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sábado, 15 de septiembre de 2012

José Tomás despide mañana su temporada y quizá algo más…


José Tomás se enfrentará mañana por la mañana a lo que es sólo el tercer reto de su corta temporada. Reto, eso sí, a lo grande, enfrentándose a seis toros en solitario de diferentes ganaderías. Se nos antoja, aunque se habla de un fin social para la recaudación, reto quizá innecesario porque a estas alturas el diestro de Galapagar no necesita ya demostrar nada. Pero al hilo del mismo se nos ocurren varias reflexiones y comentarios, que les brindo para su propia reflexión.


1.- Se habla, en el entorno próximo al diestro y especialmente al de su apoderado Salvador Boix, que ésta podría ser la última corrida del torero. No ya sólo de su corta temporada del 2012 (Badajoz, Huelva y Nimes), sino de su carrera. Es verdad que a pesar del buen estado de forma del matador, de su extrema delgadez (que roza lo patológico, desde luego), algo parece que no termina de funcionar en la pierna que resultara con aquella tremenda cornada que le arrancara la femoral en Aguascalientes. Según fuentes cercanas al matador, la pierna, cuando le exige esfuerzos importantes, “a veces no le funciona como es debido”, algo que sólo sucedería en ocasiones –no siempre- pero que condicionaría de alguna manera su completa seguridad para pisar los muy comprometidos terrenos que ocupa cada tarde. Por otro lado, podría sumarse a esa hipotética –quizá fundada- decisión, el hecho de su reciente paternidad –está hecho un auténtico padrazo, centrando sus atenciones en su reciente vástago-, y hasta, tal vez, el hastío con que contempla el mundillo taurino y las frecuentes críticas a que es sometido por sectores irreductibles de éste, que no tienen la amplitud de miras suficiente como para valorar lo bueno y censurar aquello que no lo es. Parte de la crítica, en especial la poncista, pero también sectores próximos al Juli y a otros diestros del G-10, han volcado sus censuras constantemente sobre el diestro de Galapagar de la manera más virulenta posible, a la par que para sus defendidos no existe defecto alguno…  Y aquello puede llegar también a hartar. Sea por alguna de las dos primeras razones –las más plausibles- o por la suma de ambas más la tercera, quizá estemos ante la última de las corridas de José Tomás en los ruedos hispano-franceses. Creo que sería lamentable para la fiesta pero puede ser un hecho tan sólo dentro de unas horas.

