No, me refiero a la reciente
concesión del Premio Nacional de Tauromaquia, que como ustedes sabrán ha
recaído en el diestro Paco Ojeda entre la estupefacción de la mayor parte de
aficionados, que, en su mayor parte, no han dicho esta boca es mía quizá porque aun
no han salido de su asombro. Conozco a bastantes de los integrantes del Jurado
cuyo “fallo” –no sé si literal en su primera acepción- ha dado lugar a que, a
partir de ahora, esta nueva recompensa o se tome a auténtica “chufla” o haya de
ser rápidamente reconvertida.
Y es que el incomprensible Premio
Nacional de Tauromaquia 2012 concedido a Paco Ojeda ha supuesto, de nuevo, aunque algo
surrealista, perfecta coherencia con el taurinismo rampante en la tauromaquia postmoderna de esta
segunda década del siglo XXI. Y es que han sido coherentes con su particular concepto de la tauromaquia, y de ahí que lo justifiquen con esa frase que define todo un proyecto: "especialmente su gran personalidad estética y la enorme influencia que su concepción del toreo ha tenido en toda la Tauromaquia posterior". Coherencia, repito, con la fiesta que nos toca
vivir –o malvivir- no con la que fue y la que será por siempre, con la que debiera ser.
Coherencia con la pérdida de valores que la misma padece en la actualidad, donde el
metraje es valor superior al del mérito, donde la pata atrás se defiende frente
a la gallarda, valiente y meritoria actitud de “cargar la suerte” p`alante, donde se torea con la muleta por detrás del muslo, donde el bicho “que no
molesta” se impone frente al toro encastado, donde el lenguaje se pervierte
para justificar lo injustificable, en la descripción de la técnica, en la
narración de faenas o en la definición de bravura o trapío, términos
prostituidos en el lenguaje del taurinismo oficial. Esto de la bravura, sólo
medida hoy en la faena de muleta –el toro ha podido salir de najas del caballo,
aun con coces asociadas-, aquilatada en
la duración baboseante de sus embestidas, en la nobleza rayana en la borreguez,
en la sumisión absoluta y carencia de cualquier respuesta que pueda incomodar
al espada de turno, es paradigmático de la fiesta y de la sociedad actual. Por
izquierda o derecha, cualquier ciudadano que moleste, que muestre una opinión
contraria al opinar oficialista, o simplemente a la moda –entendida en términos
estadísticos- es incómodo –bueno… para el mundo político oficial, como para el
taurino, sólo las que se salen por la derecha-.
En el jurado propuesto, repito, había
bastantes caras conocidas… y otras absolutamente desconocidas para mí. Pero en su
conjunto, lejos de suponer una visión absolutamente independiente, plural, próxima a la
cultura o al mundo de la intelectualidad, cercana al aficionado que mantiene el espectáculo, podía verse a un pequeño grupo de gente muy
próxima a una visión común, y apenas unas cuatro voces que pudieran resultar
discordantes…
El programa de la tarde que supuso su despegue: Madrid 25 de julio de 1982 (Colección personal) |
¡Y tanto! Fíjense qué casualidades
tiene la vida, que tres o cuatro de ellos ya llevaban el mismo nombre -el del ganador final- como propuesta
para el Premio. Imagínense que, sin contacto previo, diez, doce o quince de
nosotros –catorce eran los miembros del Jurado- nos reuniéramos para dar un
premio a cualquier cosa ligada a la fiesta nacional: una institución, un
pensador, un pintor, escultor, músico o fotógrafo, un aficionado de solera, una
peña taurina, una asociación, un centro de investigación, una Universidad, una Fundación, y que sólo como excepción –que es lo que reza el
texto del premio para su concesión- pudiéramos llevar el nombre de un
profesional taurino –ojo, cualquiera, empresario, apoderado, ganadero, matador,
novillero, subalterno, picador, mozo de espadas, rejoneador…-. Pues nada… tres o cuatro de nosotros coincidimos en el mismo nombre, en el de un torero retirado, con
exigua ganadería, yerno que fue de otro ganadero –aunque no sé cómo anda la
cosa-, que anduvo dos años –venga tres- en la cúspide y que luego casi todos los
aficionados hemos ido olvidando... salvo el taurinismo oficial y rampante y algún fan añorante...
En la propuesta inicial se
barajaron -y luego descartaron- otros nombres de mucho más tronío y méritos indiscutibles, como el de el
Viti –ese sí que fue una gran figura, universalmente reconocida, pero que sólo
consiguió dos o tres meritísimos apoyos iniciales, aunque al fin fue la única
opción válida frente a Ojeda, quedando en segundo lugar sólo por los pelos…-,
o el de Mario Vargas Llosa -Premio
Nóbel, recuerden, que defendió la fiesta en la misma entrega de aquel en
Estocolmo, alguien cuya repercusión hubiera tenido eco y alcance universal-.
