Por Fernando Bergamín Arniches
Al
final de mi nota anterior, en este siempre acogedor blog de mi valioso amigo
Rafael Cabrera, escribía sobre lo importante que siempre resulta poder
reflexionar del Arte del Toreo desde dentro, en un mundo como el actual, en el
que la documentación vale mas que la cultura.
Hace
unas semanas, José Carlos Arévalo recordaba en su revista 6Toros6, un aforismo
suyo escrito con anterioridad y que dice: “Quien
sólo sabe de toros, tampoco sabe de toros”. Me parece suficientemente
elocuente como para tener que
explicarlo. Y magnífico. Se trata del verdadero entendimiento del toreo. En
momentos, en que se hace necesaria una mayor amplitud cultural para entenderlo
y sentirlo.
Quiero
hacer hoy estas reflexiones, tal vez en la época menos propicia, por la falta
de valores generalizados que estamos viviendo en todos los mundos del arte,
naturalmente no sólo en el taurino. Pretendo señalar algunos hechos que me
importan profundamente, en este caso dentro del toreo, dado el medio donde
escribo. Lo haré sobre hechos concretos – no precisamente literarios –,
procurando escribir desde dentro y advirtiendo a mi amigo lector que serán
opiniones muy personales que a nadie pretenden ofender, aunque rotundas y nada
correctas políticamente. Yo, “no hago nunca los deberes”, horrible expresión
hoy muy de moda, inventada por los políticos… y su atroz mundo de incompetencia
generalizada.
Me
parece un horror el proyecto de convertir la Plaza Monumental
de las Ventas (no estoy hablando de cualquier plaza), en un polideportivo
multiusos o nuevo centro comercial, aunque en principio se hable sólo de época
invernal, esa cubierta siniestra, podría ser utilizada para organizar
novilladas sin picadores al principio de la temporada y medir así la aceptación
del público, según sugiere Taurodelta. El acuerdo se ha firmado con Warner
(esto ya lo dice todo). Con la nueva cubierta, desaparecen ANDANADAS Y GRADAS
de momento… Todo ello sin la debida explicación a los abonados de dichas localidades,
y con el más absoluto desprecio tanto por parte de la empresa, como del señor
Salvador Victoria Bolívar, actual presidente de Asuntos Taurinos de la Comunidad de Madrid. En mi opinión personal, como
“visionario” del arte del toreo ya durante bastantes años… trataré de ser breve
en mi comentario sobre este tema. En una Plaza de Toros cubierta desaparece
todo el rito, y el misterio mágico del toreo pasa de inmediato al mundo
circense, perdiéndose toda su esencia y
singularidad. Ya sé que muchos toreros lo aceptan por pura comodidad… Salvador
Boix, apreciado siempre por mi, y apoderado nada menos que de José Tomás, ha
declarado en una entrevista: “Soy partidario de cubrir las plazas, pero siempre
que no rompan el romanticismo y la estructura arquitectónica que debe tener un
recinto taurino”. Salvador Boix creo que no sería capaz de explicar con verdad
sus palabras, porque si siente el toreo, sabe que lo que dice no es posible…
que “no puede ser… y además es imposible”. Al arte efímero del toreo, a su
misterio… siempre habrá que añadir la
incertidumbre de que el rito se cumpla. “Si el tiempo no puede impedirlo”,
pasaría el toreo a ser otra cosa. José Tomás sí lo sabe mejor que nadie. Otra
cuestión, es que la fatídica convergencia de intereses económicos que hoy
domina este arte y todos los artes… como la cultura en general, digan otra
cosa. ¿Tendremos también con el toreo que obedecer a los mercados? Yo me niego. Y precisamente
porque creo que “modernizar” este arte (ya único), es todo lo contrario. Se
trata de recuperar sus valores perdidos, que son muchos. Y son de antes…, se
trata de salir de una clandestinidad a la que lo han llevado los medios de
comunicación, se trata de muchas cosas de las que no interesa hablar por
simples y puras razones de negocio. Estamos con la modernidad del toreo,
recuperando lo perdido, no yendo hacia adelante, para terminar en las alfombras
rojas de los supermercados del futuro.
Se ha
acabado. No pasa nada. Porque nada se pierde. Muy poco se ha hecho por el toreo
desde dentro de este invento. La temporada del 2012 a mi entender ha sido
en general un autentico desastre, pero por ese motivo, no pueden ahora cargarse
los males a los pocos y buenos toreros de ese grupo: el soberbio Juli, que un
año más ha dado la cara como ninguno, con arte, valor y madurez plena. Manzanares,
espléndido, siempre que se lo permitió su estado físico con graves problemas
toda la temporada. Terminó a lo grande en Sevilla. Pero debe cuidar este gran
torero una cierta tendencia a la falsa “modernidad”. Que piense en el triste y
patético final de la Dinastía Ordóñez …
y recapacite para no caer en ciertas tentaciones. No lo creo porque es torero
de verdad. Morante, en una temporada desigual, sin que su “arte divino” bajara
ni un milímetro, cuando cuajó varios toros durante la temporada. Nos preocupa
su cambio de apoderamiento. La novedad de su nuevo rumbo un tanto multinacional
y poco clara. No creo que dure mucho en ello, ¡ojalá me equivoque! En cualquier
caso Morante se merece lo mejor, tanto personalmente como por su toreo grande y
personalísimo. Perera en su mejor temporada, pagó muchos platos rotos del G.10.
No importa, está toreando cada vez mejor. Talavante sigue su rumbo aunque con
una cierta tendencia a repetirse, olvidando su verdadera genialidad.
Las
tres tardes de José Tomás (Badajoz, Huelva y Nîmes) fueron un punto y aparte. Una
vez más el mejor. Lo de Nîmes fue el toreo total. Eso es modernizar el toreo.
En la verdad… y a cielo raso. Y sin cubiertas. Con los toreros antes
mencionados y Tomás, se salvó la temporada. Aunque se intente fabricar nuevas
figuras, por ahora no creo en ellas. Pero son necesarias para la famosa
“convergencia de intereses”.
Otras cosas de menor importancia, pero no poca.
T.V.E.
televisó una corrida importante con gran corrección e interés narrativo por parte del Niño de la Capea y Federico Arnás, ¡Qué
gusto! Y qué diferencia con la monotonía y partidismo en ciertas ocasiones de
Canal Plus. Pero, ¿volverá T.V.E. a los toros o eso fue todo?
Por
hoy, terminamos. Sin olvidar las espléndidas palabras de José Tomás en el homenaje
al Fundi, ni el estrepitoso fracaso de Enrique Ponce en la México … Y es que “La función
del artista es inventar y no comprobar”. Ponce lleva ya demasiados años “comprobando”
las embestidas de los toros.
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