El coso romano de Nimes
2.- En algunos medios se ha destacado, en claro contraste con la prensa contraria al diestro, el gesto de enfrentarse a seis toros de diferentes ganaderías, subrayando precisamente "la variedad", pero lo cierto es que yo sólo veo en ello el gesto de la encerrona en sí misma. Me explico, anunciarse en solitario es ya, de por sí, un acto de entrega, de valor, de sacrificio suficiente; no es necesario, por tanto, que en el mismo haya más de una ganadería. Si las hay, no es sólo por abrir el abanico de posibilidades para el diestro, sino –al menos en teoría- por mostrar diferentes comportamientos y entrar en abierta competencia entre diferentes criadores. Me temo que no es éste el sentido del festejo, ya que no se anuncia como de concurso. Esperemos, cuando menos, del buen hacer del espada que luzca suficientemente los toros, aunque sea a costa de sacrificar algo, tan sólo, y en parte, el posible toreo ulterior con la muleta. Ahora bien, subrayar la variedad de ganaderías en sí misma, como algo plausible me parece de todo punto inapropiado, exagerado a todas luces, cuando estamos hablando de Parladé (esto es, Juan Pedro), Victoriano del Río (esto es..., casi lo mismo), Toros de Cortés (el segundo hierro de don Victoriano del Río, con primos hermanos de los toros de su primera vacada, una vez eliminado lo de Los Bayones), El Pilar (otro tanto de idéntica condición y origen), Jandilla (de don Borja Domecq, más idem de lo idem) y un temible Garcigr… Domingo Hernández (que, como tal, tiene el mismo origen que todo lo demás). Seis eran seis, y los seis proceden antes o después de los terribles “Juan Pedros”… Hombre, un gesto, en sí mismo, no es anunciarse ante “esto”. Lo hubiera sido si a uno de don Victoriano hubiese ligado otro de don Victorino… padre; si al de Jandilla hubiese contrapuesto otro de Escolar o su casi homónimo Escobar; si al del Pilar hubiera enfrentado uno de Cuadri… Incluso, aunque no anden por su mejor momento, si hubiera buscado otros encastes para dar a la fiesta la sensación de variedad y riqueza que exige buena parte de la afición. Les recuerdo que en la Beneficencia del 70, aquella corrida en que Paco Camino hizo en solitario el paseíllo (por desavenencias con la empresa madrileña no había entrado en el abono de San Isidro) con toros de aquellos años, sí, de escaso trapío, cierto, pero con casta más que suficiente y en ocasiones desbordante. El Niño Sabio de Camas lidió dos de Juan Pedro (1º y 4º, porque se retiró al corral uno de Pablo Romero, ojo), uno de Joaquín Buendía (5º, de origen Santa Coloma), otro de Felipe Bartolomé (el 7º, sobrero regalado, también de procedencia Santa Coloma), uno de Miura (el 3º, encaste propio… huelgan comentarios), uno de Urquijo (el 2º, Murube purísimo) y uno de Arranz (el 6º, de los llamados miuras de Salamanca, que aún conservaban genes de sangre de la Tierra mezclados con Vistahermosa; el anuario de la Unión de 1970 decía literalmente que “Procedencia: Cura de la Morena, extinguida totalmente, se fundó de nuevo con novillos de Montalvo, hierro de Martínez, nietas y bisnietas del famoso Diano de Ibarra, simiente del Conde de la Corte, Graciliano y Antonio Pérez de Vistahermosa, hoy pura raza por absorción”). Hombre, me temo que aquí sí hubo variedad, desde luego. Paco Camino cortó, ¡en Madrid!, ¡ocho orejas en total!, a más de una de media por toro…  ¡Olé ahí! Repetir aquel gesto del diestro de Camas, eso sí que sería rematar la cortísima temporada de José Tomás con un gesto de veras, con un broche áureo. Y si en vez de Nimes lo hubiera hecho en Madrid o Bilbao… por aquello de lo que se lidia en uno u otro coso… Está bien lo del gesto y más si la recaudación tiene un fin benéfico… pero que no nos vendan motocicletas de una rueda.

