En los últimos años en que anduvo la ganadería en
manos de su creador –y criador- la vacada sufre un paulatino desprestigio, no
tanto porque sus reses no se acomodaran a los toreros, especialmente en el
último tercio, sino por su mansedumbre generalizada en los caballos y muy
limitado trapío en términos generales. Ello provocó el rechazo de la absoluta
mayoría de la crítica, pero también de la afición, que organizó repetidos
escándalos.
Don Juan Contreras y los Gallos (Foto: Tierras Taurinas, nº. 13) |
Don Ventura, que se había hecho cargo del anuario de “Toros y Toreros
en 1918”, resume de esta manera la campaña del ganadero pacense en tal año:
“Ha vendido diez
toros y nueve novillos menos que el año anterior y si la cantidad ha bajado, la
calidad no ha podido ser peor. ¡Bien estamos pagando los aficionados el
escándalo aquél que armaron los fenómenos con reses de esta ganadería el 2 de
mayo de 1914!
Y el ganadero,
por hacer caso de protecciones y dar
bichos que son monas desmayadas, mansas y sin poder, ya ve a dónde va a parar:
Al desprestigio”.
Y añadirá que “¡De
catorce toros, mejor dicho, monas, salió una brava!”. Lidio este año de
1918 en Madrid (el 17 de mayo, sólo 2, “uno
manso y otro blando, siendo protestado uno de ellos por estar cojo”), 6 más
en Sevilla (el 6 de junio, “Pequeños y
mansos; dos fogueados”), otro en Madrid el 23 de junio (resultó “fogueado”), 4 más en la plaza de la
Corte el 26 de septiembre (“uno fogueado,
uno bravo y dos mansurrones”) y uno más en Madrid el 20 de octubre, que “cumplió”, a Dios gracias. Triste campaña
ésta, en la que, de 14 toros, cuatro llevaron fuego. Hubo, quien, como “La
Lidia” afirmó que ninguno de los corridos el 17 de mayo en Madrid pertenecían a
Contreras, sino que fueron de Salas al haberse rechazado los del criador
pacense, y todo ello en la corrida de la Beneficencia, fecha clave en la
temporada madrileña. En cualquier caso, según esta revista, ni los de Santa
Coloma, ni los contreras o salas, “dieron
ninguna página de gloria a sus respectivas divisas, pues a pesar de su
presencia, que en conjunto resultó buena, por los hechos no se les puede
anotar, más que por sosos, tontos, y como las corridas anteriores, faltos de
poder y flojedad en las patas; sin un detalle, sin nada que les hiciese salir
de la vulgaridad e insipidez más abacabrante”.
Joselito con uno de los Contreras que toreó en solitario en Valencia en 1914 |
Tampoco se destacaron los de Sevilla, el día que se
inauguraba la Monumental en que Joselito
tenía puestas sus esperanzas. La crítica es inmisericorde con el ganado -no así
con los diestros, que anduvieron superiores- en general; vean lo que de los
toros escribiera “La Lidia”:
“El ganado mal
de presentación y escaso de bravura y poder, siendo fogueados los lidiados en
segundo y tercer lugar y los restantes saliéndose sueltos en casi todas las
ocasiones durante el primer tercio de la lidia, tomando entre los seis 18
varas, ocasionando seis caídas y matando tres caballos”.
Y al contrario que en otras ocasiones tampoco fueron
demasiado buenos en la faena de muleta, con la excepción del primero, con el
que Joselito cortaría una oreja en
faena sensacional. Sin embargo, su segundo huía sin cesar: “…no dio más que una verónica por marchársele
el animal, galleó en un quite y clavó tres enormísimos pares de banderillas
(Gran ovación). Con la muleta dio pocos pases metiéndosela en el cuello al
bicho y entrando con el brazo suelto agarró una estocada que lo tiró sin
puntilla (Muchas palmas)”.
El mismo José, con otro de los de 1914 en Valencia |
Los del 26 de septiembre, en Madrid, tuvieron “aceptable presencia. En varas tuvieron voluntad el
tercero y cuarto, manso y fogueado el segundo, soso y sin nervio el quinto. No
presentaron dificultades al final”, lo cual tampoco significa que
salieran excepcionales. Fue corrida en la que Joselito concedería la alternativa a Varelito y Dominguín. Al segundo,
a Dominguín,
le correspondería en suerte –bien mala, por cierto- uno de Contreras, Agujito de nombre, negro y bien puesto
de cara, pero manso de solemnidad, hasta el punto que fue fogueado.
