Por Ángel Arranz Izquierdo
Estas reflexiones, realistas, son
para contrarrestar los silencios decadentes o compinchados de los optimistas;
son para contrarrestar los tópicos –“esto está como siempre o siempre ha sido
así”- de los inmovilistas; y son para
alentar el posible nuevo cometido de intelectuales, sus socios y sus simpatizantes.
Seis señales –dejo otras señales
y sobreros para otras opiniones, autorizadas por favor- para tomar y retomar
rumbos tan inequívocos como esenciales y nítidos.
1ª) Hay que hacer elecciones y
transformaciones naturales, coherentes y generosas, en y desde las raíces a las
podas de los distintos árboles que sostienen los escalafones taurinos para
conseguir variedad de frutos tan apetecibles como satisfactorios. No debe haber
sitio prioritario para toros, toreros y toreos animadores o ventajistas. Y tiene
que participar más el público asistente a los festejos, como participaba
antaño, cuando los novilleros empezaban de banderilleros para irse haciendo en
las cuadrillas de los maestros y los aficionados tomaban nota señalando con
ovaciones a los aspirantes a medio espada primero, y a espada entero... después.
Da igual la procedencia de los aspirantes.
2ª) Hay que recuperar encastes y
hay que reglamentar el compro, vendo, hago o deshago en la camada brava, como
si de unas instalaciones industriales, más en serie que en serio, se tratara.
El toro bravo es uno de los inventos animalistas más capaces y difíciles que ha
creado la inteligencia humana. Invento con sus pros y sus contras… como casi
todos los inventos. Invento tan ancestral como evolutivo que con enigmas,
anacronismos, contradicciones, experimentos e interrogantes, se ha convertido
en guardián de los oasis ecológicos más atendidos, puros y enriquecedores de la
fauna y flora. El toro bravo tiene derecho a indulto y es el animal con más
señas de identidad. Invento intelectual y cultural –de imaginación y de
cultivo- digno de ser Patrimonio de la Historia y de la Humanidad. La metáfora
de la vida y la muerte que representa el
ritual tauromáquico es lo más parecido al mérito, placer y tragedia que nos cede
o concede La Naturaleza misma. Invento que anula y denuncia con el máximo
riesgo, y desde la suprema libertad, infinidad de actos o sacrificios mucho más
temibles, sangrientos y evitables… digan lo que digan las bienintencionadas o
marrulleras voces discrepantes, siempre o casi siempre legas en tan sensible
asunto. Ojalá que las valerosas sangres de toros y de toreros fuesen las
últimas sangres derramadas que contemplasen los ojos humanos.
3ª) No, los toros, toreros y
toreos bravos no hay que dejarlos solos o en manos exclusivamente privadas; han
de tener representación en las instituciones públicas: porque es uno de
nuestros principales y honrosos signos de distinción y porque hay que dar
réplica documentada y civilizada a descalificaciones propias, ajenas o
tergiversadas, que burlan la veracidad, trayectoria y alegoría de su
existencia. Hay que enseñar y demostrar, sin hipocresías ni osadías, por
supuesto.
4ª) El mercadeo impuro y duro
está fuera de lugar en general, y en La Tauromaquia en particular. Hay que
volver al origen de su razón de ser en los festejos de pago; es decir, los
posibles beneficios de todo tipo, han de repercutir en el sector, pero… sin
olvidar su correspondiente proporción para obras comunes y sociales. Nada que
ver con la patraña filosofal y la insaciabilidad de los mercaderes. Es mejor
una plaza llena de público a x euros que media entrada a xx euros.
5º) Hay que fusionar y equilibrar
lo mejor del pasado y del presente para mantenernos y para conquistar el
futuro.
6ª) Hay que estudiar la nula,
cercana o lejana relación entre Tauromaquia y Globalización. Hay que meditar
sobre la “sensibilidad” que ¿Tontilandia? vende a niños, niñas y adolescentes.
Hay que dar una visión integral, seria y didáctica a los turistas que se
interesen o tengan simpatía y curiosidad hacia la Tauromaquia. Hay que
adaptarse a tiempos y espacios con soltura y elegancia. Todo ello sin
descomponerse y sin complejos.
No, estas seis señales no
garantizan el éxito o el triunfo, pero su puesta y apuesta en escena garantiza
superar la ceguera o desidia que nos aburre o bloquea.
-Imposible… dirán los que siguen
haciendo caja con la crisis.
-Nada más lejos de la evidencia… diremos
la mayoría.
La urgente toma de decisiones dependerá
de la aptitud y actitud de los protagonistas, y de la capacidad y voluntad de los
dirigentes. Pero por encima de ellos, dependerá de la exigencia, racionalidad,
firmeza y conciencia de la mayoría de profesionales y aficionados precisos.
La crisis de crisis genérica y
taurina, solo se superarán con señales y finalidades donde: la práctica de La
Justicia Social sea el Primer Mandamiento de la Ley Humana. Y hay que ir
desarticulando el secreto de secretos. Eso
o estamos condenados a que las crisis –sin excepciones- no desaparezcan, y se
repitan hasta el hartazgo, el abandono, la irrelevancia, la crispación, la...
Señalar y acertar, esa es la
cuestión… porque la causalidad y la casualidad son suplementos equivalentes en
todas las partes que forman un todo. Y las abstracciones de fondo son las que
funden y confunden las señales o luces para derrotar a las crisis. La claridad
ha de ser el segundo mandamiento de la ley humana; los demás mandamientos han
de ir en esa línea, o… estamos bastante peor de lo que nos dicen o de lo que creemos.
Hay que concienciarse, comprometerse, y hay que arrimar los hombros de los
hombres verdaderos: ¡YA!
No le demos más vueltas.
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