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viernes, 11 de mayo de 2012

Los toros de Cultura a Sanidad


Madrid, 10 de mayo de 2012. 5 toros de El Cortijillo y uno de Lozano Hermanos (), desiguales de hechuras y presencia, mansos y descastados. Miguel Abellán, silencio en ambos. Leandro, silencio también en ambos (aviso asimismo en los dos). Antonio Nazaré, silencio en su lote.

Yo no me creo que los Lozano no sepan qué es lo que mandan a la plaza de Madrid. Pueden, como todos nosotros, tener sus defectos, pero la ignorancia en asuntos taurómacos me resulta difícil de creer. En Francia, por ejemplo, se lidian corridas de toros serios, encastadas y duros de este mismo hierro del Cortijillo, o de sus hermanos de Alcurrucén o Hermanos Lozano. Fíjense, además, en una supuesta virtud del encierro boyar de ayer en el coso de Las Ventas: las mansas actitudes y aptitudes de los astados jamás llegaron a manifestarse con bronquedades, dificultades o peligros. Simplemente eran bueyes que pasaban por allí, a veces humillaban un poquito –o un muchito-, y se iban de la suerte sueltos o a su aire, se remataban contrarios y miraban siempre por dónde habían salido. Sí, sí… eran de esos que los de coleta demandan a los nuevos criadores de toros, toros que no molestan. La casta, la imprescindible cualidad que busca el aficionado, y que sostiene el espectáculo en su integridad ética, ha sucumbido en muchas vacadas –o en parte de ellas, como en la que nos ocupa, a la que le cabe todo por su extensión- en pro de la vergonzante toreabilidad, o al menos en la ausencia de molestias. Si embisten como tontas borregas, fenomenal, fantástico, pero al menos, si no lo hacen con entrega ovejuna, que no molesten para que mañana volvamos a intentarlo y haya mejor suerte.
Eso es lo que han conseguido hacer los Lozano con buena parte de sus ganaderías; cuando quieren, ofrecen ese producto que les hace acreedores de elogios por su interés, por sus embestidas codiciosas; y cuando no, pues allá van un puñado de semovientes que –sin caerse, por cierto- y sin entregarse nunca a la causa de la ansiada toreabilidad, buscan la salida de aquella tortura como fuere.  El año que viene repetirán, no les quepa la más mínima duda, porque a buena parte de los coletudos este tipo de comportamientos les pone…, les gusta, les encanta; les permite estar rematadamente mal sin que sufran las iras del respetable y de la crítica, y salir del trance sin un rasguño, sin arañazo en alamar cualquiera y sin una secreción de adrenalina superior a la conveniente.
Lo de ayer fue una boyada de las de nivel; apunté cinco bichos descastados y uno que se salvó de la quema porque al no obligarle tampoco hizo por rajarse hasta el último trance muleteril. De presencia nos colaron dos reses muy vareaditas de carnes y sin remate para una plaza como la madrileña; primero y cuarto; el tercero anduvo justito. Como eso se repita otras tardes –ojo a los veterinarios- nos espera una feria complicada…; si éste es el nivel en una ganadería que no suele tener problemas y que además se anunciaba con diestros que no están para exigencia alguna, imagínense lo que puede suceder cuando se anuncien las mal llamadas figuras del escalafón. Pónganse a rezar a San Pedro Regalado, y que Dios nos asista.
Chaqueta, de el Cortijillo, el que abrió plaza y feria. Foto: las-ventas.com
Ante la manifiesta boyada, variada de hechuras, de carnes, de cuerna y de manso parecer, la terna anduvo a lo suyo también, a su aire, intentando cumplir para evitar quejas y protestas, mecánicos –como autómatas en algún caso-, pero sin recordar que esto de la tauromaquia debería ser, o es, o al menos pretendemos que sea, un arte. Ayer ese supuesto y dignificante sustantivo, se vio trocado por el trabajo de cadena de montaje, por el oficio mecánico, por los burdos golpes de taller de reparación carrocera. Y así, a medida que iban transcurriendo los toros, se iba apagando la tarde y el ocaso se enseñoreaba de la plácida y calurosa tarde primaveral –y de la tauromaquia- íbamos comentando que los toros, como fenómeno y espectáculo, deberían ir pasando de Cultura, al Ministerio de Defensa, y de éste al de Industria, de aquél al de Educación y por fin optamos por enviarlo al de Sanidad. Triste recorrido al que relegaron “los artistas” al más vital y emocionante de cuantos artes haya imaginado la cumbre de la creación.
Miguel Abellán abría la terna, que no la tarde –hubo ceremonia y toro para la confirmación de Antonio Nazaré-, y nada hizo en su descastado primero, Fiscal de apodo y no sabemos si de alusión. Nada con el percal, nula dirección de lidia –algo que ignominiosamente se mantuvo toda la tarde-, y tras un lejano tanteo genuflexo con la franela, más nihilismo muletero. Mecánico y sin corazón, desde fuera y sin templanza, con pico y rematando hacia las afueras, nos dejó perplejos ante las esperanzas concebidas en alguna actuación precedente. Dos pinchazos sin fe y sin puntería, precedieron al bajonazo final. Aun menos hizo en el cuarto, Antequerano, al que vio irse a chiqueros antes de la salida de los de a caballo –cosa que ocurrió  en los seis corridos ayer- prácticamente sin inmutarse. No hubo toreo de capa, ni aun de muleta, en un espanto tal de faena, que aun el tímido y complaciente público de Las Ventas (¿dónde estarán los aficionados de hace veinte o treinta años?) llegó a pitar ante la insistencia. Recogidos ambos protagonistas en chiqueros, donde le había llevado el toro, ¡olé el dominio y el poder!, ante la insistencia en pasar al toro sin sentido, la gente se cansó de ver humillado al arte y alguno puso en marcha los músculos buccinadores. Fue entonces cuando vimos una única tanda en la que Miguel dio en aparecer con algún mando de la situación. Tras un pinchazo, que acabó como el rosario de la Aurora, derribado y arrollado el matador y desarmados dos de sus adláteres, una entera caída y cuatro descabellos puso fin al sufrimiento de diestro, toro y afición.
