Dos orejas al Zotoluco con división. Un dispuesto Mario Aguilar que no convenció y Manzanares que lamentablemente pasó desapercibido.
8.ª de la Temporada Grande. Monumental México. Toros de Pepe Marrón. Menos de media plaza. Hermosa tarde. Zotoluco, silencio y dos orejas; José María Manzanares, silencio en ambos; Mario Aguilar, división y silencio. 1.º, manso y suave; 2.º, débil, que se quedaba corto; 3.º, un novillete protestado; 4.º, un feo zancudo con más movilidad; 5.º, débil, sin transmisión; 6.º, manso, débil, obediente. Destacó el picador de Manzanares.
Espléndida tarde con menos de media entrada. Un cartel que en el papel prometía más y no convocó a las mayorías. Disparejo ganado en presentación y casta de Pepe Marrón, que, inexplicablemente, es solicitado por los matadores hispanos para toparse con animales que dejan mucho que desear. Al Juez Jesús Morales, quien presidió el festejo, le da lo mismo un toro que un novillo y las dos orejas de “El Juli” que las cortadas hoy por el “Zotoluco”.
El triunfador fue el veterano diestro de Azcapotzalco, Eulalio López “El Zotoluco” quien tuvo la suerte de lidiar el mejor lote y volvió a sorprender esta tarde a las mayorías. Con el que abrió plaza se vio más aseado que de costumbre, toreando erguido y en ocasiones hasta llegó a ajustarse y calentar a la galería. Mató de media en buen sitio y se cansó en descabellar. Con su segundo se mostró con un toreo erguido pero con muy poco temple. Mató de entera efectiva y recibió dos benévolas orejas que fueron excesivas para algunos y terminaron por ser protestadas al pasearlas en la vuelta al ruedo.
El alicantino José María Manzanares nada pudo hacer ante su débil primero, hasta estuvo mal con el estoque, siendo que la espada es también una de sus más fuertes cartas. Con su segundo, ante otro débil que se quedaba corto, puso mucha voluntad pero ni eso le fue agradecido, mató de una entera que partió en dos al toro. Su administración debería saber que este ganado no funciona para los toreros de ultramar.
El hidrocálido Mario Aguilar, quien estaba bien acartelado con la fe de caminar en esta profesión; en su primero, un novillo indigno, toleró los gritos del respetable harto de que le anuncien toros y le echen novillos. Nada de lo que hizo fue reconocido. Mató de entera caída efectiva y se retiró enfadado ente división. Con el que cerró plaza, un obediente novillo, templó con soltura y seguridad pero en ocasiones se mostró con detalles poco estéticos que no le eran de su estilo y escuela. Ojalá solo se quede todo esto en esta tarde. Le va más el toreo templado y ajustado que el efectivista.
La semana que entra pisará este ruedo el hispano Juan José Padilla, acompañado por Federico Pizarro y Joselito Adame con toros de Villa Carmela.
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