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lunes, 12 de noviembre de 2012

Reflexiones de última hora


Tuve la ocasión de ver, como supongo que muchos de ustedes, el sábado pasado –en Tendido Cero-, en un publirreportaje al Juli, entrevista cómoda, sin asperezas ni preguntas “indiscretas”, formal y empática, aseada y “elegante” de Federico Arnás. Evidentemente, en el carácter ya mentado, más próximo al publi-reportaje, que a la interviú incisiva, a Julián le iban poniendo los eralitos a modo para que pudiera lucirse a gusto, sin una réplica, sin que en ningún momento la inquisitiva res se le revolviera o le planteara ningún reparo.
Julián, que a fuer de ser torero altamente meritorio, técnico y poderoso, fue toreando de salón uno y otro temas, sin profundizar, sin crear más arte que su toreo, dominando la situación con esa sonrisa casi siempre habitual que cautiva públicos y periodistas, pero sin mojarse en lo fundamental.
No terminó de explicar la quimera del G-10, a pesar de que éste fue uno de los temas más supuestamente incisivos del amigable coloquio –podían haber puesto una mesita con sendos catavinos, para dar mejor la apariencia de charla de taberna, distendida y cordial-, elogiando, incluso, a la televisión de pago -¡¡¡admírense señores!!!- por su labor en pro de la fiesta. Desde luego, vivir para ver. Eso sí, se abstuvo, de forma absolutamente medida, con pleno autocontrol, midiendo sílaba a sílaba lo expresado, de mentar al responsable de dichas retransmisiones, un conocido señor con bigote y pelo de eterna juventud que obedece por el nombre de Manolo Molés. Todos sabemos cómo andan las relaciones y no es el momento de hacer el caldo gordo al asunto… pero, caramba, el uno sin la otra, o la otra sin el uno, televisión y responsable, periodista y televisión, parece que son una misma cosa –no sé si en lo económico…, pero al menos en imagen evidente-. Así que, para no enemistarse más con Molés, el Juli pasó con suavidad por el escabroso tema, sonrisa en el rostro, elogiando a la denostada televisión de pago, que no negocia directamente con ellos –con los del ya difunto o en trance agónico G-10- sino con las empresas. Tampoco a éstas dedicó una palabra más alta que otra, apenas ni las mentó… Y con ello, y con los elogios “obligados” a la televisión –como si del Amor universal habláramos- cerró su más comprometida respuesta. ¡Qué gran lidiador, en la plaza, como en los medios…!, cuando se digna a ello en publirreportajes a modo. Como no quiero abusar de su más que impagable paciencia, les remito a una larga respuesta que elaboré a comentario a pie de entrada hace unos días sobre este mismo asunto.  Parece que ya se va extendiendo la opinión general sobre la oportunidad, medios, objetivos o logros del famoso lobby de matadores, cuyas nefastas consecuencias aun habrá que valorar en un futuro. ¿Se acuerdan de aquellos intereses comunes en la Feria de Fallas, en la que por no torear uno de los mismos, podía cobrar más –incluso y pongamos por ejemplo- que José Calvo por lidiar la corrida de Adolfo? Menos mal que luego… recapacitaron e hicieron el paripé de reunirse con las asociaciones de matadores para replantear el asunto en común, cuestión ésta que no se les ocurrió en la misma génesis del grupo, por cierto.


