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lunes, 2 de junio de 2014

Pasos, pases y poses

El comentario de Ángel Arranz


Lidiar (II)

La corrida de ayer fue un ejemplo gráfico de lo que intento explicar en estas reflexiones con respecto a bregar, lidiar y torear. Ayer bregaron hasta los monosabios. Ese hermoso segundo toro acude veloz y noble a la primera vara, por un momento es de lo mejorcito que hemos visto a toros, caballos y picadores en toda la feria. El toro empuja y empuja hasta derribar, se encela con el caballo y durante dos o tres minutos –tiempo que es un mundo para un puyazo- puso a prueba la brega de casi todos los que estaban en el ruedo. Ahí se acabó el toro.
Sí, hay que recuperar las bregas, lidias y toreos apropiados en todos o casi todos los toros. Si un toro es malo, no se soluciona la papeleta con una brega, lidia y toreo malo; se soluciona haciendo los tres conceptos con la precisión y unidad idónea que el poderío o la malignidad del toro requiere. Es decir, lo “malo” del animal ha de ser menos malo en las manos del hombre y lo regular ha de tener más regularidad para que lo bueno pueda ser mejor. En esas causas están las diferencias más importantes que hay entre la inteligencia del hombre y la fuerza del animal. Bregar es para sobrevivir en duelos donde hay máximo peligro. Bregar, normalmente es labor de los “peones” y se hace con el capote… “capote de brega”.
Los tres conceptos se describen mejor con varias imágenes de los pasajes que conforman el paisaje integral en el arte de torear largo, completo y profundo.
Bregar tiene un componente de pelea con el antagonista. Por ejemplo, se pelea en las capeas con toros o vacas que saben latín; en los festejos mayores se pelea con toros muy difíciles que ponen alerta a varios toreros dadas las incertidumbres en las imprevisibles embestidas de los toros… como cuando se encelan en varas, hay que bregar por los dos pitones para asegurar la salida de la suerte… o cuando se pone casi imposible en el tercio de banderillas o  en los descabellos reaccionando con peligrosísimos arreones. 
Bregar tiene más de lidia que la lidia de brega. La lidia es el estadio intermedio entre la brega y el toreo solemne. La lidia es la superación de la brega, la lidia bien elaborada y realizada son los pasajes que preparan el toreo “bonito” y si es posible el toreo bello…depende de las características de los toros y de la aptitud y actitud de los “maestros”. Cuando la lidia es incorrecta o deficiente es más complicado sacar provecho a las intenciones y condiciones de los toros. La lidia pude ser realizada por los “peones” para que el “maestro” se luzca, y debe ser tanteada y realizada por el “maestro” antes de los “derechazos y zurdazos”… y más cuando el toro queda algo descompuesto –y hay que componerlo y recuperarlo- después de dos tercios tan exigentes e intensos como son el de varas y banderillas. Los primeros tanteos lidiadores con la muleta son decisivos para el planteamiento y evolución de la faena.
Si cada toro tiene su brega, lidia y toreo, están fuera de tiempo y lugar todas y cada una de las intervenciones rutinarias, mecánicas, simplistas y monótonas que presenciamos demasiadas tardes de toros.
Cuando todos los pasajes de la obra están bien diferenciados, colocados, coloreados y definidos la unidad del arte de torear –con mayor o menor cotización- se ha conseguido.
Bregar colectivamente es lo más primitivo, pero es eficaz; lidiar, es el orden individual necesario a seguir para preparar el arte de torear más ingenioso y personal… que es en definitiva lo que sobresale de la colaboración colectiva de la brega y  de la acción individual de la lidia. Todo muy variado y enriquecedor para que la causalidad sea protagonista y la casualidad anécdota.
La creatividad, la improvisación o el toque de distinción en el arte de torear con credibilidad y continuidad, son frutos del conocimiento máximo de toros, toreros, toreos y repertorios, dando los pasos, pases y poses ajustados… poco o nada que ver con el sin ton ni son en demasiadas bregas, lidias y toreos.
Los toreros que se salgan de esos “principios, trayectos y finales”, es más de profesionales equivocados que de profesionales correctos o geniales. Si casi todos los toreros saben hacer mejor las cosas: ¿por qué no las hacen?
¡Hay que respetar las óptimas aportaciones de la historia con el compromiso y la responsabilidad que merecen! ¿Hasta qué punto hay conocimientos de la historia, hay compromiso ético y hay sentido de la responsabilidad?
O hay brega, lidia y toreo con autenticidad… o hay más pobreza que riqueza.
Ayer la lidia dejó mucho que desear, ese toro boyante –primero de la tarde- escaso de fuerza tiene quince muletazos de cartel como para cortar una oreja… pero los quince resultan del montón y se pretende hacer una faena de largometraje.
Ese intento de quite a un toro que no puede con el rabo y se le cita de lejos. Ese comienzo de faena en los medios por derechazos sin contrastar las consecuencias de varas y banderillas en el toro, esos trapazos con la muleta a toros que hay que conducirlos, dominarlos, cuidarlos, etc.etc.
Tres de los ocho toros que salieron por toriles tenían más y mejor brega, lidia y toreo del que presenciamos. Los otros cuatro parecían “productos” adquiridos en el todo a cien… o menos.
De los “maestros” solo Alberto Aguilar nos demostró en algunos instantes la justificación del arte de torear.

Hay más toros raros sin base ni clase, que toros bravísimos o bravos
Hay más toreros de oficio a secas, que de beneficio para becas
Hay más toreos y taurinos del montón que de vocación y distinción
Hay más orejas de verbenas que de las buenas
Hay más especuladores que empresarios, y más empresarios que emprendedores
Hay reformas laborales y profesionales que son pésimos caprichos patronales
Las pocas lidias que presenciamos son más fotocopias de sí mismas que originales
O los interesados cambian modas y tendencias o acaban con nuestras paciencias

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