Días atrás, buscando datos sobre éste ganadero clásico, con motivo de
su relación con Joselito el Gallo,
me di cuenta de que no todo lo que figura en las relaciones de ganaderías o
libros que han escrito sobre ganaderos, eran correctos con respecto al criador
pacense. Vienen estas líneas, pues, a “desfacer entuertos” y a acercarnos a una
figura que se halla, más que probablemente, en los primeros pasos del
desarrollo del toro moderno que propició también, por una lado los cambios en
la forma de torear y por otro la creación de un encaste con personalidad
propia.
Don Juan Contreras Murillo |
Vaya por delante mi admiración a André Viard por el magnífico trabajo
que hizo en su revista “Tierras Taurinas” (Opus 13, marzo 2012), aunque –en su
formato de revista- nos falten algunas referencias para justificar algún
documento, algún aserto o alguna “puesta en escena” verdaderamente romántica.
La mayor parte de los datos contenidos en ella son, sin embargo, absolutamente
fiables, fidedignos.
Don Juan Contreras y Murillo, nacido en 1861,
rico propietario afincado en Burguillos del Cerro, cuyo nombre aprovecharía Alfonso
XIII para concederle el Vizcondado que le otorgó en 1921, no adquiere su vacada
murubeña en 1907, como tanto se ha escrito, sino en diciembre de 1906, tal y
como afirma la fuente documental más próxima al acontecimiento que hoy
conocemos (José Becerra Álvarez y José Neira Otero, “El
consultor taurino. 1910”; Sevilla, 1910). En este
“Consultor”, a modo de Guía Taurina de la época, Becerra y Neira nos dicen que:
“El entusiasta aficionado Sr. Contreras compró en
Diciembre de 1906 á la señora viuda de Muruve, un respetable número de vacas
y tres toros escogidos para simiente…”.
Es
verdad, sin embargo, que aunque la compra debió efectuarse a finales de 1906, el pago quedó aplazado, como dice Viard, hasta –como máximo- el 31 de enero
de 1907. El traslado del ganado, como defiende también sobre testimonios
documentales, se realizó a mediados de enero de 1907: el 15 de enero se ponen las
reses en camino hacia tierras pacenses (Viard, op. Cit., pág. 17-18)
encabezadas por los sobrinos del ganadero Joaquín Murillo y José Durán. Al
parecer, la viuda de Murube se hallaba en algún problema económico-financiero,
lo que podría justificar la rápida venta de la porción de Ibarra que adquiriría
su yerno –y encargado del ganado murubeño- Manuel Fernández Peña, al Conde de
Santa Coloma año y pico antes de esta nueva enajenación de ganado, y que acabaría
con la vacada en una década, al ser vendida al hermano del marqués de Urquijo,
que la pondría a nombre de su esposa, Carmen de Federico.
El hierro y divisa de la ganadería en el libro de José Emilio Pinar, "Indicador de hierros y divisas" (1914) |
Con ello “desfacemos” uno de los errores que parecen perpetuarse en
diferentes medios. Pero es que, además, en unos meses adquiriría asimismo una
porción del ganado de Collantes, que al parecer desechó y acabó por vender a
don Rodrigo Solís:
“…con posterioridad adquirió
también otra considerable punta de ganado también escogido á D Emilio Ruíz de
Bustillo, de la disuelta sociedad «Collantes y Bustillos», cedió ésta al
ganadero extremeño D. Rodrigo de Solís para conservar y reproducir sin mezcla
alguna la casta Muruve, por la que siente extremada predilección y á la que
dedica especial cuidado.”
Aunque es muy probable que no se realizaran cruces entre ambas
porciones, quién sabe si no se quedaría con alguna vaca sobresaliente de este
otro ganado, cuya procedencia –últimamente- era bastante parecida a la
murubeña. Valentín Collantes, heredero de la vacada de su padre, había echado
en 1896, 43 vacas de Murube y 22 de Núñez de Prado (de sus sucesores,
lógicamente) con algunos becerros a las reses familiares que tenían origen
Gallardo, por un lado, y de Sebastián Montero y Rafael Laffitte por otro. Así
pues, en 1907, la vacada, aunque claramente mixta, tenía buenos porcentajes de
sangre murubeña o de sus primos hermanos los de Núñez de Prado; no sería
extraño, por tanto, que alguna vaca superior quedara en manos de Contreras para
reforzar –o refrescar- lo adquirido a la
viuda de Murube.
