Un calco del destoreo al uso
(Tercer festejo del
ciclo de novilladas de verano en Las Ventas)
Por José Campos Cañizares
Un calco del destoreo que se va reproduciendo en Madrid cada domingo es lo que
se produjo en la tercer festejo del ciclo de novilladas de este verano. Es una
dinámica de copia continua de lo que no debe ser. Ese es el terreno donde se
han instalado las novilladas que desde hace varias temporadas se programan en
Las Ventas, con novillos que no pueden con su alma, y novilleros sin bagaje,
pero muy al tanto de la moda del destoreo
al uso. Una tendencia que se afianza y se reafirma, y que se supone obedece
a algún motivo concreto. Un móvil que no puede ser otro que acabar con los
toros en la capital durante la estación veraniega, es decir, suprimirlos, una
vez finalizada la Feria de San Isidro con sus apéndices, para que no vuelvan a
estar presentes hasta la más rentable Feria de Otoño, feria de resultados
válidos por aquello de la obligatoriedad de la renovación del abono para poder
asistir a la Feria de San Isidro. Una imposición que, por diversos factores, está
entrando en crisis. Fundamentalmente, por la falta de atractivo de los
carteles, por el toreo que se practica –el de la pierna de salida retrasada-, y
por ser realizado ante toros o ante novillos de escasa casta y transmisión.
Roberto Blanco a punto de ser cogido por el sexto y más interesante novillo del festejo, el sobrero de La Guadamilla (Foto: las-ventas.com) |
De unos años para acá, definitivamente, en
Madrid se han sustituido las corridas de toros que se ofrecían en julio y en
agosto por novilladas que podríamos denominar de promoción. Con ello, la empresa piensa que consigue un
sustancioso ahorro económico, asestándole un evidente daño a la trayectoria
profesional de muchos matadores de toros, aquellos que no entraban en los
carteles de las ferias pero tenían en Madrid, de siempre, la posibilidad durante
el verano de resurgir y encauzar sus carreras, en corridas duras y de gran
interés para el aficionado. En ese sentido, muchos toreros de valía vivieron su
recuperación y su reconocimiento; pongamos el ejemplo, grande, de Antoñete, antaño (1966), o de Paco Ojeda, más adelante (1981). Sabemos
que en esos festejos de verano, la afición madrileña se deleitaba todos los
años con toreros poseedores del toreo puro muy del gusto de Las Ventas, y que
ya quisiéramos ver hoy anunciados a sus sucesores. Toreros aquellos que eran si
nos remontamos a las últimas décadas del estilo de Joaquín Bernadó, El Inclusero, Sánchez Puerto, Pepín Jiménez o Frascuelo.
A su vez, se daban carteles del tipo de: Curro Romero, Curro Vázquez y Pepe
Luis Vázquez, ante toros de Joao Moura (21 de julio de 1991), con plaza nutrida
de público. Pues bien, esto nunca más volverá a ocurrir.
Es muy difícil entender cómo es posible que en
la actualidad no existan en el campo bravo ejemplares de mayor mordiente y
bravura que puedan dar espectáculo por sí mismos, como era norma en Madrid en
las novilladas de no hace mucho tiempo. Ahora bien, el mayor mal no está en el
ganado, si no en los toreros y en el toreo que se practica. Primero, porque no
se comprende que Madrid tenga que ser una plaza de oportunidades para
novilleros que en muchísimas ocasiones se anuncian sin estar preparados para el
envite. Y, segundo, porque, a pesar de todo, al medirse, éstos aspirantes a
matadores de toros, a novillos flojos y descastados, dejan pasar una ocasión de
oro, ya que se están enfrentando en realidad a animales que no tienen fuerzas -a
todas luces una lacra palpable- pero que se dejan dar muletazos, tantos que
incluso llega el aviso sin que entren a matar. Aparentemente, todo esto es una
contradicción, es decir, por un lado, novillos flojos y, por otro, faenas
largas. Una entelequia surgida del descaste del ganado bravo, que, si nos
hiciéramos eco de tal irrealidad, nos atreveríamos a manifestar, que otros
novilleros, desde actitudes más ambiciosas y con formas más clásicas serían
capaces de dejar una carta de presentación ante los aficionados a la altura de las
expectativas que se propusieran.