El Juli, que repito es un gran torero al que he alabado en ocasiones ante el toro –incluso me gané comentarios contrarios a dicha apreciación-, sin embargo, arremetió, veladamente de nuevo, contra André Viard, el único a quien citó para mostrar su “desencanto” –la entrevista, el tono amigable y la sonrisa, no daban para más… ni para menos- ante lo que él estima que es campaña organizada por el periodista francés y ex - matador de toros contra algunos de los espadas de lo más alto del escalafón y la animadversión que cierta parte de la afición francesa les profesa. Victimizándose se ofreció a la audiencia televisiva –que no será mayoritaria, desde luego en Francia- para reivindicarse, en vez de hacerlo gallardamente, como pudo hacerse antaño, en la plaza y ante seis miuras… No hay mejor manera, a mi entender, que ante esas críticas de los aficionados franceses -a los que no mueve Viard porque tienen criterio más que fundado y justificado, propio y personal- anunciarse en la próxima Feria de Nimes –fíjense que no les hablo de Vic Fezensac, ni de Ceret, ni siquiera de Arles o Rochefort-  con tres corriditas no de Cuvillo, Victoriano o Garci… chicos, sino de Miura, Victorino y Escolar. Tan simple y llanamente, y que se apunten los que quieran. Cuando a Joselito el Gallo, en Valencia, tras lidiar seis toros de Contreras en solitario el 18 de octubre de 1914 –corridita justa de presencia, preparada a modo, de una de las ganaderías que iniciaron el tránsito al toro moderno; hay, además, película de aquello-, le criticaron al salir triunfalmente de la plaza a hombros, a éste le faltó tiempo para llamar a la empresa ché y exigir que el año siguiente le volvieran a anunciar en solitario (eso son gestos y gestas) con seis de Miura. Dicho y hecho; no es ficción, la corrida se celebró el 17 de octubre de 1915…
Ahora se recurre a lo que Viard llama el chantaje de la femoral (“es que me juego la vida cada tarde…”) o, como en la entrevista reciente, a que consultados sus amigos más íntimos y compañeros más próximos (y probablemente su padre también, y una tía suya, y dos primos, y su muy respetable esposa y sus suegros…) todos estaban de acuerdo con su postura en contra del periodista galo. Como justificación… no me parece muy de peso.  Les remito a la carta de André Viard publicada en este blog y a los comentarios que vertí en la misma… (http://recortesygalleos.blogspot.com.es/2012/09/julian-lopez-el-juli-en-su-perfil-de.html) .
La temporada, al margen de la imagen de buenismo imperante, ha sido mala diga lo que diga el Juli. Quizá a él le haya ido bien, ha mantenido su caché pese a torear bastante menos… pero qué más dará ganar quinientos o cuatrocientos, si el común de los mortales anda por los tres o cuatro.  Las necesidades vitales andan cubiertas de sobra. Pero hay que profundizar en los verdaderos problemas de la fiesta, algo que venimos reclamando desde hace años, incluso en tiempos de bonanza, y que sólo ahora, cuando ya no es que vean las orejas al lobo, sino que éste se ha colado en forma de crisis en el aprisco del ganado lanar, parecen haber entendido. La fiesta atraviesa una notable crisis económica y de valores, como la sociedad misma. Salvo que la sociedad, de una u otra forma, existe y sobrevivirá, y el espectáculo taurino es perfectamente prescindible entre las opciones de ocio de la misma. El número de festejos se ha reducido hasta cifras insospechadas, pero, peor aún, el número de espectadores a los mismos ha decrecido alarmantemente. Hace un par de años ya lo dijimos, expusimos estadísticas y cifras… y nadie las hizo caso, todo el sector miró para otro lado. ¿Vieron ustedes a alguien, aun de la Mesa del Toro, salir preocupado ante tales reducciones? Todos miraban para otro lado esperando que escampara. Las empresas nunca afrontaban el tema de la promoción y difusión del mismo, salvo contadísimas excepciones; a los matadores… a los de más arriba, por supuesto, ni les importaba; los ganaderos andaban en puñaladas traperas por la espalda para ver quién ofrecía una corridita a menos precio… Sí, ya sé que es generalizar, y que siempre hubo quién andaba francamente preocupado y ocupado en ello. Pero el sector en general no reaccionó ante la inminente catástrofe en esa secular “visión de futuro” que posee. Este año, con muchas menos corridas de toros celebradas en España, hemos vuelto a tiempos pretéritos, prácticamente a épocas anteriores a la Guerra Civil. Vean unos ejemplos:
Corridas de toros celebradas en España entre 1967-1976
                                              
