Tuve la ocasión de ver, como supongo que muchos de ustedes,
el sábado pasado –en Tendido Cero-, en un publirreportaje al Juli, entrevista cómoda, sin asperezas
ni preguntas “indiscretas”, formal y empática, aseada y “elegante” de Federico
Arnás. Evidentemente, en el carácter ya mentado, más próximo al
publi-reportaje, que a la interviú incisiva, a Julián le iban poniendo los
eralitos a modo para que pudiera lucirse a gusto, sin una réplica, sin que en
ningún momento la inquisitiva res se le revolviera o le planteara ningún
reparo.
Julián, que a fuer de ser torero altamente meritorio,
técnico y poderoso, fue toreando de salón uno y otro temas, sin profundizar,
sin crear más arte que su toreo, dominando la situación con esa sonrisa casi
siempre habitual que cautiva públicos y periodistas, pero sin mojarse en lo
fundamental.
No terminó de explicar la quimera del G-10, a pesar de que
éste fue uno de los temas más supuestamente incisivos del amigable coloquio
–podían haber puesto una mesita con sendos catavinos, para dar mejor la
apariencia de charla de taberna, distendida y cordial-, elogiando, incluso, a
la televisión de pago -¡¡¡admírense señores!!!- por su labor en pro de la
fiesta. Desde luego, vivir para ver. Eso sí, se abstuvo, de forma absolutamente
medida, con pleno autocontrol, midiendo sílaba a sílaba lo expresado, de mentar
al responsable de dichas retransmisiones, un conocido señor con bigote y pelo
de eterna juventud que obedece por el nombre de Manolo Molés. Todos sabemos
cómo andan las relaciones y no es el momento de hacer el caldo gordo al asunto…
pero, caramba, el uno sin la otra, o la otra sin el uno, televisión y
responsable, periodista y televisión, parece que son una misma cosa –no sé si
en lo económico…, pero al menos en imagen evidente-. Así que, para no
enemistarse más con Molés, el Juli
pasó con suavidad por el escabroso tema, sonrisa en el rostro, elogiando a la
denostada televisión de pago, que no negocia directamente con ellos –con los
del ya difunto o en trance agónico G-10- sino con las empresas. Tampoco a éstas
dedicó una palabra más alta que otra, apenas ni las mentó… Y con ello, y con
los elogios “obligados” a la televisión –como si del Amor universal habláramos-
cerró su más comprometida respuesta. ¡Qué gran lidiador, en la plaza, como en
los medios…!, cuando se digna a ello en publirreportajes a modo. Como no quiero
abusar de su más que impagable paciencia, les remito a una larga respuesta que
elaboré a comentario a pie de entrada hace unos días sobre este mismo asunto. Parece que ya se va extendiendo la opinión
general sobre la oportunidad, medios, objetivos o logros del famoso lobby de
matadores, cuyas nefastas consecuencias aun habrá que valorar en un futuro. ¿Se
acuerdan de aquellos intereses comunes en la Feria de Fallas, en la que por no
torear uno de los mismos, podía cobrar más –incluso y pongamos por ejemplo- que
José Calvo por lidiar la corrida de Adolfo? Menos mal que luego… recapacitaron
e hicieron el paripé de reunirse con las asociaciones de matadores para replantear
el asunto en común, cuestión ésta que no se les ocurrió en la misma génesis del
grupo, por cierto.
