El
comentario de Ángel Arranz
La corrida de ayer fue un
ejemplo gráfico de lo que intento explicar en estas reflexiones con respecto
a bregar, lidiar y torear. Ayer bregaron hasta los monosabios. Ese hermoso
segundo toro acude veloz y noble a la primera vara, por un momento es de lo mejorcito
que hemos visto a toros, caballos y picadores en toda la feria. El toro
empuja y empuja hasta derribar, se encela con el caballo y durante dos o tres
minutos –tiempo que es un mundo para un puyazo- puso a prueba la brega de
casi todos los que estaban en el ruedo. Ahí se acabó el toro.
Sí, hay que recuperar las
bregas, lidias y toreos apropiados en todos o casi todos los toros. Si un
toro es malo, no se soluciona la papeleta con una brega, lidia y toreo malo;
se soluciona haciendo los tres conceptos con la precisión y unidad idónea que
el poderío o la malignidad del toro requiere. Es decir, lo “malo” del animal
ha de ser menos malo en las manos del hombre y lo regular ha de tener más
regularidad para que lo bueno pueda ser mejor. En esas causas están las
diferencias más importantes que hay entre la inteligencia del hombre y la
fuerza del animal. Bregar es para sobrevivir en duelos donde hay máximo
peligro. Bregar, normalmente es labor de los “peones” y se hace con el
capote… “capote de brega”.
Los tres conceptos se describen
mejor con varias imágenes de los pasajes que conforman el paisaje integral en
el arte de torear largo, completo y profundo.
Bregar tiene un componente de
pelea con el antagonista. Por ejemplo, se pelea en las capeas con toros o
vacas que saben latín; en los festejos mayores se pelea con toros muy
difíciles que ponen alerta a varios toreros dadas las incertidumbres en las
imprevisibles embestidas de los toros… como cuando se encelan en varas, hay
que bregar por los dos pitones para asegurar la salida de la suerte… o cuando
se pone casi imposible en el tercio de banderillas o en los descabellos reaccionando con
peligrosísimos arreones.
Bregar tiene más de lidia que
la lidia de brega. La lidia es el estadio intermedio entre la brega y el toreo
solemne. La lidia es la superación de la brega, la lidia bien elaborada y
realizada son los pasajes que preparan el toreo “bonito” y si es posible el
toreo bello…depende de las características de los toros y de la aptitud y
actitud de los “maestros”. Cuando la lidia es incorrecta o deficiente es más
complicado sacar provecho a las intenciones y condiciones de los toros. La
lidia pude ser realizada por los “peones” para que el “maestro” se luzca, y
debe ser tanteada y realizada por el “maestro” antes de los “derechazos y
zurdazos”… y más cuando el toro queda algo descompuesto –y hay que componerlo
y recuperarlo- después de dos tercios tan exigentes e intensos como son el de
varas y banderillas. Los primeros tanteos lidiadores con la muleta son
decisivos para el planteamiento y evolución de la faena.
Si cada toro tiene su brega,
lidia y toreo, están fuera de tiempo y lugar todas y cada una de las
intervenciones rutinarias, mecánicas, simplistas y monótonas que presenciamos
demasiadas tardes de toros.
Cuando todos los pasajes de la
obra están bien diferenciados, colocados, coloreados y definidos la unidad
del arte de torear –con mayor o menor cotización- se ha conseguido.
Bregar colectivamente es lo más
primitivo, pero es eficaz; lidiar, es el orden individual necesario a seguir
para preparar el arte de torear más ingenioso y personal… que es en definitiva
lo que sobresale de la colaboración colectiva de la brega y de la acción individual de la lidia. Todo
muy variado y enriquecedor para que la causalidad sea protagonista y la
casualidad anécdota.
La creatividad, la
improvisación o el toque de distinción en el arte de torear con credibilidad
y continuidad, son frutos del conocimiento máximo de toros, toreros, toreos y
repertorios, dando los pasos, pases y poses ajustados… poco o nada que ver con
el sin ton ni son en demasiadas bregas, lidias y toreos.
Los toreros que se salgan de
esos “principios, trayectos y finales”, es más de profesionales equivocados
que de profesionales correctos o geniales. Si casi todos los toreros saben
hacer mejor las cosas: ¿por qué no las hacen?
¡Hay que respetar las óptimas
aportaciones de la historia con el compromiso y la responsabilidad que
merecen! ¿Hasta qué punto hay conocimientos de la historia, hay compromiso
ético y hay sentido de la responsabilidad?
O hay brega, lidia y toreo con
autenticidad… o hay más pobreza que riqueza.
Ayer la lidia dejó mucho que
desear, ese toro boyante –primero de la tarde- escaso de fuerza tiene quince
muletazos de cartel como para cortar una oreja… pero los quince resultan del
montón y se pretende hacer una faena de largometraje.
Ese intento de quite a un toro
que no puede con el rabo y se le cita de lejos. Ese comienzo de faena en los
medios por derechazos sin contrastar las consecuencias de varas y banderillas
en el toro, esos trapazos con la muleta a toros que hay que conducirlos,
dominarlos, cuidarlos, etc.etc.
Tres de los ocho toros que
salieron por toriles tenían más y mejor brega, lidia y toreo del que
presenciamos. Los otros cuatro parecían “productos” adquiridos en el todo a
cien… o menos.
De los “maestros” solo Alberto
Aguilar nos demostró en algunos instantes la justificación del arte de
torear.
Hay más toros raros sin base ni
clase, que toros bravísimos o bravos
Hay más toreros de oficio a
secas, que de beneficio para becas
Hay más toreos y taurinos del
montón que de vocación y distinción
Hay más orejas de verbenas que de
las buenas
Hay más especuladores que
empresarios, y más empresarios que emprendedores
Hay reformas laborales y
profesionales que son pésimos caprichos patronales
Las pocas lidias que presenciamos
son más fotocopias de sí mismas que originales
O los interesados cambian modas y
tendencias o acaban con nuestras paciencias
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