Leandro en su primer toro, en los lances con la zurda. Foto: las-ventas.com 
A Leandro le cupo, al menos, el triste honor de dar algún muletazo de clase, aunque casi siempre desde fuera y con la precaución de llevarlo a suficiente distancia. Su primer antagonista, o colaborador forzado, fue un Zagal de escasa presencia, que sólo porque era corto cumplía con las exigencias de relleno cárnico. Con una lidia inexistente se desarrolló el primer tercio, demostrando éste, como sus hermanos, mansedumbre en los de a caballo, con una única excepción que ya comentaremos. Me gustó el empaque puesto en escena en los inicios de la faena, mientras el toro parecía repetir con cierta alegría; alegría que demostraba en el inicio de las tandas, para irse quedando corto y a menos al segundo o tercer muletazo de cada serie. El maestro, colocado al hilo –cuando más, no cuenten el primer envite sino los siguientes-, y cada vez más fuera, terminó por acortarle terrenos y citar con la muleta por detrás del muslo. El bicho no tenía un pase por el izquierdo, por donde se revolvía incómodo a medio lance, pero al menos, aquí, el vallisoletano supo aguantar un poco más y acabó por meterlo en los vuelos de la muleta. Tras dos pinchazos, a cada cual peor, le enjaretó media caída, sonó un aviso, y lo descabello con certeza y prontitud al primer golpe. En quinto lugar le tocó un Fatigado, quizá el mejor presentado del encierro, pero soso y descastado como los demás. Desde fuera, siempre en paralelo, despegado y algo retorcido, creo que ambos tenían las mismas ganas de irse de aquello. Sólo con la zurda se colocó un poco mejor, para abusar, consecuentemente del pico, claro. Sonaron también pitos y palmas de tango antes de que se decidiera a coger la de acero y dejarle –sin mucha habilidad- una entera, caída, perpendicular y atravesada que en sí misma resumía su hacer, escuchar nuevo recado del palco y descabellar al primer intento.
El primero de Nazaré se llamaba Chaqueta, y fue el único que cumplió en varas, para mansear a continuación el resto de su corta e insulsa vida. El caso es que al notar el hierro, después de un cabeceo de manso, decidió fijar la cabeza y empujar de veras ante el peto, saliendo con genio de ambas entradas, y rematando el viaje en… toriles. Fue, asimismo, el único que pareció embestir mejor en la franela, pero ¡quiá!, engañosa ilusión nacida de la ausencia de exigencia del diestro. Éste, colocado por las Batuecas, retrocedía echando la pierna que debería adelantarse para cargar la suerte hacia atrás de forma tan exagerada y antiética que el animalito pasaba por allí sin molestia alguna, recorriendo su camino y sus terrenos cual dueño y señor de aquellos pagos. De eso, a la frase de Domingo Ortega, media un abismo superior y más profundo que el de la fosa de Las Marianas. Sin continuidad, sin colocación, pegando pases al pasar de su oponente, Nazaré se diluyó en tandas cortas, con silbidos de advertencia a su colocación o retroceso, y con los silencios cada vez más numerosos de la concurrencia. Sólo con la zurda pareció tirar más del toro, y precisamente en aquello, con aquella mínima exigencia, el toro se manifestó: primero distraído y luego… caminito de Jerez, a chiqueros. Un pinchazo por arriba y una estocada por abajo pusieron fin al largo trasteo sin recado presidencial. El último era un Gaitero de mala gaita; un buey sin paliativos, que visitó varias veces su lugar de origen, y con el que el sevillano nada hizo y nada quiso hacer. Gracias al cielo, sólo tuvimos que soportar tres series muleteras, entre tardeos, cortas y sosas arrancadas, y un final encimista de espanto. Un pinchazo bajo, con desarme y una entera con más decisión, trasera, pero aceptable, pusieron fin al penoso, lastimoso y bochornoso (osos madrileños, como comentábamos ayer) primer espectáculo taurino de este San Isidro 2012. Menos mal que era San Isidro, que si llega a producirse en la feria del “Arte y la Cultura”…
La fiesta se defiende, no tanto por sus manifestaciones culturales y artísticas, o por las que de ella nazcan, sino por la autenticidad y la emoción; y de eso ayer no hubo apenas nada.

2 comentarios:

  1. Enhorabuena por la creación del Blog. Has creado un sitio de referencia para los aficionados.
    Un saludo Rafa.
    @davalderrama

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  2. Sr.Valderrama,¿Sigue con numerus clausus su cuaderno?.Saludos

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