Un descendiente contemporáneo: Pistolero, el mejor toro lidiado en Madrid en San Isidro 2012 (Foto: las-ventas.com) |
Sea como fuere, y con o sin aporte extraño, es el ganado de Murube el
que formará la base del encaste que acabará forjando el futuro Vizconde de
Burguillos del Cerro. La ganadería de Murube atravesaba entonces, en manos de
Manuel Fernández Peña –el yerno de doña Tomasa Escribano-, un momento dulce.
Sus reses, aunque sin gran poder, eran mayoritariamente bravas en el caballo, y
empezaban a brindar bastantes posibilidades a los de a pie, dando juego en los
dos restantes tercios. Quizá el mayor “pero” que cabía poner a la ganadería,
era su presentación, demasiado chica para el tipo de toro que entonces se
corría en las principales plazas, algo que acabaría también condicionando a don
Juan Contreras y Murillo. Los mentados Becerra y Neira –como también lo hacen los
anuarios de Dulzuras- lo subrayan:
“…sabido es que, salvo rarísimas
excepciones, estos bichos suelen dar inmejorable juego en un palmo de terreno,
sin ese corretear de aquí para allá que obliga á los varilargueros á acosarlos
obligándoles á que medio cumplan, como acontece con lamentable frecuencia á
otros animalitos para vergüenza y deshonra de la fiesta nacional”.
Recordemos, como hacíamos días atrás, que un toro de la viuda de
Murube, “Escarapelo”, ganaba el premio de la corrida concurso de San Sebastián
en 1909, como hacen también los autores,
“tal fue el juego que dio en
franca y noble lid este precioso ejemplar, cuyo retrato al óleo estuvo expuesto
al público en el escaparate de una importante casa de comercio de Sevilla”.
La página del Consuitor de Becerra y Neira, citado (1910) |
Con esas bases don Juan Contreras seleccionó y mimó la ganadería para
ver lidiar las primeras reses en 1910, aumentando algo el número de cabezas que
la componían:
“Bien sabe D. Juan de Contreras
lo que se trae entre manos, y de la acertada dirección de su vacada no hay que
dudar, pues con una escrupulosidad á todas luces plausible, apura las notas de
tientas y selecciona machos y hembras cual si toda su vida se hubiera dedicado
á esta clase de faenas, y cuenta ya con tres camadas sucesivas que en número de
237 cabezas ha aumentado á la base.”
Fíjense que los autores hablan de que ya tenía tres camadas en 1910, esto
es, las nacidas en 1908, 9 y 10 (lo que prueba que probablemente comprara sólo
becerras, eralas o utreras con o sin preñar, pero ningún macho, que hasta
entonces no había lidiado).
Para comprobar el juego que darían en la plaza, Contreras hizo lidiar en
mayo de 1909, y en Jerez de los Caballeros, dos de los tres sementales
adquiridos a Murube, “Ratón”, “Aceituno” y “Manchonero”, nombres que, por
cierto, hemos visto también en vacadas afines o derivadas de ésta, confirmando
el buen comportamiento de aquellos. La lidia corrió a cargo de Manuel Mejías, Bienvenida. Y tal juego fue superior en
ambos casos; dicen así Becerra y Neira:
“Uno de ellos, motejado «Ratón»,
hizo una gran pelea con los montados, de los que recibió, sin salir de un mismo
tercio de la plaza y contra querencia, diez buenas varas por ocho caídas y
cinco caballos muertos, y demostrando hasta la última hora la bravura y nobleza
de los de su casta, siendo ovacionado durante su arrastre, al que mató
Bienvenida previa lucida faena. El señor Contreras conserva la cabeza de éste
bicho como grato recuerdo á su memoria.
“«Manchonero» se llamó el toro
en cuestión: tomó de los mismos picadores que el anterior, 12 puyazos con
verdadera codicia y siempre recargando, de tal modo, que el picador «Veneno»,
en la décima vara, le introdujo en las péndulas una tercia de palo, sin que
esto le hiciera ceder en sus furiosas acometidas; después de seis costaladas y
cuatro cabalgaduras fuera de combate, fue agraciado el señor Contreras con una
ovación que aún repercute en sus oídos, y el toro recibió, como último
homenaje, el que las mulillas lo arrastrara á los acordes de la música, no sin
antes merecer el honor de que le sacaran algunas instantáneas”.
El tercero de los sementales fue vendido a Manuel Sánchez Tabernero, el
famoso Marqués de Llen -título pontificio-, como semental:
“Según los antecedentes que
tenemos á la vista y que nos merecen entero crédito, D. Juan de Contreras
vendió uno de sus primitivos sementales al Sr. Marqués de Llén en 6.000 pesetas”.