Pues nada… Paco Ojeda. ¡Hombre!, andaba en el jurado Múgica, cuya amistad con
el diestro ha sido manifiesta, Gómez Angulo que se honra también con la misma,
un escritor que parece interesado en una posible biografía del diestro, otro
político que le admira sinceramente…
La foto de un joven Ojeda que acompañaba a los programas de aquellos primeros años |
Detengámonos,
antes que nada, en qué es lo que se premia, que es condición previa que nadie debería
olvidar. Dice el texto del BOE, en su artículo segundo, que “El Premio Nacional
de Tauromaquia correspondiente a 2013 está destinado a reconocer los méritos extraordinarios de un profesional en las
diferentes actividades de la tauromaquia durante el año 2012, o de una persona
o institución que haya destacado por su labor en favor de la difusión de los
valores culturales de la tauromaquia durante el mismo periodo”. ¿Qué habrá
hecho Paco Ojeda en 2012 para hacerse acreedor del mismo? ¿Le vieron ustedes en
el Congreso? ¿Se ha caracterizado por su defensa de la tauromaquia de alguna
forma, en los medios de comunicación, en el mundo político, en la malhadada humorada del
Parlamento catalán el año anterior, ha escrito algún libro, artículo de fondo o
simplemente panfleto en defensa del espectáculo, ha creado obras de arte
–pictóricas, escultóricas, musicales, diseñado arquitecturas taurinas, vertido
en versos o prosa sentimientos universales de amor a la fiesta o de la
exaltación de sus valores-? ¿Cuáles son esos méritos excepcionales en cualquiera de las diferentes actividades de la tauromaquia, ojo y mucho cuidado, durante 2012, para destacar por su labor de la difusión de los valores
CULTURALES de la tauromaquia durante el mismo periodo? Fantástico.
Empezamos fenomenal.
Sólo como
singularidad –mal vamos si comenzamos justo con la excepción-, dirá el texto
del BOE: “En casos
excepcionales, debidamente motivados, también podrá otorgarse como
reconocimiento a una trayectoria profesional”. Y hete ahí que el Jurado –bueno
sólo la mitad y poco más del mismo, ojo- comienza por conceder el Premio a la excepción. Nadie, al parecer, ha reunido
méritos durante 2012 para hacerse acreedor al mismo, en el ámbito de la
difusión de los valores CULTURALES de la fiesta; nadie, absolutamente nadie, ni
una sola persona, ni un grupo, ni una institución, nadie ha hecho nada en 2012 y sólo han
podido entregar ese premio a alguien que casi vive alejado del día a día taurino y
que nada relevante ha hecho en este 2012
–menos aun en el mundo de la CULTURA, claro-.
Pero es que,
además, se lo han dado a un diestro de trayectoria más que dudosa, pero que
justifica buena parte del destoreo que hoy se practica: la pierna atrás, el
encimismo absurdo y agobiante, la lidia de reses descastadas y chochas –el
“vaco” que comentaba el gran Marcial Lalanda, justo en aquellos años-, la
colocación fuera de cacho, las más de las veces en la pala del pitón o –peor
aun- en la oreja del animal -aunque hiciese sus alardes entre los pitones, al citar casi siempre estaba absolutamente descolocado-, el sobeteo en medios pases sin fin, circulares
inversos, cambios de manos a medio pase, pero una estética afín con los gustos
más contemporáneos. No es que no tuviera virtudes, que las tuvo, como la quietud, el temple y aun el valor, es que creo se magnificaron por los que entonces se asustaban con "eso" y no reconocían virtudes a los Ruiz Miguel, Miguel Márquez, Manolo Cortés, Palomar, Esplá, Pepe Luis Vargas y tantos que bregaban con lo más duro. Ojeda encandilaba entonces –en los años 80- a los taurinos,
a los aficionados afines al oficialismo o amigos de algunos diestros -"toreristas" se llamaban entonces-, a buena
parte del público ocasional, a los que fundaban el mérito del espada por centímetros -con el costillar, no con los pitones-,
más que por sus auténticas cualidades –posición, colocación, distancias, cite,
cargazón, remate, temple, conocimiento de las reses, inteligencia-… pero siendo consecuentes hemos de reconocer que creó
escuela. Escuela no de la mejor, pero escuela al fin. Es verdad que tenía
muchísima personalidad, que toreaba cerca y que templaba bastante… pero ¡hombre!,
como él, en la historia y a lo largo de la misma, con mayores méritos hay
decenas de espadas, comenzando por el mismo Viti o Paco Camino, sin ir más lejos. Torero de revolera, que no de
media verónica, como lo definiera un buen amigo y grandísimo aficionado de Las
Ventas, torero muchas veces más de artificio que de verdades, de distancias
cortas –donde el toro pesa menos y empuja muchísimo menos aun- que aquellas largas
que ofrecían –en idénticos años- dos veteranos como Antoñete o Manolo Vázquez o un novel espada llamado César Rincón
unos cuantos después.