Fueron, en conjunto, mejores los novillos de 1918: 6
corridos en Sevilla (el 7 de julio en la plaza Monumental, que según Don Ventura
salieron “tres bravitos y tres mansos”,
aunque según “La Lidia” terciados y los dos últimos fogueados), 5 en Madrid el
15 de agosto (“dos bravos y tres
mansurrones” según Don Ventura, “bien presentados, salvo el sexto, flaco y feo de
cabeza... y con buenas condiciones en el
último tercio” según Pérez López) o el
postrero de la capital, el 20 de octubre que también “cumplió”.
Gallito chico con un Contreras en Madrid, en 1915, toreando al natural en redondo y cargando la suerte |
Es paradójico –y no era la primera vez- que los
bichos de desecho obtuvieran mejores resultados que los de punta; de aquellos
hubo –entre bravos, bravitos y cumplidores- seis ejemplares frente a un
conjunto de 12, justo la mitad. ¿Es que la selección para toro se basaba en las
exigencias de los matadores de postín, de Joselito
en particular, y que éste buscaba sólo reses más dulces, pastueñas, “toreables”
según el criterio moderno, y que esto está íntimamente ligado a la mansedumbre?
Es mucho más que probable. Fíjense que uno de los novillos del 15 de agosto,
mogón del derecho, puede ser considerado como de bandera, ya que en 6 varas,
derribó 5 veces y mató 5 jamelgos; le tocó a Manuel Belmonte, que estuvo
discreto con el bravo animal, más que bueno en el último tercio.
Rafael
Gómez (el Gallo) se despidió del
toreo –por primera vez- el 10 de octubre con el toro “Carretero”, terciado de carnes y sin excesos en la cornamenta, pero dado
el poco juego del bicho, manso en todos los tercios, anduvo sólo regular y tras
marrar a espadas, sólo conseguiría división de opiniones.
Juan Belmonte con un contreras, en una característica verónica de entonces, brazos por alto (Madrid, 1915) |
Y en línea manifiestamente descendente tampoco
fueron mejores los resultados de 1919. El mismo Don Ventura, redactor del anuario de “Toros y Toreros en 1919” nos
cuenta lo siguiente:
“Catastrófico
ha sido el final de esta ganadería.
Y digo final,
porque hace poco supimos que se hallaba en venta, habiendo sido ofrecida a varios tratantes y ganaderos.
De 6 toros
lidiados en Madrid el 8 de junio, se foguearon dos y otros dos se retiraron,
uno por pequeño y otro por manso. En la misma plaza lidiáronse 4 el 13 del
mismo mes y se foguearon otros dos. Y volvieron a ser tostados dos más de los 3
que en el mismo punto se lidiaron el 17 del propio mes.
En Jaén se jugaron 6 el 18 de octubre, que
resultaron flojos.”
Paradójicamente, mejor página firmaron los novillos,
aunque sin ofrecer tampoco el juego
esperado: “El 17 de junio, en Zafra, hubo
4, sin caballos.- El 6 de Septiembre, en Jerez de los Caballeros, otros 4.- Y
el 8 del mismo mes, en Madrid, 6, resultando 4 buenos y 2 mansos, fogueándose
uno de estos”.
Y como resultado final, Don Ventura comentará:
”El desastroso fin de esta ganadería lo
vaticinamos en nuestro Anuario de 1916.
Inconvenientes
de crear monas desmayadas y mansas y de someterse a algunos fenómenos.”
