Por Ángel Arranz Izquierdo (aficionado práctico)
Con sus permisos, permítanme un
avance de cinco observaciones para la continuidad y reconocimiento de la
Tauromaquia con y sin fronteras.
1ª) La Tauromaquia integral va
mucho más allá de rituales o espectáculos de ocio, negocio, mérito o
entretenimiento. La Tauromaquia integral abarca desde la alquimia y
mantenimiento ecológico casi puro del medio ambiente rural que ocupa, hasta la
gastronomía… pasando por parte de la didáctica y de la pedagogía que son tan
ancestrales como actuales y eternas en los orígenes agrícolas y ganaderos de
toda la Humanidad. Sin olvidar su función en cadenas alimentarias y de
supervivencia.
Un toro de Partido de Resina esta primavera (Fioto: RCB) |
2ª) La Tauromaquia integral va
mucho más allá de expectativas partidistas, bipartidistas, de indiferencia, de
apropiación, de expropiación, de privatización o de nacionalización ideológicas
o “ideoilógicas”. La Tauromaquia se sustenta y alimenta desde la admiración y
el respeto plural en toda clase de pensadores libres y pensamientos abiertos.
No le hacen ningún favor los grupos - ya sean políticos, económicos o sociales-
que bien o malintencionadamente pretenden manejar, manipular o monopolizar sus
grandezas y miserias.
3ª) La práctica y legalidad de La
Tauromaquia integral son más antiguas y sabias que la mayoría de las leyes
vigentes. Y sin duda, se ajusta a todas las exigencias de nuestra Constitución
y de la Convención de la UNESCO para su reconocimiento y protección merecidos,
como por ejemplo lo tienen el flamenco, el tango o los “castellets”. Su originalidad y toque de distinción con
respecto a otras manifestaciones artísticas, deportivas, o inventos o eventos
habidos y por haber, la hacen distinta y distante en análisis, controversias o
reflexiones más o menos sensibles. Se es taurino, se es tolerante o se es
antitaurino. Las tres posturas son tan lícitas como compatibles, lo demuestra
el falso y milenario debate: toros sí, toros no. En todo caso el debate sería:
muerte del toro a espadas y en público, o muerte anónima en el toril o en el
matadero. Los toreros, son derivados de los toros, y también son conscientes de
sus aciertos o desaciertos con los toros y los toreos. Responsabilidad,
naturalidad y autenticidad han de ser las señas de identidad de su credibilidad
y valía. El tiempo va demostrando la innovación y evolución de La Tauromaquia y
sus fieles. Los excesos propios o ajenos se suelen quedar en anécdotas o
extravagancias veletas o efímeras en las perspectivas de la Historia.
Joselito, el día de la primera oreja sevillana, ante un Santa Coloma (1915) |
4ª) El arte de torear propiamente
dicho es el resultado más refinado y espiritual de la Tauromaquia. Y suma lo
más altruista de la condición humana y universal: valor, temple, intuición,
habilidad o gracia ante peligros y adversidades. Por otra parte, el toro es el
único animal que camino de la muerte tiene derecho a indulto. El toro bravo
tiene nombre y denominación de origen y se le pita, silencia o aplaude dadas
sus cualidades y calidades en bravura, entrega y nobleza. Y es el único animal
que se le homenajea y recuerda en tabernas y salones con sabor, saber y tronío.
La Tauromaquia tiene un componente doloroso y sangriento…como casi todos los
escaparates y las trastiendas de la belleza. Hay dolor antes, en y después de
un parto. Hay sangre, sudor y lágrimas en la construcción de los monumentos más
asombrosos. Y de momento nada ni nadie ha podido evitarlo. Se trata de que haya el
máximo equilibrio en el arte de torear para herir el mínimo de sensibilidades:
¿hipócritas o reales?
5ª) ¿Los padres, abuelos o
bisabuelos de los antitaurinos más furibundos eran asesinos cuando mataban
cerdos, pollos, conejos o corderitos para alimentar a la familia? Abastecer de
alimentos a una ciudad como Barcelona significa matar más animales en un día
que toros bravos se matan en un siglo. El arte de torear es un pulso donde la
fuerza de la razón domina y somete a la razón de la fuerza. Estoy deseando que
eso mismo ocurra en todas las actividades y en todos los rincones del mundo.
Solo por esa imagen, La Tauromaquia debe formar parte del Patrimonio Cultural y
Material de buena parte del pueblo español y de los pueblos universales como ya
pedimos sin complejos en 2.010 el ilustre cineasta Jordi Grau y yo mismo en
nuestro libro: ¡TORTURADORES? (Madrid, Editorial Egartorre, 2010). Salud y
justicia social.
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