Por Fernando Bergamín Arniches
A Pepe Luis Vázquez Silva
Tenía que ser en Utrera. Tierra de cante puro y grande. La tierra de
Fernanda y Bernarda...Y de tantos y tantos otros, que hacen ese cante que se
sube a la boca con sabor a sangre, que no miente nunca, que unas veces sale...y
otras se queda en el alma, sí, como el toreo verdadero. Como el toreo que
siempre hizo cuando pudo, el torero que nos dice ahora su adiós desde lo más
profundo de su ser, de su sentimiento: Pepe Luis Vázquez Silva. No supo de
engaños, ni de falsas formas. Detestó cualquier "fusión" y despreció
más que nada la retórica torera en las Plazas. Por encima de todo fue la naturalidad.
Una naturalidad que no se ha visto en el toreo llegar a esa altura, desde
los tiempos del inolvidable Antonio Bienvenida. Y por supuesto, con toda la
gracia sevillana heredada de su padre, ¡el inmenso Pepe Luis! Con un sentido de
la medida que muy pocos toreros han tenido en las últimas décadas. Hay una
medida en el toreo para decir lo que hay que decir, y esa medida la tuvo
siempre Pepe Luis, el que ahora se nos va, como norma de su expresión de
artista y creador privilegiado. Yo añadiría que esa misma medida la tuvo y la
tiene el hombre además del torero. Su persona, siempre fiel a una forma de ser
y de vivir, la tendrá siempre, porque esas cosas... son de nacimiento. De bien
nacido.
Se ha dicho que a Pepe Luis le faltó sólo un paso más para haber llegado
a lo más alto: yo más bien siempre he creído que fue a su época y a su público
a los que tal vez les faltaron pasos para comprender a este torero y a este
hombre a fondo, para saber esperarlo. Hubo poca paciencia con el
"compás" que él marcó, y mucha injusticia en su trato por empresarios,
en muchos casos frívolos, sin hondura y calidad como la suya.
Mis palabras son del aire.
Tal vez por eso no llegan
a los oídos de nadie.
(José Bergamín)
Lo importante es lo que Pepe Luis hizo en el toreo, porque quedará para
siempre, aquellos que lo vimos no necesitamos más. El toreo es arte efímero
pero no pasa su grandeza cuando nos llega de un creador como este torero.
No ha podido escoger mejor compañero para este final que Morante de la
Puebla, torero grande y genial, aunque distinto en su forma... de su mismo
palo. José Antonio es además, el amigo.
Cuando se publiquen estas letras, ya habrá pasado el día 8 de Septiembre
en Utrera. Sea cual sea el desarrollo de esta corrida, los resultados me
interesan poco, les sirven más a los científicos acumuladores de datos. En
cualquier caso, deseo la mayor suerte para Pepe Luis Vázquez que ya ha dicho en
el toreo lo que tenía que decir. Y para Morante, que lo dice cada día que sale
a una Plaza de Toros, en este caso amigo, compañero y torero grande de este
maestro del compás en el toreo y la vida: Pepe Luis Vázquez Silva, que se nos
va con la misma naturalidad con la que llegó al toreo: para hacerlo... como si
nada. Ahí está el todo de este arte.
El tiempo pasa, sí, pero se queda
inmovil en el alma cuando pasa;
y cuando lo traspasa
el andar pesaroso de su rueda,
queda lo que no queda:
la poesía.
(José Bergamín)
Así es y fue el toreo de Pepe Luis Vazquez Silva.
Fernando:
ResponderEliminarMagnífica semblanza. Aunque si pienso que a él le falto un paso, queda su recuerdo a los que le vimos torear, como por ejemplo, en Madrid en el primer mano a mano de los dos que se organizaron para (la que se suponía) despedida de Antoñete.
Saludos