Año
Número de corridas en España
1967
619
1968
608
1969
627
1970
654
1971
682
1972
645
1973
653
1974
678
1975
613
1976
525

Corridas de toros celebradas en España entre 1920-1935
Año
Número de corridas en España
1920
305
1921
262
1922
230
1923
210
1924
248
1925
321
1926
284
1927
286
1928
305
1929
300
1930
302
1931
249
1932
219
1933
234
1934
226
1935
242

¿Se acuerdan de las actitudes de los diestros, en público, en prensa o TV, ante el descenso de festejos entre 2007 y 2008, o entre 2008 y 2009? Yo, sinceramente, no. Sólo ahora, cuando ya es manifiesta la crisis, han decidido tomar algunas iniciativas, como la de bajar los precios a los jóvenes (aunque el sistema no me parezca el adecuado, bienvenida sea) o dejarse ver en actos populares o clases de toreo de salón… ¡qué logro! El Juli, bien es cierto, siempre se ha mostrado más preocupado que sus compañeros en esta materia, y a través de la fundación que lleva su nombre, ha fomentado y apoyado muchas iniciativas interesantes, profesionales o culturales, y ahí sí, es un ejemplo a seguir. Desgraciadamente entre sus compañeros del G-10, el ejemplo no ha cundido y no han querido o sabido, devolver a la fiesta lo mucho que ésta les ha brindado. No obstante, y reconocido el mérito, en la pasada entrevista, al margen de la lógica preocupación, el Juli sólo esbozó que debería estudiarse el problema, que había que profundizar en ello… pero sin ofrecer verdaderas soluciones… quizá porque no las tenga.
A mi juicio, y no es la primera vez que lo expongo, el problema tiene varias facetas, comenzando porque el espectáculo no resulta atrayente para la mayor parte de la población –jóvenes en masa, incluidos-; porque no se le da la más mínima difusión –comparen con las horas diarias de fútbol ofrecido, tanto en retransmisión como en entrevistas, comentarios, ruedas de prensa, o simplemente con la acogida del tenis o el automovilismo en los medios de difusión-; porque no están manifiestos, explícitos, los valores de los que los aficionados hacemos tantas veces mención –verdad, riesgo, pureza, creatividad, arte, emoción, superación…-; porque las fórmulas empresariales no han variado apenas en las últimas décadas –como no sea la venta de entradas por Internet y poco más-; porque los precios, o mejor dicho, la relación precio/calidad, es abusiva y exagerada en los tiempos que corren; porque los costes de producción del espectáculo son exagerados, sobre todo cuando se busca un mínimo de calidad o de repercusión mediática; porque los márgenes empresariales de la oligarquía principal son asimismo abusivos; porque los honorarios profesionales de algunos diestros hacen inviables festejos aislados; porque a la ganadería brava se la ha dejado de lado y han proliferado vacadas sólo en pos de lo comercial, de lo que reclaman los diestros, no la afición; porque la crítica ha hecho dejación en tantos casos de su verdadera función, de su labor de educación, de sus principios, plegándose a los intereses comerciales, a la publicidad pagada y al mundillo; porque la sociedad, en su mayoría, ha dado la espalda por estas y otras razones al festejo mayor. Y, sin embargo, contemplen, pese a la crisis igualmente imperante y sus consecuencias parejas, la bonanza que atraviesan tantos festejos populares… algo habrá, algo tendrán aquellos para no haberla padecido en iguales términos.
De ahí que, ante reflexiones superficiales por quién creo dotado de cualidades excepcionales para el toreo, haya de sublevarme, de soliviantarme. El problema no radica en la distribución de más dinero de televisión entre los matadores; a lo mejor habría hasta que reducir sus honorarios, ya elevados por mor de que las empresas ya contaban con aquello; el problema tiene mucho más fondo… El buenismo victimista no nos asegura la continuidad del espectáculo, ni aun su estatus actual.

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