Joselito en un doblón a dos manos, dejando la rodilla, ante un toro de Contreras (Madrid, 1915) |
Dos cosas merecen destacarse. En primer lugar que,
contradiciendo la romántica leyenda de la venta de la vacada a raíz de la
muerte de Joselito -en 1920 y
Talavera de la Reina-, Contreras ya había iniciado en 1919 los pasos para
vender la ganadería, y quizá se había deshecho en ese año de la mitad de la
misma a favor de los hermanos Sánchez Rico (la otra mitad la compró el tío de
aquéllos, Juan de Terrones, pero la
fecha que hemos hallado es la de 1920). Y deseaba venderla, según Don Ventura, a “tratantes
o ganaderos”, buena señal del estado en que se encontraba la misma, ya que,
de otro modo, ganaderos de postín, o los que deseaban alcanzar ese concepto, se
la hubieran rifado. Sólo se vendería la vacada -en sendos lotes- a criadores
que estaban en segunda fila, con ganado arcaico en buena medida, que se
alejaban de los cánones que iban imponiéndose en la corrida de la edad de oro.
Ni siquiera se interesaron nuevos ganaderos, como Urquijo, quien bien podría
haber buscado refresco en las reses murubeñas de Contreras para la vacada de
Tomasa Escribano que acababa de adquirir en 1917 para su esposa Carmen de
Federico.
Belmonte, doblándose con otro de la misma ganadería, a una mano (Madrid, 1915) |
La mala opinión que la afición y crítica tenía sobre
los contreras se fundaba, no en sus bondades en el último tercio, sino en la
mansedumbre en el primero de ellos. Santa Coloma, Parladé, Urcola,
Murube-Urquijo, Vega-Villar, Martínez y algunas otras vacadas –varias derivadas
de las dos primeras- eran capaces de ofrecer reses que, con bravura en el
primer tercio, sobre todo las dos primeras –el porcentaje de fogueados entre
los toros del Conde es ridículo, del 0,92%, y en Parladé inexistente- llegaban
al último en condiciones de embestir; quizá menos pastueñas, dóciles, suaves o
aborregadas, pero con más acometividad, fuerza, temperamento o casta, lo que
ofrecía mayores emociones a los aficionados y crítica. Contreras se adelantó un
siglo a su época. Hoy los coletudos más encumbrados se la habrían rifado;
entonces… también, pero no se había producido aun el cambio de público y
crítica, ese que ahora lo tolera y aplaude, y que entonces buscaba mayores
emociones en todos los tercios. Los mansos de Contreras –el porcentaje es
abrumador- trajeron consigo no sólo ese atisbo de toro postmoderno,
contemporáneo por completo, sino una mansedumbre intolerable en aquellos
tiempos, sobre todo ante las plazas montadas.
Las dificultades económicas que atravesaba el
ganadero pacense –complicado en asuntos inmobiliarios en Madrid, como nos
informa Viard (op.cit., pág. 47)- fueron el detonante de la venta, pero el
estado de la vacada tampoco invitaba a hacer esfuerzos desesperados. No fue
posible venderla de forma inmediata, y todavía en 1920 se seguirían lidiando machos
a nombre del ganadero (quién sabe si las vacas ya habrían desaparecido por
completo).
Un pase por alto de José en la corrida de los contreras madrileños del 15, cargandop la suerte |
Uno de los lidiados el 8 de junio del 19 serviría
para que Manuel Belmonte confirmara la alternativa de manos de Saleri II, “Aguinaldo”, que llegó bastante aplomado al último
tercio. Los lidiados en esa fecha en Madrid, fueron
insufribles para el crítico Gabriel,
en la revista “La Lidia” (9 de junio de 1919, núm. 168):
“Los
Contreras. Fueron pequeños y mansos, foguearon a primero y cuarto, y pasaron a
los corrales quinto y sexto por ser excesivamente chicos. Una corrida
verdaderamente indecente e intolerable. Sigue el abuso de la empresa que no
ignoraba la clase de ganado que compra y suelta luego frescamente en el abono
sin tener siquiera sustitutos de la misma ganadería”.
Pero es que tampoco
tuvieron unas universales buenas condiciones en la muleta, saliendo demasiado
desiguales, más bien quedados en general según la mayor parte de la prensa. De
la del 13 de junio, corrida de Beneficencia en que se lidiaron 4 de Martínez y 4
de Contreras, para Joselito,
Belmonte, Fortuna y Camará, al menos se salvó la presencia. En varas sólo
cumplió el segundo, mientras que los restantes
fueron mansos y se foguearon.
Gabriel, en la revista “La Lidia”
dirá que “Los de Contreras, mansos de
verdad, teniendo que haber sido fogueados de los cuatro, tres tan sólo, el otro se libró de milagro”. Eso sí, no presentaron grandes dificultades en los restantes tercios.