El Juli, que
repito es un gran torero al que he alabado en ocasiones ante el toro –incluso me
gané comentarios contrarios a dicha apreciación-, sin embargo, arremetió,
veladamente de nuevo, contra André Viard, el único a quien citó para mostrar su
“desencanto” –la entrevista, el tono amigable y la sonrisa, no daban para más…
ni para menos- ante lo que él estima que es campaña organizada por el periodista
francés y ex - matador de toros contra algunos de los espadas de lo más alto
del escalafón y la animadversión que cierta parte de la afición francesa les
profesa. Victimizándose se ofreció a la audiencia televisiva –que no será
mayoritaria, desde luego en Francia- para reivindicarse, en vez de hacerlo
gallardamente, como pudo hacerse antaño, en la plaza y ante seis miuras… No hay
mejor manera, a mi entender, que ante esas críticas de los aficionados
franceses -a los que no mueve Viard porque tienen criterio más que fundado y
justificado, propio y personal- anunciarse en la próxima Feria de Nimes
–fíjense que no les hablo de Vic Fezensac, ni de Ceret, ni siquiera de Arles o
Rochefort- con tres corriditas no de Cuvillo,
Victoriano o Garci… chicos, sino de Miura, Victorino y Escolar. Tan simple y
llanamente, y que se apunten los que quieran. Cuando a Joselito el Gallo, en Valencia, tras lidiar seis toros de Contreras
en solitario el 18 de octubre de 1914 –corridita justa de presencia, preparada
a modo, de una de las ganaderías que iniciaron el tránsito al toro moderno;
hay, además, película de aquello-, le criticaron al salir triunfalmente de la
plaza a hombros, a éste le faltó tiempo para llamar a la empresa ché y exigir
que el año siguiente le volvieran a anunciar en solitario (eso son gestos y
gestas) con seis de Miura. Dicho y hecho; no es ficción, la corrida se celebró
el 17 de octubre de 1915…
Ahora se recurre a lo que Viard llama el chantaje de la
femoral (“es que me juego la vida cada tarde…”) o, como en la entrevista
reciente, a que consultados sus amigos más íntimos y compañeros más próximos (y
probablemente su padre también, y una tía suya, y dos primos, y su muy
respetable esposa y sus suegros…) todos estaban de acuerdo con su postura en
contra del periodista galo. Como justificación… no me parece muy de peso. Les remito a la carta de André Viard
publicada en este blog y a los comentarios que vertí en la misma… (http://recortesygalleos.blogspot.com.es/2012/09/julian-lopez-el-juli-en-su-perfil-de.html)
.
La temporada, al margen de la imagen de buenismo imperante,
ha sido mala diga lo que diga el Juli.
Quizá a él le haya ido bien, ha mantenido su caché pese a torear bastante
menos… pero qué más dará ganar quinientos o cuatrocientos, si el común de los
mortales anda por los tres o cuatro. Las
necesidades vitales andan cubiertas de sobra. Pero hay que profundizar en los
verdaderos problemas de la fiesta, algo que venimos reclamando desde hace años,
incluso en tiempos de bonanza, y que sólo ahora, cuando ya no es que vean las
orejas al lobo, sino que éste se ha colado en forma de crisis en el aprisco del
ganado lanar, parecen haber entendido. La fiesta atraviesa una notable crisis
económica y de valores, como la sociedad misma. Salvo que la sociedad, de una u
otra forma, existe y sobrevivirá, y el espectáculo taurino es perfectamente
prescindible entre las opciones de ocio de la misma. El número de festejos se
ha reducido hasta cifras insospechadas, pero, peor aún, el número de
espectadores a los mismos ha decrecido alarmantemente. Hace un par de años ya
lo dijimos, expusimos estadísticas y cifras… y nadie las hizo caso, todo el
sector miró para otro lado. ¿Vieron ustedes a alguien, aun de la Mesa del Toro,
salir preocupado ante tales reducciones? Todos miraban para otro lado esperando
que escampara. Las empresas nunca afrontaban el tema de la promoción y difusión
del mismo, salvo contadísimas excepciones; a los matadores… a los de más
arriba, por supuesto, ni les importaba; los ganaderos andaban en puñaladas
traperas por la espalda para ver quién ofrecía una corridita a menos precio…
Sí, ya sé que es generalizar, y que siempre hubo quién andaba francamente
preocupado y ocupado en ello. Pero el sector en general no reaccionó ante la
