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jueves, 24 de mayo de 2012

Con y sin ton ni son


El comentario de Ángel Arranz

Cuentas
El arte de torear tiene algo del juego de la seducción. El arte de torear es cosa de dos. Es como los intercambios de miradas experimentales con deseos de conocer. Es donde se inician gestos, señas, mimos, caricias, intimidad, arrimón y compenetración con ritmos, pasos y compases musicales de valses, tangos, pasodobles o boleros. Gozadas inolvidables  en la penumbra de las tardes-noches primaverales y veraniegas que despiertan el calor propio y el colorido ajeno.
¡Que buena pareja hacen!...dicen o piensan por lo “bajini” los espectadores más románticos y expertos.
Sí, en la verbena de la plaza, casi siempre hay alguien que baila solo o sola. En principio es divertido, pero acaba en ridículo aburrimiento. Es como si a la embelesada pareja que estábamos viendo, la separan y tienen que seguir danzando con un esqueleto cornudo de plástico, con un bisonte de cartón…o con un maniquí andrógino y frío.
Eso fue el pésimo desfile torista del ilustre y ya fallecido Juan Pedro Domecq ayer en Las Ventas. Parecían toros de Juan Lanas*. Dos verónicas y dos naturales con la derecha de cartel, por parte de Morante. Superficialidad espesa de la versión competitiva de Talavante. Apuntes de temple y despaciosidad del mejicano Juan Pablo Sánchez. Todo en dos minutos, de los ciento veinte que duró la plomiza sesión.
Sí, ayer tuvieron mala suerte los toreros. Anteayer la tuvieron los toros de Alcurrucén.
Hay que analizar con sentido común el exceso de malas suertes. Hay que encontrar soluciones, proporciones y equilibrio en esa pareja que forman y conforman toro y torero. Con mala suerte un día sí y otro también, a casi nadie les salen las cuentas.
            Hay muchos derechazos
            que más parecen hachazos
            Faltan hondos y ceñidos naturales
            a toros verdaderamente reales
            es lo que produce caudales
            O ajustamos las cuentas
            o esto pronto revienta.



* Juan Lanas: hombre apocado que se presta con facilidad a todo cuanto se quiere hacer de él.

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