Madrid,
20 de abril de 2014. Un cuarto de entrada o algo menos. 6 toros de Gavira,
desiguales de presencia, con abundante arboladura, mansedumbre y escasez de
casta; los más manejables fueron primero y último. Curro Díaz, silencio (aviso) y silencio. Morenito de Aranda, silencio (aviso) y silencio. Antonio Nazaré, silencio y vuelta.
Domingo de Resurrección en la capital. Una entrada
paupérrima, aun más triste que la del domingo de Ramos por mor de una programación
indecente que la Comunidad respalda sin titubeos, concediendo un año más de
prórroga en la concesión de Las Ventas sin esperar a contemplar cómo se
desarrolla el presente… Cambio de ganadería inopinada sin explicaciones al
público pagano…, como siempre. Un encierro, el de Los Bayones, que andaba ya
preparado desde hacía un año –o poco más o menos, y alguno de los cuales ya
había sido aprobado en este coso en la temporada precedente…-, transparencia
informativa, sin duda.
Cartel de escaso interés –de nulo para el gran
público-, que sólo convocó a unos cuantos aficionados añorantes del toreo
personal de Curro Díaz, o de aquellos naturales de Nazaré en casi idénticas
circunstancias y en la misma plaza hace un año. Incluso nos atrevimos a soñar con
una corrida de Gavira de un pasado 15 de agosto que nos sorprendió gratamente,
para finalmente comprobar que los sueños, sueños son.
El primero, Carabinero, dos velas y 520 kilos (Foto: lasventas.com) |
El festejo se resume en dos o tres líneas (no se
preocupen que ando muy bajo de estimulina en materia de toros): ganado
descastado, de desigual presencia (no se fijen en la exagerada cornamenta de
alguno, sino en las hechuras o culata de algún otro), mansos de solemnidad en
los caballos, desabridos, insulsos, carentes de ningún interés, con embestidas
a media altura y sin entrega casi siempre; con tales mimbres había que ser
Domingo Ortega para levantar el nivel… y de aquello ya no queda. Sólo se salvan
de la quema general el primero, un bicho manso, soso, que fue rápidamente a
menos pero que despertó por un pitón zurdo bonancible y el sexto, que aunque
con poca clase y sin grandes humillaciones, acabó por embestir con cierta
repetición. Eso, al parecer, es la toreabilidad soñada… por algunos.
A Curro sólo le pudimos ver en un tanteo inicial al
que abrió plaza, con clase y torería, eficaz y prometedor aunque algo distante,
y en un par o tres naturales en los que de verdad tiró del primer buey
bonancible del encierro, todo adornado con salpicadas trincheras (siempre aclamadas
y ovacionadas) para terminar por ponerse pesado en extremo y liquidar ¿la
fiera? de una estocada chalequera -que le hizo guardia por el mismo lado-, con
pérdida del trapo, un aviso y otro espadazo caído sin sacar el previo. El
benevolente público le premió con un respetuoso silencio. Hay que ver lo que
pesa una cornamenta veleta a la hora de la suprema suerte. Nada en el cuarto
tras el prometedor comienzo en que consiguió hacerse con el huidizo animal.
Rescatemos del olvido otros dos naturales al comienzo, antes del naufragio
entre la falta de fe y una carencia de recursos preocupantes… que casi le hicieron
perder los papeles. Un pinchazo sin esperanza ni confianza, un bajonazo con
desarme, y procesión final caminito de toriles… que no culminó en tan elocuente
lugar.
Derechazo de Curro a su primer antagonista (Foto: lasventas.com) |
De Morenito
sabemos que anduvo acartelado e hizo el paseíllo, pero poco más. Muchos tirones
ante su primer buey, todo siempre desde y para fuera en un bicho cambiante
entre la borreguez insulsa y la poca claridad. ¡Qué pesadez!, exclamamos en la
quinta tanda… (Curro nos regaló casi nueve en el primero… y siete en el cuarto)
y aun nos quedaba bastante por penar… Por fin dejó una estocada atravesada,
después de un aviso, y acertó al segundo golpe con la de cruceta. Si poco fue,
menos aun hubo en el quinto, otro buey que iba y venía sin más, siempre a su
aire. Todo en paralelo, por alto más que bajando la mano, sin ninguna fe ni
caridad, culminada con media baja y nuevo silencio absolutamente elocuente.
Tampoco anduvo Nazaré como hace un año. Salvemos el
hecho de que en el quite al segundo de la tarde anduvo con recursos e
inteligencia para cambiar de pitón en las chicuelinas ejecutadas… En el tercero,
un inválido de solemnidad tolerado por el palco, nada de apreturas, ni
exigencias, toreo en paralelo, acompañando la triste embestida lo poquito que
duró antes de que se parara…, para culminar encimista frente al vacío
existencial. Una estocada trasera y tendida –entró con el brazo por delante- y
una larguísima agonía antes de que se decidiera a usar la de cruceta… ¡Esto no
hay quién lo aguante!
Nazaré en la tanda final a pies juntos (Foto: lasventas.com) |
Para cerrar boca salió otro bicho manso, de poca clase
pero que regaló embestidas por doquier. Lo sujetó en el terreno buscado con el
percal –el animal quería irse a su querencia natural-. Fue extraordinariamente
picado en segunda instancia por José Antonio Flor (lo mejor de toda la tarde, sin duda), lanzando el palo, colocándolo
en el morrillo y cerrando levemente la salida a un ejemplar boyar que buscaba
largarse del encuentro. Terminó la lidia con algún muletazo mandón, por la
zurda, echando el trapo por delante, siempre algo (o mucho) descolocado pero
con cierto sabor… Una aceptable tanda a pies juntos (también al natural, rematada
con una giraldilla con gusto), y una estocada trasera y tendida (por idem) le
hicieron dar una vuelta al ruedo de pocos quilates, pero que tampoco se merecía
esa acerva crítica, sino una mayor indiferencia.
En resumen: la empresa sigue creando afición… la
Comunidad mirando a Pekín, y los protagonistas a lo suyo. Para el próximo domingo
pasen y vean.
El sexto, pocas carnes por detrás y dos pitones por delante. Salpicón, 522 kilos (Foto: lasventas.com) |
Los toros o eso que salió de chiqueros:
1º.- Carabinero, 520 kilos, negro
axiblanco y meano; veleto pero de escasa culata; manso, soso y descastado, fue
amenos pero resucitó algo por el pitón izquierdo.
2º. Plañidero, 532 kilos, negro; tocado
de armas aunque no decía nada de trapío, quizá toro para Sevilla o para
Segovia, no para Las Ventas; manso, soso, descastado, peor por el derecho.
3º.- Destinado, 530 kilos, capa colorada
ojo de perdiz; ancho de cuna y delantero; un inválido de solemnidad, manso y
descastado; el toro ideal del ganadero comercial.
4º.- Jatero, 544 kilos, castaño de pelo y
comportamiento; engatillado y avacado de cuerna, feo de narices…, pero aquí
pasa todo; muy manso en varas, descastado y con su punto de bronquedad en la
muleta. Lo intentó tirar Curro con la capa, pero no hubo opción.
5º.- Bohemio, 535 kilos, negro mulato,
tocado de púas; manso, descastado, pero al menos iba y venía sin molestar. Nada
enfrente.
6º.-Salpicón, 522 kilos, negro y
delantero de defensas; manso en varas, embestidor pero con poca clase en la
franela.