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lunes, 15 de julio de 2013

Buscando la esencia en Francia

Ceret (Francia), 13 de julio de 2013. Lleno. 6 toros de los Hijos de Celestino Cuadri, impecablemente presentados, de juego desigual en caballo y muleta, destacando en ésta los dos últimos. Uceda Leal, silencio y pitos. Fernando Robleño, silencio (aviso) y silencio (aviso). Joselillo, silencio (aviso) y ovación.

Nos reencontramos, un año más,  con la Feria de Ceret, esa isla de catalanidad taurina del sur de Francia, donde aman al toro sobre cualquier otro mandamiento, lo miman con esmero y donde viven su cultura de forma intensa y apasionada. Toros que protagonizan su fiesta nacional, toros y banderas catalanas que muestran tradiciones seculares de las que se sienten orgullosos.

El espantoso cartel de Ceret de este año, obra de Barceló
Este año nos recibieron, el primero de los días, y a las afueras del pueblo, los insufribles antitaurinos, bien alejados del coso, del centro neurálgico de la población y de sus carreras taurinas por las calles, por la gendarmería francesa. Ya saben que a algunos de estos grupos, la policía francesa los tiene señalados como grupos potencialmente terroristas… y si no, que se lo pregunten a André Viard, al que casi queman la casa con su familia dentro hace un año y pico. Así alejados, se quedan en el pintoresquismo de unos chalados reventadores que a nadie importan ni interesan. La masiva afluencia de aficionados de otros lares, los contemplaba como se puede observar los meneos simiescos en la jaula del zoo… y poco más.
Superada la desagradable entrada, nos recibió, mucho más alegre, festiva y acogedora la población francesa donde veraneaba el genial Picasso entre otros artistas y literatos de renombre universal. Las calles estaban animadas por un gentío imponente para el tamaño de la localidad, y se divertían viendo correr las vacas por los caballistas franceses, ataviados con sus camisas floreadas y su buen hacer arropando los astados que, apenas sin barrera por medio, se desplazaban por las calles medievales del simpático pueblo francés y catalán.

Alguno de los de Cuadri lidiados en Ceret estaban con los toros de Madrid (Foto: RCB)
Más allá, en la plaza, nos esperaba una no menos imponente corrida de Cuadri. Una corrida con trapío para Madrid o Bilbao, sobrado para Pamplona, superior al que se ve en cualquier otra plaza española. En esta localidad del Rosellón, al pie de los Pirineos, y en una plaza de apenas 4000 almas, se lidian estas reses que no se dignan contratar tantísimos empresarios españoles. Allá ellos. La fiesta en Ceret está viva. La plaza rebosaba. La animación era grande y la expectación intensa, de los más variados rincones de Francia y España, aun de Inglaterra, te encontrabas aficionados al reclamo de la autenticidad de la fiesta de toros. Saludabas a unos y otros, porque nos conocemos de tantas ferias donde se intenta buscar aquella corrida de interés… Había camaradería, afición, alegría en cualquier rostro… y toros, sobre todo toros. El resultado…, una plaza a rebosar, aquí, al parecer, no hay crisis; y no la hay ni aun para los españoles que allí acudimos buscando la verdad de la fiesta y eso que, como buena parte de la población, también padecemos las actuales estrecheces económicas. Algo para meditar, sin duda, especialmente para las empresas nacionales, más de mercachifles de rastro barato que de auténticos profesionales y aficionados.
Los de Cuadri, como les cuento, salieron con una presencia imponente, impecable, sólo uno cayó algo en trapío con respecto a sus hermanos (el segundo, que “sólo” alcanzaba los 520 kilos aparentes). Sus pitones limpios como patenas, relucientes, íntegros, ni uno sólo se astilló o escobilló pese a los mil derrotes que lanzaron sobre burladeros o tablas, de salida o durante la lidia. Corrida seria, sin concesiones, corrida a la antigua, de lo que ya no se ve.

En el campo (Foto; RCB)
De comportamiento, ay, desigual, no atraviesa la vacada ese momento dulce e interesante de unos años atrás. Apunten, un primero (Misterioso, núm. 34, 600 kilos, negro como todos sus hermanos, alguno con accidente, astinegro y cuajado) que cumplió en varas, pero parado y flojo en la muleta, que apenas duró un par de series, y eso tras desplomarse casi al primer lance (le pegaron en el caballo una exageración… pero no nos valen excusas). Un segundo (Mandadero, núm. 40, 520 kilos) más manso en varas, también un poco parado después, y aunque embistiendo, sin la prontitud, gracia y alegría que pretendemos en un  toro rebosante de casta, pero con un buen pitón zurdo por el que metía la cara y humillaba una barbaridad. El tercero (Formal, 560 kilos), manso también y flojo, con un magnífico pitón izquierdo que Joselillo no supo aprovechar, sin darle la continuidad requerida, para terminar buscando el derecho por el que nada decía el toro. Un cuarto (Salero, núm. 40, de 540 kilos, engatillado de cuerna), fiero en el primer envite a varas, duramente castigado en ellas, y con algo de genio en el último tercio, un toro que tenía mucho que torear, que necesitaba que se le bajara la mano y mandara hasta el final, algo que Uceda no estuvo dispuesto a concedernos, que precisaba mando y dominio, que lo llevaran con decisión y que, como no hubo nada de ello, se nos marchó inédito entre la sosería del diestro y su cierta y condenada desgana (pitos al matador). La corrida, sin embargo, se levantó con el quinto (Pantanoso, núm. 20, 620 kilos), un toro de los que cabía esperar de la casa, un toro encastado y con acometividad franca, clara, boyante, pronta, al que Robleño no sacó el jugo que llevaba y que quedó por encima de su matador. Y junto a éste, un sexto (Goyesco, núm. 17, 630 kilos) asimismo imponente, de presencia y de juego, noble y encastado, exigente, un toro de triunfo importante que Joselillo no supo o pudo aprovechar, bien picado por Sandoval aunque no hiciese pelea de bravo.