Toros de José Escolar... camino de Francia, donde suele lidiarlos el ganadero.
3.- José Tomás sigue siendo el único torero capaz de llenar los cosos; a su único reclamo se venden abonos y sube la reventa hasta cifras vergonzosas; tira como nadie del abono de las plazas, y consigue, como no lo hace nadie más, llenar las plazas en una temporada en plena crisis –en lo económico, pero también en lo artístico y emocionante- catastrófica.  En Nimes se habla de más de 7000 abonos vendidos por el prestidigitador -¿o es ilusionista?- Simón Casas, el mismo de la pésima gestión en Madrid. José Tomás, habrá que estudiar más en profundidad el por qué, es el único capaz de conseguir, en suma, que la rendondez de la plaza se llene por completo, por más que al resto de los diestros de arriba les pese… y mucho. Ni Ponce, ni el Juli, ni Manzanares, ni Morante –ya no les cuento otras supuestas figuras de menor fuste como Talavante, Castella, el Cid, Fandi, Rivera, u otros- son capaces de congregar, ¡y eso en unión y buena compañía!, a más de dos tercios o tres cuartos de plaza en cualquier coso de España o Francia. Sólo en las ferias donde se vende todo o casi todo –en buena medida Madrid, Albacete…, y poco más- han podido verse algunos llenos esta temporada. Al reclamo de José Tomás, Badajoz o Huelva han contemplado entradas como hace años no tenían ni podían casi sospechar… y con la que está cayendo. Por mucho que les pese al resto de las llamadas figuras, ni aun juntos, repito, convocan a las masas como lo hace el auto-excluido José Tomás. Por más que regalen entradas, las pongan a la mitad de precio o busquen fórmulas alternativas..., incautos o trincones por medio. A Tomás le basta y sobra con anunciarse en pequeñas dosis para lograrlo (algo sobre lo que recapacitar también), aunque nos gustase que eligiera otros cosos para hacerlo… de mucho mayor compromiso que los mentados o Nimes. Es más, el de Galapagar no necesita regalar entradas, ni bajarlas de precio para congregar en su derredor a miles de espectadores, de aficionados; le siguen desde Algeciras a Barcelona, desde La Coruña a Castellón, e incluso se produce el fenómeno contrario: la demanda es tan elevada que la reventa hace su agosto… hasta en septiembre. Algo habrá, digo yo, en la generación de tanta expectación. Sólo Morante, el otro gran torero del momento, el artista más trascendente de los últimos años aunque lo demuestre cuando quiere, es capaz de llenar dos tercios o  tres cuartos de plaza, y no siempre (recuerden la reciente y triste despedida  de Pepe Luis Vázquez en Utrera, que sólo consiguió atraer a menos de media plaza en tarde triunfal del de la Puebla…). El fenómeno de José Tomás (lo digo sociológicamente) se centra no sólo en su concepto de la tauromaquia –asumiendo riesgos y colocaciones que otros no toman, alargando las series como ya no se estila, adoptando, incluso, estéticas ya olvidadas-, sino en una muy bien montada campaña de marketing, unas apariciones con cuentagotas, en la sublimación del romántico componente heroico, en una imagen singular de patetismo –referida a la muerte, a lo trascendente, no a lo ridículo- subrayada por sus extremas palidez y delgadez y marcada por un gesto hierático ante la parca, en la habilidad para mimetizarse con la cultura de la postmodernidad. De hecho, sin éste último componente, que es factor indispensable para elevarse sobre el resto de sus compañeros, su idealización como héroe romántico hubiera sido más compleja; es imprescindible para adquirir categoría social y cultural, para ser un icono –más que ídolo de masas-, rodearse (no necesariamente de forma voluntaria) del ambiente cultural e intelectual necesario, prestigiarse mediante un aura de pensadores y escritores de relieve social (aunque el icono no llegue al caso, no es necesario para ello). Nadie podrá negar ese estatus a Joselito o a Belmonte (éste aun más que su oponente en los ruedos, rodeado por intelectuales de la talla de Valle Inclán, Pérez de Ayala, Sebastián Miranda, Marañón y tantos otros, cantado por Chaves Nogales, Luis Bollaín y otras plumas de primer nivel), ni tampoco al que conseguirían después Pepe Luis padre, Domingo Ortega, Luis Miguel o, sobre todos ellos, el igualmente patético Manolete (en ese mismo sentido dramático, conmovedor, turbador…). José Tomás lo ha conseguido, sin duda. Como muy bien decía mi buen amigo Javier Vellón en un interesantísimo opúsculo (José Tomás: la creación de un mito mediático; Madrid CEU Ediciones, 2010), “En dicha repercusión social han influido diversas causas, tanto de índole psicosocial (su modelización como mito heroico siguiendo las pautas marcadas por el Romanticismo como origen del pensamiento contemporáneo), como de las vinculadas con los discursos sociales que inciden en las pautas de conducta de la comunidad: su conversión en icono publicitario, su integración en las nuevas tendencias de la cultura urbana, su condición de fuente informativa y sujeto del debate periodístico, sin olvidar su capacidad para adecuarse a las necesidades comunicativas del ecosistema audiovisual”. No se puede expresar mejor.


4.- Salvador Boix contaba al diario económico Expansión (fíjense en qué fuente informativa..., nada más teóricamente alejado del mundillo taurino imperante) que "José Tomás entiende que hay que crear grandes eventos que generen la máxima expectación e ilusión en la gente", y que su intención era convertir esas tres apariciones de 2012 en "los tres puntos de inflexión de la temporada". ¡Correcto!, como diría mi buen amigo Ángel Arranz. Tres puntos de inflexión definitivamente. ¿O acaso no se hablará, o se habrá hablado, más de ellos que del resto de esta nefasta temporada? Seamos sinceros, estas tres apariciones de José Tomás en los ruedos hispano-galos han generado mayor interés, más literatura y más comentarios entre los aficionados que cualquiera de las corridas en las que han intervenido cualquiera de los del G-10. Quizá, con la salvedad de las discusiones generadas en torno a encastes o de las valoraciones de diestros emergentes (unos hacia arriba –sobre todo Javier Castaño- y los más hacia abajo esta temporada), nada haya suscitado ni tanta fascinación ni tantos comentarios… ¿Está bien o mal llevada la carrera del diestro en ese sentido? Pero, ¡ay!, recuerden, si a ello sumara la responsabilidad ante plazas y toros de primera como hizo en Madrid en 2008...

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