inminente catástrofe en esa secular “visión de futuro” que posee. Este año, con
muchas menos corridas de toros celebradas en España, hemos vuelto a tiempos
pretéritos, prácticamente a épocas anteriores a la Guerra Civil. Vean unos
ejemplos:
Corridas de toros
celebradas en España entre 1967-1976
Año
|
Número de corridas en España
|
1967
|
619
|
1968
|
608
|
1969
|
627
|
1970
|
654
|
1971
|
682
|
1972
|
645
|
1973
|
653
|
1974
|
678
|
1975
|
613
|
1976
|
525
|
Corridas de toros
celebradas en España entre 1920-1935
Año
|
Número de corridas en España
|
1920
|
305
|
1921
|
262
|
1922
|
230
|
1923
|
210
|
1924
|
248
|
1925
|
321
|
1926
|
284
|
1927
|
286
|
1928
|
305
|
1929
|
300
|
1930
|
302
|
1931
|
249
|
1932
|
219
|
1933
|
234
|
1934
|
226
|
1935
|
242
|
¿Se acuerdan de las actitudes de los diestros, en público,
en prensa o TV, ante el descenso de festejos entre 2007 y 2008, o entre 2008 y
2009? Yo, sinceramente, no. Sólo ahora, cuando ya es manifiesta la crisis, han
decidido tomar algunas iniciativas, como la de bajar los precios a los jóvenes
(aunque el sistema no me parezca el adecuado, bienvenida sea) o dejarse ver en
actos populares o clases de toreo de salón… ¡qué logro! El Juli, bien es cierto, siempre se ha mostrado más preocupado que
sus compañeros en esta materia, y a través de la fundación que lleva su nombre,
ha fomentado y apoyado muchas iniciativas interesantes, profesionales o
culturales, y ahí sí, es un ejemplo a seguir. Desgraciadamente entre sus
compañeros del G-10, el ejemplo no ha cundido y no han querido o sabido,
devolver a la fiesta lo mucho que ésta les ha brindado. No obstante, y
reconocido el mérito, en la pasada entrevista, al margen de la lógica
preocupación, el Juli sólo esbozó que
debería estudiarse el problema, que había que profundizar en ello… pero sin
ofrecer verdaderas soluciones… quizá porque no las tenga.
A mi juicio, y no es la primera vez que lo expongo, el
problema tiene varias facetas, comenzando porque el espectáculo no resulta
atrayente para la mayor parte de la población –jóvenes en masa, incluidos-;
porque no se le da la más mínima difusión –comparen con las horas diarias de
fútbol ofrecido, tanto en retransmisión como en entrevistas, comentarios,
ruedas de prensa, o simplemente con la acogida del tenis o el automovilismo en
los medios de difusión-; porque no están manifiestos, explícitos, los valores
de los que los aficionados hacemos tantas veces mención –verdad, riesgo,
pureza, creatividad, arte, emoción, superación…-; porque las fórmulas
empresariales no han variado apenas en las últimas décadas –como no sea la
venta de entradas por Internet y poco más-; porque los precios, o mejor dicho,
la relación precio/calidad, es abusiva y exagerada en los tiempos que corren;
porque los costes de producción del espectáculo son exagerados, sobre todo
cuando se busca un mínimo de calidad o de repercusión mediática; porque los
márgenes empresariales de la oligarquía principal son asimismo abusivos; porque
los honorarios profesionales de algunos diestros hacen inviables festejos aislados;
porque a la ganadería brava se la ha dejado de lado y han proliferado vacadas
sólo en pos de lo comercial, de lo que reclaman los diestros, no la afición;
porque la crítica ha hecho dejación en tantos casos de su verdadera función, de
su labor de educación, de sus principios, plegándose a los intereses
comerciales, a la publicidad pagada y al mundillo; porque la sociedad, en su
mayoría, ha dado la espalda por estas y otras razones al festejo mayor. Y, sin
embargo, contemplen, pese a la crisis igualmente imperante y sus consecuencias
parejas, la bonanza que atraviesan tantos festejos populares… algo habrá, algo
tendrán aquellos para no haberla padecido en iguales términos.
De ahí que, ante reflexiones superficiales por quién creo
dotado de cualidades excepcionales para el toreo, haya de sublevarme, de
soliviantarme. El problema no radica en la distribución de más dinero de
televisión entre los matadores; a lo mejor habría hasta que reducir sus
honorarios, ya elevados por mor de que las empresas ya contaban con aquello; el
problema tiene mucho más fondo… El buenismo victimista no nos asegura la
continuidad del espectáculo, ni aun su estatus actual.
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