Rafael el Gallo, en uno de los de Contreras valencianos de 1915, muy falto de trapío |
Mala también, ahora a juicio de Luis Uriarte, Don Luis, fue la postrer campaña en el
anuario de “Toros y Toreros en 1920”:
“Iba de mal en
peor, y ha hecho bien su propietario en vendérsela a los señores don Juan de
Terrones y hermanos Sánchez Rico, a quienes acaso no importen los fracasos
tanto como al concienzudo ganadero extremeño”.
El ganadero aprovechó las últimas oportunidades para
liquidar en corridas la mayor parte de los machos que aun pastaban en La Giralda; hasta 35 teóricos (ojo, la
corrida de Madrid del 18 de abril se suspendió porque sólo se aprobaron tres en
el reconocimiento, así que al final el número real quedó en 29), y junto a
ellos 23 novillos, cifras que suponen un récord para la vacada. Pero recordemos
que la temporada no pudo comenzar peor, pues la anunciada corrida para el 18 de
abril en Madrid –con José, Juan y Fortuna
en el cartel- fue suspendida al ser rechazados tres de los de Contreras
previstos y no encontrar las figuras toros que les acomodaran, con el escándalo
subsiguiente.
Un
año más tarde, y por los méritos contraídos por su propietario en el orden político
–fue alcalde de su localidad entre 1918 y 22- económico y social –se cuentan
bastantes obras filantrópicas y de caridad, entre ellas ser Diputado del
Hospicio pacense, o la asistencia de la Infanta que caería enferma en
Burguillos-, el rey Alfonso XIII le concedería el Vizcondado de Burguillos del
Cerro el 21 de noviembre de 1921, publicado por Real Despacho el 22 de enero de
1922 (Alonso de Cadenas Ampelio, “Títulos nobiliarios vinculados con
Extremadura”, Ediciones Hidalguía, 2007; págs. 42-3). Más adelante, y al
carecer de sucesores directos, el mismo monarca le concedería la potestad de
nombrar sucesor el 16 de abril de 1928. El título acabaría en poder de su
sobrino segundo, Juan Murillo de Saavedra y Retamar en 1956 –ese gran
bienvenidista, cuya colección fue a parar en buena medida, al Museo de
Tauromaquia del Club Taurino de Badajoz-.
Joselito ante un "novillote" de Contreras en 1915 en Valencia |
Nunca
fue una ganadería larga. En conjunto, lidió 194 toros en los diez años que
estuvo en activo -número bastante reducido- en un total de 41 festejos. Se
halla muy lejos de las cifras que podemos encontrar en ganaderías como Miura,
Veragua o Santa Coloma, por ejemplo, aunque todas ellas estén muy alejadas de
las vacadas de hogaño que ofrecen mayor número de ejemplares. Tres o cuatro
festejos al año… que no son muchos y que indica escaso número de procreadoras.
Más aun si tenemos en cuenta que lo que lidia habitualmente no tiene un trapío
excesivo, ni siquiera en las plazas de mayor responsabilidad. No había una
cabecera de camada espectacular –que se lidiase en plazas de primera-…, si no
lo es en cuanto al juego que se buscaba. Recuerden que las corridas para los
más modestos, y muchas novilladas siempre salen mejores que los encierros para
las figuras del momento, aunque éstos sean más manejables, sosos, pastueños o
toreables, lo que iba buscando su creador.
Fijémonos
en quienes fueron los espadas encargados de matar dichas corridas y el porqué
de las críticas que tantos años se vierten sobre la ganadería por los críticos
más importantes de la época:
Toreros que
mataron las corridas de Contreras
Diestro
|
Número de corridas en las que estuvo
anunciado*
|
Número de reses efectivamente estoqueadas
|
Joselito
|
24
|
57
|
Juan Belmonte
|
15
|
27
|
Rafael el Gallo
|
9
|
18
|
Fortuna
|
6
|
8
|
Mazzantinito
|
2
|
6
|
Sánchez Mejías
|
3
|
6
|
Saleri II
|
2
|
5
|
Varelito
|
3
|
5
|
Manuel Belmonte
|
3
|
5
|
Martín Vázquez
|
2
|
4
|
Rodolfo Gaona
|
2
|
4
|
Posada
|
2
|
4
|
*Corridas en las que se anunciase la vacada como
principal componente del cartel y no un ejemplar en solitario (como, por
ejemplo, en corridas concurso, benéficas o similares). Contamos entre ellas la
de 1920 que se suspendió por no pasar el reconocimiento.