Un Ibán, con algunos hermanos de camada, de hace un par de décadas en el Batán Foto RCB) |
Téngase en cuenta que según norma ganadera de aquellos tiempos, un
buen semental costaba lo que valía una corrida completa, que es
–aproximadamente- lo que cobró Contreras por aquél. Sin duda hubo de tratarse
del restante, “Aceituno” de nombre. A modo de ejemplo, por aquellos mismos
años, los tres sementales de Santa Coloma que sirvieron para poner en marcha la
vacada de José Vega, en El Escorial (origen del encaste Vega-Villar) costaron
18.000 pesetas, lo mismo por cabeza que éste del que hablamos (“Palmas y
Pitos”, Año II, núm. 84). Pero no fue sólo el procreador, sino que también
adquiriría un lote de vacas, según llega a declarar el propio marqués en una
entrevista con José Sánchez Gómez El
Timbalero (“Los toros de mi tierra. Siluetas de ganaderos
e historiales de las ganaderías salmantinas”; Salamanca, Imp. y Lib. De
Francisco Núñez Izquierdo, 1913) que juntaría a las
vacas de Veragua que ya poseía, con lo que se trataría de la primera venta de
la ganadería, antes que la realizada en 1911 a Carlos Sánchez y Sánchez.
Con tales mimbres, como suele decirse, y a base de paciencia y
selección, fue Contreras forjando la que sería una de las vacadas fundamentales
de la edad áurea del toreo. No llegamos a saber si lidió ya algunas reses en
novilladas menores en 1910, pero sí que nos aparece su nombre en 1911, en el
anuario de “Toros y Toreros” que entonces redactaba el crítico de ABC Manuel
Serrano y García Vao Dulzuras:
“Don Juan Contreras estrenó la
ganadería el 14 de Mayo en Badajoz, con toros flojos, y después dio seis en
Almendralejo, el 16 de Agosto, y cuatro en Barcarrota, el 8 de Septiembre.
También en Badajoz, el 8 de Septiembre, lidiaron novillejos los niños de
Córdoba” (pág. 312).
Parco y no muy favorable juicio el de Dulzuras,
que destaca la flojedad del ganado lidiado en la presentación y la poca
presencia de los novillos pacenses de septiembre, algo que –lamentablemente-
habría de acompañar a la vacada en los siguientes años. Además, tampoco hubo
diestros de postín en aquellas tardes, pues ni Mazzantinito, ni Ostioncito,
ni Angelete ni Alfarero lo eran. Son tiempos aun de prueba.
El famoso Bastonito, lidiado por César Rincón... un ejemplo de bravura moderna |
La revista “Arte Taurino” (Año I, núm. 8) nos deja de su debut un panorama
algo más alentador:
“Los bichos de D. Juan Contreras, que
en esta corrida ha debutado como ganadero, fueron pequeños, bravos y nobles,
llegando el quinto a superior”.
Por cierto que, en el festejo del 8 de septiembre de ese año, encuentra la
ganadería su “bautismo de sangre”, pues uno de los novillos –el sexto, “negro, zaíno y bien criado”- originó la
muerte a Antonio García el Zurdo. El diestro cordobés fue topado en
banderillas, sin herida al parecer, pero con fractura del esternón y conmoción
visceral, falleciendo a la mañana siguiente de una crisis convulsiva. Dos
aspectos merecen destacarse en la crónica de ese día, según “Arte Taurino”, que
los bichos fueron “grandes, mansos y
difíciles para unos muchachos como los que componen la cuadrilla citada” y
que –cuestión que ponemos en muy seria duda- los novillos que fueron sin picar,
eran “procedentes de un cruce con toros
de Benjumea”. ¿Pudo quizá Contreras utilizar uno o más sementales de tal
origen para dar más caja a las reses murubeñas? Quédenos la duda, aunque remota.