Verónica de Tulio Salgueiro al primero (Foto: las-ventas.com) |
Entretanto, con estas novilladas, con ganado
sucedáneo de Domecq, con novilleros enchufados al destoreo al uso, se va eliminando
a la afición, que deja de acudir, sin que exista renovación con nuevos
aficionados, porque es imposible que se interesen con lo que se ofrece; y, así,
poco a poco, llegará el cierre veraniego de Las Ventas. Plaza a la que se acosa
desde el negocio taurino porque su criterio molesta, ya que su afición señala,
regaña, cuando surge el destoreo, y cuando
se lidia el novillo o el toro inválido. Y esto no interesa. Al tiempo.
Las Ventas, 14 de
julio de 2013, menos
de un cuarto de entrada. 5 novillos de
La Guadamilla, procedencia Domecq.
De discreta presentación, mansos, flojos, inválidos, -el 2º, acochinado, de
escasas defensas-. Salieron sueltos del caballo. A pesar de todo, toreables. Y 1 novillo de Javier Molina (6º bis), procedencia Gamero Cívico y Domecq -vía Fuente
Ymbro- corrido como sobrero, en lugar del sexto de La Guadamilla que fue
devuelto por inválido, con nervio y picante. Pesos: 470, 460, 489, 516, 502 y
476. En la suerte de varas se picó trasero, como es costumbre, y predominó el
trámite, el picotazo. En banderillas, en general, no hubo esmero ni en la
ejecución, ni en la colocación. Hay que destacar la labor de Miguel Ventosa Venturita
que lidió y banderilleó con temple y ajuste.
Tulio Salguero, de Badajoz (verde manzana y
oro). 1º) Pinchazo bajo, tanda de manoletinas, y estocada delantera. Saluda por
su cuenta. 4º) Pinchazo delantero bajo dejando el estoque, y tres descabellos.
Silencio tras aviso.
Mario Diéguez, de Coria del Río, Sevilla
(blanco y azabache). Se presentaba en Las Ventas, el día que cumplía 28 años. 2º)
Delantera baja. Saludos. 5º) Estocada desprendida y atravesada. Vuelta al ruedo
protestada con aviso.
Roberto Blanco, de Medina del Campo (lila y
oro). 3º) Pinchazo bajo, metisaca bajo, pinchazo bajo, dos descabellos, y dobla el novillo. Silencio
con dos avisos. 5º) Estocada trasera y desprendida. Silencio.
Mario Diéguez muleteando a su primero (Foto: las-ventas.com) |
De los tres novilleros el que gustó más al
público fue Mario Diéguez que en el
día de su cumpleaños recibió como regalo el mejor lote, dos novillos flojos
pero nobles, con los que no pudo alcanzar el triunfo. Con el capote en ambos
novillos toreó a la verónica algo movido. Dejó cierto sabor en algunas medias amorantadas. En muchas fases de sus
faenas toreó envarado, y codilleó en exceso. A su primer novillo lo toreó en
los medios, empleándose más con la mano derecha. En su segundo novillo se dejó
ver más al natural. En ambos, toreó despegado, con el pico, desplazando a los
novillos hacia las afueras. Esto le impidió cuajar una labor más comprometida.
En su haber, que no descargó la suerte. Se le percibieron toques artísticos.
Tulio Salguero, toreó despegado, con la pierna
de salida retrasada y hacia afuera, a veces, citó con la muleta retrasada,
situándola en arco. En ocasiones remató los pases por alto. Se empleó más con
la derecha. Sus formas fueron antiestéticas. No dejó ningún recuerdo.
Roberto Blanco en el tercero de la tarde en el destoreo al uso (Foto: las-ventas.com) |
Roberto Blanco, también exhibió el destoreo que está en boga, al torear a
su primero con el pico de la muleta, hacia afuera, escondiendo la pierna de
salida en los pases. En algún momento se le vio cierto sentido del temple. En
el sexto, un novillo de Javier Molina que no era la tonta del bote, la cosa
cambió, porque no pudo gobernar la embestida del novillo que se fue creciendo y
haciéndose el amo de la situación. Nunca le pudo templar. A este novillo le
ahogó la embestida, le citó con la muleta retrasada y fuera de cacho. En
contrapartida, el novillo le zarandeó en tres ocasiones, perdonándole un
castigo más serio.
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