El
comentario de Ángel Arranz
Miguel Ángel Perera impone su
ley en Las Ventas.
Ley basada en el valor sin
trampa ni cartón. Firme, seguro, convencido, el valor es el padre y la madre
del temple… el temple es el hermano mayor que puede y domina a los toros.
Todo se queda en familia.
Quizá el catedrático Capea
(padre), suegro de Perera e ha inculcado esos matices que la tauromaquia del
yerno necesitaba: más ortodoxia en la lidia, más reposo en el ritmo, más
torería en las pausas, más limpieza en los pasos, pases y poses.
Hasta hace poco, Perera,
abandonaba la plaza como el que ha participado en una guerra o guerrilla… traje
estropeado, o manchado - ayer también, pero menos- con golpes o varetazos en
demasía, y… demasiadas veces visitaba la enfermería.
Hace unas tardes cortó tres
orejas y ¡sorpresa! el traje o vestido de torear se lo podía volver a poner
como si de uno a estrenar se tratase.
El valor persistente y de ley
de Perera está mejor administrado; su evolución, con o sin indicaciones es
tan evidente como inteligente.
Sí, Perera tiene mucho mérito.
Ayer subió otro eslabón para la consecución de una tauromaquia personal de
menos formas modernas y de fondos más clásicos: valor, temple, control y
dominio con y ante los toros.
Y superó una prueba que
desconocen otras figuras de moda o demodé: lo que había demostrado con el
casi monopolístico y “cómodo” encaste que normalmente lidia, lo demostró con un noble toro de
Adolfo Martín encaste Albaserrada. Faena de menos a más, rotunda, casi redonda…que
culminó con una estocada de premio. Dos orejas le cortó al cárdeno llamado Revoltoso… Calmoso lo llamaría Perera
si el ejemplar resucitase.
Ojo, los chavales que se
inician en el oficio sin estilo definido, que no se fijen solo en Perera
porque hay otras tauromaquias tan válidas, o ¿más?, que la de Miguel Ángel… pero hay que
reconocer que ayer conquistó con todo merecimiento al público y a la afición
de Las Ventas.
La corrida, hasta que el quinto
toro llegó a la muleta, era otra decepción. Toros que en su recorrido apenas
iban más allá de las zapatillas al tantearlos de capote y siempre mal andando
o embistiendo a tarascadas. Terciados, flojitos y sositos, a la defensiva,
como todo bicho viviente que quiere y no puede.
Ferrera, fácil y dispuesto en
todas sus intervenciones con un lote complicadillo e indispuesto.
Algo observó Urdiales a su
segundo toro –quinto de la corrida- cuando ¡sorpresa!, brindó a todos los
espectadores. En los dos primeros tercios el toro parecía una fotocopia de
los anteriores. Empezó entendiéndolo muy bien Urdiales. Faena de altibajos,
de luces y sombras… con pasajes añejos y bellos como cuando al toro lo torea
y lo lleva en redondo por los dos pitones al círculo final que marca la
cadera y dibuja la muleta… pero no hubo esa continuidad y unidad que se
necesita para lograr el triunfo. El fallo a espadas le hizo perder la
petición de un trofeo.
Sí, la tarde de toros tuvo
ochenta minutos del montón y cuarenta de sorprendente emoción. Se trata de ir
a más en el tiempo y la calidad… de eso se trata.
Suele haber más verdad en las corridas
“modestas”
Que en las cacareadas y
promocionadas corridas “extras”
Toro grande para torero chico
Parece un falso y continuo
circo
Toro chico para torero grande
Es “histórico”, pero es un
fraude
Toreos hacia las afueras y con
ventajas
Toreos para sorpresas hueras
con rebajas
Toreros tremendistas o propagandistas… para “ilusionistas”
Toro, torero y toreo redondo y rotundo
Para todo… o para casi todo el
mundo.
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