Ese mismo año de 1911 –reproduce un documento muy interesante al respecto
André Viard (op.cit., pág. 24), aunque muy diferentes fuentes atestiguan
también la transacción- vendería ya algunas cabezas –machos y hembras- a Carlos
Sánchez y Sánchez, de Terrones (Salamanca), al que iría a parar la mitad de su
vacada con el tiempo… Pero no adelantemos acontecimientos. Entre las cabezas
vendidas a Carlos Sánchez iría un eral o utrero, “Naranjito” un bicho precioso,
así como varios “becerros” que dieron un juego extraordinario:
“Ayer hice la tienta de machos y no
tiene Vd. perdón de Dios en no haberse quedado a presenciarla pues seguramente
hubiese Vd. gozado muchísimo con lo que aquí vimos. Tenía apuntados seis
becerros de la mejor raza para apurarlos…
Al primero se le dieron veinticuatro
puyazos recargando en todos con furia y quedándose en el caballo hasta hacerle
el quite. El segundo que salió frío tomó 42 puyazos contra querencia, los tres
últimos con la puerta de la plaza abierta, en todos recargó y se recreció de
modo admirable. Tan ciego se puso en la pelea que ya en el campo volvió hasta
tres veces a la puerta de la plaza, dejando el ganado y los bueyes, buscando
más pelea. Un fenómeno” (Viard, op.cit., pág. 25)
En 1912 se presentará la vacada en Madrid, primero en novillada, el 25 de
julio –lo que le da la antigüedad-, y más adelante en otra novillada el 15 de
agosto y en corrida de toros el 29 de septiembre. En el cartel del primero de
los festejos figuraron Celita, Eusebio Fuentes y Larita. El ganado de esta tarde,
según Víctor Pérez López (“Anales de la Plaza de Toros Madrid”; Madrid, UBT,
2006), tuvo “aceptable presencia. En
varas, el primero y quinto fueron voluntarios, manso y fogueado el cuarto,
cumplieron los restantes. En el último tercio fueron nobles y buenos el primero
y quinto, sin dificultades los restantes”. El primer novillo, “Flor de
Jara”, es aplaudido en el arrastre y Celita
da una vuelta al ruedo. “Sol y Sombra”, a través de su crítico El Tío Campanita, dirá de esta primera
novillada madrileña:
“Los toros del señor Contreras que se
lidiaron por primera vez gustaron a los espectadores; muy bien criados, finos y
de bonita estampa; en la pelea, para ser de desecho, cumplieron bien,
resultando un toro muy bueno en todos los conceptos el que rompió plaza, porque
además de bravo y voluntario, se recreció al castigo [se refiere a su pelea
en varas] y fue hasta lo último más noble
que un borrego. Encontré oportunas las palmas que tocó el público cuando lo
arrastraron, y opino que esta nueva ganadería ha de ser muy simpática a todos
los toreros, porque hay casta y exceso de nobleza”.
La
novillada del 15 de agosto (novillada y no corrida, y el 15 de agosto, no del
5, como se ha escrito), con Vázquez, Torquito y Paco Madrid en el cartel,
tampoco defraudó a los aficionados; se lidiaron seis toros terciados y cortos
de cuerna, pero en varas tuvieron voluntad los cinco primeros y fue bravo con
los del castoreño el último. Y, en la línea que ha de marcar a la ganadería, en
el último tercio tuvieron, en general, buenas condiciones o pocas dificultades
en la lidia.
Sus
hermanos mayores, los toros de septiembre, fueron lidiados por Francisco Martín
Vázquez; Isidoro Martí, Flores; y Alfonso Cela, Celita. “Los toros estuvieron bien presentados y sin exageraciones. En varas
(28-16-10) fueron bravos y de poder el segundo (5-5-3) y cuarto (5-3-3), siendo
aplaudidos en el arrastre; flojo el sexto y cumplieron los restantes. En
general, mantuvieron sus buenas condiciones en los restantes tercios.”
Fíjense
que Víctor Pérez López apunta, siguiendo varias crónicas de ese año, que los
toros fueron buenos en el último tercio, al margen de su mayor o menor bravura
en los caballos. Dulzuras, diría de
ellos, en el correspondiente anuario que “salieron
los toros superiores”… algo iba cambiando en el toreo ya a esas alturas.
El
mismo crítico, Dulzuras, nos comenta
que:
“Es esta ganadería procedente de la de
Murube, formada con machos y hembras de la célebre vacada y puede ser una de
las mejores. El resultado de este año ha sido excelente”.
Al margen de los corridos en Madrid, se lidiaron en Barcelona y en Trujillo,
y junto a los novillos madrileños citados los hubo también en Barcelona.
Por cierto, que el día de su presentación en corrida de toros en Madrid, el
29
de septiembre se lidiaría un bicho notable, “Golondrino” de nombre, negro bragado y bien puesto de
pitones, estoqueado con poca fortuna por Flores, que fue bravo y de poder
en varas (tomó 5 varas por otros tantos derribos y tres caballos para el
arrastre), y se mantuvo con buenas condiciones en los restantes tercios, siendo
ovacionado en el arrastre. Otro más, “de buenas condiciones” le apuntamos el 15
de agosto, “Baratero”, negro
bragado y apretado de cuerna, que en varas fue bravo y de poder, tomando cinco
varas por cinco derribos y luego siguió noble, pastueño y bueno en los
restantes tercios; lo estoqueó Paco Madrid, todavía novillero en esas
fechas.