los clásicos fueron los banderilleros de Castaño, ¡qué torería y belleza de sabor añejo y eterno!, en sus intervenciones que además se complementaron con la torería lidiadora del compañero que ponía en suerte a los toros. Las ovaciones unánimes que les dedicamos  los espectadores son de las que reconocen la valía de los toreros de plata dándoles a entender que tienen derecho al lucimiento a la par de ser eficaces con su “jefe de filas”.
En la modernidad, por un hecho o dicho que pasan a ser clásicos, noventa y nueve y pico por ciento son decepciones o anécdotas efímeras…ya lo ven con las infinitas, modernas y deshonestas reformas laborales y sus “frutos”… de fracaso en fracaso hasta la ruina o derrota final. Lo bueno o menos malo de la modernidad son esos artilugios que recogen en imágenes para siempre, hechos y dichos casi imposibles de narrar y que el tiempo pondrá en su sitio.
Ayer la modernidad de Ferrera con las banderillas tuvo innovaciones y matices que pueden llegar a ser clásicos.
En efecto, lo clásico, lo eterno, empezó casi de la nada, y ha ido creciendo con lo más trascendente de las modernidades… sin olvidar que, ni de lejos, todo lo moderno tiene el prestigio y alcance de lo clásico. Por cierto ¿las contradicciones del presidente de Las Ventas… y de casi todos los presidentes en general, qué son?
Los toreros picadores de Castaño, ayer Tito Sandoval, estuvo a la altura de los mejores de cualquier época formado parte de una de las mejores cuadrillas en muchos lustros.
Sí, ayer hubo primero, segundo y último tercio –como los tres actos de muchas obras escénicas- brillantísimos, con ovaciones atronadoras a cada uno de ellos y a la unidad de los tres. El respetable en su totalidad, se emocionó de principio a fin. Como puede y debe ser.

            Sí toros con sentido;
            No toros consentidos.
            Sí toros con defensas y riñones;
            No toros sin emociones.
            No más “toreabilidad”;
            Si más emotividad.
            No toreros y toreos de pereza;
            Si toreros y toreos de una pieza.
            Procedencia Albaserrada,
            Atención asegurada.
            Menos coba y cursilería
            Más gallardía y torería.
                        ¡YA!

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