La terna al completo en aquella primera tarde madrileña, confirmación y presentación. |
Programa de su primera puerta grande madrileña: 18 de mayo de 1983 (Colección personal) |
Paco Ojeda con juampedros en Bilbao... (Colección personal) |
¿Y el resto de
sus apariciones madrileñas? Pues quedan resumidas en el siguiente cuadro:
Resultado
|
Como torero
|
Como rejoneador
|
Bronca
|
4
|
0
|
Pitos
|
3
|
1
|
División
|
2
|
0
|
Silencio
|
12
|
1
|
Palmas
|
1
|
0
|
Ovación
|
3
|
1 y 1 por colleras
|
Vuelta
|
4
|
0
|
Oreja
|
3
|
1 por colleras
|
Dos
orejas
|
1
|
1 por colleras
|
Desde luego, para ser figura intemporal… no
parece que cuadren los datos. Al menos en Madrid. Se podrá decir, se dirá sin
duda, que Ojeda cuajó sus mejores faenas en otras plazas, como Sevilla, por
ejemplo, pero si hacemos un recorrido similar, nos encontraríamos con nuevas
sorpresas. En la plaza de Real Maestranza de Caballería –y al margen de sus dos
únicas actuaciones como novillero, una de ellas de Puerta del Príncipe-, Ojeda
piso el albero hispalense en 26 corridas de toros y cortó 15 orejas (sobre 104 posibles, un 14,4%), cuatro de ellas en su tarde más triunfal, en solitario, un día de la Hispanidad frente a una corrida de Manolo González, en 1982 (Gallito, ya que lo hemos citado antes, lo hizo en 59 ocasiones en unos años donde había muchos
menos festejos, por cierto, y cortó hasta 38 orejas y dos rabos entre la Monumental y la maestrante, un 16,1%, y eso cien años ha). Ojeda sólo cuenta en su haber con dos puertas del
Príncipe como matador, la mentada de 1982 y la primera de sus actuaciones en la
Feria de Abril del 83 y tiene una faena de dos orejas en la feria del 88. Tampoco es
una barbaridad… Toreros de ese corte los ha habido por docenas, no les quepa
duda.
El mismísimo Filiberto Mira –nada de
dura crítica, sin duda- dirá de él, en su “Cien años de toreo en Sevilla
(1900-2000)” (Sevilla, 2002), que “Las cimas de Ojeda podrían haber alcanzado las de José, Juan y Manuel,
si al que llamé el Tartésico… hubiera tenido una mayor continuidad en los
éxitos, y no hubiera necesitado, para la realización de sus faenones
asombrosos, unos toros que mucho se le acomodasen a su enervante y
peculiarísima forma de torear”. A buen entendedor pocas palabras bastan. No hace falta recurrir al tópico de Alfonso
Navalón (que nunca lo vio con buenos ojos) de “saco de patatas”, basta con repasar lo que dice la última edición
del Cossío (la de 30 volúmenes) para ver que sus triunfos rotundos se limitaron
a los años 82 y 83 y aledaños, y que cuando fueron apareciendo en lo sucesivo lo fueron
en cosos donde las exigencias no suelen ser de lo más estricto (incluidas entre
ellas Marbella o Benidorm, por ejemplo). Repasen su biografía y comprueben
dónde fueron aquellos y cuál su alcance, por favor. Y fíjense como en Sevilla
tampoco aparecen éstos, salvo en las precedentes y en alguna otra esporádica. En
1980 pasa sin pena ni gloria; no torea en el 81; en el 82 corta una oreja a un
toro de Barral y da tres vueltas al ruedo antes de su éxito del 12 de octubre mentado;
en el 83 nuevo triunfo, con tres orejas cortadas a dos reses de Manolo González,
y un nuevo trofeo en otra aparición, son sus años triunfales; en el 84 tres
actuaciones en el coso del Baratillo y ninguna oreja; en el 85 no pisó su
arena; en el 86 nuevas tres tardes y sólo dos orejas de doce posibles; en el 87 tres actuaciones
más y ningún trofeo que llevarse a la boca; en el 88 nuevos tres festejos,
cortando dos apéndices en el primero; desaparecerá en los
años 89 y 90, reapareciendo en 1991 tres tardes más, sin recompensa alguna, y de la primera de ellas nos cuenta el redactor del Cossío que era “Un cartel muy
esperado, para el que se han agotado las entradas desde bastantes días antes… los
toros pertenecen a la divisa de El Torreón. No le acompañó la suerte, ni con
los del hierro titular ni con un sobrero de la divisa de su suegro que no
permitieron que hiciese su toreo”, y las
dos tardes de la feria de abril… tampoco: “sin
encontrar en ninguna de las tardes ese sitio que le dio justa y merecida fama”
dirá; en 1992 aparece en Sevilla “en la
