La Tauromaquia en Madrid (II)
Una temporada, pero no cualquiera (1794)
En esta nueva sección que inauguramos hace sólo unos días, iremos incorporando textos que publicábamos hace años, para que puedan estar disponibles para su lectura de forma sencilla. "La Tauromaquia en Madrid" recogerá artículos breves, estudios, prólogos o textos más elaborados sobre los festejos taurinos en el Madrid moderno y contemporáneo, pero habrá también otras secciones que iremos anunciando en su momento.
Dentro de esta nueva sección "La Tauromaquia en Madrid", incluimos en esta ocasión un artículo escrito por un servidor y María Teresa Artigas Cano de Santayana, redactado en 1984 y editado en 1985. La ficha de la edición es la siguiente:
M.ª Teresa ARTIGAS y Rafael CABRERA BONET (1985), Revista Lance, n.º 13. Febrero de 1985.
La revista era publicación periódica de la Asociación Juvenil Taurina Española. Quizá sus datos hoy sean más conocidos por la obra de Francisco LOPEZ IZQUIERDO (1985-1988), Plazas de toros de la Puerta de Alcalá (1739-1874), Madrid: Unión de Bibliófilos Taurinos; que recoge parte de la información de este artículo, pero en aquel momento aun no había visto la luz dicho libro. Los datos procedían de las crónicas insertas en el Diario de Madrid de aquellas fechas, único que las publicaría en aquel siglo ilustrado. Y además fue el único año en que vieron la luz todas ellas, ya que ni en 1793, ni en 1795, llegaron a completar la temporada. Sirve por ello, como magnífico botón de muestra.Recogemos en él artículo tanto el desarrollo completo de la temporada, fijándonos especialmente en la suerte de varas y las ganaderías del momento, y la de los principales matadores que actuaron en dichos festejos, Pedro Romero, su hermano José y Francisco Garcés, con incorporaciones más o menos frecuentes, como media espada, de Jerónimo José Cándido.
Desfilarán ante nosotros ganaderías de la tierra (esto es, colmenareñas y de sus aledaños madrileños) como las de Manuel García Briceño, Fernando Segura, Antonio Hernán García y Manuel Aleas; algunas manchegas, de casta jijona, como las de José Gijón, Álvaro Muñoz y Teruel y Hermenegildo Díaz Hidalgo; otras manchegas como las vacadas de Gonzalo Ortega Montañés y Patino y Francisco Marañón; también, procedente de la antigua Castilla la Vieja, presentó sus toros en Madrid una de las ganaderías de más abolengo dentro de la región, la de Agustín Díaz de Castro, u otra salmantina, la de María Vela España; y no podían faltar las de la ribera del Ebro, entre las que vinieron las acreditadas de Alonso López de Artieda, Severino Pérez y Muro y Francisco Xavier Guendulain.
Hubo buenos y malos trances y suertes; toros de más de quince varas y considerable pérdida de caballos y algunos fogueados; estocadas "asombrosas" (término que nos deja un tanto perplejos), y bajas, pero fue, en conjunto un temporada completa mucho más que aceptable.
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