(Fotos RCB)
La terna, en conjunto, no anduvo a la altura de las exigencias. Uceda saldría a cumplir el trámite, bien es verdad que nada podía hacer con el flojísimo primero, pese a que si se hubiera cruzado más (algo que suelen pedir los de Cuadri) y se lo hubiese metido para dentro en vez de desplazarlo hacia fuera, otra cosa hubiésemos podido ver. Una buena estocada, desprendida, para ver una muerte de casta. En el cuarto, el madrileño anduvo tirando las tres cartas…, era toro de apostar, bajar la mano y tirar y lamentablemente Uceda no había venido a “esto”. Quitándose muchas veces, todo para fuera y a media altura, nada dijo ni nada mostró del toro. Se tiró a matar sin demasiada decisión, cobrando una estocada algo contraria con habilidad, que necesitó de hasta ¡once descabellos! Matador sí, pero descabellador…
Robleño anduvo justificándose toda la tarde, pero sin terminar de entender o meter mano a sus antagonistas. Bien colocado, cargando la suerte (¡albricias!) fue sacando algunos naturales buenos al segundo, sueltos, desperdigados, sólo cuando se cruzaba y bajaba la mano con seguridad. Con la derecha, peor situado, ligó una tanda a media altura, pero no era el pitón importante del toro, éste se vino abajo, y al fin recurrió al arrimón populista, quitándole la muleta varias veces para que el bicho no repitiera. Dos pinchazos (uno en la paletilla), un aviso y una entera baja pusieron epílogo a una faena posibilista. Mucho mejor anduvo en el quinto, comenzando por una buena serie de tanteo, con lances a rodilla doblada con clase y profundidad, y siguiendo con una tanda a derechas en la que sobresalieron dos y el de pecho. Pero…, no hubo mucho más. El toro le “pesaba” demasiado, tenía mucho que torear, al madrileño le costaba ligar con prestancia y prontitud, pero anduvo quieto, firme, bien plantado y colocado casi toda la faena (algo menos al final). Y entre dudas y medias tintas, se le fue una buena oportunidad. No acertó a espadas, y tras una media perpendicular y mucho más que baja, le daría cinco golpes en la nuca escuchando un aviso. 

(Foto RCB)
A Joselillo le vino muy grande la corrida, especialmente el último, y no se me fijen en el peso, caramba. Sus pocas corridas de este año le pesan bastante, y si además sale un toro como el último… El tercero, sin embargo, tenía un buen pitón zurdo, y tras unos lances mecánicos, sin gracia ni salero, lo brindó al público. Parecía que quería… pero en tales circunstancias querer no es poder. Hubo demasiado pajareo entre pases, rectificación constante de terrenos, alguna suciedad en los remates, y al fin no aprovechó las cualidades que el toro le disponía por el buen pitón. Por la derecha, más a la defensiva el de Cuadri, quedándose y buscando en alguna ocasión, nada vimos al de la capital. Fue un desastre con la tizona: dos pinchazos, saliéndose de la suerte y tapando la cara del toro, uno con desarme; media de la misma forma, otro pinchazo, un primer aviso desde el palco, nuevo pinchazo alargando el brazo a lo cinegético, y tres cuartos de estoque caídos, quedándose en la cara, y saliendo desarmado. Anduvo muy brusco en los toques, de manera que el bicho se escupía algo del embroque en los inicios del pase, y había que volver a meterlo casi siempre. Más pena nos dio en el sexto, el mejor toro de la tarde, en el que sólo anduvo trabajador, dando pases (que como dice el tópico, “no es torear”), con más oficio que beneficio, diciendo poco en un toro que descubría mucho. Casi una nueva calamidad a espadas: pinchazo bajo, una entera desprendida con más decisión, saliendo con un fuerte varetazo en la ingle derecha al engancharle el toro, y tres descabellos. Pese a todo, por la decisión, le ovacionaron como fin de fiesta.

(Foto RCB)
El premio al mejor picador quedó desierto, con entero acierto, a mi juicio, aunque se vieron dos o tres buenas varas aisladas: dos de Sandoval y una a Doblado. Habrá más… y mejor.

1 comentario:

  1. Es ud. muy generoso con los Cuadris Don Rafael. Ninguno peleó en el caballo, ninguno fue a más en la lidia y a una soberbia fachada y partida de nacimiento le faltó casta. Tuvieron bondad y alguno incluso sosería. No tiene suerte Cuadri en Céret.

    De los coletudos sólo Robleño. Uceda vino a pasar la tarde. Joselillo animoso, vulgar y mecánico. Fernando le puso algo de encaje vertical (aunque demasiado perfilero) a la bondadosa templanza de "Pantanoso" y firmó lo mejor de la tarde.

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