que con tres corridas es uno de los pilares en los que se sustenta este año el
abono. Ni con los juampedros, el 20 de abril, ni con los jandillas, el 27
siguiente, estuvo bien, quedando sus trasteos, al menos uno cada tarde, por
debajo de las condiciones de los toros. Salvó la feria en el último toro que
lidió…, de Guardiola Fantoni… cortando una oreja” en faena muy medida, dirá
el redactor de su entrada en el moderno Cossío; en el 93 se ausenta de la Real Maestranza y de
los cosos españoles, aunque reaparece en el 94 en dos tardes que se saldan en
blanco “sin que en ninguna de las tardes hubiese
ojedismo”; desde el 95 hasta el 2002 su nombre desaparece de los carteles
de la capital andaluza –como matador, aunque hace tres escarceos en Sevilla
como rejoneador-, y en la corrida a pie de este último año, el 31 de marzo, con
reses de Torrealta, “un lote sin opciones
le impidió lucirse en un día tan especial”, se nos contará en la buenista
biografía de la enciclopedia taurina. Como pueden comprobar, y al margen de
sus dos o tres buenos años, alguna actuación afortunada -como cien toreros más-,
personalidad, quietud y poco más, con el público a favor.
Los toros de aquella primera puerta grande madrileña (Colección personal) |
Ojeda fue un diestro que se mantuvo apenas
una decena y media de años como matador, sin contar sus apariciones ulteriores a caballo, como rejoneador, algo en lo que brilló fugazmente (las dos orejas de aquella tarde
madrileña las cortó en actuación por colleras junto a Hermoso de Mendoza, este
sí, el mejor rejoneador de la historia), o a pie en temporadas donde la
desigualdad o los malos resultados fueron la tónica general.
Hablando el otro
día con Francisco Ruiz Miguel, durante y después de una muy interesante
conferencia en Las Ventas, nos comentaba en público, que tal como le dijera
Antonio Ordóñez –otro más del montón…- para ser figura había que torear
temporadas completas –de Castellón a Zaragoza- y dar la cara en las plazas más
importantes… durante veinte años. Ruiz Miguel, al menos, lo cumplió, toreando
una media de 50 corridas anuales, enfrentándose a 100 corridas de Miura, 89 de
Victorino, incontables de Pablo Romero, Palha, patas blancas, santa-colomas, Conde
de la Maza, ibanes, etc., abriendo la Puerta Grande de Madrid en DIEZ OCASIONES
y llegando a cortar el último rabo cortado en la plaza de la real Maestranza de Caballería de Sevilla, ¡oigan!, el ÚLTIMO RABO… frente a un toro de Miura llamado Gallero. Te
podría gustar más o menos su estética, pero el mérito y la trayectoria no
tienen parangón con la mayor parte de los coletudos de su tiempo o del
presente… incluido Ojeda. Que por cierto vio poco -aunque algo- de esos encastes…
Hace apenas quince días y de ello apenas si se hizo eco algún blog... Ruiz Miguel en la última conferencia de la Peña "Los de José y Juan" |
El premio, no sé si de consolación
por no haberle concedido la medalla de oro de las Bellas Artes, tiene poco peso
y menos justificación, pero muchíiiiisima política. Comenzar con un
torero muy discutido en su tiempo, y más aun, centrándose en la
excepción que señala el texto del BOE, ha sido un gran error. Sé de muy buena
tinta, que hubo dos frentes dispares, y que S.M. el Viti anduvo a un tris de conseguirlo; hubiera sido muchísimo más
lógico, porque don Santiago no ha cesado en estos años de manifestar su apoyo a la
fiesta, la defensa de sus valores intrínsecos y ha dado formalmente la cara frente
a los últimos procesos abolicionistas. ¿Dónde andaba Ojeda en esas ocasiones?
¿Cuáles han sido sus méritos en 2012 para hacerse acreedor del mismo?
Vaya un timo, amigos. Intentaré, como hacía Paul Newman en la película, portarme en lo sucesivo algo mejor, pero es que cuando me dan el cambiazo del auténtico Edward G. Robinson por uno falso, nace en mí un qué sé yo por dentro, que me impulsa a intentar desfacer entuertos... y más si la sombra soviética de la opinión única y la amenaza del gulag para los disidentes, planea por el horizonte. Gracias a que mi Elke Sommer la tengo en casa...
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