Queda
meridianamente clara la voluntad de Joselito
de querer torear estas reses. Sólo él llegaría a torear casi la tercera parte
de todos los toros que corrió la ganadería, hasta 57 en las 24 corridas en las
que se anunció con ellas. Si no hubiera habido tantas reses rechazadas por su
falta de trapío (y alguna por su insufrible mansedumbre en el primer tercio,
todo sea dicho) probablemente ese número sería aun mayor. Acompañándole, pero a
veces sin el diestro de Gelves (al menos en tres ocasiones, dos de ellas tras
la muerte de José en Talavera), Juan Belmonte, otro diestro que no le hacía
ascos a la vacada, y que llegó a estoquear hasta 27 toros de este hierro. A
rebufo de su hermano, Rafael el Gallo también es diestro que se destaca
de la media, con 18 toros muertos a espada. El resto de los diestros se
encuentra lejos de las cifras de éstos. Hay algún caso singular, como el de Mazzantinito, que en tiempos en que no
se conocía la ganadería lidió dos corridas a tres toros cada cual (Almendralejo
y Barcarrota).
Gallito chico, el 18 de octubre de 1916 en Zaragoza, nueva corrida en solitario frente a los Contreras (cinco) y dos remiendos de Bueno |
La
de Contreras fue una de las vacadas preferidas por Joselito, y a su sombra, de Juan Belmonte. Cuando se anunció en
solitario, la de Contreras fue escogida en dos ocasiones (dos menos que
Murube-Carmen de Federico, una menos que Martínez, pero las mismas que Santa
Coloma, Salas o Guadalest, ganaderías de su predilección). No cabe duda de la
protección que le dispensó, de la amistad que unió a ganadero y diestro (lo que
justifica tantas críticas en la prensa especializada). Joselito imprimiría un carácter a aquella, creando, junto al
ganadero, un tipo de toro más recortado –que en la década siguiente provocaría
nuevos escándalos en otras manos-, menos bravo, fiero o espectacular en varas,
pero que dejaba torear más cómodamente. La importancia de esto es trascendental
en la evolución de la fiesta que comenzara el revolucionario del toreo del
siglo XX, José Gómez Ortega. Fiel a su concepto, prefiere y presiona a empresas
y ganaderos a anunciar toros que cada vez se dejen torear de forma más
sencilla, quizá porque adivine que los públicos –no siempre la afición, más
conservadora- han de primar el toreo a pie, con muleta, por encima de cualquier
otro aspecto en la corrida. Y para ello se requieren reses que permitan
quedarse más quietos que antes, que obedezcan más ciega y sumisamente al trapo,
que tengan menos resabios, acometividad o fiereza. José encuentra en el encaste
murubeño este tipo de toro, y aunque toree también bastantes reses de otras líneas
de Vistahermosa (caso de Santa Coloma, Guadalest o Martínez, ya encastada la
vacada de la Tierra en Ibarra), serán las murubeñas las que mejor se adapten a
su concepto de toro moderno. Es una pena, sin embargo, que para ello exigiera
tantas veces toros recortados, pequeños, sin poder ni fuerzas parejas a las de
otras ganaderías del momento. Ahí radica, pues, el núcleo de las críticas que
sus contemporáneos escribieran en contra de ganadero y “fenómeno”.
Rafael y José el 21 de marzo de 1915, en Zaragoza, frente a sendos contreras |
Epílogo
La
ganadería de Contreras se deshará en dos mitades, una que fue a parar a manos
de los hermanos Sánchez Rico (Ildefonso y Fernando), probablemente ya en 1919, y
otra que acabaría en poder del también salmantino Juan Sánchez (de Terrones),
en 1920. Pero de sus respectivas vacadas ya tendremos tiempo de tratar.
¿Es verdad que a Murube no le gustaban los toros castaños o coloraos y se sol vendió a Contreras?
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